APÓYANOS

Gustavo Tovar Arroyo, entre el cielo y el suelo

Acusado de financiar las protestas que sacudieron Venezuela en 2014, con un pasado de estudiante inconforme, el opositor venezolano es una innegable influencia para el movimiento que en 2007 irrumpió como actor en la escena política. Su figura también despierta críticas entre los adversarios del gobierno, que lo señalan de arrogarse la creación del movimiento juvenil, manejar financiamientos y fomentar la antipolítica.

24 octubre 2015
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Era un poco tarde para volver a la universidad: casado, con hijos, a los 37 años de edad. Había cursado en paralelo Derecho y Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello hasta que decidió –cerca de los 24 años– que quería ser poeta y retirarse a escribir en la casa que su familia tiene a orillas del Lago Pátzcuaro, en Michoacán, al occidente de México. Es venezolano, nacido en 1968, y también tiene la nacionalidad mexicana. De Michoacán era su mamá, miembro de una familia de empresarios de renombre en Morelia. De Venezuela, el padre, que ejercía la medicina en Caracas.

“Quería era darle gusto a mi madre, porque para ella era importante un título”, recuerda Gustavo Tovar Arroyo, quien se describe a sí mismo en sus perfiles de redes sociales como activista de derechos humanos, abogado, poeta y educador. En su etapa previa en la universidad había causado problemas al pedir la renuncia de dos profesores. Un compañero de clases lo recuerda como el alumno que provocaba a los docentes con sus intervenciones. “Era apasionado, hablaba de política, pero nunca supimos si militaba en algo”, dice otra ex alumna de Comunicación Social de la UCAB. Muchos años después Tovar Arroyo coincidió con un viejo compañero de clases de esa carrera y se describió delante de un tercero que presenciaba la conversación: “Cuando estudiábamos periodismo él era como un integrante de Los Beatles y yo era uno de los Rolling Stones”.

“Era un rebelde sin causa, un antisistema. No creía en las organizaciones ni las buscaba. No creía en cosas extraordinarias como la siembra de Primero Justicia, que ocurría por esos años también en la UCAB. No lo entendía, ahora sí, pese a las críticas”, analiza casi 25 años después. Alto, de ojos y piel aceitunados y cabello entrecano, Tovar –ahora de 47 años– habla la mayor parte del tiempo con una pipa entre las manos de la que inhala a ratos frente a la pantalla, en conversación por Skype.

Una urdimbre de contactos clave en los ámbitos económico, político, judicial, cultural, diplomático y militar –nacionales e internacionales–; una columna de opinión que lanza provocaciones al gobierno desde el diario El Nacional y el agregador de noticias La Patilla y un activismo que ha alcanzado especialmente a los estudiantes de las universidades privadas, entre otros factores, han convertido a Tovar en uno de los sospechosos habituales de la “desestabilización” denunciada por el presidente Nicolás Maduro.

Un sembradío de rosas

Tovar tiene poco más de tres meses de haberse mudado a Estados Unidos. Su familia había emigrado en 2007 a ese país para huir –según afirma– de las amenazas que recibió en medio de la convulsión social que produjo el cierre de Radio Caracas Televisión, la planta más longeva entre los medios locales hasta entonces. En paralelo vendría la irrupción del movimiento estudiantil como un actor en la política venezolana y la propuesta de reforma constitucional, derrotada en las urnas, del fallecido presidente Hugo Chávez. Comenzaba entonces la fase más pública de su activismo.

Pero eso fue mucho después. En 1992, con 27 años, conoció en la prisión del cuartel San Carlos al entonces teniente coronel golpista Hugo Chávez. “Supe que estaba frente a un hombre muy carismático, pero también muy delirante”, recuerda. Se estaba gestando un cambio en Venezuela que, visto en retrospectiva, sintonizaba con las demandas del anarquista que era Tovar en la universidad. Pero él ya no estaba interesado en vivir en el país para comprobarlo. Decidió marcharse a México porque quería sembrar rosas.

