Los hermanos Majed y Khaled Khalil están listos para lo que se le ofrezca al régimen de Nicolás Maduro. En 2020 se prestaron a servir la coartada para un cargamento destinado a las obras de remodelación del Hotel Alba Caracas que, al hacer trasbordo en Nueva York en ruta al puerto de La Guaira, corría el riesgo de quedar retenido por los efectos de las sanciones estadounidenses. Los contenedores eran parte de un opaco contrato para rehabilitar el emblemático hotel capitalino y ponerlo en manos de empresarios turcos cercanos al presidente Recep Tayyip Erdogan. Para los Khalil el favor no representó más que un pequeño gesto en medio de su esfuerzo por construir un emporio del sector turístico.
Getting your Trinity Audio player ready...
|
De un lado del océano Atlántico, al sur del mar Caribe, la estatal Venezolana de Turismo (Venetur) planeaba rehabilitar uno de los hoteles más emblemáticos del país, el Alba Caracas -antiguo Caracas Hilton-, llevado a la ruina tras su estatización por Hugo Chávez.
Del otro, entre los mares Egeo y Negro, la empresa turca ABN Construction se dispuso a llevar a cabo las obras de la remodelación, para las que requería de una serie de materiales que traería por barco.
El problema: los contenedores con esas provisiones, que partirían en febrero de 2020 desde Turquía, debían pasar por el puerto de Newark en Nueva Jersey, vecino a la ciudad de Nueva York, en medio del rigor de las sanciones del gobierno de Donald Trump en contra del régimen chavista.
Para franquear con éxito el riesgo de que el cargamento quedase incautado o impedido de continuar hasta Venezuela, había que diseñar un camuflaje. El ardid que se decidió contó entonces con la participación de dos viejos contratistas de la autodenominada Revolución Bolivariana: los hermanos Majed y Khaled Khalil Majzoub.
Los hermanos, venezolanos de origen libanés, levantan desde hace tiempo un emporio turístico dentro y fuera de Venezuela. Como parte de ese empeño, tejen con paciencia y filigrana una importante red de contactos comerciales en Turquía, país gobernado con mano de hierro por el caudillo islámico moderado Recep Tayyip Erdogan, aliado de Nicolás Maduro.
Así fue como, el martes 10 de mayo de 2020, el carguero Perito Moreno, con bandera de conveniencia de Liberia pero perteneciente a la naviera argentina Maruba S.C.A., atracó en el puerto de La Guaira, que sirve a la ciudad de Caracas. A bordo venían los diez contenedores procedentes de Turquía que solo un mes antes habían llegado a Newark. Como despachador figuraba la turca ABN Construction, especializada en la remodelación de hoteles de lujo y con proyectos en lugares como Emiratos Árabes Unidos, Rusia, Ucrania, Kazajistán, Azerbaiyán y Qatar. Pero el consignatario no era un organismo del Estado venezolano, sino una firma privada, Inversiones Perla Bella, C.A.
La estratagema funcionó. Así lo celebraba el entonces ministro de Turismo, Félix Plasencia -hoy Canciller-, en un punto de cuenta que dirigió a la vicepresidenta Delcy Rodríguez el 4 de mayo de 2020, al que Armando.info tuvo acceso: “Como estrategia para enfrentar el bloqueo criminal en contra de nuestro país, el aliado privado activó la importación de algunos bienes necesarios para la remodelación y rehabilitación de los hoteles propiedad de Venetur, contenidos en 44 contenedores, de los cuales, 24 contenedores ya se encuentran en el Puerto de La Guaira, de estos últimos, la operadora renunció a la carga a favor de Venetur, convirtiéndose este en el consignatario”.
Plasencia escribió este preámbulo en el texto, en el que también planteaba una solicitud: que los contenedores quedaran exonerados de las tasas correspondientes a los servicios de almacenaje y manejo de carga en el puerto. Añadió que la respuesta de la estatal Bolivariana de Puertos (Bolipuertos), encargada de estas tareas, había sido que el derecho de almacenaje “solo puede ser exonerado por el presidente de la República”.
El documento, de tres páginas, culmina con una marca de “aprobado” y la firma de Delcy Rodríguez, que no solo dio su visto bueno a estas prerrogativas, sino también a la exoneración de los aranceles aduanales y de las tasas e impuestos de nacionalización
El nombre de la empresa que figuró como el consignatario de la carga -y que había “renunciado” a ella “a favor de Venetur”- es Inversiones Perla Bella, C.A. Registrada en diciembre de 2010 en Margarita, isla del Caribe venezolano, esa persona jurídica figura como propietaria y administradora de uno de los hoteles más lujosos del destino turístico, el Ikin Margarita Hotel & Spa.
