Esta recaudación debía desembocar en una plataforma de apoyo a los cómicos venezolanos, pero terminó por ser, según se vea, ganancia o tribulación para uno solo: Roberto Cardoso -el nombre civil del antiguo standupero- quien, con dos socios, inició en noviembre de 2021 la colecta para “el primer y único club de comedia” del país, que establecía como membresía la compra de un activo digital coleccionable con ilustraciones de “monstruos”. Si ya la oferta sonaba como un chiste, ahora el epílogo es de terror: el equivalente a millones de dólares con destino dudoso y un retorno que pocos ven.
Getting your Trinity Audio player ready...
|
“Solo invierte lo que estés dispuesto a perder”: tal es una de las máximas de quienes compran NFT o Non-Fungible Token, activos digitales encriptados que se han puesto de moda gracias a la tecnología Blockchain y que pueden incluir desde obras de diseño hasta música, videojuegos o documentos. Es un principio que también podría funcionar en las finanzas tradicionales.
Sin embargo, los conceptos de credibilidad y fiducia no parecen ser los mismos en este mercado de activos intangibles en Internet. Al menos es lo que se deduce mientras se van conociendo los detalles de un emprendimiento en el que los inversionistas confiaron entre dos y tres millones de dólares, que ahora parecen perdidos o rumbo a generar un retorno mucho más exiguo que el prometido, al comediante venezolano Roberto Cardoso, mejor conocido como Bobby Comedia.
El caso ha asomado en redes sociales, con expresiones de inconformidad y quejas abiertas de los dueños de los NFT que los acreditan como holders del Comedy Monster Club (CMC), una iniciativa destinada a promover a comediantes venezolanos. Quienes se quejan, acusan a Cardoso —el rostro célebre en el esquema— de haber cometido un rugpull: el equivalente a un fraude, en términos naturales.
En 2021, él y los hermanos David y José David Roa anunciaron la creación de un club de comedia cuya membresía se adquiriría a través de monstruos. Usando como vitrinas publicaciones regionales como Forbes México o video shows venezolanos, como Nos reiremos de esto o Escuela de nada, los founders promocionaron lo que sería “el primer y único club de comedia que propone como membresía un activo digital coleccionable NFT”, como aún se lee en su sitio web.
El mismo sitio web indica que, a partir de noviembre de 2021, se abría la venta de un total de 10.100 tokens: “Existen 100 monstruos diferentes y cada monstruo tiene 101 permutaciones. La rareza dependerá principalmente del fondo que tenga el monstruo. Mientras más raro, posiblemente mayores beneficios y seguramente mayor valor tendrá”.
En palabras más simples: se ilustraron 100 monstruos distintos, cada uno, a su vez, con 101 versiones distintas, dadas por la variación de alguna de sus características. Mientras menos común sea el monstruo, más valor tiene. Por ejemplo, si de 10.100 monstruos, la mayoría fuesen rojos, pero solo 100 fuesen azules, estos últimos tendrán más valor por ser menos usuales. Cada colección de NFT suele tener al menos un token único, el de máximo valor.
Para pertenecer al CMC, cada holder o inversionista podría comprar un NFT por el valor de 0,1 Ethereum (o ETH, una criptomoneda), equivalente a entre 400 y 500 dólares para la fecha de la oferta inicial. La revelación del monstruo (el nombre dado a los NFT en este proyecto) de cada holder es posterior a su compra. Es decir, todos compran su token (activo digital) a ciegas y al mismo costo y este suele ser revelado luego de que el proyecto alcanza el sold out (la venta total de los NFT). De aquí que el verdadero valor de este se conozca posterior a la inversión. Esto suele ocurrir en un promedio de tres meses (o mucho antes) luego del inicio del minteo, momento en el que se crea o acuña un objeto digital único dentro de una blockchain o cadena de bloques, que no es más que una enorme base de datos que recoge y almacena la información de manera compartida, verificable y descentralizada.
