Todavía en 2016, con el colapso económico y social de Venezuela en pleno desarrollo, Torino Capital, una empresa de banca de inversión en Nueva York pero fundada y gestionada por venezolanos, seguía apostándole fuerte al negocio de los papeles de deuda emitidos por Caracas, sobre todo con el respaldo de PDVSA. Entonces puso su empeño en reclutar para esa operación a un inversionista cuando menos discutible, Samark López, a pesar de que este ya sonaba como uno de los contratistas preferidos del chavismo y solo cuatro meses más tarde sería sancionado por Washington como presunto testaferro del vicepresidente Tareck El Aissami.
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Antes del 13 de febrero de 2017, Samark José López Bello tenía fortuna, propiedades en varias partes del mundo e importantes negocios que logró ejecutar con el gobierno de Venezuela a través de sus conexiones políticas. Pero, ese lunes, las banderas rojas de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos le apuntaron directamente. Todo cambió. Su nombre y rostro aparecieron en medios de todo el mundo, junto al rótulo de presunto testaferro del vicepresidente venezolano, Tareck El Aissami, ambos con vinculaciones al narcotráfico alegadas por Washington
Las consecuencias de la medida punitiva se hicieron sentir de inmediato. Esta impuso el congelamiento de sus activos bancarios y la confiscación de bienes por hasta 160 millones de dólares solo en Estados Unidos, según calculaban sus abogados en una demanda radicada en julio reciente contra el Departamento de Estado ante un tribunal federal de la ciudad de Nueva York. La sanción de Washington convirtió a López, “un hombre de negocios internacional”, según afirma el documento de sus representantes, en una suerte de apestado para la banca y circuitos comerciales internacionales, “cuya reputación ha sido difamada y cuyo sustento ha sido seriamente amenazado por las acciones ilegales y las denuncias difamatorias de los demandados ". Los perjuicios, amén de contantes y sonantes, habrían sido reputacionales, siempre según la demanda: muchas posibles contrapartes no quieren hacer negocios con López o se arrepienten de haberlos hecho.
Algo de ello se refleja en uno del par de Reportes de Actividad Sospechosa (SAR, por sus siglas en inglés) rendidos por bancos privados de Estados Unidos ante la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN, por sus siglas en inglés), también adscrita al Departamento del Tesoro, y que este ente difundió en su publicación semanal, Kleptocracy Weekly, del 10 al 16 de marzo de 2017, menos de un mes después de la sanción contra Samark López.
El boletín está incluido en la filtración de los llamados FinCEN Files, obtenida originalmente por Buzzfeed News, que dejó al descubierto más de 2.100 reportes de actividades sospechosas, algunos de ellos relacionadas con el blanqueo de capitales, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo. El proyecto periodístico incluyó a 400 reporteros de 110 medios en 88 países de todo el planeta -entre ellos, Armando.info-, bajo la coordinación del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ, por sus siglas en inglés), con sede en Washington DC.
En el SAR antes mencionado, y según cita del Kleptocracy Weekly, COR Clearing (adquirida en 2019 por Axos Financial Inc), una entidad financiera especializada en compensación bancaria y custodia de valores, se apresuraba a avisar desde Nebraska a FinCEN que en octubre de 2016, apenas meses antes de la sanción contra el empresario venezolano, le había tocado procesar una wire transfer por un millón de dólares para una cuenta de inversión de Samark López.
Con ese reporte COR Clearing buscaba curarse en salud frente al órgano regulador, poniendo sobre la mesa lo que sabía sobre el recién sancionado. Pero una revelación igualmente significativa yacía en el reporte: la cuenta de López era servida por una casa de banca de inversión con sede en Nueva York, pero propiedad de venezolanos, dirigida mayormente por venezolanos, y muy activa en el mercado de papeles de deuda venezolanos: Torino Capital.
El 9 de junio de 2016 tuvo lugar, con todos los bombos y platillos de promoción, un extraño evento en Nueva York: el gobernador del estado Lara, una provincia agroindustrial del centro occidente de Venezuela, ofrecía una conferencia en la sede de un prestigioso think tank, el Consejo de las Américas (AS-COA, sus siglas oficiales, por Americas Society-Council of the Americas en inglés). El para entonces gobernador de la entidad, Henri Falcón, disidente del chavismo, empezaba a despuntar como una tercera opción de alcance nacional, hasta cuajar en 2018 en su candidatura presidencial para las controvertidas elecciones que Nicolás Maduro convocó en mayo de ese año, y que la oposición mayoritaria boicoteó.
