Podría decirse que Mario Enrique Bonilla Vallera es un precoz. No más salir de la adolescencia se iba de fiesta lo mismo que abría empresas de todo tipo, en países distintos, logrando meter su nombre en una veintena de compañías antes de cumplir los 30 años. ¿Un superdotado de los negocios? Mejor un muchacho en el lugar y momento precisos para hacerse amigo de los hijos de la “primera combatiente”, Cilia Flores.
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Su primer acercamiento con el mundo empresarial ocurrió en enero de 2011. Mario Enrique Bonilla Vallera tenía 20 años de edad y su vida transcurría en Caracas entre la universidad, tardes de jugar FIFA en Playstation y el embeleso de las redes sociales, sobre todo Twitter. Nada permitía predecir en este joven alguna inclinación para el mundo de los negocios. Estudiaba Comunicación Social y llevaba una vida de clase media tan normal que prácticamente no permite reseñar nada más.
Por eso quizá se sorprendió a sí mismo cuando decidió comprar la única acción que uno de sus primos tenía en la empresa Alpha Corporation 17, C.A, creada en el año 2006 por Mario Enrique Bonilla Salazar, su padre, y Jhonar Bonilla Varela, el primo. Se trataba de una compañía dedicada a la importación, exportación, compra, venta y mantenimiento de equipos de computación, electrónica, telecomunicaciones y línea blanca. O quizá no hubo sorpresa porque con su llegada, tanto la empresa como la vida del jovencísimo Bonilla dio un giro radical.
Alpha Corporation 17, con una nueva razón social, pasó de ser una empresa dedicada al ramo tecnológico a una compañía de negocios más amplia con la importación, exportación, compra y venta de alimentos perecederos y no perecederos, artículos de ferretería, equipos médicos y de laboratorio, material odontológico, transporte de carga menor y el servicio de representación de compañías nacionales e internacionales; todo esto condensado en un domicilio fiscal que terminaría siendo la residencia familiar de Bonilla en Caracas, un apartamento en la urbanización Las Mercedes.
Su padre, ingeniero de profesión, estampa siempre en su firma un símbolo de dólar ($) por su segundo apellido Salazar y se ha mantenido como trabajador activo en esta empresa aunque sin cobrar desde abril de 2018. Cabe imaginar que haya sido él quien estimuló aquella vena empresarial que empezaba a mostrar Bonilla hijo. Lo cierto es que al poco tiempo de haber ingresado en la privada Universidad Santa María (USM) ya figuraba en las juntas directivas de varias de las 25 empresas distribuidas entre Venezuela, Estados Unidos, Panamá, Belice e Islas Mauricio sin haber cumplido 30 años de edad.
Con compañeros universitarios formó una logia virtual. Uno de estos compañeros clave era el hijo menor de Cilia Flores, la actual esposa del presidente Nicolás Maduro, con Walter Gavidia Rodríguez, su primer marido. Yoswal Gavidia Flores y Mario Bonilla estudiaron juntos y se graduaron en mayo de 2013 en la promoción XVIII, mención Comunicación Audiovisual, de la USM; tuvieron su propio programa de radio en la emisora 102.3FM cuando estuvo en manos de la Asamblea Nacional de mayoría chavista -tras la expropiación del dial al circuito CNB-, y compartían el mismo círculo de amigos.
Este incluía también al segundo hijo de Flores, Yosser Gavidia Flores, y a Nicolás Maduro Guerra, Nicolasito, el hijo de su actual esposo, Nicolás Maduro, cabeza del régimen chavista desde 2013; y otro outsider sin apellidos del cogollo chavista, Raúl Eduardo Saavedra Leterni, quien a la postre se convertiría en el socio favorito de Bonilla.
Flanqueado por estas amistades de talla presidencial, Bonilla escaló posiciones confeccionando una red de empresas dedicadas a distintas tareas, y lo que parecía una labor discreta pronto llamó la atención de las autoridades estadounidenses, que a mediados de 2018 le señalaron como el testaferro de los hijos de Cilia Flores, el straw owner, como se lee en los documentos del caso.
