APÓYANOS

Carlos Dorado, el empresario que juega con fuego

La caja registradora del empresario venezolano Carlos Dorado no ha dejado de sonar, a pesar de las polémicas. Pasó de ser el opositor perseguido por el chavismo al empresario acomodaticio que se pasó a la acera de enfrente. Ni lo uno ni lo otro, dice él. Su trayectoria revela un pragmatismo empresarial y un empeño por retribuirle al país que lo adoptó todo lo que pueda, sin importar que en el camino le toque acercarse a las brasas.

28 enero 2018
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En las reuniones semanales del Consejo Nacional de Economía Productiva que llegaron a realizarse en el Palacio Blanco sonaba con frecuencia una pregunta: “A ver, Carlos Dorado, ¿qué opinas tú?”. El entonces vicepresidente venezolano Aristóbulo Istúriz, quien comandó los encuentros durante 2016, se mostraba interesado en escucharlo. Como si se tratase de un analista. El empresario, vicepresidente de la casa de cambio Italcambio, era uno de los tres representantes del sector privado con un puesto privilegiado dentro de ese consejo, convocado e instalado por el presidente Nicolás Maduro en enero de ese año “para buscar soluciones para combatir la guerra económica” e impulsar la producción nacional.

Los otros dos, Alberto Vollmer (presidente de Ron Santa Teresa) y Passam Yusef (presidente de la empresa Siragon), no llegaron a ser tan consecuentes en su asistencia cada martes, a las 10 am.

Dorado sí. Aquel petit comité  estaba al mismo nivel que los viceministros del área económica, del presidente del Banco Central de Venezuela, del exministro de Finanzas Rodrigo Cabezas, de los entonces gobernadores José Gregorio Vielma Mora y Tareck El Aissami, de los presidentes de empresas del Estado, pero a diferencia de otros Dorado no adulaba.

Cuidaba su lenguaje, no usaba adjetivos ni expresiones “chavistas”, prefería intervenciones positivas. “Su discurso era siempre positivo, de las oportunidades que aún tenía el país, no tanto de la crisis pero tampoco prochavista. Y bueno, siempre iba de punta en blanco”, recuerda un asistente a aquellos encuentros resguardado en el anonimato.

Que Carlos Dorado Fernández llegase a estar tan cerca de la “revolución bolivariana” era impensable hace unos años. En 2004 el Gobierno decomisó 2,5 millones de dólares a Italcambio, la casa de cambio que Dorado conduce como vicepresidente desde 1992 y a la que llegó una década antes de la mano de su esposa, Gabriella Pizzorni, hija del dueño y fundador Mario Pizzorni. Oficialmente se le señaló de tráfico de divisas (por el control cambiario que entró en vigencia en febrero de 2003), pero en ese momento Dorado insistió que se trataba de “una revancha política por mis columnas en el periódico El Universal”.

En ese entonces, el empresario no solo criticaba al gobierno de Hugo Chávez y su política económica en su columna semanal, sino que el chavismo lo señalaba de financiar a la oposición. 

A la primera estocada del Gobierno siguió la intervención de Italbursátil Casa de Bolsa (en mayo de 2010), parte del grupo Italcambio y dirigida por Dorado desde 2001. Fue la primera casa de bolsa en ser allanada por orden de Hugo Chávez, quien las acusaba de ser responsables de manipular el precio del dólar paralelo y de representar al “capitalismo de los ricachones”. La liquidación de esa compañía implicó la pérdida de 7,5 millones de dólares.

Dorado apostó por las grandes marcas siguiendo su peculiar olfato para los negocios

Hasta entonces Dorado había trascendido como un empresario exitoso en el sector cambiario por su desempeño en Italcambio y filiales relacionadas y también en el mundo de la moda, en el que apostó por las grandes marcas siguiendo su peculiar olfato para los negocios, abierto a cualquier área, desde el cambio de monedas o el destilado de bebidas espirituosas.