Su tío, Pablo Arroyo, un empresario en cuyo honor la ciudad de Morelia celebra un torneo de tenis internacional, lo sacó del ensueño poético para que pisara tierra y dejara el rosal. “Me dijo: ‘tú estás loco, vente a trabajar conmigo’. En su compañía estuve 6 o 7 años en las áreas de finanzas y comercial”. Los Arroyo tienen inversiones en el sector inmobiliario, de servicios y petrolero y forman parte de Consejo Michoacano de Hombres de Negocios. “Vengo de una familia en la que no ha faltado el pan en los últimos 400 años”. Y así estuvo hasta que decidió volver a Venezuela.

En 2000, ya en Caracas, se ocupó de la situación de los terrenos e inmuebles de su familia en el país: una casa que estaban comprado en Altamira y unos terrenos en Caruao, estado Vargas, que pocos años después –dice– fueron confiscados por el gobierno. También tomó las riendas del colegio que su mamá gerenciaba en la capital y comenzó a escribir artículos de opinión en páginas web. Un hecho cambiaría su vida: la marcha opositora hacia Miraflores el 11 de abril de 2002. “Mi trabajo social y humano empezó ese día”, asegura.

En la avenida Baralt, en el centro de Caracas, cuando el ambiente comenzaba a tensarse y sonaban los primeros disparos, se encontró a su amigo Mohamed Merhi y a su hijo, Jesús Mohamad Capote Espinoza. “Guardo un dolor muy íntimo por haber sugerido que siguiéramos caminando y que Jesús hubiera dicho que en efecto luchábamos por dignidad y honor”. Jesús, de 19 años, cayó víctima de un disparo en la cabeza en esa concentración.

“En ese momento entiendo que están matando a la juventud y que tienen que defender su futuro. Ahí es cuando interpreto el tema de los estudiantes, los valores por los que había que luchar, que son los derechos humanos”. En los meses siguientes organizó el equipo legal que llevó el caso de las víctimas de ese abril a instancias internacionales. En 2002 creó la Fundación Humano y Libre, para formar a jóvenes en los conocimientos de derechos humanos. La sede era su casa, La Michoacana, en Sebucán, al este de Caracas. Iban muchachos de 13 y 14 años, dice. Y también asistieron los jóvenes que en 2007, luego del fin de transmisiones en señal abierta de Radio Caracas Televisión, fueron considerados como los candidatos a renovar a la dirigencia política opositora derrotada una y otra vez por Chávez.

En el libro Estudiantes por la Libertad, que Tovar publicó en 2007 con la editora El Nacional, afirma que los primeros pasos de la organización del movimiento estudiantil se dieron gracias a su guiatura. Rodrigo Diamanti, para entonces recién graduado de economista en la UCAB y luego director de la ONG Un Mundo Sin Mordaza, se le habría acercado después del anuncio de Chávez del cierre de RCTV –siempre según ese relato– para conocer la propuesta de “Defensa Nacional” que había desarrollado Tovar junto con el estratega político Aquiles Esté, con el interés de formarse políticamente y movilizar jóvenes.

“Quiero recalcar que este trabajo es un clásico, debería ser leído por todo aquel que necesite una estrategia comunicacional en tiempos de dictadura y de lucha no violenta. En lo personal, el trabajo de Esté cambió por completo mi percepción de las cosas y no perdí más tiempo, sólo trabajé con la juventud, por la juventud y para la juventud: los reinventores de la patria”, afirma en el libro.

Luego tomó una decisión que él mismo califica de “estrambótica”. Su regreso a las aulas de la UCAB, hace 10 años, iba más allá de retomar una carrera abandonada. “Volví a la universidad para organizar lo que yo identificaba como un cambio de sensibilidad. Estudiando Derecho hablaba con unos, motivaba, organizaba. Era mucho más práctico, entendí como era la sensibilidad de esa generación y las consecuencias las vimos, son históricas”.

El abogado Juan Carlos Sosa Azpúrua recuerda muy bien aquellos años. Ya había conocido a Tovar porque, gracias a su impulso, había coordinado al grupo de juristas que demandó a Chávez ante la Corte Penal Internacional por las muertes ocurridas en la manifestación previa al golpe de Estado de abril de 2002. En 2003, en la biblioteca de su casa, Tovar le comentó la idea de formar grupos juveniles no sólo en Venezuela, sino en toda la región. En las aulas de la UCAB conoció a Yon Goicoechea, Freddy Guevara, David Smolansky, Manuela Bolívar, entre otros, que luego formarían parte del liderazgo del movimiento estudiantil que en 2007 se levantó contra el cierre de RCTV y la reforma constitucional.