Fue así como las investigaciones efectuadas en la Corte Penal del Distrito Sur de Florida (EEUU), como parte de la Operación Money Flight, concluyeron en identificarlo como tal y le incluyeron en una demanda que terminó con su sentencia a 20 años de prisión por “conspirar para lavar dinero”. Específicamente, por participar en el esquema que desvió 1.200 millones de dólares de la petrolera estatal Pdvsa. Todo esto con apenas 28 años de edad.
Las confesiones del banquero Matthias Krull, uno de los implicados en la Operación Money Flight que cooperó con la justicia de Estados Unidos tras ser detenido, fueron determinantes para conocer la labor de testaferro que cumplía Bonilla para ese momento y que siguió ejerciendo luego, según ha podido confirmar Armando.Info.
El documento explicativo de la denuncia penal del caso (criminal complaint), fechado en julio de 2018, explica a partir del testimonio de Krull cómo Bonilla Vallera (Conspirador 8) fungió de intermediario para recibir 200 millones de dólares en una cuenta bancaria europea, cuyos beneficiarios finales serían los hijos de la “primera combatiente” -el eufemismo revolucionario con que se bautizó el término de “primera dama”- Cilia Flores. Según el banquero, Raúl Gorrín, presidente del canal venezolano de noticias Globovisión, también tuvo un rol de intermediario para los hermanos Gavidia Flores.
Gorrín no sería acusado en las primeras de cambio del proceso judicial, pero Bonilla Vallera sí, y su nombre fue el último en ser sumado al caso donde ya se había confirmado la participación de otras siete personas en el desfalco: los venezolanos Francisco Convit Guruceaga (uno de los “bolichicos” del caso Derwick, protagonista de uno de los grandes fraudes el sector eléctrico), José Vicente Amparan Croquer, Carmelo Antonio Urdaneta Aqui, Abraham Edgardo Ortega y Gustavo Adolfo Hernández Frieri, Hugo Andre Ramalho Gois (portugués) y Marcelo Federico Gutiérrez Acosta y Lara (uruguayo). Hasta ahora Bonilla se mantiene prófugo de la justicia.
La investigación penal reveló su participación en este caso de corrupción de Pdvsa y su labor como “front man” de la familia presidencial, un rol que Bonilla no cumplió exclusivamente para el fiasco petrolero. Recientemente Armando.Info reveló la ambiciosa tarea de Bonilla al participar en la compra de siete de las 14 casas ubicadas en la calle Laguna de Tacarigua de la urbanización Cumbres de Curumo, al sureste de Caracas, conocida como “la calle de los Flores” al ser adquiridas todas por sus grandes amigos, los hijos de Cilia Flores.
La firmeza con la que fue adquiriendo las siete viviendas coinciden con su determinación de avanzar en la creación del entramado empresarial que terminaría por darle sentido a su oficio. Tras comprar en 2011 ese mínimo porcentaje de acciones de Alpha Corporation 17 y ampliar el objeto social de la empresa, en 2013 adquirió 50% de las acciones de la misma empresa familiar (compartiendo el mismo porcentaje de acciones que su padre), y 60% del capital de otra compañía adicional: Inversiones Difusión Latina Mágica, dedicada a la publicidad, mercadeo y producción audiovisual desde su constitución en octubre de 2012.
Esto ocurrió en vísperas de su graduación en la universidad siendo un muchacho de 22 años y justo en una época en la que trabajó muy cerca de Cilia Flores, cuando ésta se desempeñaba como Procuradora General de la República. Bonilla trabajó desde enero de 2013 -apenas tres meses antes de que su jefa se convirtiera en Primera Dama- hasta junio de 2014 en la Procuraduría, según confirma su ficha del Seguro Social venezolano.
Ese 60% que adquirió pertenecían a Mariana Staudinger, esposa de Yosser Gavidia Flores, hermano de su amigo Yoswal y otra amiga del entorno. Desde entonces Bonilla se dedicó a comprar acciones de empresas y a crear nuevas, hasta acumular once en Venezuela en las que su nombre figura como dueño, accionista principal o socio; y catorce sociedades más en el exterior: diez en Estados Unidos, dos en Belice, una en Panamá y otra en las lejanas Islas Mauricio, en el océano Índico. Un total de 25 empresas según pudo confirmar Armando.Info en esta investigación.
