Dos ciudadanos estadounidenses llegaron este año a Venezuela en fechas próximas y ambos fueron dejados en prisión para enfrentar acusaciones de terrorismo. A partir de entonces, sus destinos empiezan a divergir. Para uno se espera la deportación; para otro, una larga temporada en calabozos venezolanos. Pero, sobre todo, es un ejercicio para poner a prueba las definiciones de ‘terrorismo’ y ‘noticia’ para el aparato de propaganda del Estado chavista, archirrival de Washington. Mientras la captura de uno mereció una rueda de prensa del ministro del Interior, la otra pasó inadvertida. ¿Por qué? ¿Quién es quién en estas historias paralelas?
Impidamos que el país se convierta en un desierto informativo.
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Dos hombres con la misma nacionalidad, la estadounidense, pisaron suelo venezolano por distintos motivos y dieron a parar con sus huesos en la cárcel. Uno llegó el 11 de junio directamente de Estados Unidos en vuelo comercial para reencontrarse con su conquista criolla, a la que conoció por Internet; el otro no se sabe desde dónde ni cuándo llegó, puede que por tierra desde Brasil y puede que para ocultarse de las autoridades a las que llevaba esquivando casi 20 años. Uno, sin antecedentes penales, salió en todos los medios del Estado e incluso su caso ameritó una cadena nacional de radio y televisión del ministro de Interior, Justicia y Paz; el otro, con dos órdenes de captura de Interpol, no tuvo apenas espacio en los medios nacionales.
En Ciudad Caribia, el conjunto de viviendas ideado por el presidente Hugo Chávez en 2006 cercano a la autopista Caracas-La Guaira, en la vía hacia el aeropuerto internacional Simón Bolívar del estado de Vargas, vivía, de modo provisional, Joshua Holt, nacido en Utah (EE.UU.) hace 24 años. El pasado 30 de junio fue sorprendido en su cama por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en un Operativo de Liberación del Pueblo (OLP), el vigesimotercer plan de seguridad implementado por los gobiernos de la autodenominada Revolución Bolivariana para acabar con la inseguridad que mortifica a los venezolanos. Según el Ministerio Público, fue capturado en flagrancia.
Según otra versión, fue sacado de su cama en ropa interior y, ante lo que percibió como un abuso policial, se dispuso a grabar con su teléfono celular su propio arresto. “Conozco mis derechos”, repetía. En esa misma versión, los agentes, al darse cuenta del origen del sorprendido, decidieron apresarlo. Una suerte de botín del que pronto se haría alarde en todos los medios públicos, con el propio ministro de Interior, Justicia y Paz, el hoy destituido mayor general Gustavo González López, como portavoz. Le dejaron vestirse y se lo llevaron detenido junto a la mujer con la que recién se acababa de desposar, Thamara Belén Caleño, de origen ecuatoriano, pero nacionalizada venezolana
El 3 de febrero de 2016, un viajero vestido con una bata naranja, pelo canoso y largo, flaco y alto, y con la piel pálida, se disponía a tomar un vuelo desde el aeropuerto Jacinto Lara de Barquisimeto (estado de Lara, centrooccidente del país), con rumbo a Caracas. En el mostrador de identificación algo llamó la atención de los trabajadores de la aerolínea: identificación falsa y dos alertas de Interpol. Un hombre con tres nombres: Robert Caring, Niels Christian Nielsen y Robert Dean Child; dos profesiones confesas: escritor y profesor; y un pasado que se remonta a 1995 en la lejana población de Purulia, en la región de Bengala Occidental (India).
El estadounidense, nacido en Pennsylvania en 1953, tiene diversos pasaportes del país del norte y una cédula de extranjero de Brasil. Está solicitado por India desde el 10 de enero de 1996 y tiene dos notificaciones rojas internacionales, una del 1 de diciembre de 1997 y otra del 18 de febrero de 2016. Ambas, bajo las acusaciones de tráfico de drogas, contrabando de armas, blanqueo de capitales y terrorismo.
