El personal de cumplimiento del JP Morgan Chase Bank dedicó meses a vigilar cientos de operaciones por más de 200 millones de dólares, que calificaba como ‘no transparentes’ y atribuía al mercado negro de divisas, y que se cruzaban en una pequeña entidad de Barbados, Continental Bank. Esta era propiedad de venezolanos que en su país manejan el Banco Caroní, y las transferencias más jugosas las había enviado una casa de valores panameña en la que los hermanos De Grazia figuraban como accionistas principales.
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Es bien sabido que el fenómeno por el cual las aguas de los ríos Orinoco y Caroní se intersectan pero sin mezclarse a lo largo de varios kilómetros, es observable aún desde gran altura. El cruce ocurre frente a Ciudad Guayana, capital industrial del estado Bolívar, en el sur de Venezuela, y define, por efecto de las diferencias de temperatura, densidad y velocidad de ambos caudales, una autopista acuática bicolor con rumbo al océano Atlántico.
Pero desde Nueva York también creyeron ver que otra mezcla difícil, la de dos grupos empresario-familiares, se originaba en Ciudad Guayana.
Fue en septiembre de 2014. Entonces, el JP Morgan Chase Bank, en Brooklyn, emitió un reporte para FinCEN (acrónimo en inglés de la Red de Control de Delitos Financieros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos) en el que daba cuenta de transacciones presuntamente irregulares que llevaban a cabo empresas y personas ligadas al grupo financiero del venezolano Banco Caroní -con las familias Maza y Kabchi a la cabeza- y en las que había participado una compañía bursátil panameña en la que otra familia oriunda de Guayana, los De Grazia, tenía intereses.
El documento forma parte de los 2.100 Reportes de Actividad Sospechosa (SAR, por sus siglas en inglés) obtenidos por BuzzFeed News y organizados como una base de datos consultable por el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ, con sede en Washington DC), que dieron lugar a la serie de los FinCEN Files, en la que participaron 107 medios de todo el mundo, entre ellos, Armando.info, que la publica desde el año pasado.
En el reporte, los oficiales de cumplimiento del JP Morgan Chase informaban sobre 533 transacciones financieras irregulares que habían monitoreado entre enero y agosto de 2014, por un total de poco más de 205 millones de dólares. De esas transacciones, 414 habían tenido como origen un pequeño banco de la isla caribeña de Barbados, el Continental Bank Corp, propiedad de los directivos venezolanos del Banco Caroní, y otras 119 habían sido destinadas al mismo banco.
Muchas de las operaciones desembocaban en transferencias de fondos a cuentas personales en Suiza y Estados Unidos de personas vinculadas al Banco Caroní, resaltaba el informe, que además recordaba que JP Morgan Chase había emitido con anterioridad al menos otros once SAR para FinCEN, donde mencionaba al Banco Caroní y subsidiarias en relación a “ventas de bonos (…) y actividad de transferencias por cable (…) que generaron sospechas de involucramiento en el procesamiento de ingresos provenientes de la corrupción oficial, comportamiento de servicios no registrados para el cambio de monedas, fraude financiero, y otras actividades no transparentes y de alto riesgo”.
En vista de todo ello, seguía el documento, en 2012 JP Morgan Chase había emprendido una “salida de toda la empresa” (a firmwide exit) de sus relaciones con el Banco Caroní. Pero, a pesar de esa medida profiláctica, todavía en 2014 continuaba involuntariamente al tanto de las actividades del banco venezolano, porque el Continental Bank de Barbados -vinculado al Caroní- venía usando a la sucursal del Royal Bank of Canada en esa isla como intermediario para sus operaciones internacionales y este, a su vez, tenía a JP Morgan Chase como banco corresponsal.
“El 4 de marzo de 2014”, dice el documento, “JP Morgan Chase emitió una solicitud verbal de ‘cese y desista’ al Royal Bank of Canada (Barbados), en lo que respecta a su facilitación de transacciones para el Continental Bank a través de JP Morgan Chase”.