Primero comenzó adquiriendo acciones de sociedades ya existentes; continuó con las gestiones para crear las compañías en el exterior -ahí ya con la compañía de su socio Saavedra Leterni-, y luego hizo lo propio en Venezuela despuntando en 2018 con cinco sociedades registradas en seguidilla, y que coincidirían en un patrón irrisorio: el capital de respaldo, casi siempre, reposaría sobre una o dos computadoras portátiles Lenovo (i3, de 500gb y 4gb de RAM), o en un refrigerador de 350 litros o tipo charcutero si se trataba de una empresa de alimentos como Brown Box Associated. Esta simplificación de trámites vendría después de la experiencia con Constructora M y R (creada en 2014), con la que tocó hacer un esfuerzo mayor por incluir en la declaración del capital cuatro bienes: una impresora HP, un escritorio ejecutivo y dos MacBook Pro.
Aunque no se pudo confirmar que las compañías venezolanas contrataran con el Estado, diez de las once registradas en el país fueron inscritas en el Registro Nacional de Contratistas (RNC) lo que sugiere la intención de trabajar para un sistema que conocían muy bien, tras la amistad de ambos socios, Bonilla y Saavedra, con la familia presidencial. Cinco se encontraban habilitadas al menos hasta 2019 y el resto a la espera de ser actualizadas en algún momento.
Los vínculos que pueden hallarse en varias de las empresas, tanto en Venezuela como en el exterior, demuestran que Bonilla no es un joven emprendedor como cualquiera y que fue la amistad con los Flores lo que marcó su expansión.
Scruton Investment es la empresa registrada en Panamá donde Bonilla comparte un cargo en la junta directiva. Podía pasar como una sociedad más de su portafolio, si no fuese porque en la directiva está Erika Albornoz Gavidia, sobrina política de Cilia Flores. Erika Albornoz también figura en los papeles mercantiles de Esaica, empresa dedicada a la comercialización de cacao con particulares privilegios, como reveló una investigación de Armando.info en 2019. En esta ocupa un cargo como directora administrativa, mientras que Bonilla es accionista al igual que Mariana Staudinger, la pareja de Yosser Gavidia Flores, el segundo hijo de Flores. Otra cara familiar.
En el paraíso fiscal de Islas Mauricio, el nombre de Mario Enrique Bonilla Vallera quedó registrado en las actas de una compañía llamada Worldwide Wealth Management PCC (constituida en 2014), al igual que el nombre de Jenifer Karina Fuentes Gómez y el de Fernando Valero Gutiérrez.
Bonilla aportó 200.000 euros de capital mientras que Fuentes contribuyó con 3.000, según los documentos obtenidos por Armando.Info a través de Investigative Dashboard. Jenifer Fuentes Gómez es la pareja de Walter Jacob Gavidia Flores, el hijo mayor de Flores.
En el caso de Valero Gutiérrez, su contribución a la empresa fue mucho mayor, aunque su presencia en esta sociedad fue corta. Perdió la vida en un accidente de paracaídas en agosto de 2018, en Higuerote, costa del estado Miranda. En la tragedia también murió otro deportista. Para ese momento Valero Gutiérrez era dueño de una cadena de joyerías y varias de sus propiedades en Estados Unidos estaban bajo investigación por su relación con Raúl Gorrín y su participación en la Operación Money Flight, como lo detalla una investigación de Univisión.
Los nombres de Mario Bonilla y Raúl Gorrín no solo quedaron vinculados en esta investigación federal por las transacciones bancarias que involucran a los hijos de Flores, sino también por otras asociaciones descubiertas a la luz del caso. Cosme De La Torrente, agente registrador de varias empresas e inmuebles de Gorrín y de Gustavo Perdomo, su socio y cuñado, también registró tres de las diez empresas que Bonilla tiene en el estado de Florida: Comtech Solutions and Investments, INC, Carlo Investments Associates, INC y Cheddleton Investments Corp.
En
esa lista de 25 empresas vinculadas a Mario Bonilla se repite con frecuencia el
nombre de Raúl Eduardo Saavedra Leterni como socio.