En 2013, el Ikin sirvió de locación para una extravagante historia de intrigas internacionales que, en su momento, Armando.info publicó. Entonces en el hotel se alojaron Nikos Pappas, exministro de Estado en Grecia en el gabinete de Alexis Tsipras -premier del gobierno del movimiento de izquierda radical Syriza, cercano al chavismo-, y el abogado chipriota especializado en estructuras mercantiles offshore, Artemis Artemiou. Ambos llegaron a la isla a bordo, precisamente, de un avión propiedad de Majed Khalil.
En efecto, como lo registran distintas sentencias de tribunales nacionales, la empresa y el hotel son propiedad de los hermanos Khalil, que están entre los contratistas más longevos del chavismo, en áreas tan distintas como la informática, la construcción, la venta de alimentos y el sector energético.
Tras la llegada del Perito Moreno a La Guaira, los contenedores importados por Inversiones Perla Bella desde Turquía sumaron 34. De acuerdo con la base de datos de importaciones y exportaciones Import Genius, la carga consistía en insumos de construcción como marcos de aluminio, tubos de acero, mármol, placas de yeso y artículos de decoración; mesas de estilo turco y otros muebles de lujo para la restauración y remodelación del Hotel Alba Caracas.
Los envíos formaron parte de una de las opacas “alianzas estratégicas” que usa el régimen de Maduro para intentar reflotar determinadas áreas de la economía, diezmadas tras las estatizaciones que Chávez impulsó y años de pobre administración.
Ni Venetur, ni el Ministerio de Turismo, han especificado el monto del contrato, que está enmarcado en la llamada Ley Antibloqueo, una normativa aprobada en octubre de 2020 por la cuestionada y ahora extinta Asamblea Nacional Constituyente –creada en 2017 para usurpar las competencias del Poder Legislativo, entonces en manos de la oposición– y que otorga facultades al Ejecutivo para asignar y blindar de manera discrecional la confidencialidad de las contrataciones públicas.
El Hotel Alba Caracas encaja perfectamente en este cuadro. Antiguo Caracas Hilton, está ubicado en una céntrica de la capital venezolana, El Conde, en un enclave otrora privilegiado por su conectividad con el centro museístico de la ciudad, el teatro Teresa Carreño y el metro. Con su segunda torre, es también uno de los hoteles más altos de Caracas. Fue ícono de la vida social y artística de Caracas por casi 40 años, tanto como ejemplo de los activos y operaciones administradas por trasnacionales que, luego de ser estatizadas por el chavismo, experimentaron un acelerado deterioro.
Desde 2013, el gobierno de Nicolás Maduro anunció planes para su remodelación y en 2014 prometió invertir hasta 80 millones de dólares en las obras. Esos amagos de refacción no impidieron que los reportes del declive del hotel continuaran. Además, las fallas en las contrataciones fueron registradas en un informe de gestión de la Contraloría General de la República de 2016. El estudio analizó los procedimientos de consultas de precios de las obras entre 2013 y 2015, sobre un monto total de 9.537.959,64 bolívares (poco más de 1,5 millones de dólares a la tasa de cambio oficial en la época).
De acuerdo al informe, de los 40 expedientes analizados, seis no contaban con soportes documentales que respaldaran la contratación; 16 no contenían las especificaciones técnicas; en 14 no constaban las tres cotizaciones que exige la Ley; en 34 no se evidenció el presupuesto base que debe hacer el contratante (Venetur); en 12 no se constató información que certificara la disponibilidad presupuestaria, y en 20 no estaban las actas o informes de control perceptivo (comprobación in situ de las obras), lo que viola la Ley de Contrataciones Públicas.
También se observaron otras irregularidades como el retiro de 10,25 toneladas de cobre de la estructura sin indicarse si este fue donado o vendido a la empresa contratista y un “desembolso en exceso” de 1.817.523,27 bolívares, 19% del monto total analizado.
Por la reciente Ley Antibloqueo, ideada -a pesar de su beligerante nombre- para en realidad dar garantías de opacidad a quienes deseen invertir en Venezuela sin exponerse a las sanciones internacionales y, en definitiva, para amparar la ola reprivatizadora de activos del Estado entre allegados al régimen, hoy a la Contraloría podría resultarle imposible acceder a esos datos. La norma establece que los contratos bajo esta modalidad son archivados en un registro paralelo que no es público y al que sólo el Procurador de la República, un funcionario designado por Maduro, puede dar acceso.
