Al menos un cuarto de las denuncias de transacciones sospechosas incluídas en los FinCEN Files tienen que ver con empresas que comercian con oro. Una de ellas es el Grupo Kaloti Jewellery de Dubái, que tiene una planta en Surinam que pudiera estar procesando oro venezolano. La compañía estuvo bajo investigación de la DEA y del Departamento del Tesoro, cuyos agentes llegaron a sugerir que la empresa fuera marcada por sus actividades vinculadas al lavado de dinero, pero el gobierno estadounidense decidió cerrar el caso por consideraciones diplomáticas. Aunque la compañía se salió con la suya, perdió una importante certificación y algunos bancos globales optaron por cerrar sus cuentas.
Tres años de pesquisas de investigadores de Estados Unidos se acumularon en una montaña de evidencias con la que luego se consideró cerrado el caso contra el Grupo Kaloti Jewellery, uno de los más importantes en el comercio global del oro, que también funciona como una refinería.
La compañía, con base en Dubái, se convirtió en parte de un engranaje clave en el comercio ilícito de oro, al comprar el metal precioso de vendedores sospechosos de hacer lavado de dinero para narcotraficantes y otros grupos criminales, según determinó una fuerza de tarea conjunta liderada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Kaloti pagaba con frecuencia en efectivo, a veces con tantos billetes que tenían que ser transportados en carretillas. También transfirieron dinero de clientes sospechosos a otras firmas, según los investigadores.
En 2014, la fuerza de tarea conjunta recomendó que el Departamento del Tesoro designara a Kaloti como una amenaza de lavado de dinero utilizando la Ley Patriota de Estados Unidos; una medida poco utilizada y considerada como una “pena de muerte” financiera porque puede expulsar a una empresa del sistema bancario internacional.
Pero el Departamento del Tesoro nunca accionó en contra de Kaloti. Exfuncionarios de esta dependencia dijeron que la decisión de continuar se aplazó porque temían el enojo de Emiratos Árabes Unidos (EAU), un aliado clave de Estados Unidos en Medio Oriente. Cuando fracasaron los intentos de convencer a los Emiratos Árabes Unidos de que actuaran por su cuenta contra Kaloti, la investigación fue dejada de lado.
Los investigadores dijeron al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) que estaban desconcertados y decepcionados. Los casos de lavado de dinero son extraordinariamente difíciles de resolver. Estados Unidos ha luchado para vigilar el turbio comercio del oro y pensaron que, con Kaloti, tenían una posibilidad única de enviar un claro mensaje a toda la industria del oro.
“Estaba increíblemente frustrado”, dijo un exfuncionario. “Lo realmente triste es que muchos investigadores realmente buenos, algunas personas realmente talentosas, dedicaron mucho más tiempo del dinero que recibieron por sus trabajos para tratar de descubrir una enorme irregularidad".
“No hay mejor mecanismo en el mundo para lavar dinero que el oro. Es riqueza concentrada y portátil, tiene esencialmente el mismo valor en cualquier parte del mundo y se puede mover fuera del sistema financiero global”
La
investigación hecha por Estados Unidos a Kaloti no se había divulgado hasta
ahora. El resultado apunta a desafíos comunes a los casos de lavado de dinero:
los investigadores deben seguir el dinero a través de fronteras y empresas con
sede en paraísos donde prima el secreto, como Dubái, que han mostrado poco
interés en tomar medidas efectivas para controlar este delito. Llevar adelante
casos contra actores poderosos también requiere voluntad política y acuerdos
entre diferentes agencias estadounidenses con distintas competencias.
La investigación salió a la luz en un lote de archivos bancarios secretos que describen el flujo de más de 2 billones de dólares (2 trillones en el sistema estadounidense) en transacciones sospechosas a través del sistema bancario mundial. JP Morgan Chase, Deutsche Bank y otras instituciones financieras inundaron la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN, por su acrónimo en inglés) del Departamento del Tesoro con advertencias sobre Kaloti, señalando como sospechosas miles de transacciones por el valor de 9.300 millones de dólares que ocurrieron entre 2007 y 2015, según los informes.
En algunos reportes, los bancos describieron que las transacciones bancarias tenían las características de lavado de dinero. Algunos bancos lanzaron sus propias investigaciones y cortaron conexiones con la compañía, o al menos dijeron que lo harían.
Los documentos, llamados informes de actividades sospechosas, o SAR (por sus siglas en inglés), fueron obtenidos por BuzzFeed News y compartidos con ICIJ y 108 socios de medios de comunicación como parte de los FinCEN Files.
Los SAR reflejan las preocupaciones de los oficiales de cumplimiento bancario y no son necesariamente indicativos de ninguna conducta criminal u otro delito. Algunos de los documentos se recopilaron como parte de las investigaciones del comité del Congreso de Estados Unidos sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de ese país en 2016, mientras que otros se obtuvieron a raíz de las solicitudes hechas por diferentes agencias oficiales a la FinCEN.
El ICIJ confirmó, con nueve exfuncionarios y exagentes del orden público con conocimiento de la pesquisa, detalles adicionales sobre la investigación del gobierno estadounidense sobre Kaloti. Todos acordaron hablar sobre con la condición de que no se publiquen sus nombres porque no están autorizados a declarar públicamente sobre el caso y porque temen las repercusiones por discutirlo.