Es presidente de Casablanca Fashion Group desde 1988 y representante del pret a porter de Channel, Dolce & Gabbana, Prada, Roberto Cavalli, Hugo Boss, Giorgio Armani y otros, con más de 30 tiendas en ocho países de Latinoamérica y el Caribe. Las franquicias AX/Armani Exchange, Vilebrequin y las tiendas Hugo Boss también son parte del grupo.

Preside además a Frida Kahlo Corporation, nacida tras convertir a la reconocida pintora mexicana en una marca comercial en 2004, y cuyo producto estrella es la tequila Frida Kahlo. “Yo no sabía nada de ella hasta que vi la película”, dice sentado cómodamente en el sofá de uno de los amplios salones de la tienda Casablanca de La Castellana (la primera en abrir en Venezuela), rodeado de las exclusivas prendas que representa.

Lo cierto es que logró lo que ningún empresario mexicano había hecho y cuenta que luego de conocer su historia buscó información sobre Frida, si tenía familiares sobrevivientes y dónde vivían. Viajó a México, llegó hasta la casa de Isolda Kahlo, sobrina directa, y conversó con ella. Le preguntó qué era lo que más recordaba de su tía, algo que siempre hacía o que la distinguía. “Siempre tomaba tequila para aguantar los dolores”, le dijo Isolda. “¡Listo, tenemos que hacer un tequila Frida Kahlo!”, dijo el empresario.

La intuición se convirtió en certeza cuando la sobrina le comentó sobre la visita de una mujer rubia, que le había dejado un regalo firmado por ella, pero no recordaba quién era. “Cuando me enseñó aquello y leí que quien la había visitado era Madonna, me dije: ‘ya está, no hay más nada qué pensar, esto es!”, cuenta emocionado recordando las palabras precisas. En este negocio, 51% de las acciones son propiedad de Dorado y el restante 49% de los herederos de Isolda Kahlo, sobrina y único familiar directo que quedaba de la artista.

También es el creador y representante de la marca de vodka Roberto Cavalli. Sus tentáculos empresariales fuera de Venezuela alcanzan al mercado inmobiliario y de distribución de medicamentos.

De allá y de acá

A finales de la década de los 60, Carlos Rafael Dorado Fernández (1959) se fue junto a sus padres de su pueblo natal en Galicia (Forxa), huyendo de las carencias de la postguerra civil española. Era el menor de seis hermanos, así que los padres decidieron irse del país con el más pequeño, de nueve años, y tratar de ayudar a sus otros cinco hijos desde afuera, todos mayores de 18. Así aterrizaron en la calle real de Prado de María, en la populosa zona de El Cementerio, al sureste de Caracas.

“Yo creo que fue una experiencia súper positiva porque esas cosas te aterrizan, te hacen más terrenal”

Dorado lo recuerda perfectamente. Llegaron a una pensión de 40 habitaciones con un solo baño y una cocina. Estudió en el Colegio Cervantes, en la avenida Andrés Bello, mientras su madre trabajaba como asistente de cocina en el Colegio Ramos, en Las Palmas, y su padre hacía de mensajero. “Yo creo que fue una experiencia súper positiva porque esas cosas te aterrizan, te hacen más terrenal”. Aunque suele vestir de traje y corbata, no es un hombre de exuberantes relojes, prendas, ni de zapatos que gritan el nombre del diseñador y los dólares que cuestan. Aunque solo una de sus empresas fuera de Venezuela registró medio billón de dólares en ventas el año pasado, lo suyo es la modestia y un acento gallego diluido por el tiempo.

Con el sueldo nada oneroso de sus padres, Dorado nunca dejó de estudiar y a los 16 años ingresó a cursar Economía en la Ucab la carrera que más se le parecía al dinero y a la posibilidad de ser millonario, lo que quería desde niño. Todavía recuerda a su maestro de primaria, en su pueblo natal, cuando le preguntaba a los alumnos qué querían ser de grandes; entre los médicos, maestros, bomberos y policías, Dorado era el único que decía “quiero ser millonario”.