Pero eso era futuro todavía en junio de 2016. En ese momento, la presencia de Falcón ante los ejecutivos de una de las capitales financieras del mundo lucía desproporcionada o, en todo caso, prematura. La invitación para los asistentes al evento, mientras explicaba que Falcón compartiría "sus visiones sobre el estancamiento político y la situación económica" de Venezuela, a la vez se veía obligada a contar que se trataba de "un líder altamente reconocido" y "gobernador de una de las provincias más pobladas y económicamente activas" del país. Si algunos de los asistentes, entre ellos, el comentarista y experto petrolero, Gustavo Coronel, calificaron las palabras de Falcón como "vagas, generales, de llamado a la concordia nacional, al diálogo fraternal", eso no importaría; más que el contenido, lo verdaderamente resaltante era la propia ocasión, una virtual presentación en sociedad de Falcón como opción política factible.
Además de Falcón, entre los otros dos ponentes estaba Francisco Rodríguez, por mucho tiempo economista asesor del parlamento venezolano y quien, entonces, venía de ser economista jefe para la región andina del Bank of America-Merryl Lynch Bank para asumir, apenas unos días después, el 6 de julio de 2016, la función de jefe de investigaciones de Torino Capital. En 2018, Rodríguez pasaría a ser el asesor económico del programa de gobierno del candidato a presidente, Henri Falcón, y hubiese podido terminar como ministro de Finanzas de Falcón haber ganado la presidencia.
De hecho, Torino Capital era el patrocinante de la actividad. El venezolano Víctor Sierra, el dueño de Torino, hizo las veces de moderador. De acuerdo a la reseña de Gustavo Coronel, Sierra abundó en elogios para Falcón “por sus contribuciones a la patria”.
Que Torino Capital se mojara de manera tan abierta en las aguas de un cierto activismo político, si bien pudo despertar algunas aprensiones éticas, extrañó a pocos. Para la fecha, Torino era uno de los grandes jugadores en el mercado de deuda venezolana, al punto de concentrar allí la mayoría de sus intereses. Según le fuera a los papeles venezolanos, estos servirían como un yunque o una cometa a los negocios de Torino.
Torino Capital tenía tiempo trabajando en el mercado venezolano con fondos extranjeros y criollos que estaban interesados en los bonos de PDVSA. Caracas era entonces, en 2016, el motor económico de la firma, aunque otras empresas y calificadoras de riesgo empezaban a desconfiar del país. El disenso también era interno: uno de los cofundadores del banco de inversión, Jorge Piedrahita, dejó la empresa por desacuerdos con sus socios en cuanto a la atención prioritaria que daban al mercado venezolano, con todos los riesgos existentes. “Todos los demás en Torino querían enfocarse solo en Venezuela”, dijo a Bloomberg Quint. Una fuente comentó que el banco de inversión “tuvo lo mejor y lo peor del gobierno. Por un lado, los primeros bonos de PDVSA para comercializarlos, pero también sumaron como clientes los fondos de pensiones de las Fuerzas Armadas para rendirlos por la devaluación”.
Razones para desconfiar del desempeño próximo de la economía venezolana sobraban. Cabe recordar que durante ese 2016 el antagonismo del gobierno de Maduro con Washington ya se había empinado. En marzo de 2015, el presidente Barack Obama firmó la Orden Ejecutiva 13.692, por la que designaba a Venezuela como una “amenaza extraordinaria para la seguridad nacional y para la política exterior de Estados Unidos”. El decreto, aprobado por la Casa Blanca en respuesta a la cruenta represión del régimen de Caracas contra las protestas populares de 2014, sería apenas la antesala de una dinámica de sanciones y represalias que luego, con la venidera administración de Donald Trump, se agudizó todavía más.
También se hallaba Venezuela sumida ya en la espiral de la escasez de bienes y de una hiperinflación que a la postre batió récords mundiales de esa tasa. La producción petrolera, principal fuente de divisas, caía en picada por ineficiencias internas y falta de inversión de Pdvsa, la compañía estatal, cuyas capacidades de exportación se verían al mismo tiempo mermadas por las sucesivas sanciones estadounidenses. La oposición venezolana, además, promovía con fuerza la activación de un referendo revocatorio para sacar del poder a Maduro, quien se valdría de todo tipo de artimañas para bloquearla con la anuencia del Consejo Nacional Electoral, controlado con rienda corta por el chavismo.
