Luego de hacer migas con políticos chavistas y de oposición, los hermanos Leopoldo y Andrés Castillo Bozo fueron imputados en 2009 por la Fiscalía venezolana por el delito de usurpación de identidad para comprar bonos de la deuda pública. Los Panama Papers revelaron que para el momento, los dueños del Grupo Banvalor mantenían tres empresas en las Islas Vírgenes, a las que se sumaron 22 sociedades más distribuidas en Estados Unidos, Aruba, República Dominicana y Panamá. Nunca una huida había estado tan bien asegurada.
Impidamos que el país se convierta en un desierto informativo.
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Un escueto comunicado fue enviado a los clientes del BBA Bank N.V. de Aruba, el pasado 4 de marzo. Los dueños informaban que habían tomado la decisión de liquidar la entidad para el próximo 15 de julio. “El banco se encontró con varios retos en el ambiente de la comunidad financiera internacional que bloquearon su crecimiento. Otros asuntos personales también jugaron un papel en la decisión voluntaria para suspender las operaciones del banco”. Prometieron devolver a los clientes, en su mayoría venezolanos, los dineros depositados antes del cierre.
El hecho conmovió a la isla porque, además, a uno de los dueños del banco el gobierno de Estados Unidos le negó una visa por supuestas actividades relacionadas con el terrorismo, según publicó el periodista venezolano radicado en Miami, Casto Ocando.
Por segunda vez, en menos de cinco años, los hermanos Leopoldo y Andrés Castillo Bozo, se enfrentaban a la clausura forzosa de un emprendimiento financiero.
Aruba fue el puerto de desembarco de los dueños del Grupo Banvalor –formado por la Corporación Castillo Beltrán C.A., Seguros Banvalor C.A., Banvalor Banco Comercial C.A, y Banvalor Casa de Bolsa C.A.- justo un mes después de haber de sido citados por el Ministerio Público venezolano, en febrero de 2009, para imputarles los delitos de simulación de operaciones bursátiles, obtención fraudulenta de divisas y agavillamiento.
El hecho ocurrió cuando, a raíz de la venta de bonos en dólares de Pdvsa y la República, los Castillo diseñaron entre 2006 y 2007 un esquema para obtener mayor cantidad de adjudicaciones de dólares: realizaron las solicitudes de compra a nombre de 1.000 empleados, sin que éstos supuestamente lo supiesen. Tras la denuncia de los afectados, las autoridades descubrieron irregularidades operativas tanto en el banco como en la aseguradora. Una de ellas: iliquidez inusual, inexplicable para un grupo que manejaba contratos de seguros tan codiciados y millonarios como los del Ministerio de Educación y varias gobernaciones.
La apertura del BBA Bank de Aruba fue publicitada como el estreno de las operaciones internacionales del grupo, y a la cual acudió el ex Primer Ministro de Aruba, Nelson Oduber, y el entonces diputado del partido Podemos, Juan José Molina. Sin embargo, los Panama Papers revelan que los hermanos Castillo Bozo, ya tenían una estructura empresarial secreta en las Islas Vírgenes, conformada por tres compañías. Y lo que se pensó que era el primer paso de una expansión hacia mercados del Caribe, no era sino la continuación de un emprendimiento offshore realizado en el pasado.
De ninguna de las empresas radicadas en las Islas Vírgenes se conoce actividad comercial ni administrativa alguna. Fueron registradas entre 2003 y 2005, hace ya más de 10 años, justo en la época en que los empresarios navegaban con destreza en las nuevas aguas de la política venezolana, de la mano de Alfredo Peña, Juan Barreto, Eduardo Manuitt y Aristóbulo Istúriz.
Para la creación del tinglado offshore (fuera de la jurisdicción venezolana), los Castillo utilizaron los servicios del bufete de abogados Mossack Fonseca, radicados en Panamá. Con ese apalancamiento y experticia, Solitaire Group Limited, Flamingo Group Holdings Corp., y Sandbox Invest se constituyeron en una base mercantil que los hermanos mantuvieron activa hasta al menos 2012, según los documentos del despacho. Siempre con la misma sede, en la calle Francis Drake de Road Town, la capital de Tortola, una de las Islas Vírgenes. Las dos últimas compañías tienen “espejos” (empresas de similar nombre y vinculadas) en Miami (Estados Unidos), con una misma sede y sin actividad comercial conocida hasta los momentos.