Faltando dos años para graduarse de Economía en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) se inventó un cargo para trabajar, se hizo unas tarjetas de presentación que lo identificaban como “Carlos Dorado, Contador” y comenzó a recorrer las principales avenidas de Caracas en busca de clientes. “Hago contabilidades, ¿cuánto pagan?”, decía en las empresas que visitaba. “Si me decían que pagaban 100 bolívares yo les cobraba 50”. Y así comenzó. A los dos años ya tenía una oficina propia, dos contadores y una secretaria trabajando para él.

Cuando vio que le pedían firmar balances financieros, decidió estudiar también Contaduría Pública. Lo que siguió fue más trabajo, más de 40 empleados a los cinco años, una profesión de empresario naciente y más de mil clientes. Uno de ellos, dueño de una joyería ubicada en Centro Plaza, fue quien le hizo el puente con el ya consolidado empresario Mario Pizzorni, dueño del Banco Ítalo e Italcambio, fundada en 1949.

Pizzorni le pidió unos balances financieros, los hizo y no le cobró nada a cambio de que le permitiera incluir a Italcambio en su portafolio de clientes. Aceptó. Así fue durante dos años y medio, cuando el empresario de origen italiano le pidió destinar dos mañanas exclusivas para él, luego una semana, y luego trabajar con su hija Gabriela que llevaba varias compañías. “Fue un error del señor Mario presentarme a su hija porque luego terminamos casándonos”,  comenta entre risas.

Lanzamiento del vodka Roberto Cavalli, con el diseñador italiano, Gabriela Pizzorni de Dorado y Carlos Dorado

La dupla con Gabriela Pizzorni se tradujo en nuevos negocios: el nacimiento del grupo Casablanca y la ampliación del grupo Italcambio. Dorado se consolidaba como empresario y se reservaba un espacio en la opinión pública como columnista de El Universal, el diario de circulación nacional más longevo de Venezuela, refiriéndose a temas de economía y finanzas, criticando las políticas económicas de los presidentes Caldera y de Chávez; este último lo frenó.

“Yo creo que la única forma de seguir escribiendo es que me publiquen la columna al revés”

En los primeros años del chavismo, Dorado recibió una llamada del alto gobierno. Luis Miquilena, mentor y muy cercano al entonces Presidente, le pidió ir a su despacho cuanto antes para hablar con él. Era ministro de Interior y Justicia. Dorado fue.

-¿Usted es empresario o escritor?, le preguntó  Miquilena iniciando la inesperada reunión.

-Yo soy empresario, respondió.

-¿Entonces qué hace usted escribiendo?

Dorado captó el mensaje de inmediato. Redujo la crítica, midió sus palabras, con el tiempo quiso dejar la columna. Pero al momento de notificar su decisión al director del periódico, Dorado lo hizo con un comentario que bien podía pasar como un chiste. “Yo creo que la única forma de seguir escribiendo es que me publiquen la columna al revés”, dijo el empresario. “Carlos, estás loco, tendríamos que parar la rotativa, cambiar las planchas, eso no se puede hacer”, recuerda haber recibido como respuesta. “Yo le respondí  que entonces prefería no seguir escribiendo y recuerdo que salí de la oficina diciendo ‘¡me salvé!’”. Pero a las dos semanas lo llamaron para avisarle que sí le publicarían la columna al revés. La irreverencia no duró más de seis meses.

Carlos Dorado pasó a tener una vida de bajo perfil en Venezuela, sin que eso significase que la caja registradora dejara de sonar en el exterior. Cursó dos máster en Florida (EEUU), y tras crear sus famosos tequilas fundó el banco Italbank en Puerto Rico y se asoció con un amigo mexicano para comprar una distribuidora de medicamentos.

Dólar tomorrow

En 2015 el empresario venezolano de raíces gallegas entró de nuevo en el radar del Gobierno. Había retomado su columna en El Universal dos años antes, ya no sobre economía y finanzas sino sobre principios y valores, como relatos epistolares de su vida. Nada polémico.

