Esta vez se trata de otro comandante: Wilmar Castro Soteldo, el compañero de armas de Chávez el 4F y varias veces ministro, quien coqueteó hace dos años en público con la idea de conformar un empresariado a la medida de la revolución. Dos de sus colaboradores más cercanos sabían exactamente de qué hablaba. Yomana Koteich y Pedro Khalil pasaron de ser funcionarios públicos a prolíficos empresarios que han contratado con el Estado venezolano -solapando a veces una cosa con la otra- gracias a la cercanía, bendición e influencia del ex teniente coronel nacido en los Llanos... También como Chávez.
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Hace un par de años, cuando Wilmar Castro Soteldo citó al escritor venezolano Orlando Araujo en la edición 99 de su programa de TV Cultivando Patria, sorprendió a la audiencia con la idea de construir una “burguesía revolucionaria”. Proclive a la mezcla de conceptos contradictorios, como hacía constantemente el propio Hugo Chávez, el ministro vivió una epifanía tras leer el libro Venezuela violenta, escrito medio siglo atrás, y decidió apostar a la construcción y defensa de una élite económica al más puro estilo capitalista, pero perfumada de socialismo: “Una burguesía transformadora que alcance los estadios de liberación económica”.
Militar que alcanzó el grado de teniente coronel en la Fuerza Aérea y participante del intento de golpe de Estado protagonizado por Chávez el 4 de febrero de1992, Castro Soteldo fue desde la génesis revolucionaria uno de los hombres de confianza del comandante supremo.
Siempre cerca del poder y, todavía así, desde el bajo perfil, con el paso de los años Castro Soteldo ha ganado peso propio en su personal círculo de influencia, que comprende sobre todo las áreas del turismo y de los agronegocios. Ocupó diversos cargos, carteras ministeriales entre ellos, y sin mucha ostentación se consagró como uno de los mayorales de la autodenominada Revolución Bolivariana, no como un gran movilizador político -el carisma no es su fuerte, como ocurre con otros de los comandantes originarios de la logia chavista- pero sí como un operador económico.
Ahora mismo bajo la administración de Nicolás Maduro, como ministro de Producción Agrícola y Tierras, evalúa y reparte las numerosas e ineficientes propiedades de todo lo que confiscó y nacionalizó durante años el chavismo.
Evidencia de su poder es que ya está en capacidad de ungir a sus patrocinados para que acaparen los contratos de una o varias categorías de negocios. Es el caso de dos figuras, ambas con apellidos árabes, que le flanquearon por algún tiempo como funcionarios de la administración pública y hoy alzan vuelo como empresarios de éxito.
Se trata de Yomana Koteich Khatib y Pedro José Khalil Pereira. Una dupla que ha acompañado a Castro Soteldo en los negocios y el poder y que conforma, ya por mérito propio, un talismán de prosperidad y buena fortuna, como una herradura.
La más versátil del tándem es Yomana Koteich, una arquitecta margariteña de origen árabe que con el tiempo ha diversificado notablemente sus empresas, funciones e intereses. Acompañó a Castro Soteldo con cargos oficiales durante sus administraciones en los ministerios de Turismo, Agricultura y Banca Pública. Pero, en el interín, conseguía que compañías de las que formaba parte, como socia y fundadora, contrataran con el Estado en la distribución de alimentos y la construcción. En el periplo gubernamental ocupó la silla ministerial de la cartera de Comercio Exterior -con responsabilidad directa en las políticas de importación y exportación- y en las reuniones de alto nivel con delegaciones de China, Rusia y Turquía que sostuvo la administración de Nicolás Maduro en un intento por lograr nuevos socios para el desgastado chavismo.
La estampa de Yomana Koteich es la de una mujer recia detrás de decisiones estratégicas. Una de las pocas figuras femeninas que destacaron en el gabinete de Nicolás Maduro, con autoridad suficiente para concretar temas de cooperación internacional e influir en la política comercial en los peores tiempos de sanciones económicas. A mediados de 2019 fue sustituida de improviso: fusionaron el ministerio que presidía y le fue arrebatada toda responsabilidad pública. A tiempo para que asumiera en pleno su perfil de empresaria desde el más absoluto anonimato.