En un comunicado, un portavoz de Kaloti dijo que la compañía “niega con vehemencia cualquier acusación de mala conducta” y asegura que la compañía nunca “se ha involucrado a sabiendas con ningún grupo criminal o criminal”.
Kaloti realiza regularmente “todas las comprobaciones apropiadas y requeridas” de debida diligencia y contra el lavado de dinero, incluida la búsqueda en bases de datos criminales y regulatorias, según el comunicado. Estas verificaciones, agregaron, “nunca han identificado tal criminalidad, o su probabilidad, entre los clientes activos de Kaloti”. La compañía aurífera nunca ha sido acusada ni cuestionada por ningún regulador o autoridad legal “sobre ningún delito material del tipo alegado o de cualquier otro tipo”, se lee en el comunicado.
Un portavoz de la DEA dijo que el caso Kaloti ya está cerrado y se negó a responder preguntas sobre la investigación.
Los investigadores estadounidenses dijeron que nunca interrogaron a Kaloti directamente. Como el caso no resultó en cargos ni en una designación del Tesoro, Kaloti nunca tuvo la oportunidad de ver o replicar ninguna de las pruebas que habían reunido.
Las policías han visto durante mucho tiempo el comercio del oro como una vulnerabilidad clave en la lucha mundial contra el lavado de dinero. Las bandas de narcotraficantes y los grupos armados utilizan oro para lavar dinero y financiar el conflicto. En el proceso han apoyado operaciones mineras ilegales que destruyen la selva virgen y son centros para el tráfico sexual y el trabajo infantil. En Perú, el mayor productor de oro de América Latina y el segundo mayor proveedor de cocaína del mundo, el comercio ilegal de oro es ahora dos veces mayor que el tráfico de drogas. En Venezuela, las Naciones Unidas ha denunciado graves violaciones de derechos humanos que tras la fiebre del oro en el Arco Minero del Orinoco, al sur del país, se ha convertido en el pulmón financiero del asfixiado régimen de Nicolás Maduro.
“No hay mejor mecanismo en el mundo para lavar dinero que el oro”, dijo David Soud, jefe de investigación y análisis de I.R. Consilium, una firma consultora que se especializa en analizar delitos relacionados con los recursos. “Es riqueza concentrada y portátil, tiene esencialmente el mismo valor en cualquier parte del mundo y se puede mover fuera del sistema financiero global”.
Por estas razones, no es inusual que una transacción de metales preciosos atraiga el escrutinio bancario. Las compañías de oro están involucradas en aproximadamente una cuarta parte de todas las transacciones sospechosas analizadas en los FinCEN Files.
Las investigaciones sobre Kaloti fueron más allá del monitoreo de rutina, según muestran los documentos. A medida que la pesquisa de Estados Unidos ganaba impulso, las preocupaciones sobre las prácticas comerciales de la empresa también ocupaban titulares en el Reino Unido.
En 2014, un antiguo socio de la oficina de EY (ex Ernst & Young) en Dubái informó que Kaloti había aceptado el oro exportado de Marruecos disfrazado de plata con documentación falsificada. Los auditores de la firma de contabilidad global también descubrieron que Kaloti había comprado oro de Sudán, donde el metal precioso ha financiado a un grupo de milicias bajo investigación por genocidio, sin investigar adecuadamente a sus proveedores, según el ex socio de EY. Al año siguiente, la refinería de Kaloti perdió una importante acreditación de la industria.
Un portavoz de Kaloti dijo que los reguladores, organismos internacionales o auditores no han encontrado que la empresa tenga minerales conflictivos, "o incluso la probabilidad de que los haya", en sus cadenas de suministro. Kaloti ha logrado mantener lazos comerciales con grandes corporaciones, incluida la refinería suiza Valcambi, según Global Witness, un grupo de defensa de la lucha contra la corrupción. Kaloti abrió recientemente una nueva refinería en Dubái.
El caso no resultó en cargos ni en una designación del Tesoro, Kaloti nunca tuvo la oportunidad de ver o replicar ninguna de las pruebas que habían reunido.
General
Electric, Amazon, General Motors y decenas de otras empresas estadounidenses
informaron que Kaloti pudo haber procesado o proporcionado oro como parte de sus
cadenas de suministro en 2019, según documentos presentados ante la Comisión de
Bolsa y Valores de Estados Unidos. General Electric y General Motors dijeron que
no obtienen oro directamente de Kaloti. La primera detalló que le había pedido
al proveedor que les informó haber usado a Kaloti que retirara a la empresa de
su cadena de suministro. Las tres compañías aseguraron que están comprometidas a
tener una cadena de suministro ética.
El oro corre a través de la economía global. Los inversores negocian contratos vinculados a futuras entregas en las principales bolsas de materias primas de Londres, Chicago y Shanghái. Los bancos lo compran a las empresas mineras y otros proveedores para revenderlo a los fabricantes, que lo convierten en anillos de boda y circuitos eléctricos para iPhone. Los intermediarios lo venden en infomerciales nocturnos.