Saavedra Leterni lo acompaña no solamente en Constructora M y R, C.A, figura jurídica que posee la propiedad de siete casas de “la calle de los Flores” y que crearon juntos cuando tenían 24 años, sino también en doce más. Ha sido el socio de Bonilla en casi todas sus empresas en Venezuela y en varias en EEUU, así como apoderado judicial en otras.
Se trata de una relación de negocios que pasa por una estrecha amistad y de la que han dejado algunas huellas en las redes sociales. Ambos han compartido juntos en los cumpleaños de los hijastros de Nicolás Maduro y con su propio hijo, Nicolás Maduro Guerra, todos contemporáneos al haber nacido en 1990.
Cuatro años después de fundar Constructora M y R, Bonilla y Saavedra registraron cinco empresas más entre marzo y octubre de 2018, en Caracas. De nuevo impusieron la diversidad de objetivos en sus razones sociales: son compañías dedicadas a la importación y comercialización de alimentos y bebidas, a los desarrollos inmobiliarios, a ofrecer servicios administrativos y de recursos humanos, a ejecutar proyectos de ingeniería y construcción, y a la hotelería y turismo. En dos de ellas comparten propiedad con otros dos jóvenes: Gabriel Alejandro Lorenzo Bilbao (1991) y Pedro Vicente Goodman Brito (1989), quienes a su vez tienen otras empresas donde participa Saavedra sin Bonilla.
Las sociedades que comparten tienen en común a los socios, las direcciones y oficinas. Las supuestamente ubicadas en el piso 6 de la torre Kepler del Centro San Ignacio, en la urbanización La Castellana del noreste de Caracas, según la información que aportaron en el Registro Nacional de Contratistas, no quedan allí. Tampoco las que declaran estar en el edificio Matu, en la calle Londres de Las Mercedes; los vigilantes aclaran que el edificio fue remodelado y no ha sido ocupado, aunque algunos trabajadores de mantenimiento y vigilancia visten uniforme con el nombre de una de las empresas: Grupo Empresarial BBG. Intuyen que se mudaron.
Otra de las empresas registradas recientemente fue Inversiones Difusión Latina Radio 2017 (IDL Radio 2017), emisora que se mantiene activa en el dial de Frecuencia Modulada 97.7, la antigua emisora cultural de Caracas. Allí Bonilla mantiene 50% de las acciones mientras que Yoswal Gavidia Flores figura como director. El resto del capital lo completa Saavedra Leterni, abogado de profesión y quien se ha ocupado en no dejar tantos rastros como sus amigos.
Raúl Eduardo Saavedra Leterni se llama igual que su padre, Raúl Eduardo Saavedra Campos, quien también estudió Derecho y posee varias propiedades. Saavedra Campos es el abogado que firma el acta constitutiva de Constructora M y R.
Ambos, padre e hijo, tienen una empresa juntos destinada a la comercialización de alimentos y bebidas, así como a la inversión en cualquier tipo de negocios, llamada Box & Go Traders y registrada en marzo de 2018. El objeto social de esta compañía es prácticamente igual al de Brown Box Associated, creada también en marzo de ese año pero por Saavedra Leterni y Mario Bonilla, destinada a la comercialización de alimentos y bebidas, construcción de empresas y fundaciones. Box & Go Traders nació con un capital respaldado por un freezer charcutero de cuatro puertas, y ambas declararon en los formularios del Registro Nacional de Contratistas tener capacidad para distribuir arroz, agua y bebidas alcohólicas.
Como dato curioso, o tal vez revelador para las conexiones tejidas en esta historia, el nombre de Raúl Saavedra Leterni también aparece relacionado a una de las fantasmales intermediarias escogidas por el gobierno de Maduro para las importaciones de alimentos para los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Al menos en el registro de Florida su nombre aparece junto al de Kwok Cheung en la firma Million Rise Industries, LLC, sociedad espejo de otra registrada en Hong Kong para el negocio de los CLAP, llamada Million Rise Industries Limited, donde también aparece Cheung. Esta compañía actuó como intermediaria para traer a Venezuela azúcar y mayonesa de Brasil, y arroz blanco de Uruguay, tras firmar contrato con Corpovex.