Haber armado un espacio afuera, posiblemente les permitió huir rápidamente del país y establecerse en el extranjero, cuando la Fiscalía venezolana tocó sus puertas.
El parteaguas para los Castillo Bozo, comenzó en julio de 2007, cuando el Ministerio de Educación les retiró una de las pólizas más abultadas y codiciadas por los aseguradores venezolanos.
El ministerio se había convertido en la piedra angular del grupo financiero. “Tener ese seguro es uno de los más jugosos de América Latina, porque se reciben depósitos oficiales a tasa pasiva que los aseguradores colocan luego en plaza pública a tasa activa. El negocio es descomunal”, indicó el economista Francisco Faraco. Especialistas indican que el monto de la póliza rondaba los 100 millones de dólares. Los Castillo Bozo también sumaron las de la gobernación de Monagas, Miranda y Carabobo. En el mejor momento, Seguros Banvalor y el Banco Banvalor sumaron 4 millones de clientes.
Luego de ese masivo retiro, Seguros Banvalor no se recuperó. Vino la demanda de los empleados de la entidad contra su directiva, la misma del banco subsidiario, Banvalor. Poco después, en 2009 explotó la minicrisis financiera. “Esos bancos formaban con el Grupo Banvalor, el tinglado operativo de Alejadro Andrade, Tesorero de la Nación, en la compra de bonos de Pdvsa que luego se transaban en el mercado de divisas negro, dejando ganancias extremadamente altas”, agregó Faraco. El ex tesorero, hoy radicado en Estados Unidos, habría favorecido al grupo con adjudicaciones directas de bonos y notas estructuradas.
El retiro de la póliza del Ministerio de Educación y las posteriores denuncias por usurpación de identidad de los empleados parecieran haber sido el combustible necesario para que el grupo se mudara, rápidamente, del país. Una parte del nuevo emprendimiento se hizo con sigilo, otra con publicidad. Según el Registro de Público de Panamá, entre 2007 y 2010, fecha de intervención de Seguros Banvalor, los Castillo Bozo abrieron 13 empresas, de las cuales no se conoce actividad comercial alguna. Una de ellas tiene un nombre similar a otra en Delaware (Estados Unidos), un estado que percibe cuantiosos ingresos mediante el registro de empresas con facilidades impositivas, y reconocido mundialmente como un paraíso fiscal. Otras dos operaciones recibieron cuantiosa publicidad: la apertura de Seguros BBA Corp. en Panamá (2008) y la del BBA Bank de Aruba, inscrito en el Banco Central de la isla como offshore y dirigido exclusivamente a captar dólares de clientes venezolanos (2009).
Las 13 empresas son Joycespace, Maida Enterprises, Beauty Corporation Inc., Kairos Asesores de Inversiones, Daltrey Properties Inc., Bowman Investment S.A., KYC Ltd S.A., MBH Ltd S.A., Hiven Consultants Inc., Twin Shine Corp, Dream Rock Corp, Teller Enterprises y Mercury Star.
Cuando Seguros Banvalor fue intervenido por el gobierno venezolano en enero de 2010, ni Leopoldo ni Gabriel, los principales directivos, se encontraban en el país. Aún con una alerta de Interpol sobre sus espaldas, la red construida desde 2003 con la ayuda del bufete Mossack Fonseca les dio la seguridad necesaria para cerrar la página con el país y continuar con la faceta abierta de la expansión caribeña. Desde enero de 2010 hasta octubre de 2013, Leopoldo y Gabriel Castillo Bozo abrieron 6 empresas relacionadas con el sector de seguros, banca y finanzas en Panamá (Seguros BBA Corp. y Financiadora Inversolution), República Dominicana (Banco Atlántico y Atlántico CCA Valores) e incluso Estados Unidos (BBA Capital NYC).