Aunque ahora en Estados Unidos, Tovar ha repartido su vida principalmente entre Venezuela y México, donde se tomó esta foto. Foto: Instagram/ Tovarroyo

“Gustavo prestó su casa para hacer reuniones interuniversitarias para orquestar el movimiento. Ayudaba en temas operativos desde antes de 2007. También empezó a ayudar con personas de los medios de comunicación que conocía para cubrir las protestas”, recuerda Goicoechea, quien se graduó de abogado, fue presidente del Instituto de la Juventud de la Alcaldía Metropolitana de Caracas y ahora vive en España. “Él tenía más fe en los activistas estudiantiles que en el establishment político”.

Guevara ahora es concejal metropolitano, candidato a la Asamblea Nacional y coordinador nacional encargado del partido Voluntad Popular, una posición que asumió después del encarcelamiento de Leopoldo López y el exilio del número dos de la organización, Carlos Vecchio. “Conocí a Gustavo en la universidad porque ayudaba a grupos de dirigentes estudiantiles con la formación en temas de no violencia. Se convirtió para muchos en un guía. Siempre estuvo animándonos, apoyándonos, buscando relaciones para ayudar al movimiento”, dice Guevara.

Gonzalo Himiob, miembro del Foro Penal Venezolano, es amigo de la infancia de Tovar. Este abogado recuerda que Tovar ayudó a delinear el discurso de derechos humanos del movimiento estudiantil. “Les decía ‘vamos a ir a la Defensoría. ¿Por qué? ¿Quién los va a escuchar? Hay que llevar un escrito con planteamientos’. Era para darle un sentido jurídico y no tan visceral al movimiento, que toda acción de los muchachos fuera legítima”.

Las citas de la obra De la dictadura a la democracia del estadounidense Gene Sharp, teórico de la resistencia no violenta, afloran en el discurso de Tovar y forman parte del largo apéndice de su relato sobre la historia del movimiento de 2007. Afirma que consiguió que Sharp, en quien se había inspirado el movimiento juvenil Otpor que en el año 2000 logró expulsar del poder a Slobodan Milósevic en Serbia, impartiera talleres a estudiantes venezolanos. Los gobiernos de Chávez y su hijo político, Nicolás Maduro, han coincidido en calificar al “movimiento de las manos blancas” y las protestas juveniles como “un golpe suave”, una acción destinada a derrocarlos.

La captación y formación de jóvenes de esos primeros años pasó luego a organizaciones como Futuro Presente y Lidera (en alianzas con el Instituto de Estudios Superiores en Administración, la UCAB y la Universidad Metropolitana). Muchos de los participantes de esas redes ahora son los dirigentes juveniles de Voluntad Popular o Primero Justicia. Pese a esto, Tovar insiste en que su trabajo no ha sido político sino humanista.

“Si el movimiento estudiantil hubiese seguido, ya habríamos salido de esto. Chávez se caía en la elección de 2012 si hubiese seguido la presión social. Una figura fundamental habría sido Yon Goicoechea”, dice Tovar. El espaldarazo a estos dirigentes estudiantiles le valió algunas discusiones –incluso en redes sociales– con dirigentes de partidos políticos. En 2008, Goicoechea se inscribió en Primero Justicia y para las elecciones parlamentarias aspiraba a la candidatura del circuito de San Antonio de Los Altos, en Miranda, que finalmente tuvo a Alfonso Marquina –entonces del partido Un Nuevo Tiempo– como abanderado opositor. Ante el reclamo público de Goicoechea, el partido optó por expulsarlo.

“Yon entra en Primero Justicia y este pilar idealista, lúcido, social del movimiento estudiantil se reduce o queda huérfano. Ya es muy tarde para lamentarse, pero creo que el gran ejercicio purificador que trajo a la sociedad ese movimiento reivindicador se perdió. Derivó en cosas positivas pero guiadas y controladas por gente de la vieja política”.