Pese a los riesgos que implica una inversión de este tipo, para muchos el proyecto adquirió credibilidad al tener a la cabeza a Roberto Cardoso, Bobby Comedia, reconocido en Venezuela por sus 17 años de experiencia en el mundo del entretenimiento, como promotor —a través de plataformas de producción de eventos— y comediante, y por ser pionero del stand up comedy en el país. Su fama traspasó fronteras y por eso llegó a formar parte, por ejemplo, del panel de humoristas de habla hispana en el programa La culpa es de Colón, una producción argentina que entre 2015 y 2016 tuvo dos temporadas en el canal latinoamericano de Comedy Central.
Por su parte, José David Roa figuraba como un hombre con experiencia en el mundo de los NFT. La triada la completaba su hermano David, quien era el CEO del proyecto y encargado del área administrativa y de finanzas.
Pero más de un año después de hecha la inversión, los holders del Comedy Monster Club no saben cuáles son sus monstruos ni dónde están los fondos que invirtieron.
De acuerdo con el contrato del CMC, Cardoso y los Roa lograron vender un total de 7.660 NFT a 2.321 holders. La variación del valor del Ethereum durante 2021 no permite hacer un cálculo exacto del monto obtenido, pero podría ascender a alrededor de tres millones de dólares.
Ante la interrogante sobre el monto exacto recaudado con la venta de los monstruos, Cardoso respondió a Armando.info, vía correo electrónico, que “no todos los NFT fueron vendidos. Hay un número importante de NFT que se han utilizado para intercambios por publicidad, premios en concursos, airdrops a holders, para realizar dinámicas para la comunidad, entre otros”, aseguró sin precisar ni el monto ni la cantidad de NFT vendidos o regalados, y agregó que la caída del valor de la criptomoneda fue un obstáculo para el club. “En este contexto, muchos proyectos NFT fracasaron durante este último año, y desaparecieron al no lograr el sold out. Sin embargo, el CMC ha entregado y sigue entregando los beneficios establecidos en el roadmap del proyecto”.
El mapa de ruta o roadmap al que se refiere contemplaba que, al alcanzar la venta de 25% de los monstruos, se produciría un podcast y se revelarían eventos secretos privados para los miembros; al alcanzar 50%, se revelaría información del Primer Festival del CMC; con 75% de ventas se abrirían concursos y juegos exclusivos para los miembros donde se repartirían 50 ETH para los ganadores; con 85% de los token vendidos se contarían los detalles del Comedy Monsters Foundation y, finalmente, con 100%: se liberarían los detalles del lanzamiento del CMC USA.
Aunque los dos últimos hitos no fueron alcanzados, Cardoso asegura que “el CMC acaba de cerrar un primer año exitoso”, y que, pese a lo que un grupo de holders han afirmado, su proyecto no es un rugpull: “El proyecto sigue y estoy acá para trabajar en seguir cumpliendo con el roadmap y sacar el club adelante”.
Hace énfasis en que, en noviembre de 2022, concretó un festival de comedia en Bogotá, Colombia, con la participación de diez monologuistas de Argentina, Chile, México, Venezuela, República Dominicana y Colombia. También en que, en la actualidad, desarrolla una dinámica con los holders cuyo premio es de un ETH semanal. “En este primer trimestre del 2023 también realizaremos un nuevo curso para los holders, que estará excelente. Esto lo anunciaremos muy pronto en nuestras redes sociales”.
Sin embargo, de acuerdo con los holders que conversaron con Armando.info, la historia es otra: sí, cierto, se han hecho festivales o eventos de comedia, pero no han sido exclusivos y las entradas para los holders han sido limitadas; sí, cierto, se abrió un primer concurso para repartir ETH, pero luego la premiación se cambió por monstruos, en lugar de la moneda. Denuncian, además, otras irregularidades.
