Si acordó aceptar esa condición a cambio de beneficios procesales para colaborar con la Fiscalía durante el juicio en Florida por el caso de la valija con 800.000 dólares en efectivo llevada a Argentina a bordo de un avión de Pdvsa en 2007, el empresario venezolano también debió arrepentirse por sus correrías cuando estas motivaron el cierre de sus cuentas en bancos internacionales, incluyendo una en el Credit Suisse con casi seis millones de dólares.
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Carlos Eduardo Kauffmann Ramírez, uno de los empresarios de la denominada boliburguesía venezolana detenidos y condenados en Estados Unidos por su rol en el encubrimiento del Caso Antonini o de la Valija, abrió una cuenta y depositó millones de dólares vinculados a la corrupción en el banco Credit Suisse.
Kauffmann abrió una cuenta a su nombre y el de una hermana mayor, Carolina, en marzo de 2004, según consta en la investigación global Suisse Secrets, liderada por el Proyecto de Reportería del Crimen Organizado y la Corrupción (Occrp, por sus siglas en inglés), que integran -entre 48 medios aliados de todo el mundo- Infobae y La Nación por Argentina, y Armando.info y Efecto Cocuyo por Venezuela. El máximo histórico de fondos se registró poco menos de dos años después: en febrero de 2006 llegó a 8,9 millones de francos suizos (unos 6,94 millones de dólares, según el cambio de la época).
Apodado El demonio por quienes lo conocen en Caracas, donde creció y estudió odontología, Kauffmann se dedicó a los negocios a la sombra del gobierno de Hugo Chávez, pagando sobornos y gestionando dinero de la corrupción para los funcionarios, según admitió ante la Corte Federal de Miami en 2008.
Los vínculos de Kauffmann con el mundillo financiero de Venezuela se remontan a décadas atrás. En 1990 fundó la firma Valores Balcaf; fue agente del mercado Forex entre 1988 y 2002; y en 1996 montó la casa de cambio Universal Express. También trabajó como operador de la firma bursátil InverWorld, donde se dedicó a cobrarle “retornos” a los bancos por invertir dinero de sus clientes en esas entidades, según admitiría ante la Justicia de Estados Unidos.
“Carlos tenía amigos en casi todos los bancos, incluso un compañero de colegio terminó viviendo en Suiza, donde él [por Kauffmann] operó varias cuentas. Algunas eran de él y otras eran de funcionarios, y él se encargaba de gestionárselas”, detalló un empresario venezolano que interactuó con él durante muchos años.
Durante el chavismo, en efecto, Kauffmann tejió vínculos excepcionales con varios funcionarios clave del régimen. Entre ellos, con Diosdado Cabello, actual vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), quien fue vicepresidente de Venezuela, ministro de Obras Públicas y gobernador del estado de Miranda, entre otros. A Cabello convencionalmente se le considera el número dos del chavismo, solo por debajo del presidente Nicolás Maduro. En mayo de 2018 fue objeto de sanciones por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Los vínculos de Kauffmann con el chavismo le reportaron negocios que lo convirtieron en multimillonario y lo llevaron a comprar Venoco, una importante empresa privada de productos derivados del petróleo. Pero también le causaron problemas. Fue identificado como “persona políticamente expuesta” (PEP) por las agencias internacionales que colaboran con los bancos para prevenir el lavado de activos.
Por eso, varias entidades se negaron a seguir teniéndolo como cliente. Sólo de Suiza debió retirar el equivalente a 88 millones de dólares, junto a su socio Franklin Durán, que giraron a una cuenta a nombre de la firma offshore Klim Fund BV en el Smith Barney, una división del Citigroup Global Markets.
Kauffmann también quedó bajo la lupa estadounidense por sus vínculos indirectos, por ejemplo, con los cárteles desde el momento en que su socio, Durán, vendió un avión de matrícula venezolana YV2484P, al contado y al doble de su valor de mercado, en Medellín, Colombia. La aeronave terminó decomisada en el aeropuerto mexicano de Aguascalientes con dos toneladas de cocaína.