“Creo que fue una decisión acertada. Yo creo que un empresario nunca debe meterse en política porque hay una línea muy sutil entre la política y el mundo empresarial”, comenta sobre aquellos años. Pero un par de artículos lo acercaron a las brasas.

"Yo he sido un gran crítico de Dolar Today y he dicho que si Dolar Today no se para, va a terminar llevando a todos los venezolanos a la miseria, a la pobreza”.

“Dólar today” fue el título de la nota que escribió en marzo de 2015 y “Dólar Tomorrow” en julio. En ambos pedía tumbar la página por el daño que le estaban haciendo al país, al ser el principal marcador de la tasa de cambio paralela. “Me acusaron de que me vendí al Gobierno”, comentaba en el texto de julio, pues su posición coincidía con la fijada por el equipo de Nicolás Maduro, esa que proponía eliminar la web para acabar con el dólar paralelo.

“Pasé de ser el hombre de la oposición a ser el hombre del gobierno”, reconoce Dorado, quien sostiene que en ambos artículos escribió lo que sentía, nada más. “Creo que el mercado cambiario yo lo debo conocer, a pesar de que soy gallego y no soy muy inteligente, creo que después de tantos años algo debo saber. Además, yo he sido un gran crítico de Dolar Today y he dicho que si Dolar Today no se para, va a terminar llevando a todos los venezolanos a la miseria, a la pobreza”.

Con ambos textos el Gobierno había encontrado a un economista y empresario de trayectoria, exitoso, con una opinión afín. Después del primer artículo, Dorado recibió una llamada del presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes. “Lo felicito por el artículo porque también nosotros pensamos que hay una manipulación de la tasa cambiaria”, le dijo. Era la primera vez que hablaba con Merentes, la siguiente sería en una reunión que acordaron tras esa llamada, y luego “no pasó de ahí”.

En octubre de 2015 sonó de nuevo el teléfono, ahora desde la Vicepresidencia. Aristóbulo Istúriz quería hablar con él, le dice su secretaria. “En qué peo me metí ahora”, pensó Dorado tras el aviso. Se trataba de una idea que venía trabajando el gobierno de Nicolás Maduro de realizar un consejo económico con representantes de varios sectores de la sociedad, y donde consideraban que Dorado tenía mucho que aportar a nivel de experiencia y conocimiento, según le expresó Istúriz.

 “Yo soy un fiel creyente del dialogo y soy muy conciliador, soy enemigo de la guerra, soy enemigo de la violencia, la gente se entiende hablando y los grandes conflictos se resuelven hablando. Y además mi gran deuda es con Venezuela”, dice a modo de explicación.  

De esos encuentros previos se pasó formalmente en enero a la conformación del Consejo Nacional de Economía Productiva, con la convocatoria hecha por Presidente y la juramentación de los integrantes en el teatro Teresa Carreño.

La foto de Dorado dándole la mano a Maduro fue una de las capturas de pantalla que más circuló, aunque de allí en adelante cada vez que Istúriz  sondeaba la opinión de Dorado, las cámaras de televisión lo enfocaban y los clics de las cámaras de fotografía se activaban. Él, según asistentes al consejo, siempre mantuvo un trato cordial y educado, sin abrazos a ministros o a funcionarios del Gobierno ni sobremesas para estrechar lazos al terminar cada encuentro. O al menos no lo hacía ante todos.

El retorno de Italcambio

Hay quienes lo identifican como el ideólogo de algunas medidas sobre el régimen cambiario, como la referida a la reactivación de las casas de cambio en las poblaciones de frontera. Otros asistentes al consejo recuerdan al gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma Mora como el impulsor.

Lo cierto es que Italcambio fue la red escogida y en enero de 2017 iniciaron las operaciones de remesas, un mes después de que Dorado publicara otro artículo de opinión sobre el portal, titulado “Dólar Today, Dólar de la Frontera”, y de recibir un nuevo reconocimiento por el vicepresidente venezolano por sus opiniones. En este texto el empresario recordaba fragmentos de sus artículos de 2015 referidos al este marcador de la tasa paralela, reiteraba que el dólar no valía lo que ellos indicaban e invitaba a los responsables del portal a debatir juntos sobre el tema en un medio de comunicación.