Con la llegada del fallecido Alexis Navarro a la Gobernación del estado Nueva Esparta por el oficialista Movimiento Quinta República, MVR, en el año 2000, la idea de hacer de la isla de Margarita un corredor turístico-industrial se adueñó de Hugo Chávez. Apremiada por ese requerimiento, la gestión regional nombró a Yomana Koteich como presidenta de la Corporación de Turismo de la isla. Fue la primera vez que se escuchó públicamente su nombre. Ya no pasaría inadvertida, tanto para el público como para la jerarquía oficialista, con sus notables rasgos árabes y un carisma que, según quienes la conocen, la ayuda a persuadir a sus audiencias.
En octubre del año 2004, se transmitió desde la playa de El Tirano, en Margarita, la edición número 208 del maratónico programa dominical de Chávez, Aló, Presidente. Allí coincidieron Navarro y su excompañero en la Asamblea Nacional Constituyente, Wilmar Castro Soteldo, entonces ministro de Producción y Comercio, así como presidente de la nueva línea aérea bandera de Venezuela, Conviasa. En el gabinete ya lo acompañaba Khalil como director general de Comercio Exterior.
Unos meses después de aquel evento, a principios de 2005, Castro Soteldo asumió las competencias del sector turístico nacional e internacional, que hasta entonces dependían de un solo viceministerio a su cargo. Cuando Chávez creó un ministerio para concentrar los proyectos y obras para la promoción del país, su colega militar aprovechó la oportunidad para armar un equipo y cargarse con nuevas responsabilidades, pero incluida de nuevo la línea aérea Conviasa.
La propuesta de Castro Soteldo era ambiciosa. Quería recorrer por cielo los cinco continentes y abrir el abanico de las posibilidades de una Venezuela multidestino. En 2005 designa como presidenta encargada de Venezolana de Turismo (Venetur) a Yomana Koteich, la arquitecta que daría forma a la reestructuración de la mayor cadena hotelera del país, siguiendo el antiguo modelo de Conahotu (la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo). Además, ese mismo año fue nombrada viceministra de Comercialización de Productos Turísticos y, junto a ella, se sumaría Pedro Khalil como viceministro de Gestión del Desarrollo, entre su personal de confianza.
La sola presencia de Koteich representaba una buena elección porque ya había acumulado experiencia en un cargo similar en su natal Margarita y no desperdició tiempo para organizar la primera Feria Internacional de Turismo de Caracas (Fitcar), que le permitió suscribir contratos hasta por 2.000 millones de bolívares (800.000 dólares para el momento), según anunció. Su gestión en el Ministerio de Turismo se prolongaría por tres años, bajo el cobijo de Castro Soteldo.
Castro Soteldo dejó el despacho en enero de 2007. Había quedado en déficit en la consecución de varios de los objetivos autoimpuestos. Venezuela siguió siendo el secreto mejor guardado del Caribe y tanto Conviasa como Venetur continuaron por un camino empedrado de malas administraciones que las ha llevado a la pérdida casi total de la infraestructura, con su recuperación dependiendo de un acuerdo poco transparente del Estado con inversionistas privados para la explotación de un turismo de lujo. Aunque no fue en la gestión de Castro Soteldo, se calcó a la perfección aquella idea de la “alianza perfecta” que construye una nueva burguesía, la revolucionaria.
Koteich y Khalil, junto a Castro Soteldo, constituyeron en el estado Miranda, centro de Venezuela, su primera empresa conjunta en febrero de 2007, bajo el nombre de Equus Proyectos y Soluciones. Su salida del ministerio les animó a incursionar en los negocios privados. Pero, según consta en una de las actualizaciones del Registro Nacional de Contratistas (RNC), para finales de 2007, apenas unos meses después de la incorporación de la compañía, Castro Soteldo había dejado su participación de 17% en manos de su hija, Rebeca Castro Díaz.
En febrero de 2008, nació Espacio Comercial del Sur (Ecosur), la segunda empresa de la herradura poderosa y en la que Wilmar Castro Soteldo firmó una participación accionaria equitativa. El objeto principal de la empresa es la importación, exportación y distribución de productos alimenticios, granos y derivados de la leche, entre otros. De esta empresa es poco lo que se conoce. No culminó el registro en el sistema de contrataciones del Estado y posee la misma dirección fiscal que su primera empresa, siempre en el estado Miranda.