Infobae y La Nación intentaron contactarse con Kauffmann a través de sus abogados en Estados Unidos, pero no respondieron las consultas de estos medios. En tanto, desde el Grupo Credit Suisse señalaron: "Como una institución financiera líder en el mundo, Credit Suisse opera en muchas jurisdicciones y es profundamente consciente de su responsabilidad ante sus clientes y ante el sistema financiero en su conjunto de garantizar de que se cumplen los estándares de conducta más estrictos”. Y agregaron: “Al igual que todos los bancos, Credit Suisse tiene un estricto deber de confidencialidad y cuidado con sus clientes, y no podemos comentar afirmaciones que nos hacen sobre individuos, sean o no clientes. Por tanto, aunque no es posible dar una refutación pública detallada de estas acusaciones, podemos confirmar que han sido debidamente registradas y, cuando son apropiadas, examinadas”.
Durante los meses y años que siguieron a la apertura de su cuenta bancaria en Suiza, las turbulencias aumentaron para Kauffmann, tanto en Venezuela como en Estados Unidos. Entre otros motivos, porque a pedido del gobierno de Chávez buscó convencer a Guido Alejandro Antonini Wilson que admitiera como propia la valija con 800.000 dólares en efectivo decomisada en el Aeroparque Jorge Newberry de Buenos Aires en agosto de 2007.
Kauffmann ignoraba, sin embargo, que tras retornar de Buenos Aires a Miami, Antonini había comenzado a colaborar con la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI). Detenido en diciembre de ese mismo año, afrontó un juicio en la Corte Federal de Miami junto a Durán y al abogado venezolano Moisés Maiónica, entre otros.
Con el correr de las semanas, tanto Kauffmann como Maiónica acordaron con el fiscal federal Thomas Mulvihill y declararon como arrepentidos ante la Corte a cambio de una reducción en sus condenas. La excepción fue Durán, quien rechazó la propuesta y terminó condenado.
Al declarar como arrepentido, Kauffmann aportó detalles de los esfuerzos del gobierno chavista por comprar el silencio de Antonini a cambio de dos millones de dólares y terminar así con el escándalo del maletinazo. También relató sus propias tropelías. Entre otras, que protagonizó al menos 14 sobornos distintos a funcionarios y militares venezolanos de la Guardia Nacional, de la petrolera estatal Pdvsa, a gobernadores de los estados de Vargas (hoy, La Guaira) y Cojedes, y al equipo completo del Ministerio de Economía de su país.
Kauffmann relató, además, cómo les cobró retornos a los bancos Banesco, Bolívar y Canarias, a cambio de invertir el dinero de su cartera de clientes en InverWorld con ellos. Pero la fuente principal de ingresos fueron sus negocios espurios con el poder hasta amasar fortunas junto a Durán, según admitió ante la Justicia en Miami.
Tras cumplir trece meses en una cárcel, Kauffmann recuperó su libertad y se radicó en el estado de Florida, temeroso de las represalias que podía afrontar si retornaba a Caracas junto a su familia. Pero debió afrontar más dificultades. Entre ellas, el cierre de sus cuentas en otras entidades bancarias, incluida la que tenía en el Credit Suisse.
Apenas un mes después de salir de prisión, según consta en la investigación Suisse Secrets, se registró el cierre de su cuenta bancaria en ese banco en Suiza, que en esos momentos acumulaba 6,5 millones de francos suizos, es decir, poco menos de 5,6 millones de dólares para ese momento.
Desde entonces, Kauffmann continúa en Estados Unidos y se dedicó a correr carreras de automóviles. En 2016 se coronó campeón mundial de la serie Ferrari 458 Challenge. En las fotos aparece con sus puños alzados y barbudo.
En la génesis de los negocios de Alex Saab y Álvaro Pulido con el gobierno de Nicolás Maduro, el venezolano Jean Paul Rivas, que se mueve entre Suiza y Dubái, trabajó desde la trastienda como conector del tándem colombiano con una farmacéutica de India para vender medicamentos con marcados sobreprecios al régimen de Caracas. Con una variedad de intereses y emprendimientos, como en botica -también actúa en finanzas y bienes raíces-, Rivas seguiría en el sector de las medicinas con su propia compañía.
Mukesh Ambani es el hombre más rico de India y propietario de Reliance Industries, un importante cliente de Pdvsa. El magnate además recibe una ñapa desde Venezuela: miles de animales que, a través de emprendimientos privados, van a dar al zoológico de opulencia asiática que su hijo montó en la ciudad de Jamnagar. Los fletes se amparan en un acuerdo binacional de conservación y cuentan con permisos suscritos por el mismo Ministerio de Ecosocialismo que en Caracas avala a los dos zoocriaderos exportadores, relacionados entre sí.