Tovar en el medio entre los dirigentes de Voluntad Popular, Leopoldo López y Freddy Guevara. Foto: Instagram/ Tovarroyo.

Los jóvenes con los que trabajó de forma más cercana y a quienes apoyó en el campo político eran salidos, casi todos, de universidades privadas. “Verdad. Son todos de la Católica con algunas excepciones de la Simón Bolívar”, reconoce ante el cuestionamiento. Probablemente quedaba un lado flaco, concede.

Otra historia

La participación de Tovar en el movimiento estudiantil despierta reacciones encontradas, pero no es un nombre ajeno. Varía, sí, el modo en que cada uno de los dirigentes lo recuerda y el alcance de sus gestiones en la formación del movimiento estudiantil de 2007. Lo sabe Stalin González, ex presidente de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la Universidad Central de Venezuela y diputado por Un Nuevo Tiempo a la Asamblea Nacional. Tovar, dice, ayudó al movimiento en los primeros dos meses, cuando redactaron las proclamas en defensa de los derechos civiles. “Eran términos que uno en ese momento no manejaba al detalle. Él ayudó a definir por qué estábamos luchando, pero luego el movimiento agarró cuerpo organizativo propio” explica.

En esa versión Tovar sería el articulador entre los líderes y uno de los responsables de que las universidades privadas, muy poco dadas hasta entonces a destacar como plataforma de dirigentes universitarios políticamente visibles, fortalecieran sus estructuras de representación estudiantil. Continúa González: “Los de las universidades públicas hacíamos elecciones de centros de estudiantes y muchos veníamos de los partidos políticos. Gustavo tuvo más relación con los de la UCAB o la Universidad Metropolitana porque ellos se financiaban a través de la recolección de fondos. A esos viajes y premios que inventaron al exterior siempre iban los de las privadas. Eran también más propensos a la antipolítica”. Después de esa frase, y como para matizar la connotación negativa que tiene esa opinión, el dirigente se pregunta: “¿Cómo se renueva la dirigencia de los partidos si no entran los jóvenes a sus estructuras?”.

La diferencia de criterios creó fricciones en el movimiento que llevó a la creación en 2008 del parlamento estudiantil como instancia para decidir las estrategias del grupo. De esas visiones contrapuestas también da fe el relato de Ricardo Sánchez, quien sucedió a González en la presidencia de la FCU de la UCV y hoy forma parte de la bancada chavista en la Asamblea Nacional. El diputado enfatiza que sólo participó en dos reuniones en la casa de Tovar, a quien conoció porque era amigo de Goicoechea y Guevara. Asegura que en el libro Estudiantes por la libertad encontró hechos sin base. “Casi decía que el movimiento estudiantil surgió por él y narraba que se había planificado con reuniones desde 2005 en la Metropolitana y la UCAB para explicar lo de la no violencia y nada que ver; a la UCV nunca fue ni participamos en eso”.

En el texto, Tovar relata que –con su participación– entre 2002 y 2007 un grupo de jóvenes se reunió para hacer protestas simbólicas frente a las sedes de algunos poderes públicos. “Los jóvenes permanecieron activos e iniciaron por todo el país una serie de conferencias y seminarios para explicar el método no violento. (…) Gracias ese trabajo organizativo, en los días del cierre de RCTV, se pudo materializar un gran movimiento nacional de protestas”, narra en el libro.

Sánchez dice que “el poeta”, a quien recuerda siempre con un habano en la mano, era clave para los contactos internacionales del movimiento estudiantil. “Creo que se encargaba de buscarles los reales a los de universidades privadas”. Pese a las críticas, hace una pausa y concede: “A mí nunca me dijeron ‘vamos a montar un golpe para tumbar al gobierno’. Se hablaba de una lucha cívica”.

Tovar se presenta como poeta. "Somos un pueblo partido en pedazos, que sangra su vergüenza", dice en uno de los textos colgados en sus redes sociales. Foto: Instagram/ Tovarroyo.

Guevara explica que los viajes al exterior respondían a invitaciones de fundaciones, ONG o parlamentos extranjeros. “Hay que quitar el misterio a las cosas, él no era el relacionista público o el que buscaba recursos, él tenía muchos contactos y conseguía con quién hablar. Lo que ha hecho Gustavo es ayudar en la lucha por la libertad”, zanja. Goicoechea añade que colaboraciones de las madres de los universitarios y de los voluntarios cubrían los gastos de logística.

