Justo en 1999, año de la inauguración de la presidencia de Hugo Chávez, Venezuela alcanzó su récord histórico de producción cafetalera: 95.000 toneladas. Algo más de una década después, el rubro había desaparecido de los mercados y marcas tradicionales dejaron de existir, por quiebra o por estatización, que vino a ser lo mismo. Ahora una cierta reactivación del sector genera exportaciones que, antes que las de petróleo, sortean las sanciones de Estados Unidos, pero solo beneficia a emprendimientos como Grupo Botalón, una iniciativa privada con aroma a negocio favorecido.
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Con delantal, gorra, guantes y tapabocas negros, a Kleiver se le podía ver a través de las cámaras de Venezolana de Televisión moviéndose con gestos nerviosos. Era la emisión del 21 de julio de 2021 de Miércoles productivos, el programa vespertino que Nicolás Maduro conduce cada semana desde el principal canal del Estado para alardear de los logros económicos, reales o solo percibidos, de su régimen.
En la ocasión se conmemoraba el 25 aniversario de la fundación del Banco de Comercio Exterior (Bancoex). El presidente actual de la institución, Guillermo Gabriel Lara Toro, se esmeraba en exponer ejemplos del impulso que el banco estaría dando a las exportaciones del sector privado. Y allí fue cuando Kleiver entró a escena.
“Aquí tenemos el representante más grande de los cafetaleros de Venezuela, Café Botalón”, introdujo Lara Toro antes de presentar, sin apellidos y simplemente como un representante de la marca, a Kleiver, quien de seguidas asintió: “Conformamos la empresa más grande del café aquí en Venezuela. Trabajamos con todos los productores, desde Caripe hasta Boconó”.
El programa terminó semejando la presentación en sociedad de un emprendimiento que, en poco tiempo, ha acaparado buena parte de la producción cafetera en el país y que también se adueña de las exportaciones, aunque bajo otra denominación.
El café fue un rubro que llegó a faltar en los anaqueles de mercados venezolanos durante los peores tramos de la crisis económica de inicios del gobierno de Maduro. La producción nacional había desaparecido y se favorecieron las importaciones de países aliados al régimen de Caracas, como Nicaragua. Pero no siempre fue así. Durante el s. XIX y buena parte del XX, el café había sido un producto de exportación, con volúmenes importantes y prestigio reconocido.
El giro hacia el pragmatismo que en materia económica ha dado Maduro, una rectificación que beneficia a una claque de empresarios amigos y aliados, parece retomar esos antecedentes.
De ese modo, en 2018, en el apogeo de las sanciones impuestas a Caracas desde Washington por la administración de Donald Trump, Venezuela no solo volvía a exportar café, sino que la mayoría de esos despachos, 98,1%, se destinaban a Estados Unidos, según datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC, por sus siglas en inglés). Eso sí, las cifras aún eran modestas: los ingresos fueron de apenas 5,53 millones de dólares.
Un despachador recurrente de café desde Venezuela en ese período fue Procafé Lara, C.A. Su destinatario invariable: Procoffee LLC. El director de esta última, constituida en enero de 2018 en Doral, Florida -la ciudad-suburbio en el oeste de Miami donde abundan inmigrantes venezolanos-, es Antonio José Villegas Rivas. Más de un año después, en noviembre de 2019 y con los mismos directivos, se constituyó una réplica panameña, Procoffee Corp, a fin de circunvalar las sanciones internacionales.
De hecho, Antonio José Villegas Rivas y su padre, Ramón Antonio Villegas, han conformado desde los estados Lara y Portuguesa, en el centrooccidente venezolano, lo que fuentes del sector agropecuario no dudan en calificar como un “emporio” cafetero. Agropecuaria Botalón 85, Ganadería Cacho e Venao (sic), Procafé Lara, C.A. y Alimentos Botalón, C.A son las piezas del holding. El grupo ha multiplicado su presencia en los anaqueles venezolanos con tres marcas de café: San Salvador, Arauca y Flor de Arauca.