El análisis de los ejecutivos de JP Morgan Chase Bank había permitido determinar que las transferencias originadas en el Continental Bank de Barbados o destinados al mismo, particularmente en el período entre enero y febrero de 2014, reflejaron “patrones consistentes con actividades del VPCS, actividad informal de transferencia de valores, y también incluyeron aspectos materiales no transparentes”, en alusión a su falta de datos descriptivos y soportes del propósito de las operaciones. En el informe, las iniciales VPCS corresponden al inglés Venezuelan Parallel Currency System, fórmula con la que se refiere al mercado negro de divisas.
En un largo párrafo explicativo, los funcionarios del JP Morgan Chase relataban la evolución del régimen de control de cambio de divisas, impuesto por Hugo Chávez, desde 2003 a la fecha. En 2014, resumían, “los sistemas Cencoex, SICAD 1 y SICAD 2 funcionan en paralelo”, pero, advertían, “como todos son restrictivos, la demanda por dólares en el mercado negro continúa, así como el VPCS”.
Así, los 205 de millones de dólares que corrieron durante el periodo enero-agosto de 2014 por el JP Morgan Chase, atribuibles a transferencias de o hacia el Continental Bank de Barbados, habrían correspondido a operaciones de ese tipo. Aunque las transacciones sujetas a escrutinio sumaban más de 500, solo 19 de ellas concentraban 30% -unos 62 millones de dólares- del monto total. Y de ese dinero, 56 millones de dólares correspondían a apenas dos transferencias hechas por una compañía en Panamá, Intersecurities International Inc, dos de cuyos accionistas y directores principales, Carmelo De Grazia Suárez y Daniel De Grazia Suárez, son parte de la familia que en Venezuela controla Bancamiga.
Fundado en 1982, el Caroní es un banco pequeño de vocación regional. En el ranking bancario más reciente, de abril de 2021, ocupa la posición 20 entre las instituciones con mayores activos, y la 22 en términos de su cartera crediticia, entre los 30 bancos universales que la Superintendencia Nacional del Sector Bancario (Sudeban) vigila.
Sin embargo, la influencia gremial del Banco Caroní siempre ha excedido su volumen de negocios. El presidente desde 1986 del banco, Arístides Maza Tirado, ha presidido en tres períodos la Asociación Bancaria de Venezuela, y también dirigió algunas cámaras empresariales, como el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio). Uno de sus hijos, Octavio, también fue director de Consecomercio.
En la actual junta directiva del banco figuran cuatro personas con su apellido: además del propio Arístides Maza, están Octavio Maza Duerto, Fredy Maza Tirado y Gonzalo Maza Anduze.
El otro apellido que se repite tanto como el de los Maza es Kabchi, una familia de origen cristiano libanés que asentó sus reales en Guayana: Edmundo Kabchi Murgus es el vicepresidente del banco, quien tiene por suplente a su hijo, Edmundo Kabchi Zakia. Gamal Kabchi, Georges Kabchi Zakia, Mounir Kabche El Douaihi y George Kabche Dzoubaun también aparecen entre la directiva del banco.
Amén de ser un apellido común en el Medio Oriente, la confusión entre Kabchi-Kabche es siempre probable por cuenta de la transcripción de la grafía árabe al alfabeto latino. No en balde, el propio SAR de JP Morgan Chase Bank parece dar por equivalentes o por alias los nombres de padre e hijo: “Edmundo Kabchi”, se lee en el reporte, “fue identificado como Edmundo Jreige Kabchi Murgus (‘Murgus’), localizado en Venezuela, y como Edmundo Jorge Kabchi Zakia (‘Zakia’)”. Otro ejemplo de esta dificultad en la traducción de nombres árabes se encuentra en una versión que corre por Internet y atañe a los Kabchi de Guayana: Sayari, un reputado servicio de inteligencia financiera con sede en Washington DC, publicó en marzo pasado un reporte en el que señala que los Edmundo Kabchi, padre e hijo, son socios en un par de empresas registradas en Líbano de los hermanos Khalil, Majed y Khaled, unos de los empresarios más favorecidos con contratos del Estado a lo largo del régimen chavista. Pero un vistazo a los expedientes del Registro Mercantil de Líbano muestra que entre los diez directores de la compañía Airport Mall Holding SAL se cuenta un tal Edmond George Qebshi, que al cierre de esta nota no había podido comprobarse si se trata del mismo banquero venezolano.