Para esa fecha ninguno tenía cargos públicos. Fuera del ruedo gubernamental tras las funciones que desempeñaron en las oficinas de Turismo, para el dúo Koteich-Khalil comenzó un ascenso empresarial que se extendió por casi una década, eso sí, muy cerca de la figura de Castro Soteldo o de los hijos del comandante, hasta que regresaron formalmente a funciones dentro del Estado. Los Castro intercambiaron indistintamente su rol de clientes de la dupla con el de socios o simples referencias útiles para conectar con otras empresas de distintos sectores productivos.
Antes de que Castro Soteldo volviera a asumir alguna responsabilidad en la nomenklatura oficialista, sus antiguos socios constituyeron dos empresas más, pero en las que el comandante ya no aparece como accionista: Arenera y Constructora Gil, en el estado Portuguesa, coto político y comercial de Castro Soteldo, en 2007; y Dúo Espacio Comercial, en 2008, en la misma dirección de Equus Proyectos y Soluciones, pero encargada del negocio de alimentos, electrodomésticos y vehículos.
En 2008 el oficialismo, renovado bajo el paraguas del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), postuló a Wilmar Castro Soteldo como candidato a la gobernación del estado Portuguesa, en el llano occidental del país, verdadera despensa de granos de Venezuela. Poco le costó ganarse en las urnas el título de sucesor de Antonia Muñoz, La Negra, quien hasta entonces parecía convertirse en una fija del chavismo en esa entidad, y hoy es parte de la facción disidente enfrentada a Nicolás Maduro. Luego repetiría para un segundo período, en 2012.
Oriundo de aquellos campos, volvería a reencontrarse con una estampa que le era familiar en su estado natal. Aunque no viste con sombrero y botas, ni es devoto de la Virgen de Coromoto -patrona espiritual de Venezuela, con templo y advocación originarios de Portuguesa- es más bien nacionalista. En sus apariciones públicas usa camisa y jeans, la corbata la deja para reuniones estratégicas y, de un tiempo para acá, los lentes delatan que no tiene la visión perfecta del aviador que solía ser.
Mientras tanto, de 2007 a 2014, Koteich y Khalil aparecen como socios en al menos otras ocho compañías anónimas venezolanas, según lo que se constata en el Registro Nacional de Contratistas. En la mayoría, Koteich preside la junta directiva y Khalil es el vicepresidente.
Varias de estas compañías tuvieron clientes gubernamentales y diversas unidades de negocios, también en distintos estados. Organizaron ferias de navidad para la Fundación Teatro Teresa Carreño y el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio; sirvieron de apoyo logístico para Pdval (la división de la estatal petrolera que distribuyó alimentos); diseñaron campañas publicitarias para Movilnet; reestructuraron la fachada y rehabilitaron el Correo de Carmelitas contratados por el Gobierno de Distrito Capital, y ganaron la propuesta ante el Ministerio de Turismo para hacer el macroproyecto turístico de Playa El Agua, el balneario más importante de Margarita, en 2014. En este último participó con su empresa Equus Proyectos y Soluciones, diseñando las bases de intervención y vialidad del proyecto turístico de la zona.
Koteich había prometido la culminación de la obra de Playa El Agua desde Punta Cabo Blanco hasta Punta Cazonera para el 2019 y el Estado había aprobado en créditos de la cartera turística 51 millones de dólares, pero todo se paralizó.
Con Arenera y Constructora Gil fueron proveedores de suministro de material de obras para la Empresa Socialista de Infraestructura, Servicio y Redes del estado Portuguesa (Esinsep), durante la gestión de Castro Soteldo. Además, brindaron apoyo a otras compañías privadas de la región que, a su vez, eran contratistas de la gobernación.
En 2009 y 2011, crearon las empresas Duok Proyectos y Corporación Tratevenca, respectivamente. Estas dos comparten la misma dirección en Valencia, estado Carabobo, y tienen por actividad principal la venta, distribución de pinturas y traslado de material. En el 2014, crean Consorcio Arquinodo y Grupo Equus.