Sin embargo, la comunicación de Plasencia de mayo de 2020 arroja algunas luces sobre el estatus del proyecto para esa fecha. Explica que las importaciones son parte de una “alianza comercial” entre Venetur e Inversiones Perla Bella, firmada el 27 de diciembre de 2018, y que tiene como objetivo la “gestión, operación, administración, explotación, remodelación, rehabilitación, acondicionamiento, reparación y equipamiento de los hoteles Venetur Alba Caracas y Venetur Anauco Suites”, este último, un hotel que también fue administrado por la cadena Hilton, en el complejo residencial Parque Central, adyacente al propio Alba Caracas.
A pesar del término “alianza comercial”, el papel de Inversiones Perla Bella, al menos en el caso del Hotel Alba Caracas, no sería el de asumir la operación del hotel, como señala el texto oficial. Su rol fue otro: el de tapadera.
De hecho, el reciente 27 de septiembre Ali Padrón, actual ministro de Turismo, declaró que el hotel será administrado por una “empresa turca” y que se tiene previsto “entregar las instalaciones” en diciembre de este año. “El Estado venezolano preserva el 100% de la propiedad; solamente estamos trabajando la alianza comercial para la administración y comercialización”, abundó, pero sin hacer referencia alguna a Inversiones Perla Bella, la empresa de los Khalil.
El plazo para diciembre luce corto, en cualquier caso. En la actualidad el acceso al hotel está restringido y a lo lejos se observan los escombros de los trabajos que se realizan en la edificación.
La base de datos Import Genius registra que Inversiones Perla Bella figuró como el consignatario en 17 embarques, provenientes de los puertos de Canakkale y Ambarli en Turquía, que totalizaron 57 contenedores entre febrero y agosto de 2020, 13 más de los que Plascencia anticipó en su misiva a la vicepresidencia de mayo de ese año. Hubo un cargamento adicional del 7 de mayo de 2021, que tiene como despachador a ABN Construction y cuyo consignatario es el Grupo Orbis C.A., una constructora también propiedad de los hermanos Khalil y que tuvo diversos contratos con instituciones del chavismo.
ABN Construction es el nombre comercial de una empresa que aparece en los registros de Turquía como ABN Yapi Endüstrisi ve Danismanlik Ticaret Anonim Sirketi. Fue inscrita en Ankara, la capital turca, el 21 de agosto de 2015. En esa ciudad tiene su sede y otras dos sucursales. Su presidente es el empresario Arif Polat y su otro directivo es Oben Tercan quien, en redes sociales, se identifica como el project manager de la empresa.
La constructora ha hecho trabajos de remodelación en los edificios de la cadena Rixos Hotels, como lo indica su cuenta de Instagram. La cadena de hoteles turca posee 27 establecimientos dentro y fuera de ese país, y sus negocios se han expandido con la llegada de Erdogan al poder. El presidente turco incluso suele alojarse, junto a su familia, en los lujosos establecimientos de esta corporación.
En el portal web de ABN Construction se confirma que está ejecutando los trabajos de remodelación del Hotel Alba Caracas y detalla la participación de la empresa en el diseño del proyecto, trabajos de reparación, instalación de puertas, gabinetes y muebles.
También indica que la contratista turca trabaja en la construcción del Coco Thai Lounge & Restaurant, local que estará dentro del hotel y que tiene el mismo nombre que un restaurante muy conocido del Centro Comercial Tolón, un mall en Las Mercedes, zona comercial y de vida nocturna en el sureste de Caracas. Inversiones Cocothai, C.A., la denominación corporativa del local, tiene como accionista más reciente a Daimar Landaeta, quien funge como directivo de otras empresas de los Khalil como Grupo Hardwell Technologies, C.A, Corporación Telcomsur C.A en Venezuela y Kimbra International Corporation en Panamá.
ABN Construction indica en su website, sin dar mayores detalles, que está a cargo del diseño de un proyecto hotelero en Los Roques —un archipiélago protegido por leyes ambientales por ser un parque nacional— en donde el gobierno también llevó su ola privatizadora, como lo señaló Armando.info. La empresa también realiza trabajos en unas “residencias privadas” de lujo en Venezuela cuya ubicación no precisa.