Tovar presume de esos contactos en sus redes sociales. Se le atribuye un talento natural para las relaciones públicas, pero algunos de sus conocidos sospechan de su estrategia para llegar hasta las figuras relevantes. Su cuenta en la red social  Instagram es apenas una muestra de esa habilidad: tiene fotos con el banquero Eligio Cedeño, considerado prófugo por la justicia venezolana; con el estratega político Juan José Rendón; con el productor musical Emilio Estefan y su esposa, la cantante Gloria Estefan, referentes del exilio cubano en Miami; con la cantante Mariana Vega y la pianista Gabriela Montero; con la excandidata presidencial y ex rehén de las FARC Ingrid Betancourt; con el cineasta mexicano Alfonso Cuarón. La lista se prolonga. Políticos, activistas y artistas de México, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Argentina, Bolivia o Francia han recibido a Tovar. Organizaciones, universidades y centros de investigación lo han invitado a conferencias en América y Europa para exponer sobre Venezuela.

“Gustavo podía ponernos a conversar con personas muy importantes. Si necesitas hablar con Mario Vargas Llosa se las ingenia para en tres días agendar una reunión”, afirma Juan Carlos Sosa. Himiob dice que a su amigo la condición de poeta y escritor le ha abierto muchas puertas. “Es muy respetado y ha ido llevando la información de lo que pasa en Venezuela hacia el exterior”.

Tovar reconoce que su origen también le ha ayudado a establecer relaciones de alto nivel. Familiares del expresidente de México, Vicente Fox, por ejemplo, han sido socios en empresas de su tío. “Ellos conocían a mi familia y eso genera un poco más de respeto”, señala. El ex presidente de gobierno español José María Aznar y el nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, también integran ese círculo con el que –afirma– ha entablado amistad. “Soy lobista de las causas en las que creo, pero no cobro por eso”.

Una fiesta mexicana

Sus lazos con los actuales líderes opositores venezolanos vienen desde la juventud. “Él y su hermano (Reynaldo Tovar) eran amigos desde chamos de Leopoldo López y Henrique Capriles; eran del mismo grupo”, dice una amiga de la infancia que ahora vive en México y pide reservar su nombre. El chavismo sospecha que esos contactos son las pruebas de que Tovar forma parte de un plan para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. El fallecido diputado Robert Serra también señaló sus vínculos con instituciones estadounidenses que habrían financiado al movimiento estudiantil de entonces.

Esa interrogante que ha llamado la atención del gobierno es también una pregunta obligada: ¿de dónde sale el dinero que financia todas las actividades de los estudiantes opositores? Tovar admite que a través de la Fundación Humano y Libre, que también está registrada como una corporación sin ánimo de lucro en Florida, Estados Unidos, captaba recursos para las actividades del movimiento, que incluían marchas y hasta conciertos. “La gente donaba y no era mucho, pero estaba bien utilizado. Incluso con las tarjetas de crédito los venezolanos donaban y se cambiaban al dólar negro”.

Lejos de esconderlo, Tovar se ha fotografiado y hecho públicas fotos con adversarios acérrimos del chavismo como J.J. Rendón. Foto: Instagram/ Tovarroyo.

Otros gastos –asegura– salían de su bolsillo. “Tenía mis propios recursos, los he usado y los seguiré usando en beneficio de mi país, de las causas en la que creo, de libertad y no violencia. Nunca he estado de acuerdo con las guarimbas”. Agrega que otros amigos, empresarios y banqueros, le han ayudado. Los fondos que capta ahora los emplea para costear los gastos legales de algunos de los jóvenes detenidos por las protestas de 2014 o para cubrir la salida del país de otro grupo de al menos 30 personas vinculadas con su actividad, que eran señaladas por los cuerpos de seguridad.