El Smart Contract del CMC especifica en sus líneas 143, 144 y 145 que la distribución de los fondos depositados en este se realizaría de la siguiente manera: 50% hacia una wallet (un monedero o billetera electrónica de criptomonedas) personal de Roberto Cardoso y 25% para las wallets de cada uno de los hermanos Roa. El contrato no incluye la wallet comunitaria (una especie de cuenta que beneficia a todos los inversionistas) en esta ecuación, factor que los holders que conversaron con Armando.info catalogan como una falta.
Cardoso confirma esta información pero niega que la wallet comunitaria sea un requisito: “En el CMC no existe un contrato social que diga que los fondos son de la comunidad o que hay una cartera 'comunitaria'; esto también es un término acuñado por el mismo grupo de holders y que causa mucha desinformación”.
Con respecto al presunto rugpull, o drenaje de fondos del proyecto, la base de la acusación es clara: el Contrato del CMC fija un balance de 0 ETH y la wallet comunitaria solo posee un monto de 0.196045459257090758 ETH, equivalentes a un poco más de 300 dólares, después de una inversión millonaria.
¿Qué ocurrió entonces con los, aproximadamente, de dos a tres millones de dólares recaudados? De acuerdo con el holder RAMXx, quien hizo un tracking wallet, un seguimiento de las transacciones del proyecto en la blockchain, esto fue lo que pasó: a partir del 22 de noviembre de 2021, los fundadores comenzaron a extraer el Ethereum recaudado hacia sus wallets personales (en la proporción 50%-25%-25% especificada en el smart contract). Esta extracción se hizo en 13 movimientos, entre esta fecha y el 1° de junio de 2022.
En total, egresaron del contrato 411,9 ETH, equivalentes a más de 1.180.000 millones de dólares, si se toma en cuenta el valor promedio del ETH entre noviembre de 2021 (cuando comenzó la extracción) y junio de 2022 (cuando terminó). Sin embargo, en noviembre de 2021, mes en el que se hicieron cuatro de estas transferencias, por un total de 203,47 ETH, esta criptomoneda alcanzaba su valor máximo (luego comenzaría la caída) de los últimos meses: 4.864,06 dólares por 1 ETH. Es decir, en solo los primeros cuatro retiros, Cardoso y los hermanos Roa transfirieron a sus wallets el equivalente a 989.690,28 dólares.
Parte de estos fondos ingresó, en una segunda tanda de movimientos, a la wallet comunitaria, un total de 223,6 ETH. Este podría parecer un movimiento beneficioso para los holders, si luego entre diciembre de 2021 y junio de 2022 no hubieran registrado, como en efecto ocurrió, nuevos egresos. Esta vez, la mayoría del dinero fue enviado a otras wallets personales y exchanges, plataformas donde puede cambiarse por otras monedas, incluyendo la FIAT (dinero de uso común, como divisas); solo una porción de 25,5 ETH fue devuelta a la dirección propietaria del contrato, pero un monto indeterminado fue extraído de nuevo.
Ante estos hechos, Cardoso asevera que “los fondos se han utilizado para entregar beneficios a los miembros, cumplir con el roadmap, la operación y promocionar el proyecto”. De nuevo, no especifica los montos usados. En cuanto al tema de los exchanges, afirma que “para poder cumplir con el roadmap, realizando los eventos y entregando los beneficios, hay que pagar muchas cosas en FIAT”.
Nada de esto cambia el resultado: una cuenta vacía y otra con menos de 1 ETH disponible, de los 766 ETH recaudados con la venta de 7.660 NFT.
La propiedad sobre una imagen que sin dificultad se puede copiar y pegar o difundir de manera masiva parece no tener sentido si no se entiende el funcionamiento de este activo y la motivación de los holders. Un NFT puede tener distintos formatos: imagen o arte, música, documento, por ejemplo. En el caso del Comedy Monster Club responde al primero.
Si bien lo que vemos es una imagen, es la metadata de esta la que la el valor por el que pagan los inversionistas. Cuando el token, vendido a cambio de criptomoneda, es minteado o acuñado, su identidad digital, que es única, se introduce en la cadena de bloques con los datos de su propietario. Es decir, sin importar cuantas veces esta imagen se replique ni de qué manera, el original solo le pertenece a aquel holder que pagó por ella.