Recién salido del país, Leopoldo Castillo defendió su trayectoria en una entrevista al diario El Mundo Economía y Negocios. “Lo primero que quiero aclarar es que la compañía de seguros de Panamá no tiene nada que ver con la compañía de seguros de Venezuela, y que el banco de Aruba, tampoco tiene que ver con el de Venezuela”, afirmó. Argumentó que era una retaliación política la intervención de sus entidades, insinuando que se debía a que proporcionaba el seguro colectivo a gobernaciones de la oposición, entonces Miranda y Carabobo.
Ante las críticas de asegurados que reclamaban más de un año por atraso de reembolsos, dijo: “Yo manejo un millón y medio de clientes, que cinco o diez se quejen para mí no es significativo. Deben ser casos específicos en los que faltan algunos documentos… Yo no soy el niño Jesús, ni pretendo serlo. Pero soy una persona correcta, no le robo nada a nadie”. Una solicitud de entrevista hecha vía correo electrónico a Leopoldo Castillo fue aceptada por un asistente en República Dominicana, pero no pudo ser realizada para el momento de la publicación. Queda abierta la posibilidad para sus declaraciones.
Los recientes brotes de violencia en el departamento colombiano de Norte de Santander, que incluyen los combates que se iniciaron en enero en la región del Catatumbo, parecen repercutir en Venezuela. Pero esa podría ser una perspectiva errónea; en realidad, los estados fronterizos de Zulia y Táchira dejaron de ser retaguardia o aliviadero para los grupos armados irregulares de Colombia. Ahora y desde hace al menos un lustro, sirven de lanzaderas para las operaciones guerrilleras, como ya lo adelantaron informes confidenciales de inteligencia del vecino país, consultados por primera vez para este reportaje.
El reciente hallazgo de un centro de cruel adiestramiento para sicarios del principal grupo del crimen organizado de Jalisco, mantiene en vilo a la opinión pública mexicana. Los fiscales llevaron esta semana a familiares de desaparecidos y a periodistas a un recorrido por el sitio. Pero, como esta crónica relata, la improvisada visita -concebida para controlar daños y alentar la narrativa oficial- aclaró poco y levantó más dudas, conjeturas e indignación.
En la génesis de los negocios de Alex Saab y Álvaro Pulido con el gobierno de Nicolás Maduro, el venezolano Jean Paul Rivas, que se mueve entre Suiza y Dubái, trabajó desde la trastienda como conector del tándem colombiano con una farmacéutica de India para vender medicamentos con marcados sobreprecios al régimen de Caracas. Con una variedad de intereses y emprendimientos, como en botica -también actúa en finanzas y bienes raíces-, Rivas seguiría en el sector de las medicinas con su propia compañía.
Mukesh Ambani es el hombre más rico de India y propietario de Reliance Industries, un importante cliente de Pdvsa. El magnate además recibe una ñapa desde Venezuela: miles de animales que, a través de emprendimientos privados, van a dar al zoológico de opulencia asiática que su hijo montó en la ciudad de Jamnagar. Los fletes se amparan en un acuerdo binacional de conservación y cuentan con permisos suscritos por el mismo Ministerio de Ecosocialismo que en Caracas avala a los dos zoocriaderos exportadores, relacionados entre sí.
Este excontratista del Estado, socio de Tarek El Aissami en entramados de tráfico de influencias y 'enchufes', se convirtió en el patrocinante de cuanto se hiciera en Tucupita, la ciudad capital de Delta Amacuro, donde transcurrió su infancia. A la manera del magnate que era, adquirió casi toda la vecina isla de Guara para levantar una utopía agropecuaria, el vedado donde se refugió desde que las sanciones internacionales lo cercaron en 2017 hasta que, en 2024, vivió allí su mayor derrota: el arresto por el caso ‘Pdvsa-Cripto’.
Controla con mano de hierro el municipio insular Almirante Padilla, una región remota pero estratégica sobre la barra del Lago de Maracaibo. Fue constituyente del chavismo. Con todo eso, la carrera política de Alberto Sobalvarro, apadrinada entre otros por un exgobernador de Zulia, luce apenas como una distracción frente a su vida de empresario, al mando de un conglomerado que se extiende por el Caribe e importa marcas de cigarrillos que incluyen algunas de la dudosa tabacalera paraguaya del expresidente Horacio Cartes.