En el SAR dirigido a FinCEN, los ejecutivos de cumplimiento del JP Morgan Chase Bank comprueban que, si bien las más de 500 operaciones reseñadas conectan a muchas personas jurídicas y naturales, incluyendo once empresas del grupo del Banco Caroní, las 19 transacciones más voluminosas incumben a Edmundo Kabchi Zakia, Arístides Maza Duerto, Juliana Maza Sanvicente, todos ellos como receptores de transferencias; y las empresas Continental Bank Corp de Barbados, Seguros Caroní, Global Risk Solutions de Venezuela e Intersecurities International Inc de Panamá. De estas últimas, todas excepto Intersecurities, son empresas adscritas al grupo de empresas del Banco Caroní.
Es importante señalar que este SAR, como cualquier otro de los cerca de dos millones queen promedio FinCEN recibe cada año, no constituye prueba de delito alguno, sino que es un primer recurso del que el sistema bancario de Estados Unidos dispone para llamar la atención de las autoridades sobre una situación que podría considerarse como sospechosa.
A Juliana Maza Sanvicente, hija de Arístides Maza Tirado, el SAR solo la identifica como directora de una empresa en Miami, de nombre 1200 Brickell 14th Floor LLC, donde también figuran sus hermanos y su propio padre. Idéntico grupo familiar es el que configura el directorio de al menos otras cuatro empresas en el sur de Florida, la mayoría constituidas para detentar la propiedad de inmuebles, y que también incluyen a Arístides Maza Duerto, hermano de Juliana, pero a quien el reporte de JP Morgan Chase Bank falla en identificar.
Maza Duerto es presidente de una universidad privada en Miami, la Millennia Atlantic University, diseñada sobre el troquel de otro negocio de la familia en Venezuela, la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho. En Millennia Atlantic, Luis Eduardo Martínez, ex gobernador del estado Monagas, actual diputado por la Acción Democrática (AD) de Bernabé Gutiérrez, y desde hace unas semanas candidato a la gobernación del estado Aragua, hace las veces de chancellor. Monagas, en el oriente de Venezuela, es la tierra natal de Arístides Maza Tirado, el patriarca familiar.
En el informe, Maza Duerto aparece recibiendo pagos por algo más de 99.000 dólares desde el Continental Bank, el banco en Barbados de los accionistas del Banco Caroní. Las transferencias fueron hechas con una referencia a “RFB/ Altaro Holdings Corp ALT402”. En el Registro Mercantil de Panamá se halla una Altaro Holdings Corp, en la que funcionarios del bufete local, Alfaro, Ferrer & Ramírez, aparecen como directores.
En cambio, JP Morgan Chase acierta en mencionar a Edmundo Kabchi como vicepresidente del Banco Caroní. De hecho, singulariza a Edmundo Kabchi Zakia, hijo, vicepresidente suplente del Caroní, con presunta residencia en una quinta de la urbanización Los Altos de Puerto Ordaz, como receptor de tres transferencias, que totalizaron 4,44 millones de dólares, llegadas desde el Continental Bank de Barbados a cuentas de Kabchi Zakia en los bancos suizos Julius Bär, Barclays Bank (Schweiz) y Credit Agricole Suisse. En todos los casos, el remitente dirigió las transferencias a “Edmundo Jorge Kabchi Z KAB486”.
Kabchi Zakaria se ha hecho especialmente conocido por sus inversiones masivas en el extranjero para adquirir clubes de fútbol. En la actualidad es el dueño del Albacete Balompié S.A.D., de la tercera división española -hoy conocida como Primera División RFEF-, y del Club Atlético Boston River de la liga uruguaya.