Ahora, un año después de ese decreto gubernamental que autorizaba la asignación de 300 dólares en su equivalente en pesos, Dorado alcanza a decir que esas transacciones han disminuido. “Si me preguntas sobre esa medida, como economista digo que no la veo bien. Pero desde el punto de vista social sí era una ayuda para la gente de la frontera. Dicen que Italcambio fue el gran beneficiario, y es lógico. Cuando el Gobierno hace el anuncio yo ya tenía las agencias desde hace 20 años en Táchira y Zulia. Yo tengo el 85% del mercado, pero no de ahora, son 60 años los que tiene Italcambio”.

Su manera de manejar los negocios deja ver una diferencia abismal con la política económica del gobierno, pero eso no quedaba claro durante sus intervenciones públicas en el consejo.

Durante 2014 y 2015 las casas de cambio de todo el país perdieron dinero por la paralización de las remesas. Fueron dos años sin ingresos, dice Dorado, donde él y su esposa debieron tomar la decisión de reducir Italcambio a su mínima expresión o aguantar. Optaron por la segunda, apelando a “la política de la hormiguita: si te ganas diez, guardas cuatro, porque después de la época de las vacas gordas viene la época de las vacas flacas”. Por ello su emporio familiar se ha podido dar “tres lujos”: superar la pérdida de $ 2,5 millones en 2004, la de $ 7,5 millones en 2010 y los dos años de paralización de operaciones cambiarias, dice el empresario haciendo una acotación adicional: mientras en 2014 existían más de 30 casas de cambio en el país, ahora quedan cinco o seis, incluyéndolos.

“Soy economista, pero antes soy empresario y como empresario soy muy pragmático. Tengo una visión de la economía muy pragmática, mido todo por resultados, y  tengo mucha dosis de pragmatismo porque me ha tocado vivirlo”, dice.

Su manera de manejar los negocios deja ver una diferencia abismal con la política económica del gobierno, pero eso no quedaba claro durante sus intervenciones públicas en el consejo. Puertas adentro, Dorado hizo cuatro o cinco recomendaciones económicas y cambiarias que creía convenientes. En su intervención del 16 de diciembre de 2016 lo expresó ante las cámaras mas no las detalló. No llegó a decirlas públicamente “porque nos pedían confidencialidad”, pero sí las asomó veladamente en seis artículos de opinión publicados durante el primer trimestre de 2016. Aún respeta esa petición y ve como un sinsentido hablar ahora de ello.

Intervención de Carlos Dorado en una de las reuniones del Consejo Nacional de Economía Productiva

“Yo fui invitado, di mi opinión y llegaba hasta ahí. Yo no mando. Nunca he tenido un cargo ni mucho menos”. Las decisiones finales se tomaban en el Ejecutivo. Liberar el control de cambios y el control de precios fueron algunas de sus propuestas.

Para 2017 el panorama cambió. No hubo regularidad en las reuniones del Consejo Nacional de Economía Productiva tras la designación de Tareck El Aissami como vicepresidente de Venezuela en enero de ese año, lo que implicaba su ingreso al consejo en sustitución de Istúriz. El talante radical del nuevo “vice” diluyó la comunicación que existió durante el primer año, aseguran varios representantes empresariales.

Ese año Dorado solo asistió a la primera reunión, realizada en el palacio presidencial de Miraflores, donde Nicolás Maduro anunció la activación de las casas de cambio en la frontera. Luego, llegaron a realizarse muy pocas, seis o siete, en contraste con las 46 sesiones de 2016. Haberse convertido en un aliado no fue suficiente. Había nuevos actores en el consejo.

Más allá del riesgo

Como el equilibrista que va aumentando el riesgo en su actuación, Dorado no solo se acercó a las brasas con sus artículos y decidió caminar sobre ellas durante el consejo, sino que dio un paso más allá.

