APÓYANOS

Raspar la olla del aluminio venezolano también es un negocio

Durante dos años el aluminio solo brillaba por su ausencia en la planta de Alunasa, una empresa estatal venezolana con sede en Costa Rica. Razones había para la escasez: los proveedores de materia prima desde Guayana no podían cumplir con el suministro por su propia parálisis y práctica extinción. Pero de pronto en 2019 un misterioso cargamento de lingotes del metal llegó a la empresa, aunque a nombre de un privado, y los rollos de papel de aluminio con su marca volvieron a estar en los supermercados. Hay indicios para suponer que la privatización encubierta es el destino que se prepara para una operación ya lastrada por problemas laborales, la mala gestión y hasta la acusación de servir de conducto para el lavado de dinero.

5 enero 2020
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Hacía dos años que a la aduana de Puerto Limón, en Costa Rica, no llegaba un cargamento así. Pero el 3 de marzo de 2019 aquella instalación tuvo un chispazo de su antigua normalidad al recibir poco más de 4.000 bultos de lingotes de aluminio enviados desde el puerto de Matanzas, sobre el río Orinoco, al sur de Venezuela, por Aluminio del Caroní, S.A. (Alcasa), una de las empresas que conforman la otrora poderosa y siempre estatal Corporación Venezolana de Guayana (CVG). La materia prima tenía como destinataria a la también empresa venezolana Aluminios Nacionales S.A., mejor conocida como Alunasa, instalada en el país centroamericano. 

La sequía de insumos en los dos años previos había desencadenado una serie de conflictos que culminó con la imposición de 116 resoluciones de embargo preventivo sobre bienes de la compañía, mientras se resolvían demandas por salarios y prestaciones laborales no pagados. De hecho, en la lista de morosos con la Caja Costarricense del Seguro Social, Alunasa se había ubicado en el segundo lugar, con una deuda equivalente a más de dos millones de dólares. 

Sin embargo, esto no le impidió hacer la orden de compra recibida en marzo del año pasado y valorada, según consta en el registro del Ministerio de Hacienda local, en más de ocho millones de dólares. 

En Costa Rica, el documento que comprueba el embarque del envío (bill of lading) fue endosado por Alunasa a una empresa costarricense: Metallik Limitada (Ltd), conformada apenas cuatro meses antes. De acuerdo con fuentes consultadas para este reportaje y documentos que respaldan sus afirmaciones, la quebrada Alunasa ha reactivado a través de Metallik su operación en Costa Rica, incurriendo, además, en irregularidades relacionadas con el valor de la mercancía y el pago de impuestos al Estado de ese país. 

De acuerdo con los documentos emitidos por las empresas venezolanas –Alcasa, que lo envió y Alunasa, que lo recibió– la mercancía que llegó a Costa Rica el 3 de marzo tenía un precio de poco más de dos millones de dólares, una cuarta parte del valor que le otorgó el Ministerio de Hacienda de ese país, que lo tasó en más de ocho millones de dólares. Además, Alunasa traspasó a Metallik su propia licencia de Zona Franca, por lo que la empresa no pagó impuestos al Estado costarricense.

Ocho meses después de aquel envío, y pese a que la situación de Alunasa se mantenía igual, con unas instalaciones obsoletas y sin mantenimiento, en noviembre de 2019 comenzaron a reaparecer los rollos de papel aluminio de Alunasa en los anaqueles de supermercados de Costa Rica. Para el fin de año, ya estaban en casi todos los establecimientos. Nunca, sin embargo, como antes.