Antes, durante la polémica gestión del jeque Abdullah Bin Nasser Al Thani al frente del Málaga C.F., Edmundo Kabchi sirvió de prestamista de último recurso para Al Thani, una ironía sorprendente, si se considera que el ex propietario del Málaga, ahora metido en líos judiciales, es miembro de la familia real de Qatar. La relación entre Kabchi y Al Thani coincidió con una época en la que el Málaga jugaba en primera división e incluyó en su plantilla a varios futbolistas venezolanos, como Salomón Rondón, Adalberto Peñaranda, Roberto Rosales o Juan Pablo Añor, algo nunca visto y que no se ha vuelto a repetir.
Además, Kabchi Zakia fue entre 2007 y 2016 presidente de una de las dos principales franquicias del fútbol profesional venezolano, el Deportivo Táchira. Aunque al final vendió el club a Jorge Silva, un operador comercial relacionado con Diosdado Cabello, el número dos del oficialismo, su aventura sirvió como pistoletazo de partida para que otros allegados emprendieran la conquista de más franquicias, de manera directa o a través de intermediarios, como las de los Bucaneros de La Guaira, Carabobo FC o Mineros de Guayana. En esa cruzada comercial y futbolística tuvieron participación otros clanes de parientes libaneses maronitas, los Chambra y los Antar, ligados a Traki, una cadena de tiendas en plena expansión desde su origen en Ciudad Guayana.
Otra filtración anterior coordinada por ICIJ, la de los llamados Paradise Papers, incluyó los documentos de registro en Barbados de una compañía, CBA Holding INC, que reúne a Kabchi Zakia con su padre, Edmundo Kabchi Murgus, y con Arístides Maza Tirado, Octavio Maza Duerto, Juliana Maza San Vicente y José Jorge Kabche El Douaihi. Para ese registro, Edmundo Kabchi Zakia dio como domicilio una dirección en la avenida Sami El Solh de Beirut, capital de Líbano.
El destino de tales transferencias y otras similares a cuentas personales desde el banco familiar en Barbados sugería que se trataba de las ganancias de las operaciones “no transparentes” reportadas por el SAR del JP Morgan Chase Bank.
Pero también destacan varias empresas del grupo Caroní como receptores de fondos del Continental Bank. Una de ellas es Global Risk Solutions, que si bien en el SAR aparece con una dirección en la urbanización Las Mercedes del sureste de Caracas, está controlada por un vehículo constituido en 1991 en la isla Gran Caimán, un reconocido paraíso fiscal. La compañía recibió del Continental Bank de Barbados 75.000 dólares durante el período que JP Morgan Chase monitoreó las transacciones del grupo.
Para este reportaje Armando.info envió comunicaciones a las direcciones de contacto disponibles de Edmundo Kabchi Zakia y Arístides Maza Duerto, para así obtener sus versiones, pero esas diligencias no pudieron localizarlos.
Como ya se dijo antes en este reportaje, el SAR de 2014 subrayaba que las dos mayores operaciones registradas durante la vigilancia, por un total de más de 56 millones de dólares, provinieron de una empresa que no pertenece al grupo Caroní, Intersecurities International Inc.
Intersecurities International Inc era una casa de valores incorporada en Panamá en 2008 y disuelta por voluntad de sus accionistas en 2018. Aunque tuvo por representante a un contador venezolano, Roland Asael González, en el directorio de la extinta compañía, conformado casi exclusivamente por venezolanos, resaltan los nombres de Carmelo De Grazia y Daniel De Grazia.
Carmelo De Grazia es presidente de la Junta Directiva de Bancamiga, un banco que muestra las mayores tasas de crecimiento del sector en los últimos cuatro años, desde que en 2017 obtuvo la categoría de banco universal. Fundado en 2007, recientemente se jactaba en boletines de prensa de que alcanzó la novena posición del ranking bancario según sus activos, y la cuarta de acuerdo a sus captaciones en moneda extranjera.
