Cuando la ocasión la pintan dudosa, pinta para Escotet

Con una mezcla de clarividencia y audacia, el hombre más rico de Venezuela ya venía internacionalizando sus negocios desde hace tiempo. Pero las últimas adquisiciones de Juan Carlos Escotet para seguir expandiéndolos llevan hasta al observador más distraído a arquear las cejas. En febrero de este año anunció la compra de un banco portugués que sirvió de pivote para saquear las arcas de un país africano, operación que finalmente abandonó a finales de junio "al no haberse cumplido las condiciones pactadas". Meses antes, se había hecho del control de la sucursal en Florida del liquidado Banco Espirito Santo, también de Portugal, que con anterioridad había sido fruta de tentación para el banco suizo preferido de la boliburguesía. ¿Qué motiva esas jugadas de alto riesgo reputacional?

19 abril 2020
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La historia de Isabel Dos Santos podría contarse en un libro entero o despacharse en un párrafo. El relato más fastuoso diría que Dos Santos es una mujer hecha a sí misma y que amasó tanto dinero como para llegar a ser clasificada por la revista Forbes como la decimotercera fortuna de África, con 2.200 millones de dólares en su haber, el caudal más abultado entre las mujeres de ese continente.

La historia más sucinta, en cambio, se resumiría en una frase que formará parte de su epitafio: su fortuna fue tan colosal como dudosa y malhabida.

Esa biografía condensada comenzó a escribirse a finales del mes de enero reciente, luego de la publicación de la investigación periodística Luanda Leaks, bautizada así por el nombre de la capital de Angola, y liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), el mismo de los Panama Papers. A partir de una enorme filtración de documentos, el proyecto colaborativo pudo demostrar que el poder y las habilidades para los negocios de Isabel Dos Santos en realidad se originaron en un oscuro entramado de sociedades e influencias que creció a la sombra de su padre, el expresidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, quien gobernó el país con mano férrea por 38 años a nombre del marxista MPLA. De todo aquello, el banco portugués EuroBic, fundado en enero de 2008, y en el que la joven Dos Santos poseía 42,5 por ciento, despuntaba como una de sus inversiones más conocidas y útiles.

En menos de un año, Escotet ha sido protagonista de las compras de dos bancos portugueses: la sede de Florida del antiguo Espirito Santo y, ahora, Eurobic

Lo sorprendente y relevante para Venezuela es que, poco después del escándalo, de hecho menos de un mes más tarde -la investigación periodística se divulgó el 23 de enero, y la compra se hizo pública el 10 de febrero- , el banquero Juan Carlos Escotet compró 95 por ciento de esa propiedad, tóxica en términos de reputación y todavía a merced de acciones legales en Portugal. ¿Qué interés podría tener el hombre más rico de Venezuela, según la misma revista Forbes, que le asigna un patrimonio de 3.400 millones de dólares, en asociar su nombre a una institución empapada hace nada por un grueso escándalo de corrupción?

La bóveda del tesoro

José Eduardo Dos Santos gobernó Angola entre 1979 y 2017. Con el fin de ese régimen, su sucesor, João Lourenço, intentó desmontar el tinglado empresarial que la familia había construido a lo largo de casi 40 años en un país, si bien rico en recursos naturales, asolado por la guerra civil durante buena parte del período.

Lourenço, quien entre 2014 y 2017 fue ministro de Defensa del dictador angoleño, asumió el cargo con ánimos reformistas y prometió acabar con los monopolios. Y monopolio en Angola era sinónimo de la familia Dos Santos. Diamantes, madera, petróleo, cemento y medios de comunicación eran parte de esa caja chica.

Si bien en esos dos años, y de a poco, Lourenço mutiló en Angola las concesiones a la familia de su antiguo jefe, los Dos Santos se habían asegurado de multiplicar y de expandir la fortuna por buena parte del mundo. Isabel no fue la excepción. Quien era conocida como La reina de África devino en una socialité a la que le gustaba, entre otras cosas, repetir que comenzó su vida empresarial vendiendo huevos y fotografiarse, por ejemplo, con Paris Hilton o Antonio Banderas.