Desde finales de noviembre de 2019, reaparecieron en los anaqueles de Costa Rica los productos de Alunasa, a pesar de que sobre la empresa aún hay embargos y demandas

Los viejos buenos tiempos

El 19 de junio de 2018, los trabajadores de Alunasa afiliados a la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (Anep), explicaron la situación interna de Alunasa en una carta de tres páginas dirigida al presidente venezolano Nicolás Maduro. En el oficio, identificado con el número 021-18, los trabajadores le piden ayuda tal y como lo hicieron en el año 2007 con el entonces presidente Hugo Chávez, luego de que este planteara trasladar Alunasa a otro país, aduciendo razones geopolíticas tras recibir críticas a su gobierno por parte de su homólogo en Costa Rica, Oscar Arias. “La subsistencia de CVG Alunasa estaba en la cuerda floja”, recuerdan los trabajadores al referirse a aquella primera crisis, que diez años después se vería agravada con creces. 

“La constante falta de llegada del lingote de aluminio primario (principal materia prima, proveniente de Venezuela) desde el 2017 y sin ningún arribo de la misma en lo que va de todo el 2018 (enero-junio), hace que el panorama para CVG Alunasa sea de carácter urgente y de crisis para las 277 familias que actualmente dependemos de manera directa”, advirtieron los empleados en la carta enviada a Maduro en 2018.

En la misiva expusieron que a la falta de llegada de materia prima se inició un retraso de tres meses en el pago de salarios y de mayor tiempo en otros compromisos (ahorro patronal y laboral y cuota obrero patronal); cuentas por pagar, también, a proveedores nacionales e internacionales de maquinaria, equipos, insumos y materiales; deudas con entes como el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE); y una obsolescencia tecnológica tras tres años sin repotenciar los equipos, que carecían de mantenimiento. Los trabajadores describieron un panorama en el que la empresa parecía haber tocado fondo.

Pero las cosas no siempre fueron así. Constituida en 1978 y adquirida totalmente por el Estado venezolano en 1994, Alunasa tuvo un auge comercial tan importante que llegó a ser reconocida incluso por la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer). La empresa –única de su género en Centroamérica y el Caribe, según dice en su página web– tenía la capacidad de fabricar más de 12.000 toneladas anuales de productos de aluminio terminados y semiterminados a partir de lingote primario. Los exportaba a Norteamérica, Centroamérica, Suramérica, Europa y el Caribe. Según informó en 2007 el exministro de Comercio Exterior de Costa Rica, Marco Vinicio Ruiz, a la prensa local, Alunasa había aumentado sus exportaciones de 26 millones de dólares en 2000 a casi 47 millones de dólares en 2006.

No pasó mucho tiempo para que todo empezara a cambiar, tanto para Alunasa, en Costa Rica, como para otras empresas transformadoras en Venezuela: Aluminio de Carabobo (Alucasa), Cables Eléctricos de Aluminio (Cabelum) y todas aquellas que les anteceden en la cadena de producción del aluminio. 

“Esto ha sido un plan orquestado, inducido”, advierte Ángel Brito, dirigente sindical de Venezolana de Aluminios (Venalum), junto con Alcasa una de las principales reductoras de aluminio del Estado en Ciudad Guayana, sede de la industria pesada nacional. “En diciembre de 2009, Chávez da la instrucción de apagar 400 celdas de las 905 que nosotros tenemos en nuestra planta, producto de un racionamiento eléctrico nacional. Luego de eso, empiezan a incursionar una cantidad de administraciones corruptas, entre civiles y militares”, acotó. 

Los dirigentes sindicales de Alcasa coinciden con él. “A partir del 2000 todo se vino a pique (…) Empezó a caer la producción bárbaramente. Empezaron a salir celdas de servicio y lo que hacían era dejarlas así”, revela desde el anonimato uno de ellos. Temen revelar sus identidades por represalias que podrían padecer de la que denominan como una “mafia” del aluminio. 

Para principios de 2019, de acuerdo con Brito, en Venalum funcionaban entre 65 y 70 celdas, de las 905 instaladas. El apagón nacional de marzo de ese año terminó de acabar con las 59 que seguían funcionando para el momento, lo que dejó en cero la producción del año, de las 430.000 toneladas de aluminio que podría producir en su máxima capacidad. El deterioro, asegura Brito, es en todas sus áreas.