A pesar de esa tormenta perfecta, Torino Capital apostaba entonces contra Wall Street y contra la lógica aparente. La economía venezolana se encogía vertiginosamente pero la firma mostraba en sus reportes, citados con profusión por la prensa, un optimismo sistemático en torno al país y su capacidad de pagos.
Esos pronósticos solían tener por sustento los diagnósticos del equipo de Francisco Rodríguez, un académico de prestigio bien ganado.
Rodríguez, hijo del legendario exministro de Planificación del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-79) y líder del ala izquierda de la socialdemocracia venezolana, Gumersindo Rodríguez, forma parte de instituciones educativas de renombre en las que enseñó economía y estudios latinoamericanos, como la Universidad de Maryland, el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) de Caracas y la Universidad de Wesleyan. También fue Economista Asesor de la primera Asamblea Nacional constituida durante el chavismo. Tras salir de la atribulada Torino, en septiembre de 2019, Rodríguez conduce hoy una fundación de nombre Oil for Venezuela, cuya misión es la de persuadir a actores políticos y de opinión pública sobre la necesidad de instaurar un programa de intercambio de petróleo por alimentos y mercancías que ayude a Venezuela a superar su actual crisis humanitaria.
Desde Nueva York, Rodríguez se mostraba como un vocero muy activo en lo que respecta a la economía venezolana y sus desafíos, cambiantes todo el tiempo. Fue en medio de esas turbulencias, en octubre de 2016, cuatro meses después del evento de Henri Falcón en Nueva York, y cuatro meses antes de la sanción del Departamento del Tesoro contra Samark López, cuando COR Clearing -que prestaba servicios a corredores minoristas de la bolsa y asesores de inversión registrados en Estados Unidos, incluida la firma Torino Capital- recibió y procesó la transferencia de un millón de dólares a la cuenta de López con Torino Capital.
De acuerdo con un reporte de actividad sospechosa recibido por FinCEN, y citado por el Kleptocracy Weekly, el 17 de octubre de 2016 “[Samark] López Bello recibió una transferencia bancaria de un millón de dólares en su cuenta de operaciones atendida por el corredor Torino Capital".
Seguía la reseña del semanario de FinCEN diciendo que "según COR, López Bello puede haber utilizado su cuenta comercial para recibir e iniciar transacciones en el fomento de un esquema involucrando corrupción oficial y actividad internacional de narcotráfico asociada con funcionarios del gobierno venezolano".
Sin más precisiones acerca del origen de los fondos y qué le hacía sospechar que la transacción podía estar conectada con actividades corruptas, la entidad financiera de Nebraska había informado a FinCEN que desde esa cuenta de Samark López "se compraron bonos de PDVSA".
Ciertamente, el reporte de COR Clearing coincide en el tiempo con la evolución del mercado de papeles de PDVSA, así como con la inclinación de Torino Capital a participar en él.
En 2016, el gobierno de Nicolás Maduro acababa de ceder a las presiones para buscar una reestructuración de la deuda, sobre todo, renegociando papeles de PDVSA que vencían pronto, en 2017. Francisco Rodríguez, desde Torino Capital, se animaba a asegurar entonces que “se encontraban avanzadas las conversaciones” para la operación de sustitución de bonos por papeles con vencimiento en 2020, cuyo valor se calculó en 7.000 millones de dólares.
En el último trimestre de 2016, PDVSA consiguió reducir su deuda financiera mientras atendía las obligaciones adquiridas, contra el pronóstico de las calificadoras y analistas de banca de inversión, que señalaron el canje de bonos propuesto como de alto riesgo. El hecho de haber cancelado sus compromisos próximos a vencer ofreció una dosis coyuntural de oxígeno a la estropeada imagen financiera del gobierno de Nicolás Maduro y a las arcas públicas venezolanas.
En un detallado cronograma que se publicó en la página de la estatal petrolera sobre el proceso de canje, el 17 de octubre de 2016 -fecha de la transacción a la cuenta comercial de Samark López- aparecía destacado.
