Las transacciones secretas de la oficina en Suiza del banco HSBC ponen en aprietos a un buen número de millonarios en América Latina. Quienes tenían dineros ocultos allí buscando evadir impuestos en sus países, quedaron en la mira de las autoridades, así como narcotraficantes, lavadores de dinero y corruptos cuyas fortunas comienzan a ser expuestas.
Una voluminosa información robada por un empleado del Banco HSBC, deja al descubierto secretos celosamente guardados: cómo esta entidad financiera aprovechaba las estrictas normas de confidencialidad de la banca Suiza, para ofrecer a sus clientes estrategias bursátiles que han sido usadas para esconder fortunas mal habidas y evadir impuestos.
El escándalo, que lleva seis años ocupando titulares de manera regular en varios países europeos, toma una dimensión global tras esta investigación liderada por el diario francés Le Monde y el Consorcio de Periodistas de Investigación (ICIJ por su sigla en inglés) con la participación de periodistas en 45 países. En las múltiples historias publicadas se describen los detalles de uno de los casos más grandes de evasión tributaria que hayan sido revelados.
La dimensión de los datos garantiza el impacto que esta investigación tendrá en la región. En los listados de operaciones secretas, solo en los países de América continental, sin contar Estados Unidos y Canadá, hay 18.431 clientes que, por ejemplo, durante 2006 y 2007 manejaron montos que superan los 31.000 millones de dólares.
La cifra toma mayor relevancia si se compara con América insular, donde se incluyen varios países que tradicionalmente han servido como paraísos fiscales, y otros como Cuba y Haití, donde aparecen 661 clientes, mientras que en Estados Unidos y Canadá figuran 6.042 clientes. La investigación de ICIJ logró acceso a la información de 106.458 clientes en 203 países entre los que figuran políticos, millonarios y gente de la farándula.
En los registros financieros se evidencia cómo el HSBC promovió entre sus clientes una calculada estrategia para evadir impuestos, y además flexibilizó los controles que usualmente tiene la banca para poder recibir dineros sin mayores miramientos de su origen. Con este comportamiento, dejó bajo sospecha de las autoridades a todos sus clientes sin importar quien sea.
Es por eso que en los listados secretos de las cuentas de latinoamericanos quedaron en la misma bolsa reconocidos narcotraficantes y lavadores en México y Costa Rica, con figuras públicas que ocupan cargos de notoriedad en sus países. También aparecen multimillonarios comerciantes de diamantes con cuentas ocultas en Panamá, junto con varios de los hombres más ricos de Argentina, Colombia y Venezuela. Asimismo figuran personajes de la farándula chilena, con financiadores de campañas políticas, como es el caso de Colombia donde aparecen donantes a las dos últimas campañas presidenciales. Incluso se ha descubierto multimillonarias cuentas a nombre del Estado venezolano, de las que no tenía noticia la Comisión de Contraloría del Poder Legislativo de ese país.
Por fuera de la región las revelaciones muestran como desde las mafias china y rusa, hasta organizaciones con posibles vínculos con Al Qaeda utilizaron el HSBC como su banco de confianza.
En respuesta a las preguntas del ICIJ, el HSBC reconoció que sus estándares se flexibilizaron. Dicen que fue por un periodo y que ya han endurecido sus políticas internas de conocimiento del cliente y corregido los procedimientos que dieron pie a las irregularidades.
En varios de los miles de archivos que compone el que hoy se presenta como el Swiss Leak, aparecen anotaciones explícitas de los funcionarios del banco que registran las conversaciones con sus clientes para acordar transacciones irregulares.
Sin embargo, el grueso de los archivos solo muestra comentarios habituales. Como es labor de las autoridades determinar la legalidad de los recursos en las cuentas, así como si estas estaban siendo declaradas fiscalmente ante cada país, algunos de los medios participantes de esta investigación se abstuvieron de publicar los nombres de la personas vinculadas a estas cuentas suizas en aras de la presunción de inocencia, y de no afectar las investigaciones que se originarán a partir de estas revelaciones. Otros medios destacan algunos de los casos que consideraron más emblemáticos, bien sea por los indicios de alguna irregularidad o por la notoriedad del caso que hace que la información sea relevante y de interés público.