Holt, misionero mormón, dejó el misionado activo para ser feligrés de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En su afán por entender mejor a las comunidades de origen latinoamericano a las que atendía, buscó aprender español a través de Internet. Y en ese camino, encontró a Thamara Caleño. La interacción digital dio paso al encuentro personal en República Dominica. Luego vino el plan de ir a Estados Unidos juntos y casarse, previa petición de la “visa K”, esa que permite al futuro cónyuge del ciudadano estadounidense acelerar sus trámites y obtener sus papeles. Llegó a Caracas el 11 de junio. Algo pasó en el camino, quizá las prisas por la vida marital, que llevaron a Joshua y a Thamara a casarse en Venezuela, lo que hizo que debieran seguir esperando otros cinco meses en el país para poder viajar y cumplir con los trámites administrativos de Estados Unidos.
La utopía comunal de Ciudad Caribia reside en un conjunto enorme de edificios altos, en mitad de la nada en la carretera que va desde Caracas a La Guaira. Para llegar a su altiplano hay que desviarse por una carretera llena de curvas, sin nada alrededor. Allí se encuentran algunos servicios, como un centro médico básico, un abasto, una escuela primaria y unas dependencias judiciales, todos organismos del Estado. También hay tiendas informales que se anuncian en las rejas de las casas con carteles manuscritos al estilo “Hay helado”. En las pocas paradas de autobús, la gente se agolpa esperando el transporte.
La misión de la Operación de Liberación del Pueblo (OLP, campaña de tomas armadas de barrios populares por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, para someter a las bandas del crimen organizado que en ellos se han hecho fuertes) se desarrolló en Ciudad Caribia durante la madrugada del 30 de junio. La Guardia Nacional no estuvo allí más tiempo del necesario, hasta que volvieron a tomar la zona, un día después de que el entonces ministro de Interior, Justicia y Paz saliera en el canal del Estado a hablar de la captura de El gringo, como apodaron a Holt. El 21 de julio, a la entrada de los bloques de edificios todavía permanecían en el urbanismo un helicóptero, carros blindados y decenas de militares. “No podemos decir qué hacemos aquí, pero es preventivo”, aseguraba uno de los militares al mando. Entre los organismos presentes, la Unidad Antisecuestros del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC, policía auxiliar de la Fiscalía).
Ese día pocos querían hablar del caso de Holt. Quienes hablan lo hacen más de Thamara, su esposa, quien “no se metía con nadie, era muy trabajadora y una de las pioneras de Ciudad Caribia”, dice una vecina que pide reservar su nombre. Sobre Joshua Holt: “Lo veíamos por aquí, sabíamos que era el esposo, pero apenas lo conocemos y no puedo decir si es buen o mal muchacho”. Al fin de cuentas, era un recién llegado.
“Lo veíamos por aquí, sabíamos que era el esposo, pero apenas lo conocemos y no puedo decir si es buen o mal muchacho”
Los primeros habitantes llegaron en 2011 al valle elegido por Chávez. Eran de aquellos damnificados que habían perdido su casa en las fuertes lluvias de finales de 2010. Thamara, junto con su madre y sus hermanas, fue una de ellos, y pronto empezó a trabajar como limpiadora en el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de la zona. “No puedo tener queja de ella, como trabajadora y como persona es excelente. No sé qué ha podido pasar”, dice una de las encargadas de personal del CDI que prefiere no dar su nombre: “No nos dejan dar declaraciones”.
La situación de Robert Caring en Venezuela era bien distinta a la de Holt. Según los documentos judiciales, no tiene ninguna credencial, pero sí una dirección, en el país.