Los directivos de la compañía tienen vínculos con los Khalil. El hermano mayor, Khaled Kalil, aparece como directivo en una empresa de turismo, registrada en Panamá en enero de 2012 y aún vigente, de nombre Continental Booking & Travel S.A., donde comparte directiva con el empresario turco Saffet Calarkan, miembro del Consejo de Comercio y Cooperación Internacional (ATIK, por sus siglas en turco), una institución de empresarios con vínculos con el Congreso Nacional de Turquía y el régimen de Erdogan.
En la cuenta de ABN Construction en Instagram se pueden ver varias fotos, publicadas el pasado 13 de octubre, del canciller Félix Plasencia y del embajador de Venezuela en Turquía, José Bracho Reyes, quienes fueron recibidos por Calarkan en la fábrica de muebles de la empresa en Ankara.
Arif Polat, el presidente de ABN Construction, también pertenece a ATIK. El pasado 27 de septiembre, casualmente la misma fecha en la que el ministro Padrón anunció que el Alba Caracas iba ser administrado por una empresa turca, el presidente de ATIK, Aziz Sahin, publicó un tuit en su cuenta en el que se refiere a Calarkan y Polat como miembros de esa organización e informa de una reunión reciente de la institución.
Fotos en redes sociales muestran al presidente de ATIK junto a Erdogan, acompañadas por textos a favor del primer mandatario turco. En una, tomada a la salida de una reunión en el Parlamento de Turquía el pasado 8 de octubre, Sahin habla sobre la labor de esa institución. “Informamos a nuestro Presidente sobre las actividades comerciales y diplomáticas de nuestro Consejo de Cooperación y Comercio Internacional de ATİK en el ámbito internacional, en nombre de nuestra República de Turquía”, indica.
El pasado 30 de noviembre, Armando.info envió cuestionarios, por correo electrónico, al Ministerio de Turismo y a distintas empresas de los hermanos Khalil, para obtener más información sobre esta contratación, pero, hasta la fecha de publicación de esta nota, no se obtuvo ninguna respuesta.
La expansión comercial y política de los hermanos Khalil en el negocio del turismo comenzó en 2006 con la televisora Sun Channel, un canal por suscripción dedicado 24 horas a la promoción de lugares turísticos de Latinoamérica y el mundo y que, de acuerdo con su website, puede ser sintonizado en 20 países. En el año de su constitución dos eran los accionistas, a partes iguales, de la televisora: Víctor Hugo Moreno Tona, quien tenía experiencia en el negocio hotelero y de los medios, y Majed Khalil, que se iniciaba en un área que prometía mejorar sus contactos políticos y comerciales.
Pero poco después de la inscripción de The Sun Channel Tourism Televisión, C.A. en Venezuela, Montero enfrentó problemas legales. En 2006 la Fiscalía 16 del Ministerio Público de Caracas lo investigaba por presuntos “delitos contra la propiedad”. En diciembre de ese año Montero vendió parte de sus acciones a Khalil y, el 15 de abril de 2008, terminó de ceder el 40% que todavía estaba en su poder. En marzo de 2010, Majed Khalil traspasó todas sus acciones a su hermano Khaled, quien se convirtió en el único accionista del canal, al menos hasta inicios de 2016, fecha en la que terminan los registros de la primera denominación comercial que tuvo la compañía.
La segunda empresa relacionada con la televisora fue inscrita en julio de 2007 en el paraíso fiscal de Barbados bajo el nombre de Sun Channel Inc. Luego de que los Khalil se hicieron con la totalidad de las acciones, empezó una acelerada expansión de la televisora que inscribió empresas en Argentina (The Sun Channel Tourism Television Sociedad Anónima, en abril de 2009), Estados Unidos (Sun Channel Tv International Corporation, inscrita el 21 de abril de 2010), y España (Sun Channel España SL, construida en diciembre de 2010). A la par, los dos empresarios experimentaban una multiplicación similar de sus negocios en Venezuela con el chavismo.
Pero pronto, en Caracas, la televisora mostró problemas económicos. Los balances financieros de 2014 y 2015 (los últimos que registra The Sun Channel Tourism Televisión, C.A) reflejan una situación de déficit financiero que en el caso de este último año ascendió a más de 150 millones de bolívares (un monto que oscila entre 754.000 y 23,4 millones de dólares, dependiendo de cuál de las tres tasas de cambio oficiales de la época se use), lo que superaba dos tercios del capital social y que, de acuerdo con las normas del Código de Comercio de Venezuela, obligaba a los socios a reunirse para decidir el destino del canal. Los Khalil cubrieron parte de la deuda para que la empresa no fuera forzada a su liquidación. Sin embargo, este fue el último balance que presentó la televisora bajo esta denominación en Venezuela.