De Grazia es un abogado de muy exitosa práctica, primero, en Guayana, de donde procede el negocio familiar: la restauración. El restaurante La Fontana, en Upata, al suroeste de Ciudad Guayana, fue la piedra fundacional que puso el patriarca, Palmerino De Grazia, quien todavía hoy aparece en los reclamos publicitarios del grupo alimentario, con frecuencia insertos en las pautas de transmisiones de fútbol.
Fue precisamente la expansión acelerada de las cadenas de restaurantes de la familia en el estado de Florida -con las marcas Bocas, Francisca, Kitchen of the World, Laborejo y La Fontana- lo que despertó una oleada de rumores sobre la supuesta relación de los De Grazia con el Estado chavista y de sus locales de restauración como una presunta lavadora de dinero. Carmelo De Grazia y uno de sus hermanos, Levin, quien encabeza ese sector del negocio familiar desde el Bocas Food Group LLC, introdujeron en 2019 una demanda en un tribunal del condado de Miami-Dade contra Gerardo Gils Dams, a quien señaló como operador del blog UltimaHora24, y la periodista Angie Pérez -seudónimo de Angélica Bianco-, quienes habían propalado acusaciones de ese tipo. La demanda también alcanzó a César González, un ex socio y gerente del primer establecimiento del restaurante Bocas en la ciudad de Coral Gables, a quien atribuye la instigación de la campaña de desprestigio. La última diligencia archivada en línea por la juez que lleva el caso, Gina Beovides, con fecha de enero de este año, desecha una petición de los acusados para descartar la causa por la presunta inacción de los demandantes y ordena, en cambio, mantener abierto el proceso.
En cualquier caso, mucho antes de esta demanda judicial y de que los De Grazia siquiera inauguraran su primer local de comida en Miami, el JP Morgan Chase Bank hacía notar en su SAR de 2014 para el Departamento del Tesoro que “Intersecurities International Inc solo pudo ser identificada como una compañía localizada en Panamá”, pero con un detalle llamativo: la dirección bancaria disponible de la empresa correspondía a la sucursal en la isla de Madeira del, a la postre, intervenido Banco Espirito Santo (BES).
El director de la oficina de Madeira, Joao Alexandre Silva, había sido encargado en 2009 por Ricardo Salgado, presidente del BES, como responsable de los negocios del banco con la Venezuela chavista, lo que incluyó el pago de sobornos a funcionarios de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro para que estos depositaran fondos públicos, por más de 3.000 millones de dólares, en las arcas del alicaído banco. Tras el colapso e intervención del BES en agosto de 2014, Silva pasó a ser investigado y, finalmente, imputado en 2020 en una de las dos causas penales que la fiscalía portuguesa lleva adelante por el escándalo.
En dos folios del expediente se recogen declaraciones depuestas en 2016 ante el ministerio público, en las que Joao Alexandre Da Silva relata que en la primavera de 2014 organizó una reunión en Venezuela “con Intersecurities, una firma de corretaje, en la que había hecho una presentación del Rio Forte Group”, subsidiaria esta del Espirito Santo que emitía obligaciones para fondear a su atribulado holding, y que Intersecurities había tomado en mayo una emisión por 25 millones de dólares -apenas tres meses antes del derrumbe del Espirito Santo- que “como consecuencia de la insolvencia de Rio Forte, no fue reembolsada, generando una pérdida por el mismo monto a la compañía [Interesecurities]”.
Armando.info envió una comunicación a una dirección de correo electrónico personal de Carmelo De Grazia para obtener su versión sobre estos episodios, sin respuesta.
Sin embargo, Pedro Mezquita, un reputado abogado venezolano, socio en bufetes con De Grazia y en alguna producción cinematográfica, así como también director de la extinta Intersecurities, accedió a responder al cuestionario que Armando.info le hizo llegar al respecto.