El precio del oro puede fluctuar mucho. Subió a 1.895 dólares la onza troy en 2011, cayó a 1.062 dólares en 2015 y actualmente ronda los 1.900 dólares. Aun así, los inversores —asustados por los mercados volátiles— a menudo lo ven como un refugio. Eso es en parte porque el metal tiene poder de permanencia. El oro ha apuntalado potencias mundiales tan distintas como la España del s. XVI, que construyó un imperio global con oro saqueado de América Latina, o Estados Unidos en el s. XXI, que posee más de 261 millones de onzas troy (8.000 toneladas métricas) por el valor de más de 11.000 millones de dólares en las arcas del gobierno.
Para Munir Al Kaloti, el fundador del Kaloti Jewellery Group, el oro fue la base de su propio imperio de negocios. Al Kaloti huyó de Jerusalén a lo que hoy son los Emiratos Árabes Unidos en la década de 1960, cuando todavía era un remanso polvoriento con pocas carreteras pavimentadas. Comenzó a colectar metales a baja escala y luego importó cabras para el entonces gobernante de Dubái, dijo en una entrevista en 2013 con un sitio de noticias local.
En 1988, Al Kaloti abrió una joyería con su yerno, que se había formado como joyero en Italia. No pasó mucho tiempo antes de que compraran oro. “Las personas que transportaban restos de oro y oro de las minas en África y Asia llegaban cada vez más y se preguntan quién puede manejar esto, quién puede comprar esto”, recordó Al Kaloti en la entrevista. "Entonces dijimos: '¿Por qué no?'".
Durante el siguiente cuarto de siglo, Dubái se convirtió en un importante centro financiero y de negocios. También se convirtió en un importante mercado de oro, ayudado por las bajas tasas impositivas, la proximidad a África y Asia y una reputación de confidencialidad.
En 2000, Kaloti Jewellery Group comenzó a comercializar lingotes de oro. Para 2008, estaba haciendo sus propias barras en una refinería en la ciudad vecina de Sharjah. Pronto se convirtió en uno de los conglomerados de comercialización y refinación de oro más grandes de Medio Oriente, con sucursales en Asia. Aun así, siguió siendo un negocio familiar: el yerno de Munir Al Kaloti se desempeñó como gerente general. Uno de sus hijos operaba una oficina de compra de oro en un populoso mercado árabe de Dubái.
Tras bastidores, los tratos de Kaloti habían comenzado a atraer la atención de las autoridades de Estados Unidos.
A finales de 2010, un grupo de trabajo dirigido por la DEA en el centro de Florida comenzó a recibir llamadas de agentes de la propia DEA que investigaban un plan de lavado de dinero que se extendía por los cinco continentes como parte de un operativo llamado Proyecto Cassandra.
Una red criminal internacional estaba canalizando efectivo ilícito de las ventas de cocaína colombiana en Europa hacia África, donde se combinó con las ganancias de la venta de autos usados en Benín, según alegaron los fiscales. Quienes transportaban el efectivo fueron vinculados con Hezbolá, un grupo militante chiita y partido político libanés respaldado por Irán. Supuestamente llevaron el efectivo a Beirut, la capital libanesa, a cambio de una parte del dinero.
El Banco Canadiense Libanés, con sede en Beirut, y otras casas de cambio supuestamente enviaron cientos de millones de dólares a Estados Unidos para que la red criminal comprara aún más autos usados, completando el ciclo de lavado de dinero. La red también envió fondos a través del banco a empresas de bienes de consumo en Asia para comprar productos que se enviaban a Sudamérica y se vendían para pagar a los proveedores de cocaína.
A principios de 2011, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos designó al Banco Canadiense Libanés como “principal preocupación de lavado de dinero”, la misma “pena de muerte” financiera que consideraría más tarde para Kaloti.
Un grupo de trabajo liderado por la DEA que revisaba registros bancarios en su oficina en Florida rápidamente notó que el dinero enviado a algunas de las compañías de autos usados implicadas en el caso del Banco Canadiense Libanés ahora parecía estar pasando a través de Kaloti, una compañía vendedora de oro de la que en ese momento se sabía poco.
“De la noche a la mañana, las transferencias bancarias que veíamos con el Banco Canadiense Libanés y estas otras empresas se cambiaron a Kaloti, como con un interruptor de luz”, recordó un exfuncionario. “Nos preguntamos ‘¿Quién es Kaloti?’”.
Kaloti pronto se convirtió en uno de los objetivos de una nueva investigación, cuyo nombre en código fue Honey Badger (tejón melero), en referencia al feroz mamífero conocido por cazar pitones y cobras.
Los investigadores estaban especialmente interesados en dos clientes de Kaloti de los que sospechaban estaban involucrados en el lavado de dinero de la droga a través de oro: Salor DMCC, con sede en Dubái, y una empresa en Benin llamada Trading Track Company.
Al revisar los registros financieros, los investigadores notaron grandes transferencias bancarias, a veces más de una vez al día, de Kaloti a Salor. En los detalles de pago, Kaloti hizo referencia al comercio de oro y a Trading Track.
A menudo, Salor enviaba dinero a las concesionarias de autos usados el mismo día, según los registros de las fuerzas de seguridad vistos por el ICIJ. “Kaloti se utilizó para enmascarar la fuente de muchos de esos fondos", dijo un ex investigador.