El caso de Alcasa es similar. Para principios de 2019, según los trabajadores, solo funcionaban 22 celdas de las 396 instaladas. El apagón de finales de marzo de ese año acabó con las 17 que resistieron hasta ese momento.  Ninguna está operativa hoy y, por ende, Alcasa tampoco está produciendo. Al año, podría llegar a producir unas 165.000 toneladas de aluminio.

Pero, aún si las celdas funcionaran, tendrían problemas con sus insumos. Bauxilum, la empresa del Estado venezolano que suministraba alúmina, la materia prima, hasta hace un par de años, produce a 2% de su capacidad instalada, según denuncias recientes de sus trabajadores. Brito asegura que “ni siquiera está extrayendo bauxita de las minas de Los Pijiguaos”, lo que obligó a Venalum y a Alcasa a importar la alúmina de países europeos o de la India.

“El parque industrial del sector aluminio en general está completamente deteriorado”, concluyó Brito. Todavía así, Alunasa recibió, el 3 de marzo de 2019, 1.200 toneladas de lingotes de aluminio supuestamente provenientes de la afectada Alcasa. Según los trabajadores de esta empresa, entre 2018 y 2019, Alcasa lo que procesó fue la chatarra, o el excedente de los cortes que tenía en el departamento de fundición. “Ya estaban haciendo limpieza en Alcasa. Lo único que le quedaba era chatarra. La fundieron y la sacaron para afuera”, dijeron, aunque sin precisar si fue esta producción la despachada a Costa Rica. 

Brito destaca, sin embargo, que el aluminio que produce Alcasa ya no sirve para las empresas transformadoras de la industria, Alunasa, Alucasa o Cabelum. “El aluminio de Alcasa lo venden para productos terminados que no necesitan ningún tipo de requerimiento o especificaciones técnicas importantes (…) La mezcla de aluminio en Alcasa lleva mucho porcentaje de hierro y no sirve para laminar porque se cuartea, no tiene el grado de flexibilidad que se requiere para hacer la lámina. Lo usan es para construir ollas, sartenes”, explica. 

Venalum, en cambio, produce aluminio primario de alta pureza (por encima de 99,8%). Brito cree que el envío que llegó a Alunasa en el primer trimestre de 2019 podría haber contenido lingotes de Venalum que pasaron a Alcasa. La pureza del aluminio reportada en los documentos de envío (entre 98,00% y 99,69%) jamás se correspondería con los reducidos estándares de Alcasa en las actuales condiciones. De hecho, en mejores tiempos lo máximo que llegaron a producir fue al 98% de pureza. Mientras que Venalum, con los desastres operativos, llegó a bajar un poco el porcentaje de pureza, por la adquisición de materias primas de mala calidad. 

Santos nuevos sin milagros

En cualquier caso, fue Metallik Ltd. la que recibió finalmente esos lingotes de aluminio, en Costa Rica. Esta empresa nació con un objeto social amplio, aunque no vinculado explícitamente con la manufactura y mercadeo de productos de aluminio, sino al “comercio en general, venta de inmuebles, bienes raíces, proyectos urbanísticos o residenciales de cualquier tipo y la lotificación”, se lee en la cuarta cláusula de su acta constitutiva, firmada el 10 de octubre de 2018. 

Según este documento, la compañía fue constituida por la empresaria argentino-venezolana, Silvana Korín, ahora de 49 años, y que en esa misma fecha fue nombrada gerente de la compañía participando en el acto “en su condición personal y como subgerente” de la también compañía costarricense Tropicking Sociedad de Responsabilidad Limitada. 

Korín, sin embargo, y según se puede evidenciar en el acta constitutiva, es una socia minoritaria de Metallik Ltd. De 120 acciones, ella tiene una. Tropicking Sociedad de Responsabilidad Limitada tiene las otras 119. 