Los Luanda Leaks, la filtración de más de 700.000 documentos atribuida al hacker portugués Rui Pinto, permitieron comprobar que la fortuna de Isabel Dos Santos, de su familia paterna y de su esposo, el millonario congoleño Sindika Dokolo, está ligada sin duda al favorecimiento que, desde el poder, José Eduardo Dos Santos concedió a las empresas de su parentela. En el ínterin de las revelaciones ha quedado claro que José Eduardo Dos Santos entregó a las empresas de su hija no menos de 22.000 millones de dólares. En suma, un saqueo estruendoso a las arcas públicas de una nación que, como Angola, tiene a 70% de su población subsistiendo con menos de dos dólares por día.

José Eduardo Dos Santos procuró la expansión económica de su prole mientras pregonaba sobre igualdad social y designios divinos

Impulsado por las revelaciones periodísticas, y luego de un acuerdo de cooperación judicial entre Portugal y Angola, el Banco de Portugal decidió intervenir el banco EuroBic, la joya de la corona de la Reina de África, mientras concluyen las investigaciones y procesos judiciales contra ella. El trabajo es arduo porque la Dos Santos era dueña absoluta o accionista de más de 190 empresas en 41 países, incluyendo paraísos fiscales como Bahamas, Chipre, Luxemburgo, Malta y Panamá. Además, el gobierno de Lourenço intenta el reintegro a las arcas de su país de más de mil millones de dólares a través de un juicio iniciado en Luanda.

En esa parte de la historia, y especialmente en Europa, aparece Escotet, que espera la certificación de diligencia debida (due dilligence) para ser el nuevo dueño del atribulado EuroBic.

Remate relámpago

Antes de la cruzada del actual presidente de Angola hubo quien alertó sobre las irregularidades. Fue una voz que clamó en el desierto, la de la eurodiputada portuguesa Ana Gomes. Fue ella, sin el respaldo de su tolda, el Partido Socialista, quien dijo de manera directa que EuroBic era la “máquina de lavar dinero” de la familia presidencial de Angola. Más adelante tildó a la Fiscalía General de Portugal, a la Comisión del Mercado de Valores y al Banco Central de cómplices con “el robo sistemático de la cleptocracia que expolia al pueblo angoleño”. Los Luanda Leaks sustentaron con documentos sus airadas denuncias.

En el momento de la filtración, Dos Santos tenía 42,5% de las acciones de la agencia (que hasta 2017 conservó su nombre original, Banco BIC Português, S.A.). Su coterráneo Fernando Teles, el 37, 5 por ciento. El resto se distribuía entre otras personalidades de Angola. Los beneficios anuales superaban los 60 millones de euros por año. La gerencia del banco estaba bajo la dirección del presidente ejecutivo, Fernando Texeira Dos Santos, exministro de Finanzas de Portugal.

En junio de 2016, José Eduardo Dos Santos (también católico practicante, que dejaba permear la idea de que sus decisiones estatales eran voluntad divina) nombró a su hija presidenta de Sonangol, la empresa paraestatal encargada de la producción gasífera y petrolera (Angola es un país productor, con reservas equivalentes a 5.000 millones de barriles de crudo).

En su cruzada contra el nepotismo y la corrupción, el sucesor en la presidencia angoleña, João Lourenço, destituyó el año pasado a la Reina de África de la dirección de la empresa petrolera. Hoy, por los Luanda Leaks, se sabe que a partir de entonces comenzaron las transferencias de Dos Santos y de sus allegados para salvar el dinero. Eurobic, de acuerdo con las denuncias de las autoridades portuguesas, fue una de las entidades utilizadas para tales fines.

Tanto así, que fue por ello que el Banco de Portugal -el encargado por ley de supervisarlo- tomó la decisión de intervenirlo. Los documentos filtrados mostraron una transferencia de 38 millones de euros desde la cuenta de Sonangol en el EuroBic a una cuenta en Dubai, adosada a una de las sociedades de Isabel Dos Santos.

“La oficina del fiscal solicitó la incautación de cuentas bancarias como parte de una solicitud de cooperación judicial internacional por parte de las autoridades angoleñas”, comunicó, a comienzos de febrero, la Fiscalía portuguesa, de acuerdo con uno de los reportes del ICIJ.