En uno de los encuentros en el Palacio Blanco, a finales de julio de 2016, Aristóbulo Istúriz y Carlos Faría, vicepresidente del área económica, se acercaron a Dorado para hacerle un planteamiento. “Carlos, tenemos un problema”, recuerda como inicio de la conversación.  Citibank había anunciado en un comunicado su retiro como banco corresponsal y el cierre de ciertas cuentas  tras una evaluación de riesgo, cortando con una relación casi centenaria. “Sabemos que tú tienes un banco, quisiéramos que nos apoyaras en eso”. Dorado les preguntó para qué usaban esa cuenta del Banco de Venezuela que se había quedado sin la corresponsalía y estos le indicaron que la mayoría de las transacciones eran para importación de alimentos.   

“(…) había una necesidad muy fuerte de que se continuase con las importaciones de alimentos.”

“Yo creo que eso es prioridad nacional, con mucho gusto. Hágame la solicitud formal, yo se la presento a mi regulador y si o hay ningún problema cuenten con todo mi apoyo”, relata el empresario, y así fue. Con la carta de solicitud de corresponsalía y una presentación formal, Dorado presentó la propuesta al regulador de Italbank International, un pequeño banco registrado en Puerto Rico en 2008, que Dorado preside desde entonces. Una empresa más del grupo Italcambio.

La cuenta debía cumplir con la normativa vigente sobre legitimación de capitales y ser auditada y supervisada como cualquier otra, fueron las observaciones que hizo el gerente regulador del banco. Como no había inconvenientes se abrió la cuenta, “a pesar de que sabía que estaba corriendo un riesgo reputacional”, confiesa.

“Si en algún momento pude aportar algo al país fue en ese momento, creo que había una necesidad muy fuerte de que se continuase con las importaciones de alimentos. Lógicamente me crucificaron, me crucificaron cuando formé parte del consejo y me crucificaron cuando decidí abrirle la cuenta corresponsal al Banco de Venezuela”.

Para el empresario, haber sido adoptado por Venezuela desde los 9 años de edad, tiene más valor que su fortuna. “Yo tengo una súper deuda con este país: toda la educación que tengo, todos los cuatro reales que tengo y todas las empresas que tengo me las dio Venezuela. Créeme que si a mí me llama cualquier chavista, madurista, opositor, adeco, copeyano y de alguna forma yo puedo contribuir a mejorar el país, créeme que lo hago. Para mi Venezuela tiene que estar por encima de cualquier cosa”. Sobre esta prioridad justifica sus decisiones, aunque sin duda en el caso de la corresponsalía se trataba de una relación bancaria que le beneficiaría con las respectivas comisiones.

Italbank funciona como una entidad para pequeños ahorristas, dirigida a clientes latinoamericanos y con servicios de banco corresponsal para otros países de la región. Tienen una cartera de aproximadamente ocho mil clientes, 28% son venezolanos y de ellos 90% son personas naturales.

Sin embargo, las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos a Venezuela, en agosto de 2017, terminaron por revertir ese apoyo que Italbank le prestaba al gobierno de Nicolás Maduro.

Banco puertoriqueño Italbank

Dorado confirma que en noviembre se tomó la decisión de dejar de prestar el servicio de corresponsalía. Gestionar la cuenta se tornó difícil por los niveles de exigencia que debían tenerse, pues las transferencias debían analizarse una por una, ya no pasaban por los canales normales sino que requerían tener un código especial y documentar cada transacción. El trabajo administrativo se volvió pesado y las exigencias de personal se incrementaron.

“El oficial de cumplimiento recomendó cerrar la cuenta de todos los bancos en Venezuela y yo seguí la recomendación como presidente del banco. Se notificó, se explicó, se envió una carta y lo entendieron. Aunque nunca es bello cuando te cierran la cuenta del banco”, expresa el empresario.