Hasta ahora es poco lo que se sabe de estas empresas: no están inscritas en el Registro Nacional de Contratistas, no tienen página web, han cambiado de dirección, unas son clientes de otras de ellos mismos, aunque mantienen los mismos socios. Lo que sí está registrado es que entre los años 2007 y 2014, seis de estas empresas tuvieron actividad comercial, al menos cuatro fueron con organismos del estado y una, Arenera y Constructora Gil, fue constituida en la capital del estado Portuguesa.
Yomana Koteich dio pasos en solitario fuera de la herradura. Una breve mención en la base de datos del sistema de contrataciones del Estado la relaciona a ella con la junta directiva de Vencerámica, propiedad del empresario paraguayo-venezolano Carlos Gill Ramírez. El Grupo Corimón, también de Gill Ramírez, le sirvió de “fiadora solidaria y principal pagadora” a Equus Proyectos y Soluciones en el año 2014, y la Corporación Tratevenca de Koteich-Khalil le hizo servicios de transporte de mercancía a Corimón Pinturas en 2012.
En 2016 tanto Castro Soteldo como Koteich y Khalil regresaron a las filas del gobierno revolucionario, esta vez como parte de un Ejecutivo presidido por Nicolás Maduro.
El militar asumió el Ministerio de Producción Agrícola y Tierras, cargo que aún ejerce y desde el que con frecuencia se dice dispuesto a transformar el modelo económico a través de la agricultura. Su búsqueda, asegura nuevamente con una cita del escritor trujillano, Orlando Araujo, es alcanzar la autarquía.
Desde ese cargo nombró a Pedro Khalil como presidente de la nacionalizada Agroisleña, la gran distribuidora de insumos para la actividad agrícola, que la revolución bautizó como Agropatria. Khalil asumió también responsabilidades en la Corporación Venezolana del Café cuando fue lanzado el plan de desarrollo del rubro de 2016-2019. Fue miembro de las directivas de Café Venezuela y Café Fama de América, ambas marcas privadas de gran tradición que fueron expropiadas por el Estado venezolano.
Por su parte, Yomana Koteich incursionó en el mundo financiero del Estado. En marzo de 2016 fue nombrada presidenta del Banco Agrícola de Venezuela. También ejerció como miembro del directorio del Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai), que otorga los permisos de traslados para toda la mercancía que llega a puertos y aeropuertos para ser distribuida en el territorio. A finales de julio fue sumada al Comando para el Abastecimiento Soberano, estructura creada para enfrentar la grave escasez de alimentos del país y que dependía del Ministerio de Defensa. Su responsabilidad era financiera y en la conformación de un nuevo sistema de determinación de costos y precios justos. En 2017, fue miembro principal de la Junta Directiva de la Corporación de Desarrollo Agrícola.
Con encanto y talento se apropió de otros espacios. En enero de 2018, Koteich fue nombrada viceministra de Finanzas y, en mayo de ese año, su rostro volvió a adquirir protagonismo en los medios de comunicación cuando se anunció que sería la presidenta de la intervención temporal de Banesco, el mayor banco privado del país, en medio de una investigación del Ejecutivo por presuntos ilícitos cambiarios.
Durante el proceso de intervención, once ejecutivos del banco fueron llevados a declarar a la sede de la División General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), donde quedaron arrestados. Esta situación obligó al presidente de Banesco, Juan Carlos Escotet, a atender personalmente el caso y dos días después de la aprehensión de los directivos retornó a Venezuela.
Los ejecutivos permanecieron detenidos dos meses en Caracas, bajo la presunción de favorecer una “red de transacciones cambiaria ilegales en la frontera con Colombia”, según explicó la Fiscalía General de la República en su momento. Durante esos días iniciales de la intervención, sin los principales directivos y con Escotet aún fuera del país, Yomana Koteich llegó a la entidad bancaria y actúo de hecho como su máxima autoridad.
Los 90 días establecidos en la ley para completar la investigación se transformaron en diez meses. Sin menoscabo de esa función, Koteich fue designada durante ese período como ministra de Comercio Exterior e Inversión Internacional, además de presidenta del Banco de Comercio Exterior (Bancoex), en junio de 2018. Dos meses después, regía el Centro de Comercio Exterior (Cencoex). Estos nombramientos coincidieron con el momento en que Castro Soteldo asumió la Vicepresidencia Sectorial de Economía, sin dejar sus responsabilidades en el ministerio.