Antes, en enero, ya el entorno de Isabel Dos Santos en el EuroBic se había estremecido con el descubrimiento en el garaje de su casa, en Lisboa, del cadáver de Nuno Ribeiro da Cunha, director de Banca Privada de la entidad, colaborador estrecho de la magnate angoleña y uno de los portugueses acusados por la Fiscalía de Angola como colaborador en el esquema de lavado de dinero en perjuicio del país africano (además de Sarju Roikundalia, administrador financiero de Sonangol, y Paula Oliveira, encargada de una transferencia de 100 millones de euros a Dubái, por supuesto, para una sociedad de Dos Santos). La policía portuguesa manejó desde el comienzo la hipótesis del suicidio.

La tragedia no fue suficiente para detener la venta relámpago de EuroBic. Hablando en términos financieros, el banco era, junto a la eléctrica Efacec Power Solutions, dos de los activos más atrayentes de la cartera de propiedades de Dos Santos, de cuyas marcas y operaciones tal vez cabía esperar que sobrevivieran indemnes al escándalo. No en balde, fueron los dos primeros que Dos Santos puso en venta al apenas surgir las revelaciones de los Luanda Leaks.

Ya un cable del 29 de enero, publicado por distintos medios portugueses, asomaba que candidatos chinos, árabes, españoles, y hasta un fondo británico, pujaban por el paquete de Dos Santos en el EuroBic. Entre ellos, destacaba el banco español Abanca, con raíces en Galicia y participado por el venezolano Escotet. En declaraciones a la prensa el banquero venezolano ratificó su interés por la transacción, pero condicionado a que se pudiera controlar 75% de las acciones, esto es, más allá del paquete que Dos Santos ponía en el mercado.

El 10 de febrero, triunfal, Abanca daba a conocer la adquisición de 95% de las acciones de EuroBic por un monto que no revelaba, pero que trascendidos de prensa han ubicado en 200 millones de dólares. Juan Carlos Escotet había venido, visto y por fin vencido. La presa: un banco con casi 300.000 clientes y utilidades anuales por 42,5 millones de dólares, pero de reputación ciertamente comprometida en el circuito de lavado de dinero de Isabel Dos Santos y otros desmanes. Por ejemplo, investigaciones periodísticas habían mostrado que en 2013 EuroBic dio un préstamo por nueve millones de dólares al esposo de Isabel Dos Santos, el rico mercader congoleño de diamantes, Sindika Dokolo, que seis años más tarde no había sido pagado.

El también magnate Sindika Dokolo, esposo de Dos Santos, fue uno de los beneficiarios de los préstamos de Eurobic. Uno de ellos, de 9 millones de dólares, nunca se reintegró al banco. Foto: Cuenta de Instagram de Isabel Dos Santos

Spin doctors en acción

En su respuesta a un cuestionario de Armando.info, la dirección de Comunicación y Relaciones Institucionales de Abanca, en nombre de Escotet, asegura que la transacción para la compra de Eurobic se coordinó directamente con el Banco de Portugal durante varias semanas. También insistió en la confidencialidad del monto.

Sobre Dos Santos, el equipo asevera que no negoció con ella, pues “las acciones están arrestadas (inmovilizadas) por el Gobierno portugués”.

Interrogado Escotet sobre si la compra de Abanca le supone un conflicto ético, vistas las exacciones de su anterior accionista mayoritario, en su nombre responde nuevamente la gerencia correspondiente de Abanca, insistiendo en que “EuroBic es una entidad sometida a los controles del regulador portugués y europeo. Abanca está cumpliendo estrictamente la legislación portuguesa. De hecho, el Banco de Portugal ha supervisado desde el principio todo el proceso de compra”.

En ese sentido la compra de EuroBic por Abanca recibió un considerable espaldarazo del Gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, quien en una interpelación ante el parlamento luso el pasado 6 de marzo aseguró que tanto esa entidad como las autoridades judiciales compartían el interés por “mantener el valor” de las acciones del banco, hasta entonces el número siete del ranking nacional. Costas también dijo que era “muy improbable” que Isabel Dos Santos obtuviera las ganancias derivadas de la venta de su paquete accionario en EuroBic. Sin embargo, desde entonces la presión para bloquear la operación va en aumento, incluyendo exhortaciones desde el Bloco de esquerda, parte de la coalición gobernante, y actuaciones de tribunales.

La compra de EuroBic generó en medios españoles más curiosidad por la estrategia de expansión que por el hecho de que también se trata de un banco que, como sugieren los trabajos del ICIJ y las denuncias de la eurodiputada Gomes, pudo servir de fachada para lavar dinero mal habido.