En 2018, el esquema para la exportación era sencillo para los Villegas: de Puerto Cabello, Carabobo, directamente a Port Everglades, Florida. Entre el primero de marzo y el 13 de septiembre de 2018, Procafé envió a Procoffee LLC al menos 4.000 toneladas de café verde.
En su sitio web, la Organización Internacional del Café (fundada en 1963 con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas y con sede en Londres, Inglaterra) detalla la cifra de exportación, desglosada en sacos de 60 kilogramos. De acuerdo con este organismo, en 2018 Venezuela exportó 72.000 sacos de 60 kilos: 4.320 toneladas. Considerando estos datos y comparándolos con los de Panjiva, una base de datos aduaneros internacionales, y con los de Import Genius, proveedor de datos de importaciones y exportaciones, quiere decir que Grupo Botalón por sí solo representó alrededor de 92,59 % de las exportaciones de café venezolano a Estados Unidos en aquel año.
Luego, en 2019, Procoffee Corp se convirtió en una escala propiciatoria y necesaria de las exportaciones de café de los Villegas a Estados Unidos. En total se enviaron desde los puertos istmeños 3.000 toneladas de café que provenían de Puerto Cabello.
Ese año, de acuerdo nuevamente con cifras de la Organización Internacional del Café, Venezuela exportó 3.180 toneladas, de las cuales, según los datos de fuente abierta obtenidos en Panjiva y en Import Genius, Grupo Botalón exportó 3.000 toneladas, lo que quiere decir que exportó 94% del café enviado de Venezuela. En ese porcentaje también coinciden los números del Observatorio de Complejidad Económica, que detallan el envío de 94,65% de las exportaciones venezolanas de café a Estados Unidos, con ingresos por 3,23 millones de dólares.
Una fuente del sector industrial cafetalero, cuyo nombre se omite a petición, explica que, al menos desde 2013, Venezuela no declara sus cifras de producción, importación y exportación a la Organización Internacional del Café. ¿Esto vuelve endebles sus datos? Al respecto, responde: “No. Aunque las fuentes principales son los gobiernos, en casos de países en crisis o con dictaduras, hay fuentes claves e informantes dentro de los gobiernos. Los métodos de obtención de datos dejan un margen mínimo de error”.
La pandemia por la Covid-19, decretada a comienzos de 2020, detuvo las exportaciones de café verde hacia Estados Unidos por parte de Grupo Botalón. En octubre de 2021 se reanudaron los envíos y Procafé Lara exportó 1.300 toneladas de café verde con escala en Panamá. Durante los primeros cinco meses de 2022, la empresa ha llevado 3.300 toneladas de café verde a Estados Unidos. La novedad es que este año ha utilizado puertos alternativos a los de Panamá, como los de Bahamas y República Dominicana.
El uso de las rutas como Panamá, Bahamas y República Dominicana es atribuido por el presidente de Grupo Botalón, Villegas Rivas, en entrevista con Armando.info por Whatsapp, a los itinerarios de las empresas navieras. “Solo sacamos café desde Puerto Cabello, Venezuela. El tránsito es de las navieras. No tenemos que ver con sanciones porque no somos empresa del Estado. Todo nuestro proceso es legal”, sostiene.
Desde 2019, la Organización Internacional del Café no registra exportaciones. En agosto de 2021, la prensa oficialista venezolana reproducía una cifra de exportación de café que precisó Wilmar Castro Soteldo: 35.000 toneladas desde 2017 hasta entonces, principalmente hacia “Alemania, Bélgica, Chile, Cuba, Escocia, España, Italia, Líbano, México, Siria, Turquía y Estados Unidos”.
Según los datos cotejados por Armando.info, han sido al menos 11.000 toneladas que Grupo Botalón ha puesto en suelo estadounidense en cuatro años. Entonces, de esas 35.000 toneladas que exportó Venezuela, según los datos del ministro, Botalón ha tenido a su cargo 31,42% del total, una porción importante, aún si proyectada, y solo considerando a Estados Unidos como destino.
Al consultarle sobre estas 11.000 toneladas de café, Villegas es enfático: “Sí, confirmada esa cifra”. Respecto del porqué de la persistente exportación de café verde a Estados Unidos, refiere: “Estados Unidos es el mayor consumidor del café del mundo, y aún antes de que Grupo Botalón comenzara a exportar, ha sido el comprador del café venezolano por tradición”.