Esa primera empresa constituida en 2006 por el papá de Mario Bonilla en Caracas, a la que se sumó el joven recién salido de la adolescencia, no fue el único negocio familiar en el que participó. Pero la incorporación del joven sí que parece haber funcionado como un incentivo para toda la familia. En Florida, en mayo de 2014, fue registrada Alpha 1718 Corporation, una sociedad donde Mario Bonilla Salazar -padre- actuaba como presidente, Hilda del Carmen Vallera Flores -madre y esposa- era la vicepresidenta y Mario Bonilla Vallera -hijo de ambos- como vicepresidente-secretario, y cuyo nombre era similar a la registrada en la capital venezolana.
En ella se hizo una jugada de disolución y reactivación entre noviembre de 2015 y enero de 2016 para sacar a Bonilla hijo de la directiva. Tal vez fue para proteger a sus padres, un ingeniero del estado Bolívar que se fue a la capital del país, y una extrabajadora del Consejo Nacional Electoral (entre 2010 y 2016) de la que muy poco se sabe y recuerda dentro de la institución. Pero el joven veinteañero no cesó en su constancia por constituir y comprar empresas.
En julio de 2018, en un acto que no llegó al expediente de la empresa sino hasta finales de 2019, Bonilla y Saavedra Leterni venden Constructora M y R, la sociedad que habían creado juntos cuatro años atrás, y que capitalizó la mayor cantidad de casas en la calle ciega que pasó a ser propiedad de los hijos de Cilia Flores, en Cumbres de Curumo, sus amigos desde al menos 2011. Sin embargo, el comprador fue el mismo Bonilla, a través de la empresa KPMG Servicios Inmobiliarios -ubicada en el estado costero de Anzoátegui-. Esta dejó a ser una más de sus empresas al cambiar su rol, pasando de ser un simple apoderado a accionista único, después de haber sido usada para comprar, también, una de las 14 casas de la calle de los Flores. Específicamente la primera, donde reside actualmente el padre de sus amigos y ex de Cilia Flores.
Con Mario Bonilla y Raúl Saavedra Leterni no fue posible hablar hasta el cierre de este reportaje. En la residencia de Bonilla alcanzaron a decir que no estaba. Aunque han seguido haciendo movimientos en algunas de sus empresas, se han asegurado de dejar muy pocos rastros en el mundo digital, sobre todo Saavedra Leterni. Bonilla mantiene su cuenta de Twitter inactiva y cerrada, sin ningún detalle de su pasado, a diferencia de su amigo Yoswal. Solo una frase se deja ver en la biografía de la cuenta de Bonilla en Twitter, donde suele darse alguna descripción del personaje y que en este caso parece calzar muy bien con la función que practica: “Cualquier cosa!”
*Anibal Pedrique colaboró con este reportaje.
Eduardo Rivas salió de la nada para consagrarse como el zar de la explotación del oro, el último maná que permite obtener divisas para las arcas del Gobierno después del colapso de la industria petrolera. Se expuso a la luz pública por primera vez en 2018, al frente de un complejo de procesamiento del metal precioso, pero desde entonces hace sentir su poder al sur del Orinoco mediante campañas de prensa regional y el amedrentamiento con su guardia pretoriana constituida por agentes de la contrainteligencia militar. Más que por credenciales técnicas o antecedentes -casi nulos- en la actividad minera, debe su figuración a la cercanía que tiene con los Nicolás Maduro, padre e hijo.
La solución habitacional para los hermanos Gavidia Flores, su padre, parejas y socios de negocios, supuso llevar a cabo una ambición extravagante: comprar una a una las catorce casas de un callejón de la urbanización Cumbres de Curumo de Caracas, una meta que completaron en cuatro años. Al mudarse en manada de El Paraíso, en el centro de la capital, al este burgués del valle, simbolizaron su asombroso ascenso social en medio de la debacle económica del país. La nueva ubicación les ofrece aislamiento y la posibilidad de vivir junto a Fuerte Tiuna, el hogar de su madre, la primera dama, y su padrastro, Nicolás Maduro. Para lograrlo diseñaron una estrategia de compra paulatina mediante terceros allegados, a través de empresas de maletín, y con pagos nominales en bolívares con cheques personales.