Después de subir una calle empinada, larga, sin nadie a pesar de que el recorrido se hace a plena luz del día, jalonada por grandes quintas, algunas con jardín delantero, se llega a la quinta Prout. En la esquina de la calle Terepaima con Mosén Sol, en El Marqués –una urbanización de clase media en el noreste de Caracas-, frente a una garita de seguridad a medio hacer y abandonada, se encuentra esta enorme casa con una bandera venezolana, acompañada de otra de color morado con un globo terráqueo en su centro. En su balcón, un gran cartel con el nombre de la quinta, Prout, acrónimo de Progressive Utilization Theory, Teoría de la Utilización Progresiva, una teoría socioeconómica nacida en India en los años 60 de la mano del filófoso Prabhat Ranjan Sarkar y que tiene como objetivo superar las limitaciones del capitalismo y el comunismo, ambas teorías económicas paradigmáticas y contrapuestas que definían época. Este centro de investigación es donde, según los registros del Tribunal Supremo de Justicia, se alojaba Robert Caring.
Nadie atiende al timbre. Nadie atiende al teléfono. Tampoco los habitantes de la casa de al lado. No hay ningún indicio que pueda decir que en esa zona había un terrorista internacional. Pareciera que el tiempo se hubiera detenido en este centro que busca la construcción de un mundo mejor y que se opone a la corrupción, la violación de los Derechos Humanos o a “las reglas económicas que impactan adversamente las comunidades, los gobiernos nacionales y a regiones enteras del mundo”, tal y como reza su página web. Pero, si dieron cobijo a Robert Caring, puede que hayan contravenido sus propias reglas.
El 11 de abril se encontró en Ciudad Caribia el cuerpo de Omar Jesús Molina Marín, candidato a diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv, partido del Gobierno). Fue asesinado. La OLP de la madrugada del 30 de junio tenía como objetivo el desmantelamiento de la banda criminal paramilitar Los sindicalistas, según los investigadores, responsable del asesinato del dirigente político. En el camino se encontraron a Joshua Holt y lo detuvieron “por posesión de armas de guerra, municiones de alto calibre, mapas estratégicos de la ciudad y equipos informáticos que serían empleados para ejecutar acciones terroristas”.
La rueda de prensa del entonces ministro de Interior, Justicia y Paz, Gustavo González López, se afincó en demostrar la hipótesis oficial: “Bajo distintas fachadas, los servicios de Estados Unidos buscan concretar objetivos de la Guerra No Convencional a través de acciones injerencistas y estimulan la conformación de bandas criminales paramilitares para desplazar los objetivos conquistados de la Revolución”.
“Una extraña y sospechosa relación por Internet”
González López dijo que Caleño y Holt tenían “una extraña y sospechosa relación por Internet”, que ella había salido varias veces del país financiada por él y que el matrimonio de ambos se llevó a cabo con irregularidades. De esto último, la Alcaldía de Sucre dijo que ambos cumplieron con todos los requisitos requeridos por la ley. El ex ministro también dijo de él que era “un pistolero entrenado, especializado en el uso de nuevas tecnologías, evidencia en las redes sociales adoración a las armas, propio de la cultura impuesta a gran parte de los estadounidenses, donde son comunes actos terroristas”.
La noche del 17 al 18 de diciembre de 1995 un avión sobrevolaba Purulia, a unos 300 kilómetros de Calcuta, la capital de Bengala Occidental. Algo no salió como estaba previsto y, además de la carga llena de armas que cae en paracaídas, cae el avión. Al día siguiente, las autoridades indias lo encontraron, y dentro de él, pistolas 9 mm, fusiles de asalto Dragón, dispositivos para visión nocturna, miras telescópicas y municiones, todo traído desde Bulgaria, según el Gobierno de India. Pero ni rastro del organizador del envío, el verdadero Niels Christian Nielsen, alias Kim Peter Davy, ni del dueño del avión, Robert Caring.