De acuerdo a Mezquita, los pagos por 56 millones de dólares girados por Intersecurities al Continental Bank de Barbados correspondieron a “la liquidación o venta de una posición de títulos de un cliente de Intersecurities”. Mezquita, quien reivindica una carrera de 37 años dedicada al mercado de capitales, asegura que “no conozco sino de nombre a los señores Edmundo Kabchi o Arístides Maza (…) Esa operación (…) fue objeto de una amplia revisión del Comité de Cumplimiento y de la auditoría de Intersecurities International Inc, donde se comprobó, al igual que habrá comprobado el FinCEN en Estados Unidos, que la actuación de Intersecurities International Inc estuvo completamente apegada a la normativa”.
Mezquita confirma que Intersecurities compró los papeles de Rio Forte en 2014 por 25 millones de dólares, una “pésima inversión, que bastante angustia le costó a los clientes”. Espirito Santo habría hecho una gestión de colocación “bastante fuerte”, como la califica Mezquita, para que “se le otorgara reciprocidad a fin de mantener los servicios de cuenta corresponsalía de Intersecurities International Inc”.
El rizo de esta situación encontraría un aparente cierre en 2017. En mayo de ese año, a través de un boletín de prensa, Novo Banco de Portugal anunciaba la venta a Bancamiga de toda su operación en Venezuela. El Novo Banco era la entidad bancaria creada por el Estado portugués con los restos “sanos” del negocio del Banco Espirito Santo tras la quiebra e intervención de este. El Espirito Santo había abierto una agencia en Caracas en 2010, y esos y otros activos pasaron al control del Novo Banco, que en agosto de 2017 fue adquirido por un fondo de inversión de Estados Unidos.
La información oficial no develó el precio de la compra por parte de Bancamiga de los activos y pasivos de Novo Banco en Venezuela, una operación que se completó en febrero de 2018. Sin embargo, en un Informe de Auditoría emitido sobre los Estados Financieros del entonces Novo Banco-Sucursal Venezuela S.A., se estableció que las partes habían acordado valorar la transacción en un monto de poco más de 11.700 millones de bolívares, nonimalmente equivalente a 3,5 millones de dólares, la moneda de cuenta de la operación, pero pagadera en bolívares “utilizando el tipo del Sistema de Cambio Complementario (DICOM)”. Tal vez una bagatela.
“Intersecurities International Inc y sus clientes afectados por el incumplimiento de Rio Forte efectivamente demandaron a Banco Espirito Santo y Novo Banco por ‘Nulidad de Venta de Activos Financieros’; ese juicio terminó en un arreglo entre Novo Banco y los demandantes”, explica Pedro Mezquita. “Las autoridades financieras portuguesas y Novo Banco expresamente indicaron que la mencionada Operación de Venta de Activos y Pasivos de Novo Banco [a Bancamiga en Venezuela] no se estaba realizando como un modo indirecto de pagar la deuda demandada [de 25 millones de dólares]. Pero algunos, quizás en un exceso de imaginación, entenderían otra realidad”.
Todavía en 2016, con el colapso económico y social de Venezuela en pleno desarrollo, Torino Capital, una empresa de banca de inversión en Nueva York pero fundada y gestionada por venezolanos, seguía apostándole fuerte al negocio de los papeles de deuda emitidos por Caracas, sobre todo con el respaldo de PDVSA. Entonces puso su empeño en reclutar para esa operación a un inversionista cuando menos discutible, Samark López, a pesar de que este ya sonaba como uno de los contratistas preferidos del chavismo y solo cuatro meses más tarde sería sancionado por Washington como presunto testaferro del vicepresidente Tareck El Aissami.
Se le conoce con el mote de ‘Maradonna’ y ciertamente es una leyenda que casi no tiene rostro. Aún así, en los corrillos financieros le suelen dar el don de la ubicuidad, omnipresente en muchas de las operaciones más espectaculares de la era chavista. Apenas ahora los FinCEN Files permiten comprobar que bancos y autoridades de Estados Unidos le seguían los pasos a los movimientos de al menos dos de las empresas del empresario argentino-israelí, el fondo Adar Latam y la financiera Mercantil Valores, que mostraban vínculos con las estructuras de negocios de Martin Lustgarten, Alejandro Ceballos y Víctor Vargas, entre otros magnates venezolanos.