Tropicking Sociedad de Responsabilidad Limitada, por su parte, nació tres años antes de que se creara Metallik, el 17 de diciembre de 2015, bajo la modalidad de formulario electrónico, en la que no se presenta un acta constitutiva. Su objeto social es, al igual que el de Metallik, impreciso: “Industria y comercio en general”. Pero por sus cargos gerenciales ha pasado el venezolano Luis Ángel Rincón de Vries, quien no es desconocido en la industria del aluminio.

Rincón de Vries está más asociado a Metallik de lo que pareciera en Costa Rica. Información del servicio de Dun & Bradstreet, disponible en la base de datos empresarial LexisNexis, muestra que el empresario venezolano de 56 años de edad es director y secretario de una empresa con el mismo nombre –Metallik Limitada LTD– registrada en Londres, Inglaterra, en febrero de 2019, para la compra-venta de bienes inmuebles propios. 

Aunque en esta área pareciera desarrollarse la actividad comercial de Luis Ángel Rincón de Vries con empresas también en los Estados Unidos y Venezuela, el negocio con el que más se le vincula es con el de transporte, a través de Clover Internacional C.A., una compañía con más de cinco décadas de experiencia en proveer servicios de transporte internacional. Comenzó como una empresa de mudanzas nacionales e internacionales, en 1964, que hoy asegura ser líder en la prestación de servicios profesionales de logística integrada y transporte internacional con oficinas en Venezuela, Estados Unidos, China, Brasil, Holanda y Panamá; además de tener aliados comerciales “en el mundo entero”, según se lee en su página Web. 

La mayoría de las acciones de Clover Internacional –92,7%– están en manos del Grupo Clover, C.A., que, según información del Registro Nacional de Constratistas (RNC), preside Luis Ángel Rincón de Vries. Allí tiene 20% de las acciones, al igual que sus cuatro hermanos. Los bienes muebles e inmuebles son el primer objeto social de esta empresa.

Pero entre sus clientes en Venezuela, según revela el RNC, destaca la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Los contratos con la petrolera venezolana se remontan al año 2000, cuando recién comenzaba a gobernar el chavismo en Venezuela. 

El 1º de marzo de 2005,  el portal Business News Americas, una herramienta digital de inteligencia de negocios, publicó una denuncia del entonces parlamentario venezolano del Movimiento Quinta República (MVR, el primer partido que fundó Hugo Chávez en 1997 y que se volvió el más votado en 1998, cuando este ganó las elecciones presidenciales), Jesús Alberto García, según la cual Pdvsa y Citgo, la corporación petrolera venezolana ubicada en los Estados Unidos, pagaban “demasiado” en los procesos de transporte con Clover. 

De acuerdo con información que suministró el otrora diputado venezolano, las compras que efectuó PDVSA Services pasaron de 300 millones de dólares en 2003 a 900 millones de dólares en 2004. El incremento, de 300%, se produjo pese a que no se registró un alza correspondiente a la producción de petróleo, según declaró entonces García a BNamericas y pocos días después reiteró al periódico matutino de Miami, El Nuevo Herald.  

Clover no es la única empresa del grupo familiar Rincón De Vries con vínculos con las petroleras venezolanas. Entre los clientes de Teknik Trading, registrada por el núcleo familiar en el estado de la Florida, de los Estados Unidos, como una empresa que “localiza, compra, consolida, embala y entrega cualquier cosa a cualquier parte del mundo”, destaca Citgo, según exhibe en su página Web. 

Pero la relación del empresario Luis Ángel Rincón de Vries con la industria petrolera todavía es más amplia. De acuerdo con reportes del servicio Dun & Bradstreet, De Vries es director de la empresa Frack International Limited, registrada en Inglaterra en diciembre de 2018, para apoyar actividades de extracción de petróleo y gas natural. Pocos meses antes, en octubre de ese año, se disolvió en este país la empresa Clover Oil & Gas, que también dirigía. 