Esta vez no hubo reproches públicos del Gobierno como sí lo hizo con Citibank. Además, aún hay varios entes del Estado que mantienen su cuenta abierta en el banco puertorriqueño. Uno de ellos es el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (SAPI), cliente del banco. Una figura distinta a la corresponsalía.

El detalle está en que las sanciones financieras del gobierno de Trump le impiden al SAPI movilizar los dólares que tiene en esa cuenta hacia cualquier otra que pertenezca a algún ente del Estado venezolano. Hasta ahora sigue recibiendo las transferencias correspondientes al pago de trámites de registro y renovación de marcas y patentes de empresas extranjeras, una gestión que a partir de mayo de 2015 se dolarizó, tanto que Venezuela pasó a ser el segundo país del mundo con las tasas más costosas para marcas y patentes extranjeras.

El cambio se introdujo tras la modificación de la Ley de Timbres Fiscales en diciembre de 2014, efectuada por Nicolás Maduro con los poderes que tenía por Ley Habilitante, transformando al SAPI en un ente clave en la recaudación de dólares. En ese momento dependía del Ministerio de Industria y Comercio, ahora a Finanzas. No muchos se dan el lujo de recibir ingresos en dólares y este pequeño ente, ubicado en unas precarias oficinas en las torres del Centro Simón Bolívar, puede presumir de ello. Primero tenían una cuenta en Citibank, ahora en el banco que preside Dorado.

Al menos 6 millones de dólares pudieron haber ingresado al SAPI durante 2017 si se mantuviera el promedio de registros de marcas y pago de renovaciones de los últimos dos años, informó una fuente del servicio. La tasa por presentación y registro de una marca se ubica en 1.950 dólares y la de renovación en 3.000 dólares.

Pero Dorado prefiere definirse por su faceta empresarial más que por sus negocios con la “revolución bolivariana”. “La gente podrá decir lo que quiera pero mis negocios en Venezuela siguen siendo los mismos desde hace 20 o 30 años. No he dado ningún salto mortal”, expresa. Lo que sí ha hecho es invertir.

Carlos Dorado. Fuente: El Universal.

Su nombre aparece en la filtración periodística conocida como Panama Papers,  por los servicios que le prestara Mossack Fonseca a Dorado y a su socio mexicano Luis Doporto, en una compleja estructura de negocios que derivó en la compra de una de las distribuidoras de medicinas más grandes de México.

Dorado lo cuenta con orgullo y confirma ser socio de Doporto. “Tengo una de las distribuidoras de medicamentos más grandes de México, creo que la segunda. Entre los dos tenemos el 51% y el otro 49% es de Genoma, uno de los grupos farmacéuticos”. Doporto, conocedor de la industria mexicana, le hizo la propuesta y le pareció “fantástico”.

“Nunca le vendí ni una medicina al gobierno venezolano y eso que me resultaría fácil venderle siendo miembro del consejo; nunca le hemos vendido ni una pastilla para el dolor de cabeza, ni lo quiero hacer”, dice sonriendo con el sarcasmo de quien se anticipa a los comentarios que vendrán.

“Yo creo que al lado de estos bolichicos yo soy un muerto de hambre. La verdad es que no he sacado ningún beneficio de esto, Italcambio tiene 70 años, Metalor tiene 45 años, Casablanca 31 años, el banco lleva 10 años, Frida Kahlo 13 años. A mí me gusta invertir, y lo que hay detrás de todo esto es mucha constancia y perseverancia, y un nombre que me respalda”.

Después del decomiso de los 2,5 millones de dólares a Italcambio, en 2004, el empresario vivió poco tiempo fuera del país. Aunque viaja con frecuencia para atender los negocios que tiene regados entre Latinoamérica, España y el Caribe, no abandona su casa en Caracas. “Yo vine para morirme aquí, y para que mis hijos continuasen con esto”, dice anclado en la insistente idea de que su deuda con Venezuela vale más que cualquier otra cosa, y a pesar de que la situación actual le genere tristeza. “Esto terminará llevando a todos los venezolanos a la pobreza absoluta”.

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