A pesar de las pérdidas, el canal sirvió para estrechar lazos con el gobierno. Bajo otro nombre empresarial, Producciones Sun Channel, C.A., el Registro Nacional de Contratistas (RNC) detalla que la televisora tuvo entre sus clientes a la alcaldía del municipio Libertador de Caracas en 2012, cuando esta era dominada por Jorge Rodríguez, hermano de Delcy, actual presidente de la Asamblea Nacional, delegado del gobierno en la Mesa de Negociaciones con la oposición en México y probable nuevo número dos del régimen.
Por el mismo año el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y entes gubernamentales, como el Instituto Nacional de Turismo (Inatur), el Ministerio de Comunicación e Información y la propia Venetur, a la que la empresa de Khalil cedió los contenedores del Hotel Alba Caracas, contrataron publicidad en la televisora. “El canal no genera ganancias desde 2012, más o menos. Es solo una forma de Majed de hacer contactos”, señaló una fuente que conoce las finanzas de la empresa y solicitó la reserva de su nombre.
Sun Channel se convirtió en el trampolín que usaron los hermanos Khalil para crear su emporio turístico nacional e internacional y su carta de presentación en distintos países ante empresarios y gobiernos. En 2013, Majed Khalil figura como representante de Innova Tax Free Group SL, una compañía inscrita en España y dedicada a prestar servicios financieros a los turistas a través de la devolución de impuestos en sus compras. En 2018, la empresa fue vendida a Euronet Worldwide, Inc, una multinacional estadounidense dedicada a los pagos electrónicos.
Para la fecha de su venta, Innova Tax Free ofrecía sus servicios en 10 países: España, Portugal, Reino Unido, Irlanda, Francia, Italia, Bélgica, Alemania, Holanda y Turquía. De esta última sucursal se encargó el propio Majed Khalil. En ese país fue inscrita, en 2012, una empresa de nombre Innova Taxfree Geri Odeme Sistemler Anonim Sirketi, en la que figura como directivo. Justo en 2018, la fecha en que Innova Tax Free cambió de manos, la subsidiaria turca cambió de nombre a Innova International Trading Petrol Madencilik Ve Turizm Anonim Sirketi, una sociedad encargada de la compra y venta de petróleo y sus derivados.
Otros indicios apuntan a que los Khalil también están involucrados en otros proyectos turísticos en Venezuela. Hospitalteam, una empresa fundada por el uruguayo Jorge Grassi con sede en ese país sureño, fue la encargada de crear la marca del hotel de los Khalil en Margarita. En su página web, la empresa informa sobre un proyecto para hacer unas “Ikin Villas”, en la isla, diseñado por el arquitecto uruguayo Carlos Ott.
También se menciona un proyecto para recuperar al antiguo Hotel Catedral, ubicado al lado de la emblemática catedral de Caracas, un espacio en el casco histórico de la ciudad, muy custodiado por fuerzas militares por estar a pocos pasos del Palacio Federal Legislativo, edificio de estilo neoclásico, construido en el s.XIX y que sirve de sede a la Asamblea Nacional. Ubicado también a escasos metros del palacio presidencial, la edificación está en una zona del casco histórico de la ciudad en la que sólo son beneficiados los empresarios más cercanos al chavismo, un exclusivo club del que los hermanos de origen libanés forman parte desde hace casi dos décadas.
Los negocios turísticos afianzaron esta estrecha relación gubernamental y la naturaleza internacional de estas empresas le permitió a los Khalil servir de bisagra entre dos gobiernos que comparten lazos económicos, y prácticas autoritarias, a través de las opacas “alianzas estratégicas”. Aunque renunció tempranamente a sus acciones en el canal Sun Channel, Montero trazó de forma nítida, en abril de 2007, el plan de vuelo que tenían los dueños de la televisora al momento de incursionar en ese negocio. “Estoy metido en todas las ferias de televisión para que me vean, pero negocio con los ministerios y las embajadas. Ayudo a los países a promoverse turísticamente. Mi negocio son los gobiernos, no el cableoperador. Mi vaina es el turismo, 30.000 dólares no es plata para mí. Yo utilizo la televisión para hacer dinero”.
