La disputa por el control de un lujoso campamento de selva al pie del Auyántepuy, predilecto de los hijos de la Primera Dama, se ha agudizado en los últimos meses hasta volverse un conflicto, sin solución a la vista, entre la justicia ordinaria y la soberanía pemón. En el enredo tienen que ver un fondo inmobiliario de los dueños de la controvertida aerolínea hispanovenezolana Plus Ultra y una familia indígena heredera con intereses divididos, pero podría resumirse como un pleito entre capitanes: uno, de aviones comerciales, y el otro, del colectivo aborigen.
Arco Services es un 'holding' familiar de origen venezolano que supo mantener el bajo perfil de su negocio petrolero mientras se expandía por Colombia y Ecuador. Recientemente, sin embargo, dos menciones en medios lo han expuesto: primero, su aparición en una lista de grandes deudores de Pdvsa; y luego, su vínculo con una exitosa empresaria e intermediaria que ahora enfrenta un proceso penal por presuntos ilícitos en la comercialización de crudo.
Como no deja de ser habitual, el último grito del estilo de vida en la burbuja caraqueña llega entre controversias. El nuevo restaurante aéreo en Altamira, así como su gemelo contiguo, ‘Buono’, se alzan sobre dos valiosas parcelas cuyo inquilino -el dueño de ambos comedores- se convirtió en propietario mediante una maniobra en tribunales.Sus anteriores caseros siguen reclamando infructuosamente los inmuebles, un litigio que se suma a los comentarios de inconformidad provenientes de la cadena internacional que ve calcado su concepto original.
Pasó sin pena ni gloria por tres cargos de media y alta relevancia dentro del cuestionado sistema de distribución de alimentos creado por la autodenominada Revolución Bolivariana, pero con una idea para reinventarse. La cercanía de Juan Carlos Salazar Labana con esa estructura de contrataciones públicas le sirvió de trampolín para una carrera empresarial entre las aguas del Estado Zulia y la cosmopolita costa de Miami Beach gracias a un exclusivo y raro producto, el cangrejo azul.
Primero estuvo en 26 millones de dólares, y ahora tiene un precio de promoción de 20 millones, pagaderos en criptomonedas. Entre corredores de Florida y, luego, en las redes sociales, la puesta a la venta de una quinta espectacular en la capital venezolana causó conmoción. ¿Tanto así se arregló el país?, provocaba preguntar, y en medio del delirio de cifras, más parecidas a los ‘asking prices’ de mercados calientes del ladrillo como Miami o las Baleares, quedó claro que la debacle chavista ha dejado intactos algunos rincones de opulencia.
Sea en un puesto de mando de la autodenominada Revolución Bolivariana o en un condominio exclusivo de Miami, el oficial del Ejército venezolano, Sergio Caldera García, sabe hacerse su espacio. Tal fue su transición en 2014, luego de haber figurado por años en el estado mayor de la alimentación desde empresas como Corporación CASA, Abastos Bicentenario y Pdval. Junto a su esposa pasó a ser un flamante empresario de Florida, con valiosas propiedades inmobiliarias y una red de sociedades -algunas offshore- a su servicio.