Lo que sostiene Escotet al respecto de su estrategia de negocios, mediante su equipo de comunicaciones, es que “Abanca es una entidad que, desde sus inicios en 2014, anunció su vocación de crecimiento, tanto orgánico como inorgánico, en España y en el mercado ibérico (España y Portugal). Esta es una operación más dentro de esa estrategia”. En efecto, ya Abanca contaba con cuatro sucursales en Portugal, desde que Escotet compró al Deutsche Bank la pequeña operación al detal que este mantenía en el país luso.

Para la dirección de comunicaciones de Abanca, que responde en nombre de su presidente, la compra de EuroBic es "una operación más"

Se trata de una estrategia de crecimiento que trae recuerdos para los venezolanos: de “una operación más” en “una operación más”, precisamente, Escotet se convirtió en un titán del negocio financiero local. Lo entendió, con una mezcla de clarividencia y audacia, desde mediados de los años 80 cuando fundó la casa de bolsa Escotet Valores, el germen de lo que luego, en 1991, fue Banesco Organización Financiera y, finalmente, Banesco Banco Universal.

Desde entonces, la construcción de Escotet como hombre de negocios, epítome de lo que a finales de los 80, en medio de la liberalización de los controles de la economía, fue la versión criolla de los yuppies, ha tenido como denominador común la unión de puntos mediante esa máxima de “una operación más”.

Lo recuerda así Alejandro Cáribas, titular de la Superintendencia de Bancos en Venezuela entre 2000 y 2002: “La aparición de Banesco en el mercado se hizo aprovechando un punto muy fuerte que tenía el Banco Unión (un banco tradicional con el que Banesco se fusionó), que era el número de ahorristas. Eso fue potenciado y esa potenciación hizo que creciera muy rápidamente y que se convirtiera en el banco privado más grande del país. Sí, ha tenido un crecimiento por encima del resto de los bancos”.

Como ejemplo de ese mejor desempeño, Cáribas destaca la crisis financiera de 2009. Mientras decenas de bancos cerraron en Venezuela, algunos sostuvieron su crecimiento. Banesco entre ellos: “Alrededor de quince agencias, entre bancos, casas de bolsas y corredoras de seguros se vinieron abajo. Eso lo favoreció indirectamente. En 2008 había 58 bancos. Si le quitas la competencia de casi un 20 por ciento de mercado, sales favorecido”.

La respuesta del equipo de comunicaciones de Abanca a Armando.info sostiene que Escotet solo espera la due dilligence para ser, oficialmente, el dueño del 95 % de EuroBic

Era el epílogo de una década prodigiosa en la que Escotet había logrado expandir Banesco, mediante Banesco Internacional, a Estados Unidos, Panamá, República Dominicana, Colombia y España. Fue la década en la que el barril de petróleo superó los 100 dólares. La década de la chequera manirrota de Hugo Chávez.

Resiliencia

Las relaciones de Escotet con el chavismo han sido siempre terreno de especulación: aunque no se puede negar que su negocio se expandió durante los 21 años del régimen, también es cierto que ha sufrido presiones y reveses personales. Mixtas, se les podría calificar.

Como presidente de la Asociación Bancaria de Venezuela entre 2010 y 2012 le tocó servir de interfaz directa con el Ejecutivo nacional. En ese cargo fue cauteloso y hasta seductor frente al oficialismo, seguramente por dictados estratégicos. Por ejemplo, en 2011, durante una entrevista con la televisora estatal Venezolana de Televisión, decía: “Los banqueros no estamos aquí para discutir de política. Estamos para responder a nuestros depositantes”. Apenas minutos después saludaba “la invitación que ha estado haciendo el gobierno al diálogo para estos efectos, que es desarrollar un programa masivo de viviendas, y que debe ser necesariamente tomado en cuenta. Es algo que el país clama y es un sueño del presidente (sic)”.

“Como presidente de la Asociación Bancaria de Venezuela, Escotet fue cauteloso y hasta adulante, seguramente por dictados estratégicos”.