Y hubo otra señal de alerta para los investigadores: Kaloti hizo pagos en efectivo por valor de millones de dólares a los proveedores. El efectivo es difícil de rastrear, lo que lo convierte en el método de pago preferido por los grupos criminales. Los documentos vistos por el ICIJ muestran que Kaloti pagó a Salor 414 millones de dólares en efectivo por oro en 2012 y a Trading Track 28 millones de dólares en efectivo por el metal precioso ese mismo año.
Kaloti dijo que no podía comentar sobre su relación con Trading Track y Salor debido a compromisos de confidencialidad. La compañía dijo que solo acepta clientes después de realizar una “debida diligencia sólida” y que cualquier transacción en efectivo “no fue de ninguna manera incorrecta”. Agregó que, si bien el efectivo es “un método de pago común” en los Emiratos Árabes Unidos, tomó la decisión comercial de dejar de realizar transacciones en efectivo en agosto de 2013.
Salor y Trading Track tienen el mismo propietario, dijo un abogado de las empresas, quien no quiso revelar quién es. Ninguna de las empresas ha participado en el lavado de dinero u otra conducta ilegal o poco ética, aseguró. Las empresas no fueron informadas de la investigación de Estados Unidos y no han sido acusadas de irregularidades en ese país ni en ningún otro, agregó. Salor dijo que todas sus actividades en Dubái estaban sujetas a supervisión y aprobación regulatorias.
En una entrevista en julio, el gerente de Trading Track, Nemer Talj, le dijo a Banouto, medio socio de ICIJ en Benin, que Trading Track transporta oro para Salor, que luego se lo entrega a Kaloti para su refinación.
Estados Unidos es el principal responsable mundial de las leyes contra el lavado de dinero. La razón tiene mucho que ver con la primacía del dólar estadounidense en las transacciones financieras globales y con el papel de liderazgo que desempeñan los principales bancos de Wall Street en el procesamiento de pagos que se realizan en todo el mundo.
El resultado: para hacer negocios en Estados Unidos, una institución financiera debe cumplir sus reglas, lo que significa alertar al FinCEN cuando “sabe, sospecha o tiene motivos para sospechar” que una transacción que se mueve a través de sus cuentas podría ser parte de un plan para lavar dinero, violar sanciones, financiar un grupo terrorista o no tiene un propósito comercial aparente.
El grupo de trabajo liderado por la DEA comenzó a notificar estos registros bancarios, aparentemente poniendo a las instituciones en alerta máxima. Los FinCEN Files muestran una gran actividad en 2012 y 2013, cuando los bancos se apresuraron a decirle a las autoridades lo que habían visto.
En 2012, Kaloti comenzó a transferir grandes sumas de sus cuentas de Deutsche Bank al banco Emirates NBD en Dubái. Los agentes de la compañía comenzaron a retirar tanto efectivo de Emirates NBD que el dinero tuvo que ser movido en carretillas, afirmó más tarde un exempleado de Deutsche Bank.
Deutsche Bank informó sobre las extracciones a las autoridades estadounidenses al año siguiente, según los FinCEN Files. El banco escribió que algunos operadores de la bolsa de materias primas de Londres “parecían estar alejándose” de Kaloti y que Deutsche Bank planeaba hacer lo mismo. También informó de sus preocupaciones a las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, incluido el hecho de que el banco se enteró de que las autoridades estadounidenses estaban investigando a Kaloti.
Una de las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, la Autoridad de Servicios Financieros de Dubái, le dijo al ICIJ que no tenía jurisdicción para investigar las acusaciones contra Kaloti. El otro, el Banco Central de los EAU, no respondió a las solicitudes de comentarios.
Casi al mismo tiempo, JPMorgan Chase dijo que había suspendido el comercio de materias primas con Kaloti porque la empresa había “atraído el interés” de las autoridades y parecía estar participando en transacciones de “alto riesgo”.
Los estándares internacionales exigen que los compradores de oro hagan un escrutinio de sus proveedores. En muchos países, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, se deja esta aplicación a programas voluntarios de certificación
Emirates NBD
mantuvo abierta la cuenta de Kaloti hasta al menos agosto de 2014, según los
documentos.
Deutsche Bank, JPMorgan Chase y Emirates NBD se negaron a comentar sobre los hallazgos del ICIJ citando leyes de confidencialidad. Un portavoz de Kaloti dijo que la compañía no comentaría sobre sus relaciones bancarias y que, en general, algunos bancos importantes han decidido salir o reducir su exposición al mercado del oro o ciertas ubicaciones comerciales como parte de un esfuerzo general para minimizar los riesgos.
Kaloti agregó que había realizado aproximadamente 75.000 transacciones entre 2012 y 2016 y dijo que la cantidad de SAR que nombraban a la empresa en los FinCEN Files era "estadísticamente insignificante".
En una visita a una oficina de Kaloti en el mercado del oro de Dubái en 2013, los inspectores de la firma de auditoría EY notaron una pila de lo que parecían ser barras de plata. El hijo de Munir Al Kaloti raspó la capa brillante y reveló que realmente era oro. Un proveedor marroquí había disfrazado los barrotes para evadir las restricciones a la exportación, según un informe interno de EY que luego una persona compartió con los medios de comunicación.
Los inspectores de EY estaban impactados. Comprar oro de proveedores que Kaloti sabía que habían falsificado los papeles podría costarle a la empresa una certificación de la industria conocida como Dubai Good Delivery, lo que podía ahuyentar a los principales clientes internacionales.