Los diversos frentes que Koteich debió atender en simultáneo debieron suponer una gran exigencia y, por lo tanto, la necesidad de contar con un respaldo de confianza, Ese terminó siendo William Cañas, otro pupilo ungido de Castro Soteldo, quien se convirtió en la cara pública de la intervención de Banesco, mientras Koteich gestionaba detrás del anaquel.
En febrero de 2016, Cañas fue director del Banco Central de Venezuela (BCV). Un mes después, compartió con Koteich en el Banco Agrícola, y en agosto fue nombrado director suplente del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes). Pero después de ostentar tan importantes cargos públicos en el área financiera, pareció esfumarse. Una publicación en un medio boliviano lo menciona en la directiva del banco boliviano Prodem (Fondo Financiero Privado con capital de Bandes) que fue sancionado y que estaría vinculado con Carlos Gill, según la denuncia de legisladores de ese país del altiplano.
Las responsabilidades que asumió Koteich y que le forjaron un perfil destacado dentro del régimen de Maduro, levantan muchas preguntas sobre su súbita desaparición. Sus últimas presentaciones públicas ocurrieron en ocasión de las reuniones de alto nivel que mantuvo Maduro con China, Rusia y Turquía para estrechar nuevas alianzas en el sector minero, agrícola y manufacturero. A varias de ellas asistió Castro Soteldo, a mediados de 2019, un poco antes de que Koteich saliera del cargo y de la escena pública.
Así como Castro Soteldo fue un padrino para Yomana Koteich, ella parece haber servido de mentora de los hijos del ministro. No siempre han aparecido en escena, pero los ha impulsado. Cuando era presidenta de Venetur, contrató a la empresa Editorial Instinto, de Rebeca y Alexis Castro para que hicieran una revista. La incluye luego en la sociedad Equus Proyectos y Soluciones con un 20% de las acciones. Y en fecha más reciente, en julio de 2018, cuando fue ministra de Comercio Exterior, nombró a Alexis Daniel Castro Díaz como viceministro de Inversión Internacional.
Pedro Khalil también tuvo una salida abrupta de la mirada pública. En 2016, antes de su paso por Agropatria, ex trabajadores le solicitaban atender la situación de “total abandono” de la empresa Tratevenca, de la que figuraba como dueño, según los comentarios dejados en la misma página oficial que anunciaba su nuevo cargo. Luego de su salida de la institución, fueron las asociaciones productoras y consejos campesinos quienes relataron que solo dejó “ofertas y planteamientos” sin solucionar la dotación de los insumos para la siembra.
En septiembre de 2018 volvió a aparecer reciclado como presidente de la planta Andino Pneus de Venezuela (antiguamente Pirelli), que había sido negociada y comprada por el Consorcio Sommers Internacional, presidido -de nuevo- por Carlos Gill Ramírez, de acuerdo a una nota de prensa publicada en su página web. Los trabajadores no supieron de la venta hasta unos días después, cuando les presentaron a su nuevo jefe.
Cuando Castro Soteldo hablaba de la burguesía revolucionaria, lo hacía desde un matadero de Quíbor, estado Lara. Aunque sus propios camaradas han criticado las interpretaciones que hizo el comandante de los fragmentos del libro Venezuela violenta, la noción de liberación económica fue un camino que recorrieron sus colaboradores más cercanos, inspirados en la ilusión de conformar una nueva burguesía revolucionaria.
Los nuevos dueños del central azucarero Pío Tamayo no son, ni de lejos, unos novatos para la Revolución Bolivariana ni para el “zar agrícola” Wilmar Castro Soteldo, quien, junto a su sobrino Luis Fernando Soteldo, ha guiado la transferencia de muchas otras propiedades a la pareja de Edward Gudiño y Yorjuaniris Ojeda. Silos, trilladoras de arroz, hatos, mataderos industriales, contratos privilegiados como proveedores de la Corporación Venezolana de Guayana, son algunas de las prebendas recibidas.
