La leche mexicana de los Clap: muchas marcas, poca calidad y casi un solo proveedor

Un nuevo análisis físico-químico solicitado por Armando.Info a investigadores de la UCV demuestra que la leche en polvo que en la actualidad se distribuye en el programa de asistencia alimentaria del Gobierno venezolano, aunque bajo nuevas marcas, sigue teniendo un pobre desempeño nutricional que pone en riesgo la salud de sus consumidores. Mientras tanto, un misterioso proveedor consigue monopolizar las importaciones y las ventas de México a Venezuela van en aumento.

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La leche entera de vaca, que alguna vez tuvo mala prensa pero vuelve a recuperar su prestigio nutricional en todo el mundo, es un alimento que contiene grasa, calcio, proteínas, lactosa y agua en determinadas proporciones prescritas en estándares internacionales. Esta definición objetiva se diluye cuando se trata del producto que viene empacado con el descriptor de Leche en Polvo en los combos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).

El programa, concebido inicialmente como parte del sistema de economía comunal, ha terminado por ser un mecanismo de control social mediante el reparto más o menos regular de paquetes de comida. También resultó una jugosa oportunidad para importadores privados ligados al Gobierno de Nicolás Maduro, quien en 2016 lo ideó como su respuesta definitiva a la presunta Guerra Económica que, en su relato, protagonizan Estados Unidos y la burguesía venezolana contra él.

Aunque el negocio surgió antes de las sanciones impuestas por Estados Unidos, Canadá, Suiza y la Unión Europea, los intermediarios escogidos por el Gobierno se las vienen ingeniando en los últimos meses para eludir las trabas financieras y logísticas que suponen esas medidas. Lo que no parece cambiar es el modelo de maximización de las ganancias a costa de la salud de los consumidores, en su mayoría en los sectores más pobres: el producto que suministran como leche en polvo en los combos Clap es un engrudo de nulos valores nutritivos que no merece el nombre de leche.  

Eso lo comprobó un reportaje publicado en febrero de Armando.Info basado en el estudio físico-químico que el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) realizó, a pedido del website, a ocho marcas de leche en polvo repartidas en el último semestre del año pasado a través del plan estatal.

Ahora, ocho meses más tarde, Armando.Info encargó otro análisis físico-químico al mismo centro de investigaciones. Esta vez, se tomaron muestras de seis presentaciones, todas de origen mexicano, y que fueron las más comunes en los combos Clap que el Gobierno distribuyó en lo que va de año entre sus beneficiarios: Lacto Más, Chimax, Santa Paula, Vitalac, Vilec y Vaca Milk.

Ninguna de ellas fue analizada en el estudio anterior, pero los resultados ratifican las tendencias encontradas esa vez. La leche en polvo mexicana de los Clap es una sustancia de composición variable que está muy lejos todavía de cumplir con los valores recomendados por el Instituto Nacional de Nutrición (INN) en la Tabla de Composición de Alimentos y en la norma venezolana Covenin 1481 sobre leche en polvo.

Fraude y desnutrición

Frente a lo que arrojó el análisis de las muestras de 2017, en este segundo semestre de 2018 apenas se registra una cierta mejoría en los niveles de proteínas. La mejora, que es leve en sí misma y no alcanza los estándares exigidos, luce todavía más pobre si se considera que ha debido responder a una exigencia del cliente, el Estado venezolano.

Apenas dos días después de que Armando.Info publicara, en febrero de 2018, los resultados del primer análisis efectuado por los investigadores de la UCV, a los proveedores mexicanos llegó una circular de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), encargada de centralizar las importaciones públicas en Venezuela, exigiéndoles la presentación “ante la empresa verificadora y Corpovex, con carácter obligatorio, del Registro Sanitario y el Certificado de Libre Consumo en el País de Origen, de todos los rubros alimenticios embarcados que corresponden a los productos” para los Clap, “sea en la modalidad de combos o carga suelta”.

De acuerdo a los nuevos resultados arrojados por el análisis físico-químico de la UCV, cuatro de las marcas medidas contienen partes de proteínas próximas al valor de 29 gramos por cada 100 gramos de producto contemplado en la norma. De hecho, en sus empaques las marcas Chimax, Vilec, Vitalac y Santa Paula aseguran contener los 29 gramos, algo que no es del todo cierto: sus aportes de proteínas oscilan entre los 25,32 y 27,8 gramos. Lacto Más, en cambio, se queda escandalosamente corta: 3,47 gramos de proteína por cada 100 gramos, ni siquiera una quinta parte de lo fijado en la normativa nutricional venezolana.