Hasta aquí, las cifras parecen contar la historia de unos emprendedores que se habrían sobrepuesto a las dificultades del catastrófico entorno venezolano hasta reanudar, casi de manera exclusiva, las exportaciones de café.
Es una narrativa que Villegas ratifica: Este negocio viene desde hace más de tres generaciones. A los 13 años me encargué del sembradío de café de mis padres en el caserío Las Quebraditas, estado Lara. Antes solo nos dedicábamos al café verde y a la comercialización y vendíamos a intermediarios. A partir de enero de 2018 salimos con nuestra marca café Flor de Arauca (...) siempre hemos tenido ganancias. Nos hemos comido las verdes, las maduras y las pintonas”, señala.
Pero es solo parte de la historia.
Los Villegas y su Grupo Botalón forman parte del cambio de guardia en la clase empresarial que las políticas pragmáticas del gobierno han propiciado. Nuevas figuras desplazan a los capitanes de industria y marcas tradicionales en diversos negocios y mercados, arrasadas estas últimas por las estatizaciones compulsivas y las inquinas de los primeros tres o cuatro lustros de la autodenominada Revolución Bolivariana.
Ya en 2019 se los mencionaba con suspicacia. Al término de una reunión en febrero de ese año con Juan Guaidó, quien apenas semanas antes se había juramentado consecutivamente como presidente de la Asamblea Nacional de mayoría opositora y presidente interino de la República, Yoleidy Páez, entonces representante de los caficultores en la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) -pero fallecida recientemente, en febrero de 2022-, denunció: “Hay dos empresas importantes en el sector que son de enchufados: Páramo Café y Café Botalón. Son las que rigen la política y los precios del café actualmente”,
Al respecto, Villegas Rivas también tiene una respuesta: “Son especulaciones lo que pueden decir esas personas y serían de la competencia las que dicen esas cosas, porque si hablas con productores de verdad te van a decir que Grupo Botalón es donde se les paga mejor. De Bancoex, por ejemplo, no hemos recibido financiamiento. Recibimos apoyo por la permisología para la exportación, pero no apoyo monetario”.
En la tarea de desmarcarse, Antonio Villegas Rivas niega cualquier vinculación con cualquier funcionario o ente gubernamental, amén de las loas públicas que ha recibido su empresa por parte de Maduro y Castro Soteldo, principalmente.
“No lo llamaría favoritismo, sino que hemos estado en todos los actos corporativos de la Corporación Venezolana del Café, y así como nos han felicitado a nosotros, han felicitado a otras marcas que lo están haciendo bien”.
En cualquier caso, la presunta posición dominante en el mercado que le atribuyen a Botalón, debida -según esas versiones- al favoritismo oficial, no le evitaron un sinsabor a Botalón unos meses antes de las declaraciones de Pérez, en julio de 2018. Entonces, una comisión de la Superintendencia Nacional para la Defensa para los Derechos Socioeconómicos (Sundde) allanó los galpones de la empresa en Araure, Portuguesa, por orden del superintendente William Contreras. Se la acusaba de acaparar 138 toneladas de café molido y de presentar “indicios de incumplimiento de las obligaciones previstas en la Ley Orgánica de Precios Justos”, como señaló una nota de prensa de la superintendencia. La mercancía fue inmovilizada y pronto liberada.
En la versión de Villegas, la legalidad los amparó. “Demostramos que todo estaba en regla por un tribunal, solicitamos un amparo y hubo decisión firme. Por eso nos devolvieron el café”.
Desde entonces, se hicieron más frecuentes las loas, públicas y compensatorias, por parte de funcionarios gubernamentales hacia Botalón, principalmente del ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo.
La irrupción del Grupo Botalón tiene mucho que ver con la extinción de las principales empresas tradicionales productoras de café, como Fama de América y Madrid, luego de la ocupación de ambas por el Estado en 2009, diez años después de la llegada de Chávez al poder y de que Venezuela alcanzara su pico productivo del producto: más de 95.820 toneladas, según cifras de la Organización Internacional del Café.