Aunque el reporte de COR Clearing citado por el Kleptocracy Weekly no especifica los detalles de la compra de papeles de la petrolera que López habría hecho, existen elementos que permiten afirmar que sus fondos fueron utilizados para comprar la nueva emisión, en la que Torino Capital sirvió de broker o intermediario comisionista. Casi en simultáneo, el 16 de octubre de 2016, PDVSA había pagado unos 1.600 millones de dólares en capital e intereses, y un día después concluyó el canje de los bonos Pdvsa 2017 por títulos al 2020.
Ya para la fecha, aún antes de las sanciones de Washington, Samark López sonaba regularmente como uno de los contratistas favorecidos por el gobierno venezolano. Cualquier tarea de due dilligence, por superficial que fuera, se toparía con datos y referencias en ese sentido. López pasó por el sector de la construcción, de los alimentos, de los hidrocarburos y hasta de la venta de árboles de navidad, y forjó una red de empresas que extendió sus tentáculos mediante contratos con PDVSA, el Ministerio del Interior y Justicia, y la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex). Sus relaciones con Tareck El Aissami tuvieron su génesis en Mérida, estado andino en el suroccidente del país.
¿Cómo se propuso entonces Torino Capital incorporarlo a su cartera de clientes? Esa y otras interrogantes se enviaron a Torino Capital, que se limitó a responder, en un escueto comunicado en inglés, que la empresa es "periódicamente auditada por los reguladores de Estados Unidos" y que no está habilitada "por las regulaciones de confidencialidad para discutir cualquier cliente que podamos o no tener".
En 2017 Venezuela entró en el temido default que muchos actores de Wall Street venían pronosticando. Durante todo ese año, a contracorriente, Torino Capital había insistido en que Venezuela “más que un país insolvente, es un país mal manejado”.
Consultado por Armando.info, Francisco Rodríguez respondió por escrito con una misiva fechada en South Bend, Indiana, haciendo la precisión inicial de que no está "en la posición de responder interrogantes relacionadas con transacciones, clientes y procedimientos internos de la empresa para la que trabajé hasta hace dos años" y a la que le atan todavía "acuerdos de confidencialidad legalmente vinculantes". Desde su perspectiva, corresponde a Torino Capital referirse al asunto.
Aún con esa salvedad, Rodríguez aclara que durante su desempeño de tres años como Economista Jefe de Torino Economics, "el departamento de investigación económica de Torino Capital", elaboraba con su equipo informes nutridos con información pública, "de ninguna manera información interna de Torino Capital o de sus clientes". En esos documentos, insiste Rodríguez, "el análisis de los riesgos de corrupción en Venezuela y sus consecuencias siempre jugó un papel importante" y, en lo personal, "jamás observé otra cosa en la empresa que no fuese un escrupuloso y riguroso cumplimiento de las regulaciones y mejores prácticas en todas las dimensiones del negocio, y en particular con respecto a la prevención del blanqueo de capitales". Para ilustrar esa posición, cita un reporte de Torino Capital de fecha 16 de octubre de 2017 -justo un año después de la transferencia reportada por COR Clearing- donde "advertimos sobre las implicaciones de una alerta emitida el 20 de septiembre de ese año por la Red de Control de Delitos Financieros (conocida por su acrónimo en inglés, FinCEN) relacionada con los amplios niveles de corrupción en el Estado venezolano".
Resalta Rodríguez que, con todo ello, continúa siendo razonable que los entes financieros privados busquen maneras de "balancear adecuadamente la necesidad de reducir el riesgo de facilitar transacciones ilegales contra el riesgo de obstaculizar transacciones legales", un equilibrio difícil en el que con toda probabilidad "se cometan errores en ambas direcciones", tanto por omisión como por sobrecumplimiento. El problema "no es trivial", advierte el economista, por cuanto, en el caso de "el exceso de cautela con que algunas instituciones tratan las relaciones con Venezuela", como consecuencia de investigaciones oficiales o denuncias periodísticas, se ha desembocado en situaciones que "han llevado al cierre de cuentas de venezolanos honestos y la negativa a procesar transacciones originadas en actividades legales relacionadas con Venezuela".