Pero estos datos no son definitivos. Un holder puede vender su NFT en el mercado secundario; esto cambia entonces los datos de propiedad en la blockchain.
Cuando nace un proyecto o una colección de NFT, los fundadores establecen un precio para el mint: mismo precio para todos, sin certezas de cuál NFT compraron. La revelación del NFT suele hacerse después del sold out, como se dijo antes. Sin embargo, existen excepciones en las que se revela justo luego de la compra, o se le da a los interesados una muestra de cómo serán las piezas.
¿Por qué alguien compraría un arte sin saber qué es? Si el proyecto es muy popular, luego de la revelación, o incluso antes, si la colección se agota muy rápido, esta pieza aumentará su valor. El holder puede, entonces, venderlo por un monto superior al que lo compró. El ejemplo más claro es el de los famosos Bored Ape Yatch Club, cuyo valor inicial por NFT rondaba los 200.000 dólares, pero que luego multiplicó muy velozmente ese valor en el mercado. En la actualidad, superan los 700.000 dólares, y algunos han sido valorados por más de tres millones de dólares (negociados en Ethereum).
Pero esta no es la única motivación. En el caso de los Bored Ape Yatch Club, por ejemplo, sus propietarios tienen, además, acceso exclusivo a un servidor de Discord (un servicio de mensajería instantánea), en el que otros propietarios—muchos de ellos celebridades—se reúnen y charlan. En el caso del Comedy Monster Club, los holders interesados en el proyecto tendrían “beneficios experienciales”, como los llama Bobby Comedia: eventos, cursos y experiencias alrededor de la comedia; beneficios materiales, como mercancía promocional del club y económicos, como dinámicas donde se premia con ETH.
Es decir, las motivaciones pueden ir desde la inversión —bastante arriesgada— hasta el anhelo simple de apoyar un proyecto al que se es afín, o de pertenecer a una comunidad.
Pero en el CMC, los beneficios no llegaron como fueron prometidos. Y de acuerdo con holders consultados para esta publicación, Cardoso, también fundador de Goliiive —plataforma promotora de eventos de entretenimiento virtuales y presenciales en México y Venezuela— no hizo ni balances ni reportes públicos para los inversionistas de su proyecto que disiparan las sospechas de fraude.
Ante ello, Cardoso se defiende diciendo que “es importante nuevamente recordar que nunca se ofreció un contrato social donde se presentaran reportes a la comunidad sobre la administración de los fondos del club, pero la entrega de los beneficios está a la vista de todos”,
Ante la caída de popularidad del proyecto y la aparente imposibilidad de sus fundadores —actualmente separados, desde que los hermanos Roa dejaron el proyecto— de vender los casi 3.000 NFT restantes, sumado a la pérdida de valor del ETH, los monstruos pasaron de dar miedo a risa, o al revés.
Para los usuarios de criptomonedas, gran parte de su valor yace en la descentralización de la moneda: no se debe a bancos ni a Estados, su compra o venta no requiere ni de intermediarios ni burocracia, responde a una dinámica de oferta y demanda independiente entre quienes la usan para intercambios comerciales o inversión.
Si bien algunos gobiernos han aceptado su uso, lo cierto es que no están cubiertas por mecanismos de protección al cliente y, por lo tanto, sus usuarios son vulnerables ante estafas o hackeos de sus wallets o monederos digitales.
Existen mecanismos de respaldo y protección, como las wallets frías, que para mayor seguridad se apoyan en el uso de un PIN personal para su gestión, generado por una fuente externa. No se encuentra conectada a la cadena de bloques y a internet: no puede hackearse.
Sin embargo, su uso, además, de ser desconocido para muchos nuevos e inexpertos usuarios, puede ser también un poco enrevesado, al menos más que la banca tradicional.