Llegaron desde Turquía: por un lado, un cargamento con lápices de colores, borradores, cuadernos y demás implementos para las clases escolares; por el otro, un despacho de pasta, arroz, atún y otros productos de la cesta básica. Pero el consignatario de ambos era una misma empresa en Panamá, hasta entonces desconocida, y con unos empresarios líbano-venezolanos, muy poderosos y amigos del chavismo de vieja data, por detrás.
Ya hay ganadores en la carrera por privatizar una de las joyas turísticas y ambientales de Venezuela. Los mejores postores en la subasta del paraíso -que además es Parque Nacional- han resultado ser José Llavaneras y Victor Martins, empresarios de bajo perfil que prácticamente tienen el control de las construcciones en los principales cayos del archipiélago, a partir de la compra y remodelación de rancherías, pero también se asoman en las concesiones de hospedaje de lujo que el gobierno licencia por doquier para apagar su sed de divisas.
A finales del año pasado, los rumores en las redes insistían en que "unos iraníes" habían tomado control de Lácteos Los Andes, la productora expropiada por Chávez en 2008. Pero la realidad tenía sus matices: sí eran musulmanes y con presuntas conexiones en Teherán, pero venezolanos de origen libanés, quienes a través de terceros se apoderaron de la compañía en 2020, como parte de la ola de reprivatizaciones camuflada por la figura de la "alianza estratégica". Se trata de los hermanos Khalil, viejos aliados oficialistas como tempranos sancionados por Washington. Aunque con fines de convertirse en proveedores de los Clap, esta es la segunda incursión en mercados de consumo masivo que se les conoce desde la compra de Eveba en 2003.
Pocas figuras ilustran mejor la reconfiguración del poder judicial chavista que la del juez Edward Miguel Briceño Cisneros. Hasta entonces un perfecto desconocido con una carrera gris como defensor público, y luego de que probara suerte en Chile, le bastó un chasquido de dedos desde el poder para convertirse, en abril reciente, en titular del Tribunal Primero Antiterrorismo. En su debut tuvo que retribuir los favores recibidos con la firma del auto de detención contra Edmundo González Urrutia.
Poco conocido, aunque se codee con artistas de fama global, Rafael Jiménez Dan, compañero de promoción de Diosdado Cabello y Jesse Chacón en la Academia Militar, vio su perfil reflotar este mes en medios de Puerto Rico y el hemisferio. Una política borinqueña pidió al FBI investigar los lazos con Bad Bunny de una empresa creada en Miami por el excapitán del Ejército venezolano. Días antes, el astro del reguetón había dado indicios de su apoyo al que puede ser el primer gobernador independentista -y cercano al chavismo- de la isla.
El informático venezolano Marcos Machado Requena es accionista de Ex-Cle, la compañía de origen argentino que goza de contratos multimillonarios del CNE. Su complicidad en esa operación le expuso a las sanciones de Washington. Así que se sigue esforzando en mantener su perfil bajo aún en el otro ramo al que se dedica, donde dejarse ver es clave: la gestión de lugares de rumba y café que son tendencia en Caracas.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.
Presidente de ABN Construction, empresa encargada de las obras de remodelación del Hotel Alba Caracas. Pertenece al Consejo de Comercio y Cooperación Internacional (ATIK, por sus siglas en turco), una institución empresarial cercana al presidente Recep Tayyip Erdogan.
Empresario turco que es socio de los hermanos Khalil en empresas relacionadas con el turismo. También aparece en fotos junto al canciller Félix Plasencia en una fábrica de ABN Construction en Ankara.
Actual canciller. Se desempeñó como ministro de Turismo en 2020, cuando envió una comunicación a la Vicepresidencia pidiendo la exoneración de los derechos de almacenaje y manejo de carga a las importaciones hechas por la empresa de los Khalil.
Empresa turca que realiza los trabajos de remodelación del Hotel Alba Caracas.Fue inscrita en Ankara el 21 de agosto de 2015. En su página web también indica que realiza trabajos en el archipiélago de Los Roques.
Empresa que acordó una “alianza comercial” con Venetur para la remodelación del Hotel Alba Caracas. Activó las importaciones necesarias para las obras que pasaron por Estados Unidos y luego cedió la carga a Venetur.
Empresario de 56 años que, junto a su hermano Majed, es accionista de múltiples empresas que obtuvieron contratos con el chavismo. Aunque de un perfil público más bajo que su hermano, es socio habitual de este en sus negocios.
Empresario venezolano de 51 años que ha estado entre los contratistas favoritos de la autodenominada Revolución Bolivariana desde sus inicios. Se le vincula con distintos jerarcas del chavismo, entre ellos Jorge Rodríguez.