Ese tono del banquero, en enero de 2012, no lo inmunizó contra la lengua siempre mordaz del comandante supremo de la autodenominada Revolución Bolivariana. En una de sus habituales cadenas de radio y televisión, Chávez le advertía: “Escotet, tú me dices: si tú no puedes, dame acá el banco, compadre. Cuánto cuesta tu banco y de una vez lo nacionalizamos”. La amenaza tenía con qué ser algo más que retórica: ya Chávez había nacionalizado varios bancos, entre ellos, el Banco de Venezuela. Nada de ello fue óbice para que un año y dos meses después, Escotet asistiera al funeral del exteniente coronel y presidente de la República por quince años.

Entre mayo de 2018 y marzo de 2019, el régimen de Nicolás Maduro mantuvo intervenido Banesco, y apresó durante algunos días a tres de sus directivos por propiciar y encubrir “ataques contra la moneda venezolana”, según aseguró entonces el fiscal general de Maduro, Tarek William Saab. Terminó por ser otra prueba para la resiliencia de Escotet, quien sostuvo que la intervención había sido una decisión política.

Alejandro Cáribas asegura que el banco se salvó de una intervención definitiva por la mediación de un personaje allegado al oficialismo venezolano, José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno español entre 2004 y 2011. Escotet es titular de un pasaporte español.

Escaramuzas en el Norte

En cualquier caso, la estrategia expansiva de Escotet lo ha sometido a las regulaciones bancarias de otros países y a la lupa escrutadora de las autoridades. 

En el mercado financiero más grande del mundo, Estados Unidos, donde actúa en Puerto Rico y el Sur de Florida, Banesco USA se ganó una advertencia de las autoridades bancarias en 2013. El banco aceptó entonces, “sin admitir ni negar alguna práctica insegura o contra la Ley de Secreto Bancario”, hacer algunas mejoras en el funcionamiento de su Junta Directiva y su actuación en los controles anti lavado de dinero, bajo la supervisión de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés). La Bank Secrecy Act es la que obliga a los bancos aclarar el origen de los fondos, conocer al cliente, e informar al Departamento del Tesoro de operaciones irregulares en sus cuentas.

A pesar de ello, sería en Estados Unidos y a la chita callando donde Escotet cosecharía otro trofeo en su campaña de compras, esta vez con la bendición, hasta entonces renuente, de la misma FDIC.

“La estrategia expansiva de Escotet lo ha sometido a las regulaciones bancarias de otros países y a la lupa escrutadora de las autoridades”.

Escotet, a través de Banesco USA, adquirió en 2019 el Brickell Bank de Florida, un banco bajo presión por un largo récord de sanciones por parte de los reguladores, de desempeño pobre y con antecedentes que de manera oblicua lo conectan a un pasado difuso.

El Brickell Bank es el nombre que se dio, después de su relanzamiento en 2015, a la operación en el sur de Florida del portugués Banco Espirito Santo (BES). Tras el naufragio del holding portugués en 2014, lastrado por la mala administración y la corrupción, el negocio en Florida era uno de los activos sanos, desde el punto de vista financiero, de cuya liquidación se encargó el Novo Banco, la marca que quedó gestionando la parte del BES que se podía salvar. Desde entonces, el Novo Banco buscaba comprador para el Brickell Bank.

Como una premonición llamativa, serían inversionistas venezolanos los primeros interesados en comprar. La familia Benacerraf, con gran tradición en el sector en Venezuela -han sido accionistas en el desaparecido Banco Unión, en Fondo Común y 100%Banco-, acordó en mayo de 2015 tomar control del Brickell Bank por un monto de alrededor de diez millones de dólares. Hasta entonces era un banco pequeño, con apenas una oficina, y calificado como “problemático” por su errático estilo de gerencia. Sin embargo, se había enfocado en la atención de grandes patrimonios latinoamericanos y ofrecía la oportunidad de poner un pie en un mercado en expansión.

En abril de 2017 la negociación se cayó. La FDIC se había tomado casi dos años en estudiar la compraventa y aún no emitía su visto bueno. A la luz de esas dificultades, las dos partes coincidieron en anular el trato.

Un nuevo pretendiente aparecería en enero de 2018. Este, aunque suizo, también tenía relación, bastante oscura en su caso, con Venezuela: Joseph Benhamou.

