Euzenando Azevedo tuvo puertas abiertas con Chávez en el Palacio de Miraflores y a la vez línea directa con el CEO Marcelo Odebrecht. Luego se convirtió en testigo clave en el desfile de las delaciones premiadas del caso Lava Jato. Entre tantos privilegios, sin embargo, su testimonio se quedó corto: de las cosas que dejó de contar resaltan unas cuentas bancarias en Suiza que revelan que guardó dinero con uno de los mismos comisionistas a los que había delatado, el abogado venezolano Héctor Dáger
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Euzenando Azevedo trató de pasar inadvertido. Del director superintendente de Odebrecht en Venezuela -que por su acceso a las autoridades del régimen chavista y sus maneras plenipotenciarias, es conocido por algunos como el Virrey de Odebrecht- no se sabe mucho más desde que compareció el 15 de diciembre de 2016 ante las autoridades brasileñas. Allí confesó que llegaron a adulterar documentos y presupuestos del Estado; recordó contratos asignados a dedo sin licitación y mencionó pagos paralelos para gestores que agilizaban los desembolsos.
Pero algo de lo que no dijo es que había compartido cuentas bancarias en Suiza con uno de los mismos comisionistas que entonces señaló.
Euzenando Prazeres de Azevedo figura en Suiza en tres cuentas bancarias que llegó a compartir con el abogado venezolano Héctor Joseph Dáger Gaspard, a quien año y medio atrás señaló él mismo como uno de los comisionistas que había reclutado, para lograr que el gobierno del presidente Hugo Chávez bajara los recursos que debía en obras como la tan prometida y aun inconclusa represa hidroeléctrica de Tocoma, al sur del país, en el estado de Bolívar.
Azevedo señaló a Dáger como un lobista o gestor que agilizaba los desembolsos que la burocracia chavista represaba en Caracas. “Él consiguió que Edelca (la empresa pública Electrificación del Caroní) nos pagase directamente en una semana o semana y poco”. Eso explicó, sentado en el banquillo de los acusados, frente a dos fiscales que tomaron su testimonio en los tribunales de la ciudad de Aracajú, al extremo oriental de Brasil. Allí fue a declarar; el sistema judicial brasileño, en contingencia frente al masivo caso Lava Jato, repartió en simultaneo por todos sus circuitos penales a los 78 “delatores premiados” de Odebrecht que aceptaron contarlo todo a cambio de beneficios procesales.
Según el testimonio de Azevedo, un buen día conoció a Dáger en Caracas, en el estacionamiento de las residencias Valle Alto. Apenas estaba estrenando uno de los apartamentos de ese edificio situado en la avenida principal de Valle Arriba, un reducto de clase alta en el sureste de la capital venezolana, cuando uno de sus nuevos vecinos lo abordó para hablar de negocios. “Él se presentó”, contó a los fiscales del caso. “Me estaba esperando en el garaje y dijo que sabía que teníamos dificultades y que podía ofrecerme la solución”.
Y así fue. En menos de dos semanas Odebrecht recibió más de seis millones de dólares que el Gobierno venezolano le debía desde hacía dos años. “Para mí fue una sorpresa”, resumió. “Siempre demostró que tenía un acceso privilegiado con los presidentes de Edelca”.
Ese fue el inicio de una relación comercial en la que Odebrecht giró a Dáger 2% de cada una de las facturas que rápido conseguía liquidar. “Unos 28 millones de dólares”, que Azevedo aseguró entregar entre los años 2006 y 2009 a ese abogado de bajo perfil que siempre supo moverse dentro del andamiaje chavista sin hacer ruido.
Las comisiones quedaron apuntadas a nombre de Lombriz en el llamado Departamento de Operaciones Estructuradas, el eufemismo que empleó la empresa brasileña para evitar presentarla como su unidad de sobornos y comisiones. Despojado del seudónimo, sin embargo, en Suiza figura el nombre de Dáger en 13 cuentas bancarias receptoras de depósitos provenientes de las offshore de la llamada caja dos de Odebrecht.
Tres de esas cuentas bancarias evidencian una sociedad entre Dáger y nada más y nada menos que el propio Euzenando Azevedo.
A diferencia de sus pares, Azevedo reportaba directamente al Presidente Ejecutivo de la empresa, Marcelo Odebrecht, en lugar de rendir cuentas a la Vicepresidencia de África y América Latina de la empresa. Pero más que eso, logró meterse a Chávez en el bolsillo.
