Recomendado por el siempre irreverente exfutbolista argentino e hincha incondicional de la revolución bolivariana, un empresario italiano, Valerio Antonini, emerge como el principal comercializador de materia prima agrícola para el Gobierno de Nicolás Maduro. En apenas dos años obtuvo una veintena de contratos para la venta de cereales y el manejo de los silos del principal puerto venezolano. El negocio hasta ahora podría superar los mil millones de dólares y para pagarlo Caracas envió una tonelada de oro a Italia.
El 17 de mayo de 2018 Diego Armando Maradona volvió a ser la estrella, aunque no en un campo de fútbol. Fue en Caracas, en la misma tarima en la que Nicolás Maduro cerró su campaña para la cuestionada elección presidencial del 20 de mayo, que finalmente ganó sin participación opositora. El otrora astro del deporte saltó, bailó, cantó y ondeó una enorme bandera de Venezuela en señal, una vez más, de respaldo a la autodenominada Revolución Bolivariana.
Aunque simultáneamente podía estar celebrando otra alegría.
Es que ya para entonces su amigo, el empresario italiano Valerio Antonini, se había consagrado como uno de los grandes brokers o comercializadores de materia prima agrícola en granel para el Gobierno de Maduro. Y eso que todavía faltaba el premio mayor: meses después del mitin político de la céntrica avenida Bolívar de Caracas, Antonini, el amigo de Maradona, se hizo con un contrato con la estatal Bolivariana de Puertos (Bolipuertos) para el manejo de los silos cerealeros en Puerto Cabello, el principal puerto del país.
Documentos obtenidos para este reportaje revelan que entre 2017 y 2019, cuando la economía venezolana iba en caída libre, la empresa italiana Casillo Commodities Italia Spa, precisamente de la mano de Valerio Antonini, empezó una verdadera racha goleadora. En ese periodo logró unos 20 contratos que superan los 1.000 millones de dólares para el suministro de maíz blanco, trigo o aceite de soya, entre otros commodities.
El volumen del negocio ha sido tal que a finales de abril el Gobierno de Maduro envió a Roma una tonelada de oro como pago a la compañía italiana, según reseñó el pasado 7 de mayo el diario italiano La Veritá. Se trata de una práctica cada vez más común de una administración asfixiada por el desplome de los ingresos petroleros y, más recientemente, por las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos: lingotes de oro de las reservas del Banco Central de Venezuela (BCV) a cambio de alimentos vendidos por proveedores amigos.
De los nexos a tres bandas entre el empresario italiano, el ex futbolista argentino y la jerarquía bolivariana en Caracas hay varios testimonios. Uno de los más rotundos quedó impreso en la dedicatoria que hizo Diego Maradona de su más reciente libro, publicado hace tres años y en el que relata su experiencia victoriosa en la Copa Mundial de México en 1986, el evento que lo encumbró a lo más alto del fútbol mundial. “A Maduro”, “A Valerio Antonini”, se lee en una extensa dedicatoria en la que también hay referencias “A la memoria de Chávez”, Fidel y Raúl Castro, o Cristina Kirchner, entre algunas figuras políticas, además de familiares y otras amistades.
Pero los nombres de Maduro, Maradona y Antonini terminarán confluyendo también en los negocios, justo cuando se cumplen 33 años de aquella gloria obtenida en las canchas mexicanas y 25 de su vertiginosa caída, tras ser expulsado por dopaje De la Copa Mundial de Estados Unidos en 1994, mientras se proclama “soldado de Nicolás (Maduro)" y hace de embajador del chavismo en Dubai o México, países en los que ha trabajado como entrenador recientemente.
El 15 de noviembre de 2018, seis meses después de aquella polémica aparición electoral de Maradona en pleno centro de Caracas, Valerio Antonini, a nombre de Casillo Commodities Italia Spa, selló un acuerdo con la estatal Bolivariana de Puertos (Bolipuertos). “Muchas gracias al presidente por permitirme firmar esta alianza estratégica y estamos ciertos a poder lograr el resultado que el presidente Maduro nos pidió”, expresó Antonini en un video publicado en Twitter por Reinaldo Castañeda, vicealmirante y presidente de Bolipuertos.
“Gracias Valerio, gracias por esta alianza con el Grupo Casillo y Bolivariana de Puertos para retomar el trabajo en los silos de Puerto Cabello”, respondió el funcionario a un Antonini bronceado y en ropa deportiva. En su camino hasta allí el empresario italiano, quien también es agente FIFA de futbolistas y estudió ingeniería electrónica en Roma, no ha parado de pregonar su amistad con el autor de la famosa “mano de Dios” y comentarista de los mundiales de fútbol para el canal estatal Telesur.