Un dato curioso que se desprende de los hallazgos para esta investigación del Investigative Dashboard del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), es que las dos empresas que posee Luis Ángel Rincón de Vries en el Reino Unido –Metallik Limitada LTD y Frack International Limited– fueron creadas inicialmente por un hombre llamado Sami William Frederic, quien a los pocos días de haberlas conformado vendió a De Vries la totalidad de las acciones.

Crónica de un colapso

Para marzo de 2018 comenzaba a ser evidente que algo andaba mal en Alunasa. A mediados de ese mes las autoridades costarricenses solicitaron una reunión con el entonces embajador venezolano, Jesús Javier Arias Fuenmayor, hijo del exgobernador oficialista Francisco Arias Cárdenas, con el fin de conocer su posición sobre “ciertas irregularidades” relacionadas con la empresa. 

Específicamente, según consta en un informe confidencial que elaboró posteriormente la misión diplomática y al que tuvo acceso Armando.Info, tres importantes funcionarios del gobierno costarricense demandaban conocer qué “inconveniente” tenía Alunasa en su actividad productiva. La estatal venezolana había detenido su planta por falta de materia prima desde finales de 2017, lo que provocó el retraso en los pagos a proveedores y colaboradores. 

Durante el encuentro, los representantes del gobierno de Costa Rica manifestaron su preocupación por el impacto económico y social que esto podía tener, sobre todo en Esparza, el cantón del occidente de Costa Rica en el que se ubica la fábrica de productos terminados y semiterminados de aluminio. Con 400 trabajadores, CVG Alunasa se había convertido en la principal fuente de empleo de la zona y además, entre sus certificaciones y premios, exhibía con orgullo un largo historial en actividades de responsabilidad social empresarial.

Pero para el momento de la reunión entre las autoridades costarricenses y el embajador venezolano la apreciación había cambiado mucho. De acuerdo con lo que revelaron los funcionarios, los trabajadores habían comenzado a introducir denuncias individuales ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) de su país. Advirtieron que no solo Alunasa venía negociando “de manera unilateral e ilegal” el salario de los empleados para rebajarlos al mínimo; sino que había dejado de cumplir con pagos obligatorios a la Caja Costarricense del Seguro Social, con lo que incurría en otra ilegalidad. 

Según lo que quedó plasmado en la minuta del encuentro, los funcionarios costarricences habían intentado, sin éxito, establecer canales de comunicación con la directiva de Alunasa. Pero documentos posteriores revelarían que no eran los únicos desatendidos. En un memorándum identificado con el número 0073, del 10 de abril de 2018, el embajador Arias Fuenmayor advirtió al entonces viceministro venezolano para América Latina y El Caribe, Alexander Yánez, que “en reiteradas veces” había intentado comunicarse con el entonces presidente de CVG Alunasa, el general de división Noel Martínez Rivero –conocido como Guasipati–, pero que no había sido posible, “salvo en muy pocas oportunidades vía WhatsApp”. 

Para la fecha de este segundo documento, el tema de Alunasa se había vuelto “altamente mediático” en Costa Rica. La prensa informaba de un traspaso de la empresa a bancos costarricenses por deudas contraídas por tres millones de dólares. “A pesar de solicitar información al general Noel Martínez sobre el préstamo solicitado por dicha empresa a bancos privados de este país, no he recibido respuesta alguna sobre los pormenores y me preocupa ya que es un tema que involucra bienes del Estado venezolano”, advertía Arias, al tiempo que manifestaba la preocupación de recibir demandas y que la empresa fuera desmantelada “para cumplir con dicha obligación”. 

El exembajador Arias Fuenmayor advirtió a las autoridades venezolanas desde Costa Rica, en abril de 2018, de la posibilidad de que Alunasa recibiera demandas e incluso fuera desmantelada

Dos días después de que Arias envió dicha carta a Venezuela, hubo una aparente mejora en la situación. Una representación de los trabajadores de Alunasa afiliados a la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) firmó un acta conciliatoria con cuatro miembros de la administración de Alunasa y funcionarios del MTSS. En el documento acordaban que la empresa reiniciaría sus actividades el 26 de ese mes y que intentaría mantener a toda su fuerza laboral, entre otras cosas en relación con los pagos, retenciones salariales y sociales, mejoramiento del ambiente y clima organizacional. “Las partes acuerdan que no habrá ningún tipo de represalias”, decían en el último punto. 