Por su parte, luego de la sanción oficial emitida por las autoridades en Washington simultáneamente contra Samark López y Tareck El Aissami en febrero de 2017, los abogados de Samark López se concentraron en reflotar su imagen y la de sus negocios, alegando que era víctima de una campaña falsa, de motivación política, promovida por el gobierno de Estados Unidos. Al principio, el empresario venezolano se defendía a través de su blog personal -actualmente fuera de línea-, en el que se proyectaba como un filántropo, dispuesto a “ayudar a transformar el futuro de Venezuela”. Como se dijo al comienzo de esta nota, luego de cuatro años desde que se ejecutaron las sanciones financieras, el martes 29 de junio de 2021 López Bello demandó al Departamento del Tesoro en una corte federal. “Las acusaciones de la OFAC y sus pruebas de apoyo son falsas”, señalaron los demandantes a través de una información que circuló en agencias de noticias.
La acusación del Departamento del Tesoro en febrero de 2017 describe a López Bello como “un líder clave para El Aissami y en esa capacidad lava las ganancias de la droga” que, además, ha sido utilizado “para comprar ciertos activos” y hacer “arreglos comerciales y asuntos financieros para El Aissami, generando ganancias significativas como resultado de la actividad ilegal”. Todo un precedente. Los negocios y la fortuna acumulada por Samark López dejaban un rastro difícil de ignorar para las autoridades de Estados Unidos.
Ante la solicitud de entrevista hecha por la reportera de Armando.info a Samark López, desde Nueva York respondió en su nombre un representante legal, Alexei Schacht. El abogado confirmó por correo electrónico que López Bello tuvo una cuenta en Torino Capital por un monto de un millón de dólares, que habría abierto justo el 17 de octubre de 2016 -fecha de la transferencia reportada por COR Clearing a FinCEN- tras una presentación hecha por el propio Víctor Sierra, presidente de Torino, que lo convenció de suscribir los servicios de la banca de inversión.
Según Schacht, la cuenta era detentada por una persona jurídica de Samark López, YPP Offshore Holdings, pero fondeada por otra compañía, Postar Intertrade LTD, "empresa que previo a la sanciones del 2017 poseía relaciones comerciales con diversas empresas estadounidenses que cotizan en la bolsa como Home Depot, Graybar y Masonite, entre otras".
En efecto, en la base de datos de los Offshore Leaks, una de las primeras filtraciones trasnacionales sobre paraísos fiscales manejada por ICIJ, aparece una empresa registrada en Barbados con el nombre de YPP Offshore Holdings. Sus directores son allegados de López: Marcos Rafael Cabello Bello y Armando José Salazar Gibory.
Curiosamente, Postar Intertrade es una empresa de López que no menciona FinCEN en su Kleptocracy Weekly de marzo de 2017, como tampoco lo hizo OFAC al sancionar a López en febrero de 2017.
Postar Intertrade Limited llegó a importar árboles de navidad en 2016 para la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex). Luego apareció también activa en la venta de cajas de alimentos, con la misma empresa estatal venezolana como contraparte, en la provisión de insumos para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Por otro lado, YPP Offshore Holdings de Barbados -a cuyo nombre estaría la cuenta de inversión en Torino Capital- controla una empresa de López a la que FinCEN y OFAC sí hicieron referencia en sus boletines: Yakima Trading Corp, registrada en 2002 en Panamá.
Yakima Trading Corp tuvo varios contratos con el Estado venezolano, entre los que se incluye la venta a PDVSA Industrial de 5.712 piezas de viviendas prefabricadas. La otra compañía que menciona la citada edición del Kleptocracy Weekly fue Profit Corporation. Ambas terminaron bloqueadas cuando OFAC emitió la medida sancionatoria, y lo mismo ocurrió con otra docena de empresas, previendo que fueran utilizadas por López Bello para lavar fondos originados en actividades ilegales. Asegura el abogado Schacht que, "según nuestro mejor conocimiento", la cuenta de YPP Offshore Holdings en Torino Capital, "está bloqueada por OFAC de conformidad con las sanciones impuestas en febrero de 2017".
La transferencia registrada esa día clave del 17 de octubre de 2016 -y de la que COR Clearing se apresuró a informar a FinCEN después de las sanciones- correspondía al monto con que López Bello se disponía a abrir una cuenta de inversión en Torino Capital. La secuencia de hechos entre octubre de 2016 -momento de apertura de la cuenta- y febrero de 2017 -fecha de la sanción contra El Aissami y López- se precipitó de tal manera que, desde luego, la inversión no produjo retornos visibles al inversionista. Schacht dice que su cliente, Samark López Bello, "no posee al momento el detalle de los bonos adquiridos, pero se adquirieron bonos recomendados según la estrategia de inversión sugerida por Torino Capital".
