Redvital pareció surgir casi de la nada, a pesar de que reivindica 40 años de historia. Al irrumpir en el mercado en 2021 se proclamó sin ambages como la “farmacia más grande de Latinoamérica”, y para cumplir esa autoprofecía ha terminado por devorarse a la franquicia holandesa que por tres décadas fue la cadena mayorista más importante del país. ¿De dónde sacaron los dueños venezolano-palestinos de ese emprendimiento el músculo financiero suficiente para quedarse con Makro? De un suplemento de dólares de Cadivi.
Tras la captura del contratista predilecto de Nicolás Maduro en Cabo Verde, el también colombiano Álvaro Pulido Vargas, su socio, quedó al frente del millonario negocio de intercambio de alimentos por petróleo venezolano. Con decenas de empresas fachada, algunas ni siquiera existentes en registros, manejó millones de barriles de crudo sin que la propia Pdvsa tuviera control sobre los cargamentos.
Muchos se dedicaron durante décadas a levantar en las planicies del sur del estado Monagas el mayor bosque conífero creado por el hombre para que Alex Saab, con su socio y allegados, le sacara provecho en un santiamén. Lo que nominalmente pasa por una empresa mixta binacional entre Turquía y Venezuela es en realidad el parabán para conceder al empresario colombiano otra materia prima estratégica del Estado, en este caso, la madera de Uverito. Para comercializarla se inventaron otro burladero en los Emiratos.