Tanto en redes sociales como en la página web de su empresa Anton Commodities, registrada en Suiza, sobran las referencias a una relación que trasciende lo afectuoso. “Desde abril de 2013 y gracias a nuestra sociedad con Diego (Maradona), comenzamos a vender diferentes tipos de granos a las repúblicas de Cuba y Venezuela”, refería hasta hace poco el site electrónico de Anton Commodities, ahora inactivo. Según eso, se trata de unos lazos de al menos diez años. En su perfil de Linkedin el empresario insistía en el mensaje: “establecimiento de negocios para la agencia gubernamental cubana y venezolana, Alimport y Corporación Casa a través de una relación de amistad y negocios con la estrella del fútbol y leyenda Diego Armando Maradona”. Ese extracto fue eliminado de su perfil profesional.
En esa web de Anton Commodities estaban también los primeros datos de sus negocios como broker con Cuba, país con el que Maradona también guarda una estrecha relación tras vivir allí hace años, y Venezuela hasta 2016.
A la isla, refería el sitio, Antonini despachó más de 750.000 toneladas de granos. Y a Venezuela, a través de compañías estatales como la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex) o la extinta Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (Casa), vendió otras 450.000 toneladas en productos como maíz blanco y amarillo, o trigo. Aunque se mencionaban “varias dificultades basadas en condiciones de pago, logística y calidad”, se expresaba también su deseo de “incrementar nuestro negocio en los próximos meses”. Y vaya si creció.
A través de Casillo Commodities Italia Spa, Valerio Antonini logró afianzar su negocio con Venezuela. En 2017, por ejemplo, la empresa italiana selló el contrato número 0136 con Corpovex, el holding estatal que centraliza las importaciones en Venezuela, para el suministro de al menos 450.000 toneladas de maíz blanco por casi 130 millones de dólares y otras 300.000 toneladas de trigo durum por casi 100 millones de dólares, estas correspondientes a otro contrato, numerado como 0138. Sólo ese año, de acuerdo a la información obtenida, el negocio pudo rondar los 482 millones de dólares. La buena racha de Grupo Casillo y Valerio Antonini -ninguno de los cuales contestaron la solicitud de entrevista para este reportaje-, así como de Diego Armando Maradona por traspuesto, era la comidilla entre los empresarios venezolanos del sector alimentario.
Fuentes consultadas aseguran que prácticamente desde hace dos años Casillo Commodities y Valerio Antonini, gracias a su amistad con el irreverente ex futbolista argentino y la “conexión política” de este con el Gobierno venezolano, monopolizan los suministros de maíz blanco. Aseguran tener noticias de reuniones del ex presidente de Corpovex y actual embajador de Venezuela en Catar, el mayor general Giuseppe Yoffreda, con el empresario italiano.“Es vox populi lo del amigo de Maradona”, sentencia uno de los entrevistados.
Hace pocos meses fue el diputado de oposición Julio Montoya quien se refirió al asunto. “Gol de Maradona en Venezuela, compañero de equipo Valerio Antonini (…) La influencia del futbolista en el régimen lo llevó a recomendar Casillo Commodities Italia Spa, ahora compran maíz blanco en México”, ironizó el parlamentario en Twitter el 28 de octubre de 2018.
En efecto la empresa, originaria de Bari, al sur de Italia y a unos 250 kilómetros de Nápoles, donde Diego Maradona también vivió días de gloria como futbolista en la década de los 80 y dejó sembrado un mito, compra en México el maíz blanco y el trigo, mientras que es en Brasil y Argentina de donde obtiene arroz paddy, azúcar cruda y aceite crudo de soya para enviarlos a los puertos venezolanos. Todos los contratos fueron sellados entre Casillo Commodities Italia Spa y la estatal Corpovex. El receptor de la mercancía fue la Corporación Única de Servicios Productivos y Alimentarios (Cuspal), ente que suplantó a Casa y está adscrito al Ministerio de Alimentación, siempre dirigido por militares desde su creación en 2003.
Los reportes financieros de la compañía italiana asoman la importancia que ha tenido Venezuela en su negocio en los últimos años. En 2014 las ventas al país caribeño representaron 9% de sus ventas, siendo su sexto mercado. Un año después fue el quinto mercado y alcanzó hasta 14% de sus ventas. “Los países del norte de África, Cuba y Venezuela son los principales importadores y nuestros clientes”, destacó Francesco Casillo, uno de los propietarios del grupo, en una entrevista al diario italiano La Repubblica de Roma en 2016.