El especialista en tecnología Hervé Falciani fue quien robó la información de los clientes del HSBC en Suiza. Desde 2008 es buscado por este delito por las autoridades de ese país. La más reciente acusación fue en diciembre de 2014, señalado de robar esta gran base de datos con el fin de vender la información.
Paradójicamente, Falciani fue acogido por otros países. Es el caso de Francia donde a cambio de su colaboración ha logrado mantenerse lejos de prisión. Para el país galo, la información de Falciani le ha significado importantes hallazgos en materia fiscal con lo que ha recuperado montos significativos para sus finanzas. También le ha suministrado valiosas pistas para la lucha contra el crimen organizado. La información base de este trabajo periodístico es fruto de una cuidadosa investigación adelantado por periodistas de Le Monde en la reconstrucción de las causas ya abiertas.
Ya en América Latina algunas autoridades han hecho efectivos acuerdos de intercambio de información, y es por esta vía que, por ejemplo, Argentina comenzó desde finales del año pasado una exhaustiva revisión de sus nacionales con operaciones en el HSBC. Según ha comunicado la Administración Federal de Ingresos Públicos, la autoridad de impuestos de ese país, el banco suizo desarrolló “una plataforma ilegal con el único fin y propósito de ayudar a contribuyentes argentinos a evadir impuestos”. Según esta autoridad las maniobras involucran al menos 3.000 millones de dólares. Solo en un caso, el de un empresario vinculado al negocio de las piedras preciosas, este figura con una cuenta con un saldo de más de 1.100 millones de dólares.
Una de las fortalezas que hay en la información en poder de las autoridades francesas, es que permite hacer el rastreo de cuentas más allá de las fronteras de un país. Esto es clave para los investigadores pues muchos de estos capitales secretos buscan blindarse de diferentes maneras. Para algunos no es suficiente con tener una cuenta cifrada en Suiza, sino que esta además se abre a nombre de sociedades en países cuyas legislaciones permite el ocultamiento de los verdaderos dueños, como es el caso de Panamá.
En los registros analizados de este país, el mayor volumen de información proviene de sociedades al portador cuyos salvaguardas son prestigiosos bufetes de abogados. Pero ahora con los archivos revelados están quedando en evidencia los verdaderos dueños de estas cuentas, pues eran los que tenían contacto directo con el banco y autorizaban las transacciones.
Desenmarañar el complejo tejido de sociedades en diferentes países es lo que les permitirá a las autoridades desbaratar uno de los más habituales modelos de evasión de impuestos de las grandes empresas y que se conoce como el Debt Push Down. Esta estrategia consiste en sobre apalancar las empresas, creando deudas en el extranjero con altos intereses con firmas que son de los mismos propietarios. Como las deudas son tan altas, las empresas usualmente no reportan ganancias por lo que no pagan impuestos, cuando en realidad todas las utilidades las transfirieron a sociedades de los mismos propietarios en el exterior.
Las revelaciones de estas cuentas brindan indicios para varios reportajes que a lo largo de estos días serán publicados por los medios aliados del ICIJ.
Esta es la segunda vez que el HSBC enfrenta un escándalo de grandes repercusiones en la región. Diversos informes de autoridades estadounidenses demostraron como entre 2006 y 2010 el banco fue laxo en sus controles internos, lo que permitió el lavado de dinero de narcotraficantes mexicanos y colombianos, entre otras irregularidades. Esto le significó al banco una sanción de 1.900 millones de dólares. Posterior a esta, el banco vendió la mayor parte de su operación en América Latina.
El impacto de las cuentas tóxicas del HSBC apenas comienza. En la medida en que los gobiernos locales hagan uso de los mecanismos de intercambio de información con las autoridades francesas, se irá afinando el tamiz de la abultada lista que hoy pone en apuros a cientos de sus clientes.
* Esta nota fue publicada originalmente en nuestro sitio aliado Connectas.org con la colaboración de Armando.info, Diario Clarín, Connectas, IDL-Reporteros y el Semanario Universidad. También con el apoyo de Rigoberto Carvajal y la Inciativa para el Periodismo de Investigación de las Américas del ICFJ/Connectas.
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