El 13 de febrero de 2014, en plena efervescencia de las protestas que se produjeron tras el cierre violento de la marcha de estudiantes del día anterior a la Fiscalía, el entonces ministro de Interior Miguel Rodríguez Torres señaló a Tovar de organizar en 2010 una reunión en México con líderes estudiantiles para adiestrarlos en la generación de “inestabilidad y tensiones” y promover un cambio de Gobierno. Entre los promotores de la cita, a la que bautizó como “la fiesta mexicana”, Rodríguez Torres incluyó al expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez; el exsecretario adjunto para el hemisferio occidental de Estados Unidos, Otto Reich; el banquero Eligio Cedeño y casi todos los dirigentes estudiantiles de universidades privadas que ocuparon lugares protagónicos entre 2007 y 2009. Se refirió también a que hubo contactos con dos militares, a quienes no nombró, y acusó al grupo de servir a las aspiraciones del partido Voluntad Popular. “Ellos sueñan con una solución mágica para que vengan a rescatar a Venezuela del desorden”, dijo el exministro.

La “fiesta mexicana” sí ocurrió en 2010 –confirma Tovar– aunque no con los fines que señala el oficialismo. La recuerda como la reunión más grande que organizó con estudiantes en el exterior. En la cita, que asegura fue costeada por él, los estudiantes habrían hecho un diagnóstico de la situación del país; revisado la organización para las elecciones presidenciales de 2012 y para la defensa del voto en esos comicios, que finalmente ganó Chávez al enfrentarse a Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda. “Era lo que siempre hacíamos en las reuniones, el régimen no me perdona que me anticipe”, dice en respuesta a las acusaciones.

Aunque asegura que no ha planificado golpes de Estado, admite que tiene relación con militares. “Eso no es desestabilizador, ellos son venezolanos como uno. En algún momento va a venir un movimiento social y ellos van a tener que tomar decisiones constitucionales; eso no es llamarlos a tomar las armas”. Relata que con el general Raúl Baduel, ex ministro de Defensa, estableció contacto en 2007, cuando aún se encontraba activo, para comunicarle que el movimiento estudiantil defendería el resultado del referéndum de la reforma constitucional. A partir de allí, afirma, mantuvieron comunicación fluida.

Tovar también ha sobresalido por escándalos relacionados con sus escritos publicados en la prensa. Quizás el más recordado sea el que tituló “El amante de Hugo Chávez”, que publicó en el portal La Patilla en septiembre de 2013. Asegura que fue la columna “más leída del país” porque la compartieron más de 39 mil veces en Facebook, un récord según le informaron en el portal. La publicación le trajo como resultado amenazas de muerte a través de las redes sociales y el incidente de una explosión en la instalación de gas de su casa que, afirma, fue provocada. Luego de tres años en México, para poner orden en la herencia que le dejó su madre, se mudó a Estados Unidos en julio pasado, al conocerse la huida de la prisión del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. Cree que, si hay relación con los narcos, los tentáculos del gobierno venezolano podrían alcanzarlo incluso en Morelia.

En Venezuela pesa una orden de captura en su contra por financiar protestas, que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, se encargó de anunciar en su programa de televisión. Sin embargo, Tovar advierte que ha entrado clandestinamente al país. “Y lo seguiré haciendo”.

Su nombre volvió a sonar en agosto, cuando José Pérez Venta, un presunto miembro de Voluntad Popular acusado por la Fiscalía del homicidio de Liana Hergueta y señalado como un “patriota cooperante” del gobierno para inculpar a opositores, lo mencionó junto con otras 57 personas “como partícipes, planificadores y ejecutores de las protestas violentas del año 2014”, según el acta de su declaración que citaron medios como El Nacional.

La Michoacana, la quinta que servía como base de las reuniones estudiantiles en Caracas y era sede de la organización Humano y Libre y también de Un Mundo sin Mordaza, fue allanada el año pasado en medio de las protestas. En julio de este año fue ocupada por funcionarios del Ministerio de Servicios Penitenciarios. En la evaluación de los resultados de su activismo, la primera respuesta que espeta es efusiva: “¡No he ganado un coño!”. Luego se detiene a elaborar mejor la idea. “Me queda la satisfacción de haber podido emular a Jesucristo a quien tanto admiro, quiero y respeto; a Gandhi; a Martin Luther King y su sueño; a Václav Havel; a Leopoldo López”.

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