La información obtenida para este reportaje muestra que 2018, a contracorriente del hundimiento económico venezolano, fue el mejor año de esa relación de Casillo Commodities Italia Spa. La empresa, guiada por Valerio Antonini, logró al menos siete contratos que sumarían entre 700 y 800 millones de dólares por la venta de maíz blanco, trigo, aceite de soya y torta de soya, entre otros productos. En 2019 la empresa ya habría firmado los contratos 0001, 0002, 0003 y 0004 que están a la espera de su ejecución pero suman casi 140 millones de dólares.
Además del pago con la tonelada de oro reseñado por el diario italiano La Veritá, el financiamiento de algunos contratos ha salido del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), creado en 2005 por Chávez para costear proyectos de inversión en el país. Casualmente en algunos de sus mensajes de apoyo publicados en sus redes sociales, Diego Maradona suele mencionar al ministro venezolano de Finanzas y expresidente del Fonden, Simón Zerpa Delgado, así como a Juan Escalona, edecán de Nicolás Maduro. “El imperialismo no va a poder con Venezuela. Esos países que apoyan el bloqueo económico de los Estados Unidos dan vergüenza. Están dejando morir a grandes y chicos por falta de medicamentos y de alimentos. Fuerza venezolanos, fuerza @NicolasMaduro. Resistan, venceremos! @SimonZerpaDelgado @EscalonaJuanF”, posteó en su cuenta de Instagram el pasado 28 de mayo.
Ese tipo de mensajes y muestras de apoyo son frecuentes por parte de Diego Maradona. En abril pasado dedicó una victoria del equipo Dorados de Sinaloa de la segunda división mexicana, al que entrenó hasta hace semanas, al mandatario venezolano. “Quiero dedicar el triunfo a Nicolás Maduro y a toda Venezuela que está sufriendo, porque los sheriffs del mundo, que son los yanquis, que porque tienen la bomba más grande del mundo, se creen que nos pueden llevar por delante. A nosotros no, a nosotros no nos compra ese tirano que tienen de presidente (Donald Trump)”, manifestó en rueda de prensa apenas terminó el juego. El gesto le valió a Maradona una multa por infringir el código de ética de la Federación Mexicana de Fútbol y aunque el monto de la sanción no fue revelado, seguramente está muy lejos de los millones que en Venezuela consiguió su amigo Valerio Antonini
A dos meses de la muerte del astro del fútbol empieza a correrse el velo en torno a la herencia que pudo dejar después de una vida de excesos multimillonarios. Según diversas versiones, buena parte del patrimonio que legó se compone de los ingresos que obtuvo de negocios con el chavismo. La militancia revolucionaria de Maradona tuvo una contrapartida en jugosas comisiones por contratos de importación de alimentos en favor de una compañía italiana, sobre todo entre 2015 y 2019, cuando el hambre se enseñoreaba en el país y el mítico 'Pelusa' cobró millones de dólares.
Aunque rara vez pase de la zona intermedia de la tabla de una de las ligas profesionales de fútbol más débiles del mundo, el Atlético Venezuela, un club con apenas una década de existencia, maneja presupuestos de otra categoría. Detrás de la franquicia, desprovista de historia y fanaticada, están los denuedos de un ex militar con buena racha para los contratos con el Estado y un grupo de amigos que, entre todos, controlan al menos 29 empresas.
Centenares de habitantes de Araya, la península occidental del estado Sucre, combaten la pobreza extrema sacando el único recurso que apenas pueden rasguñar de la tierra: la sal. El contrabando del mineral, que hace un par de años se hacía con algún recato, hoy se practica a plena luz y bajo la complicidad de las autoridades de la zona, que lo permiten a cambio de dinero y a sabiendas de que la empresa estatal encargada de esa explotación, administrada por el Gobierno regional, está destartalada e inoperante.
Gracias a la afinidad entre los gobiernos de Uruguay y Venezuela de los últimos años, la exportación de arroz desde el país austral no ha cesado a pesar de las dificultades que representan las sanciones financieras contra el régimen de Caracas, su propia debacle económica y la desaparición de un intermediario clave vinculado al movimiento Tupamaros. Un 'trader' en particular porfía en este negocio en el que el precio del cereal puede duplicar su precio y superar los marcadores del mercado internacional antes de llegar a puertos venezolanos.