El nombre de Albino Vargas Barrantes, secretario general de la ANEP, es el primero que aparece en una lista de 20 que firman el acta. Sin embargo, pocos días después, el 14 de mayo, Vargas Barrantes acudió a un “desayuno privado” en la embajada de Venezuela, en San José, donde manifestó a Arias que Alunasa había discriminado a los trabajadores de Alunasa afiliados a la ANEP, y que los había coaccionado a renunciar para ser reenganchados en la empresa. 

Vargas Barrantes advirtió que tomarían medidas y en un memorando identificado con el número 0095 Arias transmitió su preocupación por la situación, esta vez directamente al canciller venezolano Jorge Arreaza, con quien se rumora tiene desavenencias: “He pedido al consultor jurídico de la empresa CVG Alunasa, señor Carlos Peña, viajar a San José con el propósito de conversar con él sobre el tema, ya que a nuestro juicio debe darse un manejo apropiado tanto político como legal, con el fin de no lesionar a la clase trabajadora y no darle herramientas a la derecha mediática de utilizar elementos de confrontación jurídica para atacar a nuestro gobierno y principalmente a nuestro presidente obrero Nicolás Maduro Moros”.

Una fachada plateada

Pero pronto los trabajadores dejaron de ser el foco de atención. El 18 de mayo, cuatro días después del encuentro de Arias con Vargas Barrantes, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos emitió un boletín de prensa en el que informaba que el segundo hombre más importante del chavismo, Diosdado Cabello, había sido incluido en la lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), junto a su hermano, José David, su esposa Marleny Contreras, y su testaferro, Rafael Sarría.

“Desde diciembre de 2016, funcionarios venezolanos han utilizado la estatal Venezolana de Aluminios (Venalum) y Alunasa para lavar dinero hacia Costa Rica y Rusia. El presidente de Venalum y otros individuos que manejan la compañía traficaron droga y lavaron dinero, y utilizaron Venalum como fachada para estas operaciones”, advierten en el comunicado de prensa, en el que además aseguran que bajo la dirección del general Francisco Rangel Gómez, ex presidente de CVG y ex gobernador del estado Bolívar, Venalum usó barcos para mover minerales y lavar dinero a través de Panamá hacia la sucursal de Alunasa. “Cabello instruyó a militares venezolanos ubicar algunos trabajadores en Costa Rica para vigilar la operación”, acotaron. 

Los bancos costarricenses tomaron medidas de seguridad ante la alerta. El Banco Nacional de Costa Rica fue uno de ellos y decidió cerrar cuatro cuentas que Alunasa tenía allí y dos inscritas a nombre del general Martínez; además, tomó la “decisión gerencial” de cesar toda relación comercial con Alunasa.  

La preocupación llegó a Caracas, desde donde se instruyó a la misión diplomática en Costa Rica solucionar la situación. El 11 de junio, el aplicado Arias envió una nueva carta a Venezuela, identificada con el número 00104, para notificar de los avances.  Aunque buscó apoyo en varios actores de la política costarricense, seguía sin poder reunirse con el general Martínez, de Alunasa, quien no se encontraba en Costa Rica para el momento.

Las cosas pronto se complicarían más. El 19 de junio, desde Esparza, los trabajadores de Alunasa afiliados a la Anep recurrirían al mismísimo Maduro, a través de una misiva, para solicitar su intermediación en la atención a tres peticiones: el pago de los salarios atrasados de tres meses y los venideros; el pago a proveedores de servicios de salud y electricidad de Estado costarricense; y el pago a la banca de ese país y a proveedores nacionales e  internacionales, así como la inversión en equipos de la planta industrial y la reactivación de operaciones mediante el suministro de materia prima e insumos. 