Lidera un grupo de empresas del sector construcción, cría purasangres para hacerlos competir en hipódromos de Venezuela y Estados Unidos, tiene mansiones en Caracas y Florida. Pero por ninguno de esos bienes suntuosos fue que Alejandro Ceballos Jiménez llamaría la atención de funcionarios de cumplimiento de un banco y de la unidad de inteligencia financiera del Departamento del Tesoro. En cambio, quedó bajo sus lupas por los pagos y transacciones vinculados a una obra de viviendas populares en los Valles del Tuy. Los flujos millonarios de dólares llegaban desde entes del gobierno chavista a una empresa en el Reino Unido simultáneamente vinculada a la ruta del ‘dinero K’ argentino.
La magnitud del "banco local del mundo", como se llamaba en su publicidad, es colosal, tanto como su desdén por las medidas de cumplimiento antilavado de dinero. La investigación de los FinCEN Files lo deja muy mal parado, al revelar que la entidad facilitó la perpetración de un esquema Ponzi también global, mientras estaba en periodo de prueba por sus nexos con capos de la droga y pese a las multas a las que la sometieron los reguladores de Estados Unidos. Luego de divulgados los hallazgos, sus acciones cayeron esta semana en bolsas internacionales.
Las alertas que el sistema bancario ha levantado sobre el dinero del erario público de Venezuela que fluye a cuentas de corruptos llegan tarde. Más de 4.000 millones de dólares en transacciones sospechosas por parte de venezolanos figuran en la filtración de los FinCEN Files y 70% de ellas están vinculada a entes del Estado. El proyecto internacional de periodismo de investigación, del que Armando.info es parte, encontró que la complicidad bancaria, de pequeñas instituciones en paraísos offshore y de las grandes firmas globales, ha permitido el saqueo de la que fue la nación más rica de América Latina.
JP Morgan, HSBC, Standard Chartered Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon han facilitado el movimiento de dinero sucio. Informes secretos de bancos muestran cómo billones de dólares levantaron alertas que desbordan a la FinCEN, pero el dinero siguió fluyendo libremente. Una filtración que BuzzFeed News compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y 108 medios, entre ellos Armando.info, revela que el blanqueo de capitales se apalanca en los bancos, que con una gran cantidad de puntos ciegos están en la primera línea de combate de este delito.
El informático venezolano Marcos Machado Requena es accionista de Ex-Cle, la compañía de origen argentino que goza de contratos multimillonarios del CNE. Su complicidad en esa operación le expuso a las sanciones de Washington. Así que se sigue esforzando en mantener su perfil bajo aún en el otro ramo al que se dedica, donde dejarse ver es clave: la gestión de lugares de rumba y hospedaje que son tendencia en Caracas.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.
Sobre el sistema electoral venezolano, “el mejor del mundo”, ahora en la mira tras los cuestionados cómputos oficiales de los comicios del 28 de julio, al final hay un solo ojo: el de la compañía argentina Ex-Cle. Y sobre Ex-Cle, con domicilio desierto en Buenos Aires y un búnker en Caracas, solo mandan los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez y el rector del CNE, Carlos Quintero, junto al empresario Guillermo San Agustín. Un embudo por el que pasan negocios, influencias políticas y ‘big data’, en perjuicio de la democracia.
Desde que se conocieron los dudosos resultados del CNE que daban el triunfo a Nicolás Maduro en las recientes elecciones presidenciales, estalló una ola de protestas que ahora los cuerpos de seguridad del régimen intentan sofocar no solo con la represión, sino con un nuevo elemento disuasivo: videos de escarmiento en redes sociales. A fin de analizarlas, Armando.info recopiló una veintena de estas piezas, editadas con elementos de filmes de terror y de incitación al odio y hostigamiento contra la disidencia.