"No tenemos el detalle [de] si la totalidad del monto de un millón de dólares fue invertido en bonos venezolanos", concluye el abogado, pero sí está en condiciones de afirmar que "el monto transado no excede dicha cantidad, la cuenta nunca recibió ningún otro aporte o transferencia distinto al del monto de apertura".
También es cierto que la operación de López con Torino Capital no fue el único rastro que dejó en los SAR contenidos en la muy pequeña muestra incluida en la filtración de los FinCEN Files: apenas 2.100 documentos, frente a más de dos millones que recibe al año esa dependencia supervisora del Departamento del Tesoro.
En otro reporte se alertaba sobre la compra de una propiedad por parte de López Bello en la avenida Brickell, una zona de rascacielos caros del condado de Miami-Dade. Se trató de un condominio de lujo de un poco más de 1.000 metros cuadrados, adquirido a nombre de una de sus empresas en 2013, pero que fue disuelta en 2018. En su oportunidad, el empresario venezolano explicó al ICIJ en Washington que “todas y cada una de las transacciones relacionadas con 1425 Brickell Ave 63-F LLC fueron transferidas con el único propósito de adquirir el condominio”, añadiendo que lo compró con “ahorros personales y dividendos que obtuvo legalmente” de sus compañías operativas.
Sin embargo, por mera probabilidad estadística, no cabe duda de que Samark López Bello quedó mencionado en otro número, desconocido, de documentos del intercambio entre los ejecutivos de cumṕlimiento de los bancos en Estados Unidos y FinCEN. El runrún en torno a López Bello no hizo más que crecer hasta que el Departamento del Tesoro lo mencionó abiertamente al momento de sancionarlo, pero ese murmullo nunca disuadió a Torno Capital para tratar de ganárselo como cliente.
Un informe de seguimiento de American Express al Departamento del Tesoro en 2017 reportaba que los estados de cuenta de su cliente venezolano, Rafael Sarría, registraban hasta entonces dos millones y medio de dólares en pagos sospechosos. El derroche con sus tarjetas de crédito lo financiaba la cercanía al número dos del chavismo, a quien había conocido más tres décadas antes en la Academia Militar. Sarría abandonó la carrera castrense y no pudo acumular soles en las charreteras, pero sí propiedades y empresas que se han multiplicado en la última década, al menos hasta 2018, cuando fue objeto de sanciones de Washington.
Al menos entre 2011 y 2012, venezolanos anónimos, empresas pequeñas o medianas -una panadería por aquí, una editorial de libros técnicos por allá-, recibieron pagos por miles de dólares en cuentas del extranjero. Las transferencias eran abonadas por una comercializadora global de oro, con sede en Dubái, de la que ni habían oído hablar. Pero no se trataba de una promoción o de una lotería, como tarde habrían de enterarse. Eran parte, sin saberlo, de un sofisticado esquema de circulación de dinero que vio una oportunidad de propagación en la Venezuela del control de cambio y sus distorsiones, que empujaron a muchos a cubrir sus necesidades en el mercado negro de divisas. Tampoco sabían que al mismo tiempo sus nombres y transacciones eran monitoreadas desde Washington.
En 2012 la sucursal en Nueva York de uno de los mayores bancos comerciales chinos reportó que el Barnett Capital Bank había realizado en apenas un mes transacciones por un valor equivalente a la mitad de sus activos; tres meses más tarde, cerraba su cuenta. Así de agitada ha sido la trayectoria de la joven entidad y de sus casi desconocidos propietarios, tanto, que su propio nacimiento ocurrió con un fórceps en tribunales de Florida y Antigua
La magnitud del "banco local del mundo", como se llamaba en su publicidad, es colosal, tanto como su desdén por las medidas de cumplimiento antilavado de dinero. La investigación de los FinCEN Files lo deja muy mal parado, al revelar que la entidad facilitó la perpetración de un esquema Ponzi también global, mientras estaba en periodo de prueba por sus nexos con capos de la droga y pese a las multas a las que la sometieron los reguladores de Estados Unidos. Luego de divulgados los hallazgos, sus acciones cayeron esta semana en bolsas internacionales.