Benhamou es  un ciudadano suizo-israelí, parte de una familia con trayectoria en el sector financiero helvético. Pero su negocio de cabecera, la Compagnie Bancaire Helvetique (CBH), un banco de Ginebra, se convirtió en una de las estaciones predilectas del dinero negro procedente de la boliburguesía y de altos funcionarios del Estado venezolano. En enero de 2019 Armando.info publicó en simultáneo con otros medios nacionales un informe especial sobre las andanzas de un ya para entonces exejecutivo del CBH, Charles Henry De Beaumont, francés, quien manejó las cuentas de, entre otros clientes conspicuos de la ralea bolivariana, los empresarios de Derwick, el exdirector de la policía política chavista, Carlos Aguilera Borjas, y el broker quintaesencial del chavismo, Danilo Díazgranados.

Para la fecha de la publicación, ya De Beaumont se había desligado del CBH y actuaba de manera independiente, primero desde Gibraltar, y luego desde República Dominicana. Pero un reportaje publicado en fecha tan reciente como diciembre de 2019 por la agencia Bloomberg continuaba llamando al CBH, el negocio de Benhamou, “el banco al que hay que ir para los venezolanos que esconden dinero”.

El 29 de enero de 2018, el Brickell Bank anunció la firma de un acuerdo con la familia Benhamou para la adquisición del banco. El vocero de Brickell Bank justificaba la operación como parte de un propósito del CBH por hacer “más negocios en América Latina”.

Aunque en 2017 el Brickell Bank había logrado por primera vez en mucho tiempo recortar sus pérdidas y completar un balance en cero, el interés de Benhamou por la entidad despertó suspicacias sobre qué tipo de cuentas y qué tipo de clientes de Venezuela podría contener el portafolio del Brickell. En cualquier caso, el apetito duró poco. Hostigado por las revelaciones de prensa y en espera dilatada por un permiso de los reguladores que nunca terminaba de llegar, el inversionista suizo desistió de la compra.

Fue entonces cuando, en mayo de 2019, apareció Banesco USA como comprador. En tiempo récord y contra todo vaticinio, la operación obtuvo la autorización de la FDIC en agosto de 2019, apenas tres meses después del acuerdo. Un boletín corporativo de Banesco USA celebraba la luz verde reguladora con la siguiente declaración atribuida al presidente de su Junta Directiva, Carlos Palomares: “Esta es una ocasión trascendental en la historia de Banesco, y estamos muy entusiasmados de que Brickell Bank sea una opción sinérgica en varios niveles”.

Fue la primera de dos adquisiciones presumiblemente tóxicas en el haber de Juan Carlos Escotet en menos de un año. Su imperio ya no es venezolano sino de vocación global. Y la mención regia no es fútil: el banquero venezolano se ha investido con el título de uno de los acompañantes habituales del Juan Carlos I de Borbón, el rey emérito de España ahora acosado por denuncias de presunta corrupción, en las regatas que el exmonarca hace regularmente desde el puerto gallego de Sanxenxo. Otro de los participantes en esos eventos náuticos es también un controvertido banquero venezolano en el destierro, José Álvarez Stelling, hombre fuerte del desaparecido Banco Consolidado.

La fachada de un banco y una de las fachadas favoritas para el lavado de dinero por parte de los Dos Santos

¿Cree Escotet que la adquisición de EuroBic afecta la imagen de Abanca y de los miembros de su junta directiva? “Al contrario, muestra que Abanca es una entidad que cuenta con la confianza plena de los reguladores español, portugués y europeo. Todos ellos han supervisado la operación”, responde su equipo de comunicaciones.

Mientras tanto, la página web de EuroBic ha borrado de su historia a Isabel Dos Santos. Ahora, como nota de portada, está la noticia de la adquisición por parte de Abanca. En la foto, sonreído y entre los abajo firmantes, está Juan Carlos Escotet.

Lo que permanece intacto en el mismo sitio es un enunciado institucional: “Más que un banco, EuroBic es un aliado cada vez más próximo a las familias y empresas”. Familia y empresa: así lo entendieron los Dos Santos. Hoy, con Escotet, y en la espera de la diligencia debida, la línea es la expansión. “Una operación más”, como responde antes de que pueda decir, ya con la seguridad de sentirse dueño del banco, que la suerte está echada.


*Este reportaje fue publicado originalmente el 19 de abril de 2020, cuando estaba en marcha la compra de EuroBic por parte de Abanca. El 17 de junio de 2020 el banco presidido por Juan Carlos Escotet desistió de la compra del banco portugués. El sumario de esta nota fue actualizado con este dato.

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