Discreto como buen hombre de negocios y provisto de la simpatía brasileña, supo transitar sin hacer bulla por los vericuetos de las esferas bolivarianas. Tanto que el líder de la Revolución bolivariana nunca escatimó elogios y buenas palabras para este brasileño nacido en Pernambuco, al este de Brasil. “Grande amigo”, le dijo públicamente el 13 de noviembre de 2006 mientras resaltaba su papel durante la inauguración del segundo puente sobre el río Orinoco. “Para Euzenando un abrazo muy especial y una felicitación pero muy, muy especial, por su voluntad de acero, inquebrantable en el impulso de la obra y de las distintas obras que estamos adelantando en Venezuela”.
Otra parte de la historia afloró tras la muerte de Chávez. Quienes llegaron a hablar con Azevedo, destacan su español con giros coloquiales venezolanos, por los que bien se le podía escuchar hablar del “zaperoco” (lío) que había desatado la trama Odebrecht y la “arrechera” (rabia) que le tenían Diosdado Cabello y el resto del anillo que rodeaba a Chávez.
No en vano, Azevedo tuvo que partir de Venezuela en 2013, a la llegada de Nicolás Maduro al poder. El mandatario venezolano no soportó que a espaldas de su gobierno, el representante de Odebrecht en Caracas se hubiera reunido y aportado contribuciones para la campaña de su oponente, Henrique Capriles Radonski, como luego lo relató Azevedo ante los fiscales del caso.
Contó allí Azevedo que gestionó 35 millones de dólares para la campaña presidencial de Nicolás Maduro y a la vez otros 15 millones para el comando de Henrique Capriles en 2013. No dijo palabra alguna, no obstante, sobre sobornos. A diferencia de los delatores premiados de otros países, nunca mencionó comisiones a funcionarios o sobreprecios de obras. Mucho menos se refirió a las cuentas que mantuvo en Suiza con uno de sus comisionistas. Probablemente confiaba en que ninguna autoridad venezolana investigaría sus palabras.
Los registros del banco Union Bancaire Privée de Suiza advierten que Azevedo y Dáger compartieron la cuenta número 001-6155901 de una empresa llamada Fidellis Holdings Ltd. También la cuenta número 128450 que el Banque Pictet & Cie tenía a nombre de la empresa offshore Boreal Group Management Inc.
Caso especial el de la 240-545623, que la misma offshore Boreal Group Management Inc mantuvo en el banco UBS Switzerland AG. Allí, el titular de la cuenta, Héctor Dáger, no solo apuntó a Azevedo como firma autorizada sino también a dos brasileñas cuyos nombres corresponden con la esposa e hija del llamado virrey de Odebrecht en Caracas.
Así se desglosa de una lista varada en alguna gaveta del Ministerio Público venezolano, que el año pasado envió la Fiscalía de la Confederación Suiza a través de su embajada en Caracas, para dejar constancia de una serie de ciudadanos venezolanos vinculados a 27 cuentas sospechosas relacionadas con la maraña de comisiones y pagos en negro, que el gigante de la construcción brasileña transfirió desde cuentas offshore.
Apostillado en Lugano -la ciudad suiza de lengua italiana donde el Ministerio Público tiene sede principal- el 10 de noviembre de 2017 bajo el procedimiento número SV.17.0220-REZ, en el documento la fiscal Dounia Rizzonico –a cargo del caso Lava Jato– sugiere que se trata de compañías relacionadas con los sobornos de Odebrecht.
“De las investigaciones realizadas en Suiza resulta que Héctor Joseph Dáger Gaspard (…) ha recibido, entre julio de 2008 y marzo de 2016, en cuentas bancarias a él atribuidas en Suiza un total de cerca de 49 millones de USD de cuentas bancarias a nombre de sociedades atribuibles directa o indirectamente al grupo Odebrecht”, sostiene. “Estas sociedades fueron designadas por la misma sociedad como cajas negras, a través de los cuales se pagaban los sobornos a los beneficiarios últimos”.
Las autoridades suizas empezaron a hablar de sobornos tras armar el rompecabezas de varias transferencias que aterrizaron en sus bancos acompañadas con palabras clave, de las que hoy Odebrecht reconoce como criptónimos o códigos especiales que emplearon para identificar a qué obra correspondía cada uno de los depósitos.
De esa forma vinculan más de 16 millones de dólares que llegaron a las cuentas de Dáger –etiquetadas con palabras como “Beau 1”, “Carrapato”, “Calmo”, “Moral”, “Irmao” y “Bonito”– con seis de las obras aún inconclusas: las líneas 5 y 2 del Metro de Caracas y Los Teques, respectivamente, el Metro Guarenas-Guatire, el sistema de riego El Diluvio-El Palmar y el puente Cacique Nigale del estado Zulia y la ya célebre represa de Tocoma, que de estar lista habría ahorrado gran parte de los apagones de estos días. Al menos sumaría unos 2.000 megavatios a la red eléctrica nacional.