La indefensión es, entonces, un riesgo que solo se puede combatir con otra máxima de los usuarios de esta forma de intercambio comercial: Do Your Own Research o “investiga por tu propia cuenta”; recomendación que, asegura a Armando.info RAMXx, holder del Comedy Monster Club, es la mejor forma de protegerse cuando se invierte en NFT. “Muchas personas invirtieron en el proyecto de Bobby para apoyar a la comedia, porque confiaron en su experiencia, en la de JD y David Roa. Sabíamos que corríamos el riesgo de perder, como en todos los proyectos de NFT, y nunca invertimos si no estamos dispuestos a perder. Ya no creemos en el proyecto ni creemos recuperar nuestro dinero, pero esperamos que, al menos, se siente un precedente y no puedan de nuevo estafar a nadie más”.
El comediante afirma que el CMC no estafó a nadie y que sigue en pie, que las acusaciones son solo parte de una campaña malsana: “Esta matriz de opinión negativa ha significado un retroceso en ese sentido también, donde he tenido que seguir trabajando para recuperar la credibilidad del club y así poder sumar a más talentos y productores para poder garantizar el desarrollo del CMC. Sigo trabajando para que esta campaña negativa no trascienda a niveles que haga inviable seguir construyendo este proyecto”.
Mientras, entre denuncias y alegatos, entre monstruos y criptomonedas sin un destino claro, el puesto para “el primer y único club de comedia del país” parece seguir vacante.
Una carrera discreta pero de ascenso constante en las finanzas ha sido la de Anuar Halabi Harb, ciudadano líbano-venezolano con puesto de director en el Banco Nacional de Crédito de José María Nogueroles y cuyos negocios se originaron hace 40 años en el estado Aragua. Ese bajo perfil, al que ni siquiera una inversión en un circuito radiofónico le hizo mella, terminó hace poco, cuando apostó a una candidata perdedora en unas elecciones municipales de Miami-Dade. Tanto por su resultado como por su propósito desconocido, todavía son pocos los que le encuentran sentido a esa inusual contribución.
Que Venezuela es un país de compañías en apuros -bien sea con la justicia o las finanzas- pero dueños boyantes, es una tradición que César Augusto Bolívar y su Seguros Universitas no intentan refutar. Mientras la aseguradora, de fulgurante crecimiento durante unos años, acumula una deuda con centros de salud que cada vez la aceptan menos, no solo su propietario aparece con una cuenta millonaria en el Credit Suisse, sino que otro tanto ocurre con sus socios y financistas en el emprendimiento, los hermanos Khalil, grandes contratistas del Estado.
Al menos entre 2011 y 2012, venezolanos anónimos, empresas pequeñas o medianas -una panadería por aquí, una editorial de libros técnicos por allá-, recibieron pagos por miles de dólares en cuentas del extranjero. Las transferencias eran abonadas por una comercializadora global de oro, con sede en Dubái, de la que ni habían oído hablar. Pero no se trataba de una promoción o de una lotería, como tarde habrían de enterarse. Eran parte, sin saberlo, de un sofisticado esquema de circulación de dinero que vio una oportunidad de propagación en la Venezuela del control de cambio y sus distorsiones, que empujaron a muchos a cubrir sus necesidades en el mercado negro de divisas. Tampoco sabían que al mismo tiempo sus nombres y transacciones eran monitoreadas desde Washington.
Cinco años han pasado desde la detención de Francisco Navas Lugo, teniente coronel del ejército y ex gerente de importaciones de la extinta Comisión de Administración de Divisas (Cadivi). Como una pieza de teatro del absurdo, el proceso judicial contra el único ex alto cargo de ese organismo recuerda lo ocurrido en Venezuela con grandes casos de corrupción en el pasado. Más de treinta audiencias fallidas han impedido saber cómo y quiénes desviaron cientos de millones de dólares mediante “empresas de maletín” a pesar de las promesas de investigación ofrecidas por Nicolás Maduro, a quien viejos funcionarios del chavismo acusan de esconder la información sobre uno de los mayores desfalcos registrados en la historia del país.