Banco constituido en 2014 por el Estado portugués con la cartera de negocios "sana" y activos del intervenido Banco Espirito Santo. En 2017 fue privatizado al comprarlo un fondo de inversiones de Estados Unidos. En febrero de 2018 traspasó sus operaciones en Venezuela a Bancamiga.
Empresa aseguradora del Grupo Caroní dirigida al mercado empresarial y de negocios.
Empresa aseguradora del Grupo Caroní que aparece como entidad sospechosa en el SAR de JP Morgan Chase Bank, tanto recibiendo pagos del Continental Bank de Barbados como transfiriendo fondos a terceros.
Hija de Arístides Maza Tirado. En el SAR de JP Morgan Chase Bank aparece recibiendo transferencias por 62.000 dólares del Continental Bank de Barbados a una cuenta del Bank of America.
Presidente de la Millennia Atlantic University de Florida, hijo de Arístides Maza Tirado, fundador y presidente del Banco Caroní en Ciudad Guayana, estado Bolívar. En el SAR de JP Morgan Chase Bank aparece recibiendo transferencias por 99.000 dólares desde el Continental Bank de Barbados a una cuenta del Bank of America.
Vicepresidente suplente del Banco Caroní, hijo de Edmundo Kabchi Murgus, vicepresidente del mismo banco. Kabchi Zakia se ha destacado como inversionista en el fútbol profesional de Venezuela y otros países. En el SAR de JP Morgan Chase Bank, aparece recibiendo transferencias por 4,4 millones de dólares desde el Continental Bank de Barbados, del que es a su vez director.
Entidad de banca privada en la isla de Barbados, en el Caribe oriental. Es controlado por inversionistas venezolanos ligados al Banco Caroní, y entre sus directores figuran Arístides Maza Tirado, Edmundo Kabchi Zakia y Carlos Trevisson. Es origen o destino de las 533 transacciones presuntamente irregulares monitoreadas y reportadas por el JP Morgan Chase Bank en su SAR a FinCEN.
Presidente del Banco Espirito Santo al momento de su colapso, quiebra e intervención en agosto de 2014. Actualmente procesado por la justicia portuguesa. En 2008 visitó Venezuela en la comitiva del ex primer ministro José Sócrates. De 2009 a 2014 promovió negocios con entidades públicas de Venezuela.
Director de la Oficina de Negocios Internacionales del Banco Espirito Santo (BES) en la sucursal de Funchal, Madeira (Portugal). Encargado de los negocios, ilícitos o no, con Venezuela. Actualmente procesado por la justicia portuguesa. En la oficina de Funchal del BES estaba la cuenta bancaria de la panameña Intersecurities International Inc, dirección que recoge el SAR de JP Morgan Chase Bank en 2014.
Abogado, socio de Carmelo De Grazia en bufetes, director de la desaparecida Intersecurities International Inc.
Hermano de Carmelo y Daniel, director en Florida del Bocas Food Group LLC, propietario de locales de restauración.
Hermano de Carmelo, director también en Intersecurities, y presidente ven Venezuela del grupo de restaurantes La Fontana, negocio familiar originado en Upata, estado Bolívar.
Casa de valores registrada en Panamá en 2008 por inversionistas mayoritariamente venezolanos, y disuelta en 2018 tras el default venezolano y el colapso de los papeles de deuda venezolana de alto rendimiento.
Abogado y banquero, cabeza de Bancamiga en Venezuela., como presidente de su junta directiva. También era director-accionista de Intersecurities International Inc.
Entidad financiera resultante de la fusión en 2004 entre la casa de inversión JP Morgan y el Chase Bank, así como de otras fusiones y adquisiciones previas o posteriores a esa fecha, incluyendo el Bank One. En el reporte que rinde en 2014 a FinCEN, se identifica como JP Morgan Chase Bank, National Association, con sedes en Nueva York y Ohio.
Acrónimo en inglés de la Red de Control de Crímenes Financieros, unidad de inteligencia financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.