Preppers, la paranoia estadounidense del Fin del Mundo gana adeptos en Venezuela en medio de la crisis política y económica. En varias partes del país, algunos policías y militares retirados enseñan a sus familias medidas de supervivencia. Aunque la escasez y el desabastecimiento ha obrado en contra de la acumulación de provisiones, están convencidos de que una guerra civil no los tomaría por sorpresa.
Una cubana, viuda de un predicador puertorriqueño, ahora dice ser la esposa de Dios. Tiene creyentes: cerca de 300 solo en Venezuela. De este país y otros de la región envían diezmos en su nombre, que en realidad llegan a una empresa de telecomunicaciones en Houston, Texas. Pero la deidad no es avara: ha dicho a sus fieles que paguen impuestos.
El 7 de noviembre pasado se celebraron los 15 años de la hija de Salomón Muci, directivo del Hotel Tamanaco. Memorable fiesta no solo por el ostentoso despliegue, sino porque se produce en medio de la peor crisis económica de los últimos 70 años en Venezuela. Esta es la historia de una chica y su entorno que disfrutan y alientan todas las exageraciones de lo que en redes sociales aún se conoce como #LaRumbaDelAño.
Más de 50 millones de bolívares se evaporaron en las “casas de cultivos protegidos”. Un buen día aparecieron estructuras importadas para sembrar a un costado de la Regional del Centro y otras de las autopistas venezolanas, pero resulta que no eran para el clima ni para el campo de esta parte del mundo.
Que en Venezuela la justicia no es justa, es lo que encontró el Tribunal Supremo de Costa Rica en un fallo de marzo reciente. Trataba el caso de un venezolano que, según lo acusaban desde Caracas, fue parte de una estructura que birló casi 23 millones de dólares al estatal Fondo Chino. Huyó y lo pillaron en el país centroamericano. Pero allá repararon en que, sin indicios concluyentes de culpabilidad, extraditar al individuo equivalía a sacrificarlo ante unos poderes nada imparciales u objetivos.
La organización del premio Nobel de la Paz 2002 y expresidente de Estados Unidos anunció esta semana el final de su misión en el país, aunque ya en mayo había cerrado su oficina en Caracas, activa desde 2003. El abandono coincidió con la renuncia de los dos representantes que le habían dado identidad en la crisis política local, Jennifer McCoy y Héctor Vanolli, y se produjo tan solo seis meses antes de unas elecciones que se pronostican decisivas para su resolución. Atrás deja la incomprensión de tirios y troyanos y un historial de metas frustradas.