Casi 70 millones del seguro de la estatal petrolera quedaron en un limbo, que bien podría explicar por qué las autoridades no cobraron indemnización alguna por la explosión de la refinería de Amuay.
De ser reconocido en la isla de Margarita como heredero de los pintorescos Ranchos de Chana, ha pasado a cultivar otra fama fuera de Venezuela. En Miami, Florida, terruño del exilio cubano y más recientemente del venezolano, Pedro José Castillo Uzcátegui se presenta como un visionario hombre de negocios, pero en la práctica ha consolidado una serie de fraudes que lo han circunscrito a la lista de los buscados por Interpol.
El coronel Elías Plasencia Mondragón marca varias casillas del funcionario ejemplar de la autodenominada Revolución Bolivariana: militar, dispuesto a llevar decenas de casos de presos políticos y empresario tras bambalinas con vínculos privilegiados al poder. Uno de ellos es con Luis Daniel Ramírez, un exfuncionario del ente comicial, hoy contratista, que ha intentado borrar sus rastros en Internet pero que no consigue hacer lo mismo con los lazos que le unen al “cerebro técnico” y rector de esa institución, Carlos Quintero.
Pocas figuras ilustran mejor la reconfiguración del poder judicial chavista que la del juez Edward Miguel Briceño Cisneros. Hasta entonces un perfecto desconocido con una carrera gris como defensor público, y luego de que probara suerte en Chile, le bastó un chasquido de dedos desde el poder para convertirse, en abril reciente, en titular del Tribunal Primero Antiterrorismo. En su debut tuvo que retribuir los favores recibidos con la firma del auto de detención contra Edmundo González Urrutia.
Poco conocido, aunque se codee con artistas de fama global, Rafael Jiménez Dan, compañero de promoción de Diosdado Cabello y Jesse Chacón en la Academia Militar, vio su perfil reflotar este mes en medios de Puerto Rico y el hemisferio. Una política borinqueña pidió al FBI investigar los lazos con Bad Bunny de una empresa creada en Miami por el excapitán del Ejército venezolano. Días antes, el astro del reguetón había dado indicios de su apoyo al que puede ser el primer gobernador independentista -y cercano al chavismo- de la isla.
El informático venezolano Marcos Machado Requena es accionista de Ex-Cle, la compañía de origen argentino que goza de contratos multimillonarios del CNE. Su complicidad en esa operación le expuso a las sanciones de Washington. Así que se sigue esforzando en mantener su perfil bajo aún en el otro ramo al que se dedica, donde dejarse ver es clave: la gestión de lugares de rumba y café que son tendencia en Caracas.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Nombre que otorgaron Roberto Cardoso, David y José David Roa al proyecto de NFT que fundaron juntos en 2021. Fue promocionado como “el primer y único club de comedia” del país.
Empresario que se asoció con Roberto Cardoso para la creación del Comedy Monster Club. Hermano de David Roa, el otro socio. Conoció a Cardoso en septiembre de 2021 y crearon el CMC en noviembre del mismo año. Era el experto del mundo NFT. Firmaron un acuerdo de separación el 9 de noviembre de 2022.
Empresario que se asoció con Roberto Cardoso para la creación del Comedy Monster Club. Hermano de José David Roa, el otro socio. Conoció a Cardoso en septiembre de 2021 y crearon el CMC en noviembre del mismo año. Era el CEO del proyecto y encargado del área administrativa y finanzas. Firmaron un acuerdo de separación el 9 de noviembre de 2022.
Conocido como Bobby Comedia, Cardoso ha ejercido como comediante durante los últimos 17 años. Es también promotor de eventos de entretenimiento, más recientemente desde Goliiive, empresa que fundó, pero que asegura haber dejado para dedicarse al Comedy Monster Club, proyecto de NFT que creó junto con los hermanos David y José David Roa.