Davy escapó con la ayuda de Caring. Cruzaron la frontera indio-nepalí después de pasar por Mumbai, sin salir de modo legal de India, según reseña el diario indio The Telegraph. Desde allí, fueron a Tailandia, y se sabe que Caring voló luego desde Singapur a Brasil, donde residía. Se desconoce cómo llegó de allí a Venezuela, si fue en un vuelo comercial o por tierra.
Desde el 10 de enero de 1996, India pide el arresto de Caring y es en enero de 1997 cuando se hace la primera notificación roja de Interpol con la siguiente advertencia: “Puede ir armado, puede usar otras identidades”. Y se le acusa, además de los cargos ya mencionados, de contrabandear con oro, con otros bienes de Asia y África, comercio de piezas de ordenadores y artículos electrónicos Kim Davy, el cabecilla del envío de armas “para usos terroristas” de Purulia, está relacionado con tres personas condenados en los años 80 por haber puesto una bomba en Sidney, S. Forder alias Dhuba, Mrs Singh y David O'Hee. Las autoridades indias saben que pasó por Rotterdam, Orebro (Suecia) y por Sao Paulo, donde se le vio con Caring.
Lo último que se sabe de Davy es a través de su aparición en una entrevista concedida al Times Now de India en 2011, en la que no se especifica el lugar donde se hizo, ni si fue presencial o telefónica. El compinche de Caring habla ante el riesgo de ser extraditado como terrorista: “No me siento terrorista, no siento que haya hecho daño a nadie, quería proteger a la gente del comunismo en la zona”. Cuenta que las armas eran para la defensa legal de la gente de Purulia ante el Partido Comunista de India y que detrás estaba la inteligencia de India, la RAW (Research and Analysis Wing) y el MI5 británico. “Había un ex agente de inteligencia dentro del avión, [las autoridades indias] sabían del plan, la carga que llevaba el avión, la zona de desembarco de la carga...”.
Toda una trama internacional, documentada en los medios, confesada incluso por sus protagonistas. A pesar de la gravedad de las acusaciones, de estar solicitado internacionalmente, Robert Caring –o Nielsen o Dean Child–, no mereció ni una mención en cadena presidencial, ni una alocución del Ministro de Interior, Justicia y Paz. Su caso se supo después de que la periodista de la fuente de sucesos, Altagracia Anzola, recibiera un pitazo de sus fuentes en Lara. Una información que apenas alcanzó para unos tweets y que pocos medios nacionales replicaron en sus versiones digitales.
Sobre Holt, el ministro dijo que pertenecía a una banda criminal paramilitar “con respaldo de grupos de la extrema derecha del país”. Nicolás Maduro habló de él, el diario Últimas Noticias sacó la nota entre sus páginas con el titular Paraco Joshua Holt “tenía nexos con instituciones y personajes políticos”. La página web Misión Verdad le dedicó extensas líneas al caso.
Caring está a la espera de ser extraditado a India. Mientras se escriben estas líneas, Holt espera una acusación firme entre las paredes del Helicoide.
This is the chronicle of a trip to nowhere. An effort of over a year to find the birth certificate of Nicolas Maduro—the key piece to solve the controversy over the nationality of the Venezuelan leader—led the team of Armando.info to the only document that the civil registry of La Candelaria Parish in Caracas could show, a few scanned pages. There is an unknown land where the original document is, if any. According to different versions, it is in a safe under the ongoing argument of "State security reasons," under a 24-hour personalized custody of at least four gatekeepers committed to deny access to the folios inside.
La desactivación de la licencia de Washington que permitía a Chevron operar en Venezuela abrió un hueco en las cuentas del régimen de Caracas que, obligado ahora a sacar -rápido y como sea- crudo que vender, flexibilizó las condiciones para los inversionistas. Atraídos por la oportunidad, nuevos postores participan en la piñata por los campos petroleros, pero uno compite con ventaja: el magnate Harry Sargeant III, que cuenta con dos fachadas corporativas y muchos contactos en el alto gobierno, así como un socio forzoso: Alejandro Betancourt, el de Derwick.
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