Las alertas que el sistema bancario ha levantado sobre el dinero del erario público de Venezuela que fluye a cuentas de corruptos llegan tarde. Más de 4.000 millones de dólares en transacciones sospechosas por parte de venezolanos figuran en la filtración de los FinCEN Files y 70% de ellas están vinculada a entes del Estado. El proyecto internacional de periodismo de investigación, del que Armando.info es parte, encontró que la complicidad bancaria, de pequeñas instituciones en paraísos offshore y de las grandes firmas globales, ha permitido el saqueo de la que fue la nación más rica de América Latina.
JP Morgan, HSBC, Standard Chartered Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon han facilitado el movimiento de dinero sucio. Informes secretos de bancos muestran cómo billones de dólares levantaron alertas que desbordan a la FinCEN, pero el dinero siguió fluyendo libremente. Una filtración que BuzzFeed News compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y 108 medios, entre ellos Armando.info, revela que el blanqueo de capitales se apalanca en los bancos, que con una gran cantidad de puntos ciegos están en la primera línea de combate de este delito.
Nicolás Maduro se ha comprometido con China a atender la demanda de ese mercado por las también llamadas ‘holoturias’, criaturas de aspecto repelente que en la cocina de Asia Oriental pasan por un manjar. Esa oferta no tiene en cuenta los fracasos anteriores de iniciativas para criar la especie en Margarita, lo que abre paso a su pesca indiscriminada. A costa del hábitat natural, la nueva fiebre ofrece una fuente de ingresos a los pescadores, así como un negocio en el que ya entraron amigos del régimen.
El régimen de Caracas trató de instaurar una versión según la cual la tardanza en dar a conocer los resultados de las elecciones del 28J, y su posterior anuncio sin actas públicas, se debieron a un ataque cibernético desde esa nación del sureste de Europa. La narrativa, que resultó un infundio, sin embargo tenía un inesperado correlato con la realidad: la quiebra de un banco en Skopje reveló la existencia de un anillo de empresas y sus dueños venezolanos, algunos muy cercanos a Pdvsa, por cuyas cuentas habrían pasado hasta 110 millones de euros
El programa social del gobierno bolivariano que ofreció “carros baratos para el pueblo” es, en realidad, un negocio privado apuntalado por el Estado venezolano, que vende vehículos traídos de Irán hasta por 16.000 dólares. Aiko Motors, una novel empresa tan desconocida como su dueña, es la intermediaria de un acuerdo entre los gobiernos de Caracas y Teherán y que, según estimaciones, ha movido más de 42 millones de dólares en dos años
Desde una residencia hoy abandonada en Guacara a las páginas que la prensa de España dedica a la cobertura del mayor escándalo de corrupción que afecta al gobierno de Pedro Sánchez: tal ha sido el periplo de Bancasa S.A. y de su propietario, David Pita Bracho. Ambos aparecen mencionados como partícipes de una operación irregular de compra de lingotes por más de 68 millones dólares al Estado venezolano acordada, tras bastidores, entre la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el empresario español Víctor de Aldama, ahora preso. Desde Suiza, Pita ofrece su versión sobre el caso, del que se desvincula.
Es conocida ya la entronización de la empresa Railteco en las labores de mantenimiento de teleféricos y trenes en Venezuela, así como su espasmódica eficiencia. Pero poco o nada se sabe que detrás de su fulgurante ascenso está una maquinaria conformada por tres funcionarios del Ejército: Víctor Cruz, presidente de Ventel, Graciliano Ruiz, presidente del Metro de Caracas, y Pablo Peña Chaparro, gerente general de la novel compañía que firma y cobra más de lo que ejecuta
Hoy exhiben tímidos perfiles empresariales, pero en la investigación de la Fiscalía de Portugal sobre la caída del Banco Espírito Santo se detallan los movimientos de un antiguo lugarteniente de Hugo Chávez, el exministro Alcides Rondón Rivero y su abogado y asesor, Carlos Caripe Ruiz, quienes formaron parte de la red de funcionarios que apoyó el flujo de dinero venezolano al banco en apuros y, según el documento judicial, recibieron poco más de 800.000 dólares por los favores recibidos.