Fue un ascenso a contracorriente en la etapa de mayor flacidez productiva para esta industria, laxitud cobijada por la Corporación Venezolana del Café (CVC), que Hugo Chávez creó en mayo de 2012 para “administrar, desarrollar, coordinar y supervisar las actividades del Estado en el sector cafetalero, incluyendo la producción, procesamiento y distribución de sus productos derivados”.
El control de precios, añade la fuente del sector industrial cafetalero, fue el tiro de gracia para el sector cafetalero. “Nos obligaron a vender a precio regulado. El kilo de café verde costaba 386 bolívares y tenías que venderlo obligatoriamente a 45 bolívares. ¿Cómo ibas a perder 341 bolívares? Pues eso fue lo que pasó”, concluye.
En medio de su tímido renacimiento, la producción nacional de café sigue en desventaja. “No hay quien compre café, y quien compra es demasiado barato. La gente de Botalón nos ofrece de 280 a 300 dólares por sacos de 46 kilos [la medida de un quintal de café en Venezuela]. Sigue siendo regalado y tiene muchos costos detrás. Un saco de abono nos cuesta 50 dólares. Es algo que no nos compensa”, detalla José Gregorio Pérez, durante cuatro décadas productor de café de Quebrada Honda, Yaracuy. “Estamos solos y peor que antes. La Corporación Venezolana del Café quiere que se produzcan de 50 a 60 quintales por hectárea, pero tenemos más de 12 años sin financiamiento del gobierno. Todo es por esfuerzo propio”.
Pero poco antes Flor de Arauca y el Grupo Botalón habían vuelto a ocupar un puesto de protagonista en un evento oficial. Fue el llamado Encuentro Internacional de Cafés de Especialidad Venezolano (Eicev), que tuvo lugar en el Círculo Militar de Caracas entre los recientes 5 y 7 de mayo.
Grupo Botalón contó con dos quioscos: una cafetería y un mostrador adornado con una pared de paquetes de Flor de Arauca. La mayoría de las marcas solo tenían un quiosco. En la inauguración oficial, el 4 de mayo, un día antes del acceso al público, el propio Maduro presentó a los ponentes más importantes de la feria: Grupo Botalón estuvo entre los primeros.
“Estos compañeros que vamos a visitar ahora, presidente, son exportadores de materia prima y transformadores de esa materia prima (…) la marca Flor de Arauca, que produce y comercializa y tiene alianzas en Portuguesa, Lara, Trujillo y Mérida”, contextualizó el ministro del área y ex teniente coronel de la Aviación, Castro Soteldo.
Según se vio en la transmisión de televisión, Maduro se detuvo en el quiosco y expresó sus simpatías hacia la marca como si improvisara versos que, en realidad, repetían el texto de la promoción publicitaria: “Yo disfruto en mis mañanas Flor de Arauca, gran sabor. Me lo tomo con espuma, sea con leche o sea marrón. Ni hablar del guayoyito, con aroma inconfundible. Qué café, qué gran sabor, Flor de Arauca”.
En el lugar Maduro también fue objeto de las atenciones de Dayanara Gallegos, representante de la marca, quien ante las cámaras y viéndolo a los ojos, dijo, pasando de anfitriona a porrista: “Cuente con productores patriotas que luchan día a día por llevar esa taza del mejor café del mundo a cada familia venezolana”. Remató la frase con un guiño a la vocación comercial del grupo: “Y también para exportar”.
El intercambio de gentilezas y consignas debía reflejar una atmósfera distendida en el Círculo Militar. Pero, entre cuchicheos, las quejas se asomaron en el evento. Algunos protestaron por los mil dólares que debían pagar a los organizadores, es decir, la Corporación Venezolana del Café (CVC) y el Ministerio de Agricultura y Tierras, para participar. Otros, como los integrantes del Movimiento Nacional Campesino, achacaban que “esta no es la realidad. A los pequeños caficultores nos tienen olvidados”. Entretanto, un representante de la Asociación Venezolana de Productores de Café Orgánico alzaba la voz para dibujar la situación de “asfixia” que padecen y la falta de “satisfacción por la poca asistencia que recibimos y la falta de compromiso de los entes nacionales”.