Los auditores determinaron que Kaloti había aceptado hasta cuatro toneladas métricas de oro exportadas desde Marruecos sabiendo que tenían documentación falsificada. Los envíos incluían oro de un grupo criminal que lavó 146 millones de dólares del narcotráfico a través de Kaloti, según descubrió una investigación posterior del programa de BBC, Panorama, y la productora de documentales Premières Lignes.
Kaloti dijo en un comunicado en respuesta a los hallazgos de los auditores que había examinado adecuadamente a sus proveedores antes de comprarles oro y “rectificó rápidamente” cualquier “deficiencia”. La compañía le dijo a BBC-Panorama que había realizado controles contra el lavado de dinero, que no había comprado oro recubierto de plata y que “nunca a sabiendas” haría negocios con una entidad involucrada en actividades delictivas.
Los auditores compartieron sus preocupaciones con el Dubai Multi Commodities Centre (Centro de Múltiples Materias Primas de Dubái, DMCC, por sus siglas en inglés), que administra el programa de certificación; un ente que se estableció en 2002 como parte de un gran plan para hacer del emirato un centro líder mundial para el comercio de oro.
Antes de tomar acción que podría expulsar Kaloti del sistema financiero de Estados Unidos, las autoridades sintieron que era importante, por razones diplomáticas, hablar con los funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos.
Los estándares
internacionales exigen que los compradores de oro hagan un escrutinio de los
proveedores para asegurarse de que no estén alentando conflictos o contribuyendo
a violaciones de los derechos humanos, pero en muchos países, incluidos los
Emiratos Árabes Unidos, los estándares no están reglamentados en una ley,
dejando la aplicación en gran parte a los programas voluntarios de certificación
de la industria como el que maneja el DMCC.
Sin embargo, en lugar de quitarle la certificación a Kaloti, el DMCC cambió sus reglas en 2013 para permitir que la compañía mantuviera en secreto los detalles de lo que los auditores habían descubierto, alegó más tarde Amjad Rihan, socio de la oficina de EY en Dubái. El DMCC refuta estas acusaciones.
El DMCC eventualmente eliminaría la refinería de Kaloti en Sharjah de su lista de certificación en abril de 2015. No dio una razón específica, indicando solo que la refinería no había cumplido con los estándares. La medida fue en gran parte simbólica ya que Kaloti continuó encontrando compradores para su oro.
Un portavoz de Kaloti dijo que no había “motivos válidos” para justificar la eliminación de su refinería de la lista y que la decisión “no tenía nada que ver con la política de abastecimiento de Kaloti”. Kaloti dijo que se han producido “cambios regulatorios importantes” en la industria del oro en los últimos años. “El negocio de Kaloti ha evolucionado para cumplir con esos cambios y siempre ha cumplido o superado todos los requisitos reglamentarios aplicables, de conformidad con las mejores prácticas de la industria”.
En entrevistas con The Guardian y Global Witness, Rihan acusó a EY de participar en un encubrimiento de las irregularidades de Kaloti y de expulsarlo de la empresa. A principios de este año, un juez del Tribunal Superior de Londres se puso del lado de Rihan y ordenó a EY que pagara al denunciante 11 millones de dólares. La firma ha negado cualquier irregularidad y apeló la decisión.
En agosto de 2014, el grupo de trabajo liderado por la DEA presentó un informe al Departamento del Tesoro, detallando por qué creían que Kaloti y otros, incluidos Salor y Trading Track, eran amenazas para el control del lavado de dinero. El informe colocó a Kaloti Jewellery International DMCC, la compañía responsable de administrar el negocio de oro físico de Kaloti en los Emiratos Árabes Unidos, como el objetivo principal dentro de Kaloti Jewellery Group.
Kaloti y las otras compañías — escribieron los investigadores — estaban “brindando servicios financieros a una variedad de organizaciones criminales con base en todo el mundo” y facilitando la conversión de dinero sucio en oro. “Junto han establecido una capacidad significativa para transportar o transferir enormes cantidades de valor ilícito mediante el uso de oro como materia prima, así como transferencias de efectivo a granel y pagos por cable a terceros”, dice el informe, según un extracto visto por el ICIJ. El informe alegaba que Salor y Trading Track se encontraban entre varias “entidades centrales” involucradas en el lavado de dinero de la droga.
Los hallazgos, según los investigadores, se basaron en un examen exhaustivo de las operaciones de las empresas: el equipo de la operación Honey Badger había revisado más de 230.000 transferencias electrónicas y obtenido órdenes para buscar cuentas de correo electrónico que contenían más de 450.000 conversaciones. Habían viajado a Europa para entrevistar a las fuentes. El Comando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos e investigadores de otras agencias también se sumaron.
Un abogado de Salor y Trading Track dijo que las empresas niegan las acusaciones de irregularidades y que las “investigaciones que resultan en el no hallazgo de irregularidades suceden con frecuencia, y que la mera investigación no es prueba de algo”.
Un portavoz de Kaloti dijo que la compañía “niega categóricamente que alguna vez pudiera haber sido considerada adecuada o razonablemente como una ‘amenaza’ o ‘preocupación’ de lavado de dinero” y que “desconoce por completo las presuntas conexiones criminales” de Salor y Trading Track. Añadió que si se le hubiera proporcionado evidencia de que alguno de sus clientes estaba facilitando actividades delictivas a sabiendas, se habría “desvinculado inmediatamente de esas relaciones”.