En los demás componentes el desempeño real de las distintas marcas sigue siendo magro y, lo peor, encubierto por el engaño.

Por ejemplo, en la medición de calcio: las leyendas de los empaques Lacto Más, Chimax, Santa Paula y Vitalac, indican tener 900 miligramos del mineral por cada 100 gramos del producto. Pero la prueba físico-química pone los puntos sobre las íes: en realidad oscilan entre 179,63 miligramos -Lacto Más- y 527 miligramos -Santa Paula-, valores muy por debajo de los 949 miligramos de calcio exigidos para la leche en polvo completa en la norma nutricional venezolana. Vilec, identificada como semidescremada, posee 528 miligramos de calcio por cada 100 gramos, menos de la mitad de los 1.290 miligramos que fija la normativa para la leche en polvo descremada.  

El desfase supone que un niño de entre dos y cuatro años de edad debería tomar más vasos del producto para cubrir su requerimiento mínimo diario de calcio solo con leche. Con Vilec y Santa Paula tendría que ingerir 3,2 vasos, mientras que Lacto Más obliga a consumir 9,3 vasos, en lugar de los 1,8 vasos que bastarían si se tratara de una leche completa estándar. Para un adulto se necesitarían 6,3 vasos de la leche Santa Paula y hasta 18,6 vasos de Lacto Más para saciar su demanda diaria del mineral.

Pablo Hernández, profesor de Nutrición Humana en la UCV, advierte que la carencia de este elemento puede provocar graves descalcificaciones a futuro.

A la falta de calcio detectada se le suman, de nuevo, los excesos de carbohidratos y sodio. Sólo en Lacto Más el contenido de carbohidratos supera en 215,8% lo establecido por los estándares y, de paso, el valor real casi duplica al reportado por el fabricante en la etiqueta.

Los niveles de sodio también son exorbitantes. Chimax, con 1.856 miligramos, quintuplica los 370,8 miligramos por cada 100 gramos de producto establecidos en la norma.  En la marca Santa Paula el resultado de 1.632 miligramos cuadruplica la cantidad máxima indicada por el Instituto Nacional de Nutrición. Son dosis que casi superan la recomendación de ingesta diaria de sodio de la Organización Mundial de la Salud, fijada en menos de dos gramos.

Las quejas de los consumidores contra algunas de estas marcas circulan en las redes sociales con regularidad. “La leche Lacto Más que trae el Clap es pésima. Estuve dos días con fuerte ardor en el estómago por consumirla. Lamento que desde México nos estén enviando esa pésima leche. Los corruptos de allá y de acá se las verán con Dios por envenenar a los niños de Venezuela con esa leche”, tuiteó el 2 de julio el usuario @joseprool.

Maritza Landaeta, coordinadora de investigación de la Fundación Bengoa y médico especialista en Planificación Alimentaria y Nutricional, advierte de los riesgos del exceso de carbohidratos entre los consumidores tradicionales de la leche en polvo en los hogares venezolanos. “Esto hace que el niño presente flatulencias, se le distienda el estómago, sufra de dolores e incluso llegue a presentar vómitos y diarrea. Igual pasa con los adultos mayores”.

Subraya, además, que en un contexto de malnutrición como reflejan los más recientes boletines de Cáritas Venezuela y de mayor dependencia de la caja Clap en los hogares, estos productos agravan el cuadro de salud de los venezolanos.

“Los niños que llegan con desnutrición grave tipo kwashiorkor o edematosa (se hinchan por carencia de proteínas), o tipo marasmática (piel pegada a los huesos por falta de calorías), tienen entre sus antecedentes la ingestión de estos productos, que lo que hacen es contribuir a agravar la situación porque de alguna manera funcionan como si el niño adquiriera una infección: le producen diarrea, vómitos, dolor de estómago, el niño rechaza el alimento y comienza ese círculo vicioso de infección y desnutrición”.

En mayo pasado el presidente de la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional, Freddy Superlano, introdujo ante la Procuraduría General de México una denuncia por la mala calidad de la leche en polvo que ese país exporta para los Clap, pero de poco ha servido.