Antonio Villegas opina, en cambio, que el viraje del gobierno de Maduro es real, al menos en lo que respecta a la industria cafetalera. “Ha habido una recuperación en el sector café bastante interesante, y decir que estamos en crisis sería algo irresponsable, porque si vas a un anaquel de cualquiera de las cadenas del país ves muchas marcas”.
Ventila como ejemplo las 378 marcas de café que, según aseguró Maduro en el Eicev, están registradas en Venezuela. “Ha habido una recuperación a raíz de que abrieron las exportaciones y esto ha motivado mucho a los productores”.
¿Pueden estas cifras estar infladas por el gobierno de Venezuela para efectos de propaganda? “No sabría decirte si mueven las cifras o no, pero sí te puedo garantizar que se está produciendo mucho café en el país”, insiste el representante de Grupo Botalón
Sin embargo, el volumen de la celebración era más alto que las quejas. Y así, con la venia de Nicolás Maduro, de Wilmar Castro Soteldo, de Alfredo Mora, presidente de la CVC, y de Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda, quedó inaugurada la fiesta cafetalera que tuvo un amplio despliegue mediático y al Grupo Botalón como número estelar.
De nuevo los hermanos Khaled y Majed Khalil aparecen en una maniobra para controlar una agroindustria, con el auspicio del gobierno del que son contratistas, pero esta vez no como beneficiarios de una reprivatización. Ahora, por una artimaña jurídica, buscan tomar posesión por tan solo diez millones de dólares de una de las principales productoras de grasas comestibles del país, cuyos activos fueron tasados en más de 200 millones de dólares. Si la ganga se completa, convertiría a Coposa en un suplidor cautivo de las cajas CLAP.
Llegaron desde Turquía: por un lado, un cargamento con lápices de colores, borradores, cuadernos y demás implementos para las clases escolares; por el otro, un despacho de pasta, arroz, atún y otros productos de la cesta básica. Pero el consignatario de ambos era una misma empresa en Panamá, hasta entonces desconocida, y con unos empresarios líbano-venezolanos, muy poderosos y amigos del chavismo de vieja data, por detrás.
Pasaría por el barista de moda gracias al auge de su marca Café Páramo y cadena de tiendas gourmet. Pero es mucho más que eso. A la sombra de decenas de contratos con el Estado venezolano y divisas preferenciales, Camilo Ibrahim Issa ha expandido un emporio que nació con tiendas al detal y no deja de sumar toda clase de nuevos negocios: aerolíneas, empresas petroleras y prestadoras de servicios en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, entre otros. Si bien cultiva el bajo perfil, el reciente escándalo de Plus Ultra en España lo puso bajo los focos. Todavía así, para reconocer su figura en medio de una enmarañada estructura corporativa hace falta seguirle la pista a un grupo de allegados y familiares.
De aquella promesa de gloria, producción y soberanía alimentaria a través de una red de empresas estatales dedicadas al agro hoy quedan, si acaso, los esqueletos que ahora manejan algunos nombres tocados por la gracia del ex comandante del 4F y actual ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, quien las adjudica sin concurso ni explicaciones. A través de “alianzas estratégicas”, una figura apenas mencionada en las leyes y una institución estatal ad hoc bautizada como Delagro, el ministro del campo parte y reparte desde 2016 y sin que nadie sepa qué pasó con la mejor parte.
A los productores se les paga un precio irrisorio por “el mejor cacao del mundo” y se vende al exterior en divisas a precio internacional. El negocio, aunque todavía no exhibe números de envergadura, es redondo para el que logre establecer el control de las cosechas, su transporte y comercialización, una labor a la que se abocó el nuevo gobernador del estado Miranda apenas asumió el cargo y que pretende establecerse en otros estados productores como Aragua, Sucre y Zulia.