Tras bambalinas de la pandemia y a las bravas: así se consumó a fines del año pasado la reprivatización virtual del central azucarero Pío Tamayo en el estado Lara. Es el colofón de un proceso de desmantelamiento, mediante nacionalizaciones y quiebras, de lo que alguna vez fue una poderosa procesadora de caña. Ahora puesta en manos de unos privados sin experiencia en la industria pero con contactos en el oficialismo, despedida toda su plantilla obrera, parece destinada a la maquila, aunque todavía nadie explica -y nadie entiende- qué se planea hacer con sus instalaciones.
De aquella promesa de gloria, producción y soberanía alimentaria a través de una red de empresas estatales dedicadas al agro hoy quedan, si acaso, los esqueletos que ahora manejan algunos nombres tocados por la gracia del ex comandante del 4F y actual ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, quien las adjudica sin concurso ni explicaciones. A través de “alianzas estratégicas”, una figura apenas mencionada en las leyes y una institución estatal ad hoc bautizada como Delagro, el ministro del campo parte y reparte desde 2016 y sin que nadie sepa qué pasó con la mejor parte.
De las 26 líneas aéreas que operaban en Venezuela quedan 13, pero en mayo del año pasado Plus Ultra Líneas Aéreas hizo una apuesta contracorriente y aterrizó en el país, a pesar de su gobierno “socialista” que ahuyenta al capital. El viaje de la empresa, que ondea la bandera de España y evoca con su nombre la historia de ese país, esconde un secreto: detrás están inversionistas venezolanos poco conocidos pero relacionados con empresarios que despuntaron durante el chavismo recibiendo dólares preferenciales o logrando contratos con Petróleos de Venezuela y otras empresas del Estado. Gracias a ellos la compañía levantó vuelo y ahora conecta a Caracas con Madrid y la isla de Tenerife.
Entre 2017 y lo que va de 2018, la estatal Agropatria -fruto de la expropiación de Agroisleña- ha importado productos químicos de una empresa panameña cuyos dueños, un matrimonio venezolano, fueron demandados civilmente e investigados penalmente en los Estados Unidos, por estar involucrados en ‘negocios de transmisión de dinero sin licencia’. Luego de esto, concentraron su actividad empresarial en Panamá, donde el bufete Mossack Fonseca les ayudó a crear algunas empresas, apenas una fracción de una maraña de casi 70 compañías en la que les acompaña un joven médico venezolano.
Mientras el negocio de las aerolíneas caía en Venezuela, el coronel retirado de la Aviación Pedro Cestari Navarro, amigo del poderoso y también militar Giuseppe Yoffreda, fundó una línea aérea propia con vuelos nacionales e internacionales que no ha parado de crecer desde 2014. El apoderado de la filial panameña es también un militar, el general retirado Noel Santiago López Capriata. Con la compañía, el turpial pasó de ser el ave tradicional venezolana, al símbolo del vuelo de las elites castrenses en la economía del país caribeño.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.
Sobre el sistema electoral venezolano, “el mejor del mundo”, ahora en la mira tras los cuestionados cómputos oficiales de los comicios del 28 de julio, al final hay un solo ojo: el de la compañía argentina Ex-Cle. Y sobre Ex-Cle, con domicilio desierto en Buenos Aires y un búnker en Caracas, solo mandan los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez y el rector del CNE, Carlos Quintero, junto al empresario Guillermo San Agustín. Un embudo por el que pasan negocios, influencias políticas y ‘big data’, en perjuicio de la democracia.
Desde que se conocieron los dudosos resultados del CNE que daban el triunfo a Nicolás Maduro en las recientes elecciones presidenciales, estalló una ola de protestas que ahora los cuerpos de seguridad del régimen intentan sofocar no solo con la represión, sino con un nuevo elemento disuasivo: videos de escarmiento en redes sociales. A fin de analizarlas, Armando.info recopiló una veintena de estas piezas, editadas con elementos de filmes de terror y de incitación al odio y hostigamiento contra la disidencia.
En las horas cruciales de los comicios presidenciales del pasado domingo, Aime Nogal dejó de atender las llamadas de los dirigentes opositores, a pesar de que había llegado al directorio del CNE como ficha del partido Un Nuevo Tiempo. Además, con su firma y presencia convalidó el anuncio de los dudosos resultados oficiales de las votaciones. Así culminó un cambio de actitud que asomaba desde hace tiempo, en línea con la trayectoria de la abogada, sinuosa en lo político pero siempre en ascenso.