El Departamento del Tesoro realizó su propia investigación sobre Kaloti. Antes de tomar acción una que podría expulsar Kaloti del sistema financiero de Estados Unidos, las autoridades estadounidenses sintieron que era importante, por razones diplomáticas, hablar con los funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos para ver si manejaban el problema internamente, según entrevistas con ex funcionarios del Tesoro con conocimiento de la investigación.
Kaloti es un actor importante en la economía de Dubái, y Emiratos Árabes Unidos es un aliado importante de Estados Unidos en varios asuntos, incluido el terrorismo. En 2015 y 2016, los funcionarios del Tesoro se reunieron con las autoridades locales de los EAU para discutir sobre Kaloti, pero el grupo de trabajo dirigido por la DEA, que no confiaba en las autoridades emiratíes, no permitió que el Tesoro compartiera la evidencia que había obtenido, según ex investigadores.
Ex funcionarios estadounidenses dicen que no está del todo claro por qué no se implementó la designación de “preocupación por lavado de dinero”. Junto con las dudas diplomáticas, el Departamento del Tesoro rara vez ha utilizado esta calificación, que se creó después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 para evitar que el dinero sucio fluya a través del sistema financiero global. En dos décadas, se han elegido como objetivo a solo 26 jurisdicciones e instituciones financieras extranjeras. Nunca se ha aplicado a un comerciante de metales preciosos.
“¿Deberíamos haber actuado? Sí, deberíamos haberlo hecho”, dijo un exfuncionario del Tesoro, pero debido a la novedad de aplicar la acción a una empresa de metales preciosos y otros factores que complicaron la designación de Kaloti, el caso “nunca fue perfecto”.
No está claro si el Departamento del Tesoro también investigó a Salor y Trading Track.
“Han establecido una capacidad significativa para transportar o transferir enormes cantidades de valor ilícito mediante el uso de oro como materia prima”.
Un portavoz de
Kaloti dijo que “si el Departamento del Tesoro de Estados Unidos realmente
hubiera albergado preocupaciones de que Kaloti estuviera involucrado de alguna
manera en el lavado de dinero, luego de una investigación adecuada, ya sea por
enlace con las autoridades de los EAU, Kaloti o ambos, estamos seguros de que
sus preocupaciones podrían haber sido fácilmente aliviadas”.
Aunque el Departamento del Tesoro no tomó ninguna medida, a finales de 2013 tres grandes bancos les habían dicho a las autoridades que habían cerrado o planeado cerrar cuentas asociadas con Kaloti, según muestran los archivos de FinCEN y otros registros.
Un cuarto banco, HSBC Hong Kong, esperó hasta principios de 2016 para cerrar la cuenta de Kaloti, según muestran los documentos presentados, dos años después de que Rihan hiciera público sus hallazgos. HSBC declinó hacer comentarios.
El Departamento del Tesoro, el Departamento de Justicia y los Emiratos Árabes Unidos no respondieron a las preguntas sobre la investigación de Kaloti. Un portavoz del Comando de Operaciones Especiales dijo que no podía hacer declaraciones sobre investigaciones específicas. La DEA solo dijo que el caso ya está cerrado.
En una declaración pública del 1 de septiembre que aludía a las preguntas del ICIJ, el Departamento del Tesoro dijo que la “divulgación no autorizada” de informes de actividades sospechosas era un delito y que había “remitido este asunto” a su Oficina del Inspector General y al Departamento de Justicia.
Kaloti fue blanco de una investigación de varios años en Estados Unidos sobre presunto lavado de dinero. EY se vio envuelto en una crisis de relaciones públicas, acusado de ayudar a Kaloti a encubrir sus supuestas malas prácticas. Bancos importantes cerraron las cuentas de la empresa, y un influyente grupo de la industria de Dubái revocó su sello de aprobación.
Sin embargo, la compañía siguió adelante con un plan para abrir una refinería en una nueva base de operaciones: Surinam, el pequeño país sobre la costa noreste de Suramérica y ex colonia holandesa que, según el Departamento de Estado de Estados Unidos, es un centro de tránsito para la cocaína del continente.
La refinería era una empresa conjunta con el gobierno de Dési Bouterse, quien fue condenado por tráfico de drogas por un tribunal holandés en 1999 y recientemente en 2020 fue derrotado en elecciones después de estar diez años en el poder. Después de que un consultor de seguridad nacional de Estados Unidos visitó Surinam en 2016, dijo que “no encontró evidencia de que la refinería exista”.
“En estas circunstancias, el gobierno puede certificar las exportaciones de cualquier cantidad de oro, real y ficticia, de una refinería que existe solo en papel”, escribió el consultor Douglas Farah en un informe para el Center for a Secure Free Society, un grupo de expertos en seguridad nacional. Kaloti y el gobierno de Surinam han cuestionado los hallazgos del consultor. Kaloti publicó una carta de un auditor en su sitio web certificando que la Casa de Moneda Kaloti Surinam estuvo operativa entre 2015 y 2017.