El informático venezolano Marcos Machado Requena es accionista de Ex-Cle, la compañía de origen argentino que goza de contratos multimillonarios del CNE. Su complicidad en esa operación le expuso a las sanciones de Washington. Así que se sigue esforzando en mantener su perfil bajo aún en el otro ramo al que se dedica, donde dejarse ver es clave: la gestión de lugares de rumba y café que son tendencia en Caracas.
Una producción al estilo de la serie ‘CSI’ fue preparada por el oficialismo para hacer un simulacro de revisión pericial de las actas de votación, con un desenlace previsto en el guion: la ratificación judicial del dudoso triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 28J. Contó con un grupo de extras disfrazados de investigadores de una escena del crimen donde las víctimas eran la verdad y la democracia. Pero, en realidad, se trataba de funcionarios del CNE, cercanos al rector Carlos Quintero y, muchos de ellos, miembros también del PSUV.
Las autoridades de la Universidad Arturo Michelena se infiltraron en grupos de WhatsApp de sus estudiantes. Allí detectaron a aquellos que se pronunciaban contra el fraude electoral del 28J y criticaban el respaldo abierto del rector al oficialismo. A los descubiertos les ofrecieron la “oportunidad” de escoger sus propios castigos: o arrepentimiento y suspensión hasta por dos semestres en el campus o, ya a merced de la ley de la calle, expulsión permanente y denuncia ante la Fiscalía por delitos de odio. La universidad prolongaba así su historial de cruce con prácticas y cuerpos de represión.
Desde sus tribunales antiterrorismo en Caracas, cuatro jueces improvisados se han dedicado a, precisamente, sembrar el terror. Actúan de manera expedita e implacable, en medio de arbitrariedades y sin detenerse en formalidades, no solo concertados con el gobierno de Nicolás Maduro, sino teledirigidos desde la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia y del Circuito Penal de Caracas. Su propósito: propinar castigos ejemplarizantes a quienes se manifiesten en desacuerdo con el fraude electoral.
Sobre el sistema electoral venezolano, “el mejor del mundo”, ahora en la mira tras los cuestionados cómputos oficiales de los comicios del 28 de julio, al final hay un solo ojo: el de la compañía argentina Ex-Cle. Y sobre Ex-Cle, con domicilio desierto en Buenos Aires y un búnker en Caracas, solo mandan los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez y el rector del CNE, Carlos Quintero, junto al empresario Guillermo San Agustín. Un embudo por el que pasan negocios, influencias políticas y ‘big data’, en perjuicio de la democracia.
Desde que se conocieron los dudosos resultados del CNE que daban el triunfo a Nicolás Maduro en las recientes elecciones presidenciales, estalló una ola de protestas que ahora los cuerpos de seguridad del régimen intentan sofocar no solo con la represión, sino con un nuevo elemento disuasivo: videos de escarmiento en redes sociales. A fin de analizarlas, Armando.info recopiló una veintena de estas piezas, editadas con elementos de filmes de terror y de incitación al odio y hostigamiento contra la disidencia.
Siglas del Encuentro Internacional de Cafés de Especialidad Venezolano, evento celebrado en mayo de 2022 en Caracas y organizado por el régimen de Nicolás Maduro para mostrar el resurgimiento de la mermada industria cafetalera venezolana.
ICO, por sus siglas en inglés. Fundada en 1963 en Londres, Inglaterra, con el fin de supervisar el negocio cafetalero en el mundo para beneficio de los integrantes de la cadena de producción de este alimento.
Empresa que, con sede en Doral, Florida (EEUU), recibe el café verde venezolano que se envía desde Procafé Lara, C.A. Ambas son propiedad de Antonio José Villegas Rivas.
Empresa registrada en Panamá, propiedad de Antonio José Villegas Rivas, a través de la cual se exporta el café venezolano desde Venezuela hacia Estados Unidos.
Empresario venezolano, oriundo del centroccidental estado Lara y principal representante, junto con Ramón Antonio Villegas, su padre, de Grupo Botalón.
Holding venezolano que agrupa a cuatro empresas dedicadas a los rubros agrícolas y de producción de alimentos: Agropecuaria Botalón 85, C.A., Ganadería Cacho e Venao, Procafé Lara, C.A. y Alimentos Botalón, C.A.