Un mes después, el Juzgado de Trabajo de la provincia de Puntarenas dictó las 116 resoluciones de embargo preventivo sobre bienes de la compañía, mientras se resolvían las demandas por salarios y prestaciones laborales no pagados.

En el limbo

El 17 de octubre de 2018, el entonces ministro venezolano de Industrias y Producción Nacional, Tareck El Aissami, removió al general Martínez Rivero de la presidencia de Alunasa y designó en su lugar a Pablo Turmero Astros. El ingeniero, de 55 años de edad, aparece en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) como empleado activo de Alcasa y en su perfil de la red social de LinkedIn aún aparece como Superintendente de Calidad y Procesos en la reductora venezolana. No es el único miembro de su familia vinculado con la industria del aluminio nacional. Su hermana, Leslie Esther, desempeñó cargos en Alcasa, luego en el Centro de Producción de Rines de Aluminio (Rialca), en Alucasa y en Bauxilum, donde fue presidenta. Sin embargo, de acuerdo con su ficha del IVSS, sigue siendo también empleada activa de Alcasa. 

Entre los gerentes de Pablo Turmero Astros en Alunasa destacan otros funcionarios activos del Estado venezolano. Tal es el caso de Ana Lorena Domínguez Materán, gerente de Administración y Finanzas de Alunasa, quien según su ficha del IVSS es empleada activa del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat); y Doreen Dalas Huggins, gerente de la sucursal de San José de Costa Rica, quien según el IVSS es empleada activa del Ministerio de Comercio Nacional. 

Pero ni con esas conexiones, ni con las idas y venidas de Venezuela a Costa Rica, según consta en movimientos migratorios a los que tuvo acceso Armando.Info, la nueva directiva logró mejoras en Alunasa.

El cambio de Martínez Rivero se dio casi en simultáneo con el del embajador Arias Fuenmayor, por sus presuntas desavenencias con Arreaza. Mediante la resolución Nº 314, del 22 de octubre de 2018, publicada en la Gaceta Oficial N° 41.521, se designó a Norma Mercedes Borges Rengifo como encargada de negocios ad hoc, aunque ella se hacía llamar “embajadora”.

La minuta de un encuentro entre Borges Rengifo y Turmero Astros, a principios de 2019, revelaría que, por los problemas financieros y jurídicos, Alunasa fue conducida a utilizar la figura de “fiduciaria”, y que Metallik es la empresa que la “administra”.

El documento, del 23 de enero de 2019 –el mismo día que Juan Guaidó se juramentó presidente encargado de Venezuela, en Caracas–, identificado con el número 003/2019, y al que Armando.Info tuvo acceso, revela otros detalles de un encuentro entre funcionarios de la embajada y representantes de Alunasa, “a fin de estrechar lazos de hermandad y establecer una agenda de trabajo conjunta”.

De hecho, muestran que Borges Rengifo, quien venía de ser embajadora en la República Democrática del Congo y en Benín, pretendió llevar las operaciones de Alunasa al continente africano. Según un reporte de Africa Mining Intelligence, publicado el 28 de julio de 2017, ya Borges Rengifo había intercedido antes para que este país participara en operaciones de minería en Venezuela, específicamente relacionadas con coltán y diamantes.

Este año, desde Costa Rica, y según se lee en la minuta de la reunión de enero de 2019, Borges Rengifo propuso instalar una planta de CVG Alunasa en el Congo, que empresarios congoleños invirtieran en la empresa venezolana y que se comprara chatarra en ese país africano, para ser procesada en Alunasa.

En marzo de 2019, pocos días después de que arribara el envío de Alcasa a Costa Rica, el diputado opositor venezolano, Julio Montoya, aseguró que la empresa estaba en riesgo de ser declarada en quiebra. Aseguró que, para la fecha, tenía 38 embargos de vehículos, 21 demandas sobre propiedades en la Zona Franca de Costa Rica, 40 demandas sobre cuentas bancarias y 77 sobre maquinarias y advirtió que pretendían venderla en apenas 8 millones de dólares, cuando su valor, aseguró, era de 100 millones de dólares. 