Kaloti parece estar prosperando. A pesar de haber sacado en 2015 de la lista de Good Delivery a la refinería original de Kaloti en los Emiratos Árabes Unidos —que desde entonces cerró—, el DMCC permitió a la compañía abrir una nueva, MTM & O Gold Refinery DMCC, en 2017, según el reciente informe de Global Witness. El DMCC le dijo al ICIJ que todas las solicitudes de registro de empresas están sujetas a un “proceso de cumplimiento sólido”.
Global Witness, citando fuentes confidenciales, dijo que en 2018 y 2019 Kaloti compró oro sudanés que pudo haber financiado grupos armados. En esos mismos años, la compañía vendió aproximadamente 20 toneladas métricas de oro a Valcambi, la compañía suiza de refinación, que está en las listas de Good Delivery del Mercado de Lingotes tanto de Londres como de Dubái, dijo Global Witness.
Valcambi dijo al ICIJ que no confirma ni niega la compra de oro a Kaloti. La compañía dijo que solo compra oro a sus proveedores, “donde la compañía puede garantizar completamente la identificación del origen del oro” y no acepta oro de países en listas de sanciones, como Sudán.
Kaloti le dijo al ICIJ que los hallazgos de Global Witness “no eran precisos”, pero reiteró que no respondería a las preguntas “sobre los clientes que pudiera tener” por razones de confidencialidad. La compañía dijo que obtuvo oro en Sudán directamente de minas artesanales y de pequeña escala que producían “oro no conflictivo”. Un portavoz del Mercado de Lingotes de Londres (LBMA, por sus siglas en inglés) dijo que Valcambi se había sometido a dos auditorías, incluida una “auditoría especial” que se requería porque la compañía había obtenido oro reciclado de los EAU, una jurisdicción de alto riesgo, en 2018.
En enero de 2015, Kaloti era miembro de la bolsa del intercambio de materias primas COMEX, con sede en Estados Unidos. Un portavoz de la bolsa no contestó si Kaloti seguía siendo miembro en 2020, citando “razones de confidencialidad”. Kaloti también es miembro del Consejo Internacional de la Bolsa de Oro de Shanghái, y su sucursal en Turquía figura como miembro de la bolsa de valores turca Borsa Istanbul. Ninguna de las bolsas respondió a las solicitudes de réplica.
Mientras tanto, los expertos dicen que EAU parece tener poco interés en combatir el comercio ilícito de oro. Miles de millones de dólares en oro se sacan de contrabando de África a través de los Emiratos Árabes Unidos cada año, según una investigación reciente de Reuters, lo que priva a los países pobres de los ingresos fiscales que tanto necesitan y permite que el oro de las regiones en conflicto ingrese al sistema económico mundial.
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), un organismo de control internacional contra el lavado de dinero, criticó recientemente a los EAU por no hacer lo suficiente para prevenir el lavado de dinero.
“La familia gobernante (en EAU) solo habla de boca para afuera en cuanto a seguir las reglas, pero es básicamente laissez-faire, todo vale”, dijo John Cassara, un exagente especial del Tesoro de Estados Unidos que ha escrito libros sobre lavado de dinero basado en el comercio. "El dinero entra y sale y nadie hace cumplir nada".
En un comunicado, la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos en Washington dijo que el país “está mejorando continuamente su propia seguridad, y la de sus aliados, al limitar y prevenir los transbordos ilegales y los flujos de dinero” y recientemente actualizó sus leyes contra el lavado.
Funcionarios actuales y anteriores familiarizados con la investigación de Estados Unidos sobre Kaloti dijeron que la falta de acción contra la empresa sentó un mal precedente.
“En mi opinión, ¿cuál es el factor de riesgo? ¿Que se sepa?" dijo un funcionario. “Si esto no está siendo procesado o aplacado, entonces ¿qué los detendría?”.
(*) Este reportaje contó con la colaboración de: Simon Bowers, Agustin Armendariz, Emilia Díaz-Struck, Will Fitzgibbon, Yao Hervé Kingbêwé, Emmanuel K. Dogbevi, Alloycious David, Sylvain Besson, Lisseth Boon, Delphine Reuter, Andrew Lehren, Emily Siegel, Miguel Gutiérrez.
Al menos entre 2011 y 2012, venezolanos anónimos, empresas pequeñas o medianas -una panadería por aquí, una editorial de libros técnicos por allá-, recibieron pagos por miles de dólares en cuentas del extranjero. Las transferencias eran abonadas por una comercializadora global de oro, con sede en Dubái, de la que ni habían oído hablar. Pero no se trataba de una promoción o de una lotería, como tarde habrían de enterarse. Eran parte, sin saberlo, de un sofisticado esquema de circulación de dinero que vio una oportunidad de propagación en la Venezuela del control de cambio y sus distorsiones, que empujaron a muchos a cubrir sus necesidades en el mercado negro de divisas. Tampoco sabían que al mismo tiempo sus nombres y transacciones eran monitoreadas desde Washington.
Lidera un grupo de empresas del sector construcción, cría purasangres para hacerlos competir en hipódromos de Venezuela y Estados Unidos, tiene mansiones en Caracas y Florida. Pero por ninguno de esos bienes suntuosos fue que Alejandro Ceballos Jiménez llamaría la atención de funcionarios de cumplimiento de un banco y de la unidad de inteligencia financiera del Departamento del Tesoro. En cambio, quedó bajo sus lupas por los pagos y transacciones vinculados a una obra de viviendas populares en los Valles del Tuy. Los flujos millonarios de dólares llegaban desde entes del gobierno chavista a una empresa en el Reino Unido simultáneamente vinculada a la ruta del ‘dinero K’ argentino.