Quíntuple y único

De las marcas sometidas a análisis, solo una evita denominarse como leche y prefiere identificarse en su envase como producto lácteo. Se trata de Vaca Milk, empacada por la empresa mexicana B-Eminent Inc. El eufemismo ofrece al menos la oportunidad para que el consumidor sepa que no es leche y mayor libertad para el comerciante: la normativa venezolana no prevé parámetros específicos que se puedan incumplir para este tipo de producto. Ello no quiere decir que sea sana: el estudio de la UCV comprobó que su contenido de carbohidratos es casi el doble del que se exige para la leche completa y su nivel de calcio es el más bajo de las seis muestras.

Fue un paquete de Vaca Milk el que mostró el ministro de Alimentación, Luis Alberto Medina, durante una transmisión de TV en junio pasado mientras inspeccionaba un centro de distribución de los Clap. “Estamos en otro centro de empaquetado de alimentos para los Clap, verificando la calidad del producto”, explicó entonces.

Vaca Milk es, además, la única que no aparece como producida por el mismo proveedor de las otras cinco, algo sorprendente si se considera la variedad de fórmulas y proporciones de contenidos que se verifican en ellas.

“Uno esperaría que el fabricante tuviera una fórmula estandarizada de su producto; si son distintas debes cambiar el etiquetado (…) Definitivamente no producen un producto de calidad ni cumplen las normativas venezolanas. Y definitivamente no es leche”, sostiene el nutricionista Pablo Hernández.

“Tal vez no estemos en presencia de una fábrica de leche en polvo sino de una simple llenadora o envasadora, que solo compra leche en polvo de segunda, ni siquiera están deshidratando leche”, afirma por su parte Rodrigo Agudo, director del Instituto Venezolano de la Leche y la Carne (Invelecar).

Esa empresa de la que ambos expertos hacen un retrato hablado se llama Grupo Brandon. Con sus variantes de calidad, nombre y contenido -eso sí, todas uniformemente mediocres-, las marcas Lacto Más, Chimax, Santa Paula, Vitalac, Vilec son del Grupo Brandon.

En las cajas Clap comercializadas este año, el Grupo Brandon resulta omnipresente. En círculos empresariales de México -un país sin mayor tradición de exportación de lácteos, a diferencia de Estados Unidos, Holanda, Argentina o Nueva Zelanda- es prácticamente desconocida. Por las evidencias de que se dispone, su lema debería ser: “Muchas marcas y nada de calidad”.

Grupo Brandon se convirtió en 2018 en el principal proveedor del producto para el programa de los Clap. En sus empaques, que invariablemente advierten que la leche está destinada “únicamente para ser distribuida en la República Bolivariana de Venezuela”, se ven dos direcciones que, como otra inscrita en algunos manifiestos de carga, conducen al estado de Nuevo León, en el norte de México. En todos los casos se trata de oficinas que nada tienen que ver con la producción de leche.

Eso no impide a la empresa asegurar en su website: “Somos una empresa 100% mexicana con quince años de experiencia en el mercado comercializando productos alimenticios, principalmente productos lácteos”. El sitio en Internet fue creado el año pasado, poco después de cambiar de propietarios y justo antes de que comenzaran a verse sus artículos en los combos gubernamentales.

No hay referencias a las marcas que comercializa, pero la compañía sostiene que su misión es ofrecer “productos de la más alta calidad con el mejor precio posible”.

Los documentos de registro muestran que Grupo Brandon se constituyó en noviembre de 2004 y durante trece años perteneció a la familia Marcos Corella. El 5 de abril de 2017 pasó a manos de Javier Eduardo Rodríguez de La Fuente, de apenas 21 años de edad, y a Mario Alberto Valdez Díaz, un adolescente de 19 años. Poco después empezaron las exportaciones de leche a Venezuela. En diciembre pasado, Raymundo Almaguer Macías quedó designado como apoderado de la sociedad y ya el negocio con los Clap marchaba a toda velocidad.

Christian Marcos Corella, de la familia que originalmente controlaba la empresa, no contestó la solicitud de entrevista para este reportaje.

En la Subsecretaría de Regulación y Fomento Sanitario, dependencia encargada de otorgar los certificados de libre venta para la exportación de leche en el estado de Nuevo León, desconocen sobre las operaciones de Grupo Brandon y no encuentran respuestas para explicar el volumen creciente de sus exportaciones a Venezuela.