El cacao venezolano representa menos del uno por ciento del cacao que se comercia a nivel mundial, pero sus granos y el chocolate que se obtiene a partir de él se exhiben en ferias internacionales a través de empresas nuevas en el negocio y estrechamente vinculadas con la familia presidencial. A través de guiños al sistema cambiario, el extraordinario producto venezolano genera grandes cantidades de divisas que quedan fuera de Venezuela, paradójicamente, gracias a un monopolio del Estado que mantiene férreo control sobre la cadena de comercialización y exportación. Todo ocurre en medio de una escalada de violencia y criminalidad que mantiene secuestrado a las zonas productoras, principalmente Miranda y Sucre, obligándolos a abandonar los campos o morir en el terreno.
En noviembre de 2015, Efraín Campos Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la esposa del presidente Nicolás Maduro, Cilia Flores, fueron arrestados en Haití mientras negociaban el envío de un cargamento de 800 kilos de cocaína a los Estados Unidos. Durante las audiencias del pasado 8 y 9 de septiembre quedaron en evidencia las noches de farra que vivieron junto a dos informantes de la DEA. Nos fuimos al prostíbulo que visitaron y lo contamos desde nuestro lente
En el menú de Squire Patton Boggs, la poderosa firma que agrupa un bufete de abogados y buró de relaciones públicas, la revolución bolivariana de Venezuela ha encontrado diversas opciones a su gusto: desde cabildear contra leyes que le son adversas, hasta demandar a un portal de Internet. Ahora la empresa –que en su momento ha servido indistintamente a un sanguinario dictador guatemalteco o a la autoridad palestina- se encarga de asistir a Efraín Campos, sobrino de la ‘Primera Combatiente’ venezolana, acusado de narcotráfico en un tribunal de Nueva York.
Carlos Erik Malpica Flores es uno de los civiles más poderosos de Venezuela por la cantidad de recursos y funciones que ocupa. Es el actual tesorero de la República y administrador de las finanzas de Pdvsa. Ha tenido una astronómica carrera como funcionario público desde que, de la mano de sus tíos, Cilia Flores y Nicolás Maduro, ingresara al gobierno. Durante 10 años ha sabido ocultar su rostro y cuidar con celo los detalles de su gestión. Su nombre comenzó a resonar hace poco, luego de que dos jóvenes parientes de la Primera Dama fueran detenidos por presunto narcotráfico en Nueva York. Hoy su identidad queda al descubierto, al mismo tiempo que una serie de negocios en Panamá asociados a sus familiares.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.
Sobre el sistema electoral venezolano, “el mejor del mundo”, ahora en la mira tras los cuestionados cómputos oficiales de los comicios del 28 de julio, al final hay un solo ojo: el de la compañía argentina Ex-Cle. Y sobre Ex-Cle, con domicilio desierto en Buenos Aires y un búnker en Caracas, solo mandan los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez y el rector del CNE, Carlos Quintero, junto al empresario Guillermo San Agustín. Un embudo por el que pasan negocios, influencias políticas y ‘big data’, en perjuicio de la democracia.
Desde que se conocieron los dudosos resultados del CNE que daban el triunfo a Nicolás Maduro en las recientes elecciones presidenciales, estalló una ola de protestas que ahora los cuerpos de seguridad del régimen intentan sofocar no solo con la represión, sino con un nuevo elemento disuasivo: videos de escarmiento en redes sociales. A fin de analizarlas, Armando.info recopiló una veintena de estas piezas, editadas con elementos de filmes de terror y de incitación al odio y hostigamiento contra la disidencia.
En las horas cruciales de los comicios presidenciales del pasado domingo, Aime Nogal dejó de atender las llamadas de los dirigentes opositores, a pesar de que había llegado al directorio del CNE como ficha del partido Un Nuevo Tiempo. Además, con su firma y presencia convalidó el anuncio de los dudosos resultados oficiales de las votaciones. Así culminó un cambio de actitud que asomaba desde hace tiempo, en línea con la trayectoria de la abogada, sinuosa en lo político pero siempre en ascenso.