Las alertas que el sistema bancario ha levantado sobre el dinero del erario público de Venezuela que fluye a cuentas de corruptos llegan tarde. Más de 4.000 millones de dólares en transacciones sospechosas por parte de venezolanos figuran en la filtración de los FinCEN Files y 70% de ellas están vinculada a entes del Estado. El proyecto internacional de periodismo de investigación, del que Armando.info es parte, encontró que la complicidad bancaria, de pequeñas instituciones en paraísos offshore y de las grandes firmas globales, ha permitido el saqueo de la que fue la nación más rica de América Latina.
Las filtraciones de los FinCEN Files revelan transacciones sospechosas vinculadas al empresario austríaco-venezolano que multiplican por siete los 100 millones de dólares por los que fue acusado de lavado de dinero en 2015. Sus habilidades le permitieron escapar de las investigaciones y ahora el experto financiero se ha dedicado a guiar a los fiscales federales por el tinglado de corrupción operado por el ex banquero francés Charles Henry De Beaumont, que incluye a empresarios y funcionarios del régimen de Nicolás Maduro. Es decir: sus antiguos clientes.
JP Morgan, HSBC, Standard Chartered Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon han facilitado el movimiento de dinero sucio. Informes secretos de bancos muestran cómo billones de dólares levantaron alertas que desbordan a la FinCEN, pero el dinero siguió fluyendo libremente. Una filtración que BuzzFeed News compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y 108 medios, entre ellos Armando.info, revela que el blanqueo de capitales se apalanca en los bancos, que con una gran cantidad de puntos ciegos están en la primera línea de combate de este delito.
El Global Bank of Commerce de esa isla caribeña asegura que en la actualidad no tiene nada que ver con el contratista colombiano, proveedor predilecto y ‘enviado especial’ del gobierno de Nicolás Maduro. Pero testimonios aseguran que por algún tiempo le sirvió como custodio y distribuidor de sus fondos. Se comprobó además que transacciones realizadas desde esa entidad con allegados y fachadas corporativas de Saab en 2016 y 2017 despertaron suspicacias entre funcionarios del sistema financiero de Estados Unidos.
Tras el escándalo en la Alcaldía de Baruta por un presunto esquema de sobornos para conceder permisos de construcción, un conflicto vecinal alrededor del polideportivo de una urbanización del sureste caraqueño dejó en evidencia una red de amistades y parentescos picados por la fiebre del pádel. Los funcionarios del ayuntamiento no vacilaron en privatizar ese espacio público en favor de la peña de aficionados, relacionados no solo con el alcalde Darwin González sino también con su mentor, David Uzcátegui.
Pocos se acuerdan de este pueblo, un lugar ahora casi desierto aunque inmortalizado por un documental, cuyos habitantes fueron condenados a migrar o morir de mengua por una catástrofe ambiental. Es un olvido cruel y que condena a repetir la tragedia, pues las mismas circunstancias que produjeron ese abandono se repiten en otros asentamientos palafíticos del sur del Lago de Maracaibo: desidia, contaminación, pobreza y falta de protección del Estado.
Los zoocriaderos gozan en Venezuela del mismo estatus que los zoológicos y los acuarios y son cruciales para el rescate y la conservación de fauna silvestre. Pero estos establecimientos podrían estar sirviendo para el tráfico ilícito de animales, algunos de ellos vulnerables a la extinción. Un caso prominente es el de Inversiones Alazán GAC C.A, aliada al Ministerio de Ecosocialismo, que, pregonando el conservacionismo, comercializa fuera del país un abultado número de especies, incluyendo guacamayas, rey zamuros y osos hormigueros.
La acusación del Ministerio Público por corrupción en Pdvsa involucra a dos exfuncionarios del gobierno municipal en la recepción de al menos 15 pagos que totalizaron medio millón de dólares. Estos desembolsos serían “sobornos” para la obtención de permisos de construcción. La movida ha servido también para que los poderosos hermanos Jorge y Delcy Rodríguez activen sus fichas dentro de una de las principales alcaldías de la oposición en medio del silencio del alcalde Darwin González.
Que esta novena histórica del béisbol profesional no haya conseguido títulos desde hace más de 30 años no disuade al empresario naviero Wilmer Ruperti en su empeño por convertirse en su nuevo dueño. Pero sus esfuerzos han tropezado con un obstáculo difícil de sortear: la demanda que otro empresario naviero y contratista del Estado interpuso contra Francisco Arocha, uno de los dos propietarios del equipo.
Un suizo y un venezolano fueron los únicos autorizados por Claudia Díaz Guillén para custodiar 250 lingotes de oro de los cuales, al menos una buena parte, no se sabe dónde están. La inusual encomienda elevó el perfil de estos dos hombres –jóvenes entonces– que rozaron el círculo amistoso formado por Díaz, la actual alcaldesa de Caracas, Carmen Meléndez, y Norka Luque, y elevaron sus perfiles con propiedades y sociedades millonarias, aunque solo se dejan ver como mecenas de arte moderno en Londres.