Tercera entrega Desde siempre hubo madereros y mineros en la Amazonía donde se encuentran Perú, Bolivia y Brasil, pero con la carretera interoceánica la destrucción de la selva se tornó caótica y desborda el miope control oficial.
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Cuatro escenas se repiten a lo largo de los 700 kilómetros de Amazonía que CONNECTAS recorrió en el corazón de Sur América a través de la carretera interoceánica y en su zona de influencia: desiertos mineros donde había selva tupida, parches de floresta calcinados, árboles mutilados y serpientes sobre el asfalto huyendo junto con otros animales salvajes de un hábitat que ahora les es hostil.
Así, el sector de Guacamayo de la selva peruana es hoy un arenal interminable amarillo claro, como la playa del mejor balneario. En dos años arrasaron las 20 mil hectáreas de bosques que había allí, de acuerdo con las autoridades locales. A unos ochocientos metros pasa un río turbio color ocre en cuya ribera intentan sobrevivir unas pocas plantas. Ya no se escucha el gorjeo de los pájaros, ni el zumbido de los miles de insectos que poblaban esa selva biodiversa. Ahora copa los oídos el ruido de bombas extractoras que lavan la tierra para que reluzca el oro escondido. Los únicos seres vivos son dos trabajadores descamisados que, desde una artesanal barcaza que flota en el agua estancada al fondo del hoyo de diez metros que ha dejado la bomba que succiona, vigilan la operación.
Los lugareños dicen que "playa adentro", el paisaje es más desolador. A los pocos minutos de la pesada caminata en la arena sale al paso otro de los mineros. "No pueden estar acá, es propiedad privada" dice ofuscado. Custodia un rudimentario sistema de poleas que sube la tierra y la deja sobre una lona tensada que sirve de cernidor. El gobierno está cerrando minas ilegales y los afectados se han resistido con violencia. Por eso, cuando el minero va en busca de sus compañeros para encarar a los intrusos, es mejor retirarse. En este punto, como una ilusión, en el horizonte se ve la línea verde donde ha quedado la selva. Pero pronto estará más lejos.
Más adelante, al otro costado de la vía se ve la tierra aún humeante. Un perfecto rectángulo negro es como la huella de un gigantesco sello con el que alguien chamuscó todo. Unos pocos troncos ahumados son testigos de que aquí hubo vida. Paisajes carbonizados similares se ven una, y otra, y otra vez a lo largo del recorrido.
Vea en este enlace (https://www.connectas.org/salvar-madre-de-dios/) la nota del especial. Y consulte acá ( http://www.connectas.org/amazonas/es/video3.html ) el video del día sobre lo que sucede en este vasto sector del Amazonas.
La frontera porosa ha cargado a los habitantes del Amazonas de Colombia con los casos de sus vecinos venezolanos. La escasez y la indiferencia ha conducido pacientes a buscar tratamiento hasta en Bogotá. En San Fernando de Atabapo, entretanto, el mosquito transmisor ha replegado a la gente en sus casas. Pero “Dios existe”. Así lo dice un mural que recibe a los visitantes en el puerto.
Los últimos meses de 2016 y el comienzo de año reportan un incremento en el diagnóstico de paludismo en el margen occidental de la provincia selvática venezolana. La crisis económica ha provocado que los habitantes de la frontera –venezolanos, colombianos, brasileños– vean en la explotación ilegal del oro una posibilidad de riqueza instantánea. La tala indiscriminada en la región ha provocado, además de un problema de seguridad por el control, el trabajo redoblado de las autoridades sanitarias. Este es un viaje a la Venezuela profunda, esa que no está en los titulares de los medios ni en la agenda de la dirigencia política
En Guatemala se encuentra una ciudad maya de proporciones colosales, famosa y desconocida a la vez: El Mirador. Un trabajo de Plaza Pública muestra cómo este sitio -definido como "un diamante en bruto" por el arqueólogo norteamericano Richard Hansen- desata conflictos, calienta las mentes y atrae codicias.
El reportaje sobre la carretera interoceánica que pasa por Bolivia, Brasil y Perú registró fotos y videos. Una galería muestra los mejores registros.
Quinta entrega Última entrega del reportaje "La autopista de la selva". Protagonistas de la sociedad civil en Brasil, Bolivia y Perú han luchado contra los problemas que ha traído la carretera interoceánica a sus comunidades.
Cuarta entrega La carretera interoceánica atrae a miles de personas en busca de oportunidades, los pueblos que los reciben no dan abasto para brindarles servicios, la violencia criminal crece y la calidad de vida se deteriora.
Ni las consignas patrióticas, ni la tensión diplomática entre ambas naciones han frenado la compra por parte de Venezuela del arroz de Guyana para los CLAP, el programa bandera del régimen de Nicolás Maduro. Aunque de manera extraoficial las compras a ese país están prohibidas desde mediados de año, los contratistas del gobierno han ideado la fórmula para simular un origen distinto del producto: los barcos salen de Georgetown, pero justo antes de llegar a Venezuela, atracan durante unas horas en otros puertos del Caribe.
Mientras los habitantes de El Cigarral y La Boyera se quejan de dos años de trastornos demenciales por la construcción del Centro Comercial Traki, las autoridades municipales de El Hatillo aseguran que la obra es legal “guste o no”. Detrás del edificio, que la administración del alcalde Elías Sayegh trató con benevolencia hacia la cadena de tiendas de los Chambra -hasta se reformó una ordenanza clave-, despuntan un terreno que era propiedad de dos constructores cercanos al chavismo y la necesidad de aumentar la recaudación a casi cualquier costa.
Con una tecnología tan ambiciosa como rudimentaria, desde principios del s.XXI y hasta fecha reciente el tráfico de drogas encontró en los semisumergibles uno de los vehículos más eficientes –e inusitados– para mover estupefacientes entre América y Europa. Estos artefactos «parten de Colombia, cruzando el Atlántico, hasta España», asegura la Fiscalía General de Colombia, mientras las autoridades buscan capturar a ‘Juan’, el misterioso capo gallego detrás de la operación.
Las negociaciones de tres fincas vinculadas al crimen organizado fueron parte de los esquemas de lavado de activos usados para el pago de sobornos de la multinacional de origen brasileño. También algunos intermediarios en la distribución de coimas por contratos de obras obtenidos por la constructora tienen un largo historial con el narcotráfico. A pesar de todas las evidencias al respecto, la Fiscalía no termina de hacer ni esas conexiones ni las acusaciones a las que haya lugar.
Colombia prohibió la pesca y comercialización de tiburones en 2021. Apenas un año más tarde, un cargamento con algo más de 3.400 aletas de tiburón, con destino a Hong Kong, fue interceptado en el aeropuerto de Bogotá. Los miembros de estos escualos iban camuflados con vejigas natatorias de pescado que provendrían del Lago de Maracaibo, todas exquisiteces apreciadas por los gourmets chinos. Esta investigación sigue el rastro de parte del cargamento desde la Guajira venezolana hasta la capital colombiana y revela quién es el propietario de tan inusitado contrabando.
Ya alcanzaron Estados Unidos los forajidos que, siguiendo la ola migratoria venezolana, cometen fechorías en una docena de países. A todo tren esta megabanda se ha convertido en la que el general de policía Óscar Naranjo llama la organización criminal “más disruptiva” de Latinoamérica, una que le ha ganado escaramuzas hasta a la guerrilla colombiana. Ahora la Patrulla Fronteriza norteamericana reporta intentos de infiltrar la franquicia al norte del río Bravo.