El también parlamentario venezolano, Américo De Grazia, aseguró poco después que el exgobernador del estado Bolívar, el simpatizante del oficialismo Francisco Rangel Gómez, era quien pretendía comprarla a ese precio. Más recientemente De Grazia reveló a Armando.Info que Rangel Gómez no era el único interesado. 

La venta de Alunasa, sin embargo, no se concretó. “Tanto la denuncia oportuna como la situación que se ha venido generando contribuyeron a frenar esa estafa o venta nerviosa”, aseguró De Grazia.  Ciertamente, las cosas cambiaron un poco este año, tras la juramentación del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela, al argumentar una usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro. En agosto de 2019, Guaidó designó una junta administradora ad hoc de la CVG, con la intención, entre otras, de proteger los activos de las empresas filiales en el exterior, entre ellas Alunasa. 

Durante el primer semestre de 2019, la oposición venezolana denunció la intención del régimen de Maduro de rematar Alunasa en 8 millones de dólares. En abril, el diputado Américo de Grazia reveló que el exgobernador Francisco Rangel Gómez era uno de los interesados. La operación no se concretó debido a maniobras de Guaidó para proteger los activos de las filiales de la CVG.

Por solicitud del ingeniero Turmero Astros, se le envió un cuestionario electrónico a principios de diciembre de 2019 para esclarecer estos y otros asuntos, pero para el momento de publicación de este reportaje no se obtuvo respuesta. Tampoco se obtuvo respuesta a la solicitud de entrevista enviada a mediados de noviembre a Rincón de Vries, para conocer detalles de su participación en esta operación. 

En 2007, cuando ocurrió el impasse con el expresidente Oscar Arias, Chávez prometió a los trabajadores de Alunasa que mientras existiera un gobierno socialista en Venezuela, Alunasa no cerraría sus puertas. Casi 13 años después, quedó demostrado que Maduro y sus secuaces no pudieron mantener su promesa. 

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Pocas figuras ilustran mejor la reconfiguración del poder judicial chavista que la del juez Edward Miguel Briceño Cisneros. Hasta entonces un perfecto desconocido con una carrera gris como defensor público, y luego de que probara suerte en Chile, le bastó un chasquido de dedos desde el poder para convertirse, en abril reciente, en titular del Tribunal Primero Antiterrorismo. En su debut tuvo que retribuir los favores recibidos con la firma del auto de detención contra Edmundo González Urrutia.

Atención, firme…y a perrear

Poco conocido, aunque se codee con artistas de fama global, Rafael Jiménez Dan, compañero de promoción de Diosdado Cabello y Jesse Chacón en la Academia Militar, vio su perfil reflotar este mes en medios de Puerto Rico y el hemisferio. Una política borinqueña pidió al FBI investigar los lazos con Bad Bunny de una empresa creada en Miami por el excapitán del Ejército venezolano. Días antes, el astro del reguetón había dado indicios de su apoyo al que puede ser el primer gobernador independentista -y cercano al chavismo- de la isla.

15-09-24
Pon tu huella y vámonos de fiesta

El informático venezolano Marcos Machado Requena es accionista de Ex-Cle, la compañía de origen argentino que goza de contratos multimillonarios del CNE. Su complicidad en esa operación le expuso a las sanciones de Washington. Así que se sigue esforzando en mantener su perfil bajo aún en el otro ramo al que se dedica, donde dejarse ver es clave: la gestión de lugares de rumba y café que son tendencia en Caracas.

08-09-24
¡Teatro! Tribunal Supremo, tu auditoría fue puro teatro

Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.

01-09-24
En esta universidad no se habla mal de Maduro

Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.

25-08-24
El cuarteto del terror judicial

Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.

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