La bonanza, de la que participa Grupo Brandon, se expresa en números. Según cifras de la Secretaría de Economía de México, solo en marzo de 2018, dos meses antes de la cuestionada reelección de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, México exportó al país suramericano 56 millones de kilogramos de leche en polvo, prácticamente el mismo volumen que se había despachado durante todo 2017.

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) tampoco parece conocer a Grupo Brandon. Un estudio de ese organismo publicado en abril pasado sobre la calidad de 23 marcas de leches y productos lácteos comercializados en México, no incluye ninguna de las enviadas a Venezuela o alguna fabricada para ese mercado por la compañía que ha terminado monopolizando los despachos de leche en polvo para los CLAP.

Los conocidos de siempre

Quienes sí tienen relación con Grupo Brandon son los empresarios colombianos Alex Saab y Álvaro Pulido. Algunas de las compañías que controlan en la sombra y con la que manejan buena parte de las importaciones de alimentos para los Clap son, precisamente, las que han comprado miles de kilos de leche en polvo a la fantasmal empresa mexicana para luego revenderla al Gobierno venezolano.   

La marca Santa Paula fue importada por Salva Foods 2015, la compañía venezolana propietaria de la franquicia de las “Tiendas CLAP” que se levanta en los locales de la extinta red estatal Abastos Bicentenario. Detrás está el empresario colombiano Carlos Rolando Lizcano Manrique, relacionado a Alex Saab y Álvaro Pulido a través de Group Grand Limited, la sociedad registrada en Hong Kong y que en 2017 logró al menos dos millonarios contratos con el Gobierno de Maduro para proveer los alimentos para los Clap.

Tanto los paquetes de Santa Paula como los registros de Importgenius, una base de datos especializada en comercio internacional, revelan las compras de Salva Foods 2015 a Grupo Brandon. Se trata de una operación incomprensible para empresarios de la industria venezolana de alimentos, ya que la propietaria de las Tiendas CLAP no figura en ningún listado de adquisición de divisas para poder importar mercancía.

Ni Carlos Lizcano, ni la gerente general de Salva Foods 2015, Betsy Desirée Mata Pereda, contestaron las solicitudes de entrevista para este reportaje. Tampoco el coordinador nacional de los Clap, Freddy Bernal, ni en el despacho del Ministerio de Alimentación, ofrecieron alguna versión.

Asasi Food FZC, registrada en Emiratos Árabes Unidos y relacionada a la trama empresarial del binomio de Alex Saab y Álvaro Pulido, también compró toneladas de leche en polvo a Grupo Brandon desde finales de 2017 y comienzos de 2018. Asasi Food FZC es una de las firmas usadas por los empresarios colombianos para sustituir a Group Grand Limited, señalada en agosto de 2017 por la fiscal destituida Luisa Ortega Díaz de estar relacionada directamente con Nicolás Maduro.

Autoridades financieras mexicanas han detectado flujos de cientos de millones de dólares detrás de esa trama: de Group Grand Limited a proveedores mexicanos; entre estos y Grupo Brandon, y Asasi Food FZC. Además de México, este esquema es investigado por autoridades de Estados Unidos, Colombia y Panamá.

Para esta entrega no se consiguieron documentos que prueben el precio de venta en 2018 de la leche en polvo, pero en 2017 ese producto fue uno de los que permitió mayores ganancias a los intermediarios. Group Grand Limited, por ejemplo, cobró en enero del año pasado al Gobierno venezolano 4,75 dólares por kilogramo y en septiembre el precio ascendió a casi siete dólares por cada kilo. Otros intermediarios como M.I.R Importació I Exportació y Wellsford Trading Corp facturaron el kilogramo de leche en polvo en un precio cercano a los cinco dólares.

Las estadísticas de la Secretaría de Comercio mexicana indican que entre enero y julio de 2018 se exportaron a Venezuela casi 82 millones de kilos por un valor de 70,3 millones de dólares, lo que supone 0,85 dólares por cada kilogramo, un poco más que el 0,5 dólares por kilo reportado en 2017. Es la señal de que el negocio continúa en ascenso y que los intermediarios se siguen quedando con la mayor parte.

*Este es un trabajo investigado y publicado en
simultáneo por Armando.info y el Excélsior de México.

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