Goles en contra al mejor postor

Una polémica que involucra al equipo Trujillanos FC reveló un secreto a voces en el torneo de fútbol de primera división del fútbol venezolano. Los sobornos proceden de mafias cercanas a casas de apuestas en Centroamérica y Asía, según testigos. Es una red que desembolsa entre 20 mil y 12 mil dólares a los jugadores dispuestos a perder a cambio de engordar sus cuentas bancarias. Cuando la hiperinflación toca a la puerta todos sufren

3 enero 2018

Era un secreto antes de que Trujillanos FC perdiera frente a Caracas FC en el último partido del Torneo de Apertura 2017, el 21 de mayo de 2017. Horas después del juego, la desgracia de los derrotados se profundizó con las denuncias de futbolistas.

Orlando Cordero, el delantero del equipo que hace vida en Valera, una ciudad al pie de los andes venezolanos, escribió una carta con bolígrafo que fotografió y, finalmente, publicó en su cuenta de Twitter. “Muy dolido por las cosas que están pasando en nuestro fútbol, específicamente en Trujillanos FC, donde existen personas que les importa más el dinero que el bienestar y la victoria de un grupo (…) Lo que fácil llega, fácil se va. No más amaño en el fútbol venezolano”, decía un fragmento de su misiva que, posteriormente, sería eliminada de su cuenta en Twitter.  

Lo que siguió fue un sacudón. Johan Osorio, defensor del mismo equipo, confirmó al Diario de Los Andes en una entrevista que lo habían intentado sobornar en dos ocasiones. Al principio, dijo, fue un desconocido, pero luego confesó que un miembro de su equipo le había propuesto el trato. Su molestia detonó en el camerino tras discutir con varios de sus compañeros sobre los amaños. “No quiero meterme en problemas. En cuanto a eso, uno no sabe quién es esa gente, o con quiénes trabaja esa gente. Yo tengo familia y uno no sabe lo que le puedan hacer a uno, la violencia, o no sé qué”, dijo. Hasta el argentino Cristian Ferlauto, exdirector técnico de Trujillanos, admitió las irregularidades. Según él, durante semanas llamaron a la junta directiva para advertir que estuvieran atentos a determinados partidos porque podrían estar manipulados. “La verdad, nunca creí que esto podía pasar en el futbol. En Argentina, esto no existe”, explicó.

Hasta ahora el posible fraude en Trujillanos FC es investigado por Conmebol (Confederación Suramericana de Fútbol) y el Ministerio Público. Varias fuentes identifican a dos grupos de apostadores –denominados los nicaragüenses y los coreanos– que desde 2014 han tocado las puertas de los equipos de la provincia del fútbol venezolano. El interés de estas mafias ha coincidido con el desplome de la economía local y la caída del poder de compra de los salarios en todos los sectores. En el fútbol venezolano, el campeonato menos competitivo del continente, los apostadores han encontrado las condiciones ideales para que su negocio prospere. Con los magros salarios que se pagan a veces cuesta mantenerse apegado a los principios deportivos. Lo saben los jugadores, exdirectores técnicos y otras personas relacionadas con este gremio y consultadas para este trabajo por Armando Info.

De acuerdo con estos testimonios las mafias pagan a los clubes de provincia entre 12.000 y 20.000 dólares a un equipo por perder un partido o por conceder una determinada cantidad de tiros de esquinas o goles al rival. “No es solo Trujillanos, sino entre seis y ocho que, dependiendo la temporada, son sobornados”, asegura un exdirector técnico.

Las pruebas de amaños son casi inexistentes. “Los dólares se cancelan en efectivo. Muchos jugadores crean fundaciones para lavar el dinero que reciben, otros solo hacen inversiones que colocan en manos de testaferros. Yo comencé a darme cuenta de que mis jugadores habían sido comprados cuando comenzaron a ostentar camionetas, artículos de lujo y hasta uno le pagó una operación de (agrandamiento) de senos a su mujer. De repente, varios de ellos también vendían dólares a través de sus redes sociales”, agrega el mismo exdirector técnico.   

A mediados de diciembre cada jugador de un club de provincia ganaba 6,5 millones de bolívares –cerca de 65 dólares, calculado en el precio del volátil mercado negro venezolano– por un partido ganado. La hiperinflación, la devaluación de la moneda venezolana y otras tantas precariedades económicas del país convirtieron a algunos deportistas en presas suculentas para corruptos del balompié. 

No es extraño que los clubes con dificultades financieras sean atractivos para el soborno. En Brasil, el medio Globo Esporte hizo seguimiento hace unos meses a la incursión de mafias procedentes de Malasia en pequeños grupos de fútbol de este país. Se negociaba el número de goles, en este particular. Para concretar el negocio se habían respaldado en un líder del equipo de fútbol. Los pagos oscilaban entre 50 mil y 120 mil dólares, en ciertos casos.  

Por estas investigaciones fueron detenidas nueve personas en una operación policial llamada Game Over desencadenada en julio de 2016, en un principio. Las pruebas eran conversaciones telefónicas y delaciones, básicamente. Aunque lo de Trujillanos FC fue escandaloso y se filtraron posibles conversaciones y existen varios testimonios, no hay arrestados. En Venezuela, las autoridades han sido más discreta con estos casos. Aún es seguida la pista por federaciones y gremios del fútbol los amaños.

El submundo de la apuesta

Los sobornados que conversaron con Armando.info temen revelar su identidad porque aseguran que las mafias deportivas operan como carteles. Seis jugadores, de distintos equipos, dicen que la ruta del dinero concluye en Centroamérica y Asia, específicamente en casas de apuestas radicadas en Nicaragua y Corea. Aunque estos grupos conviven, operan de formas distintas. “Los coreanos pagan mejor, pero los centroamericanos mueven a sus fichas en clubes de otros países: Panamá, Costa Rica, entro otros. Si ven que a un jugador le tienen el ojo puesto por sospechas, entonces lo mueven o enfrían. Muchos jugadores son reclutadores de otros”, indica uno de ellos.

En este submundo de las apuestas deportivas es conocido un jugador de un club andino como “El Capitán Parley” –en honor a la agencia de apuestas online– por sus dotes como presunto aliado de los grupos dedicados al amaño de partidos en Venezuela. El perfil coincide con el presentado en Brasil. Existe una larga lista de sospechosos de contribuir con estas mafias que, prácticamente, está sepultada por la ausencia de pruebas.

* Este trabajo contó con la colaboración de Leonela Castro, periodista del Diario de Los Andes de Trujillo y el periodista Leonardo Lourenço de Globo Esporte.

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