No fue posible obtener una declaración formal para que Azevedo y Dáger explicasen cómo es que terminaron compartiendo cuentas bancarias. Agazapado en Sao Paulo, la megalópolis brasileña, Azevedo se ha ceñido al silencio al que le obliga su condición de testigo protegido. El venezolano, por su parte, ha preferido un bajo perfil desde Ciudad de Panamá, hasta donde se le han enviado mensajes, cartas, llamadas telefónicas y recados, para contrastar los señalamientos que lo presentan como una de las claves para desentrañar la trama venezolana de Odebrecht.
En defensa de ambos, Azevedo nunca tuvo un contrato de exclusividad; en su círculo destacan el derecho y la libertad que siempre tuvo para desarrollar negocios paralelos al de su papel como directivo de Odebrecht. Añaden que si bien la relación de ambos se gestó a la sombra de Odebrecht y la hidroeléctrica de Tocoma, a partir de allí emprendieron negocios personales. Aún así, resaltaría un posible conflicto de intereses.
Fuentes vinculadas a Azevedo señalan que aun mientras era director superintendente de Odebrecht fue asesor de Dáger en la empresa BMS Investment BV LLC, cuya cuenta bancaria está congelada en Suiza y desde la que aseguran haber surtido tractores, máquinas y equipos de construcción a Odebrecht y las otras dos empresas encargadas de construir la hidroeléctrica de Tocoma a través del consorcio OIV.
Las fechas no cuadran, mucho menos las obras y los montos reportados en los juicios de Lava Jato. Según la delación premiada de Azevedo, Dáger recibió unos 28 millones hasta el año 2009. Sin embargo, los depósitos en Suiza y varias transferencias filtradas hace meses al calor del escándalo de Lava Jato desde el Meinl Bank –el banco que Odebrecht compró e hizo a su medida en Saint John, capital de la isla caribeña de Antigua– muestran que no solo fue mucho más dinero, sino que siguió recibiendo depósitos al menos por cinco años más.
Solo la offshore Innovation Research Engineering and Development, de Odebrecht, muestra 14 transferencias que entre 2012 y 2014 llegaron a Dáger desde el Meinl Bank, por más de 14 millones de dólares que guardó en las cuentas de otras dos de sus firmas: Altea Capital y Kenvest Corp.
Buena parte de esos fondos pasaron luego a las cuentas de Azevedo, pero hay que advertir que no se ha llegado hasta el final: los suizos primero hicieron notar que Dáger recibió unos 49 millones de las offshore de la corrupción de Odebrecht y otras diez de cuentas vinculadas, pero luego señalaron que envió una suma un poco mayor a Azevedo.
“Una parte del dinero depositado en cuentas bancarias atribuibles a Dáger, concretamente un importe global de aproximadamente 64,8 millones USD, se ha transferido a continuación –entre 2009 y 2015– a cuentas bancarias atribuibles a Euzenando Prazeres de Azevedo en diversos bancos de Suiza”, afirma la fiscal suiza Dounia Rezzonico en la carta certificada que envió a sus homólogos venezolanos. “Todas las cuentas bancarias atribuibles a Azevedo en Suiza se han cerrado en el entretanto y el dinero se ha trasferido a otras cuentas bancarias atribuibles a Azevedo en el extranjero y a terceros desconocidos”, precisa.
No en vano, Azevedo cerró en Suiza hasta el fideicomiso personal que compartía con su esposa e hijos, entre los que destacaba el nombre de Euzenando Azevedo Junior, quien con 38 años emerge en Estados Unidos con una decena de empresas que van desde restaurantes como The Tap o Griddler’s Burgers & Dogs hasta bienes raíces en Florida y Massachusetts.
También empresas de construcción como la 418 Real Estate LLC, con la que en este momento espera los permisos municipales para levantar un complejo habitacional de 18 apartamentos equipado con estacionamiento, locales comerciales y restaurantes en la calle Cambridge del sur de Boston.
(*) Este es un trabajo publicado e investigado en simultáneo por la Red Latinoamericana de Periodismo de Investigación Estructurados, que une a IDL-Reporteros en Perú, La Prensa de Panamá, La Nación de Argentina, Sudestada de Uruguay, Quinto Elemento Lab en México y Armando.info en Venezuela.
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