Ni las reses se salvan de la violencia en la Venezuela bolivariana. Si solían contar con el beneficio del sacrificio industrial para servir al mercado de la carne, desde hace cuatro años están a merced de bandas de maleantes que, armados con cuchillos y machetes, se meten a las fincas y a veces en el mismo sitio les dan muerte para llevarse sus mejores partes. El abigeato se vuelve un descuartizamiento primitivo. Además, el cuatrero tradicional comparte ahora el campo con indígenas, miembros del crimen organizado y funcionarios corruptos que han llevado el fenómeno más allá de la frontera.
De aquella época de fraternidad inquebrantable entre Hugo Chávez y el matrimonio Kirchner, el gobierno “revolucionario” firmó contratos con la empresa argentina Granja Tres Arroyos por 82 millones de dólares para construir un polo avícola en Venezuela. Fue en el año 2009 y hoy, diez años después de aquellos anuncios que prometían la soberanía alimentaria para Venezuela, queda un pequeño galpón de cría de pollos olvidado en el Parque Nacional de Uverito en el Estado Monagas. Una millonaria estafa al pueblo venezolano que también ocasionó el desplome de la economía de una ciudad argentina que hoy se recupera de una burbuja que reventó muy pronto
A la práctica delictiva del secuestro extorsivo la Policía Nacional Bolivariana (CPNB) la ha convertido en una industria, informal pero boyante. Agentes de una brigada motorizada de ese cuerpo de seguridad cazan fortunas mediante el chantaje a jóvenes de clase media en el este de la capital venezolana, a los que planta drogas para acusarlos de posesión ilegal. La guarida donde se retiene a los rehenes y se cobran los rescates, en dólares, funciona a plena luz del día en el icónico edificio que también aloja a la policía política.
La disputa por el control de un lujoso campamento de selva al pie del Auyántepuy, predilecto de los hijos de la Primera Dama, se ha agudizado en los últimos meses hasta volverse un conflicto, sin solución a la vista, entre la justicia ordinaria y la soberanía pemón. En el enredo tienen que ver un fondo inmobiliario de los dueños de la controvertida aerolínea hispanovenezolana Plus Ultra y una familia indígena heredera con intereses divididos, pero podría resumirse como un pleito entre capitanes: uno, de aviones comerciales, y el otro, del colectivo aborigen.
Fue reguetonero, dice que limpió pisos en Estados Unidos, y se sabe que en distintos países montó negocios que nunca prosperaron. Ahora construye una carrera política dentro del partido español de derechas, que está a punto de llevarlo a ocupar una curul dentro del parlamento regional de la comunidad madrileña. Ocurre que en esa épica del inmigrante hecho a sí mismo que le gusta relatar a la prensa, a Gustavo Eustache se le olvida mencionar la vez que en 2015 se asoció -sabiéndolo o no- con un estafador serial venezolano, José Trinidad Márquez.
Identificado por la Fiscalía del chavismo como el “jefe de la estructura de corrupción” que desfalcó miles de millones de dólares a Pdvsa, el coronel Antonio José Pérez Suárez es en simultáneo dueño de una lujosa posada ubicada en el páramo de Mérida. Su arresto también deja en evidencia que a lo largo de su carrera en la burocracia estatal chavista tejió una red de empresas, favorecidas por su gestión, y cuyos accionistas eran familiares o personas cercanas.
Entre los acomodos que se adelantan de cara a una eventual contienda electoral, el chavismo busca seducir a los votantes de las iglesias evangélicas del país y al propio clero de ese cristianismo alternativo, que cala con efectividad en zonas populares. Programas socio-clientelares como ‘El buen pastor’ o ‘Mi iglesia bien equipada’ constituyen la avanzada de una campaña que ya no tacha la religión como el ‘opio del pueblo’, sino que la tiene por una palanca de captación de nuevas voluntades. Pero no toda la feligresía se presta al juego.
Que la OFAC estadounidense le aplicara sanciones no fue impedimento para que López siguiera haciendo negocios con el Estado venezolano. Por el contrario: hasta pudo servirle de aval para que Pdvsa le otorgara, al menos, un nuevo contrato para gestionar un campo petrolero, vínculo que todavía en 2022 negaba. Este y otros hallazgos se encontraron al revisar archivos filtrados de Oryx Resources, una de las tantas empresas del -según Washington- presunto testaferro del hoy caído en desgracia ex VP de la República, exgobernador y exministro.