Este excontratista del Estado, socio de Tarek El Aissami en entramados de tráfico de influencias y 'enchufes', se convirtió en el patrocinante de cuanto se hiciera en Tucupita, la ciudad capital de Delta Amacuro, donde transcurrió su infancia. A la manera del magnate que era, adquirió casi toda la vecina isla de Guara para levantar una utopía agropecuaria, el vedado donde se refugió desde que las sanciones internacionales lo cercaron en 2017 hasta que, en 2024, vivió allí su mayor derrota: el arresto por el caso ‘Pdvsa-Cripto’.
Controla con mano de hierro el municipio insular Almirante Padilla, una región remota pero estratégica sobre la barra del Lago de Maracaibo. Fue constituyente del chavismo. Con todo eso, la carrera política de Alberto Sobalvarro, apadrinada entre otros por un exgobernador de Zulia, luce apenas como una distracción frente a su vida de empresario, al mando de un conglomerado que se extiende por el Caribe e importa marcas de cigarrillos que incluyen algunas de la dudosa tabacalera paraguaya del expresidente Horacio Cartes.
El desgarrador testimonio ante la justicia peruana de ‘Isabel’, una mujer venezolana, describe paso a paso el mecanismo del que el Tren de Aragua se sirve para exportar suministros humanos a la industria del trabajo sexual en todo el hemisferio. Bajo engaño encadena a sus víctimas a una deuda impagable que las condena a seguir en el negocio. El pacto se mantiene por la coacción y hasta la muerte, destino del que ‘Isabel’ escapó ‘in extremis’. Y a menudo la policía y la ley resultan inoperantes.
Un asesino serial anda suelto en la capital de Perú. Es la megabanda de origen venezolano, pero ya multinacional, que con la migración ha exportado sus métodos. Empezando por sus propias compatriotas, el TDA inició un esquema minucioso de cobro de ‘cupos’ en la prostitución, cuyas cuotas no son fáciles de pagar. Quien quede en mora corre el riesgo de quedarse sin trabajo o de morir, y así servir de advertencia para toda la comunidad del trabajo sexual. Se cumplen dos años desde que un par de asesinatos llevaron el asunto a la atención pública.
Empresario venezolano. Llegó al aeropuerto Jorge Newberry de Buenos Aires, en agosto de 2007, con una maleta con 800.000 dólares en efectivo, que no había declarado a su ingreso a este país y que, en consecuencia, fue decomisada. El dinero estaba destinado a la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner y provenía de Caracas, de la estatal Pdvsa. Fue un escándalo internacional que involucró a Venezuela y a Argentina. El caso fue investigado en Estados Unidos, donde colaboró con el FBI. Trabajó con Carlos Kauffmann y Franklin Durán, dueños de Venoco.
Empresario venezolano, socio de Carlos Kauffmann Ramírez en la empresa Venoco (ambos eran los dueños). Fue investigado en Estados Unidos por el caso de la valija de Antonini Wilson pero no quiso cooperar y fue condenado a 4 años de prisión por encubrir el destino del dinero decomisado en Buenos Aires.
Empresario venezolano, socio de Franklin Durán en la empresa Venoco (ambos eran los dueños). Fue investigado en Estados Unidos por el caso de la valija de Antonini Wilson. Kauffmann intentó convencerlo de que reconociera ser el propietario del maletín con los 800.000 dólares decomisado en Buenos Aires, a cambio de un dinero extra. Decidió colaborar con el caso, se declaró arrepentido y consiguió una reducción de la pena. Vive en Estados Unidos y se ha dedicado al automovilismo.
Segundo banco más importante de Suiza, fundado en 1856, convertido en uno de los más importantes del mundo. Durante décadas -y hasta el año 2015- ofreció a sus clientes la aplicación de las leyes del secreto bancario suizo. Es el protagonista de la investigación periodística Suisse Secrets, trabajada por 48 medios de todo el mundo a partir de la filtración de 18.000 cuentas del Credit Suisse, abiertas entre 1940 y 2010. La entidad fue usada por corruptos venezolanos para esconder sus fortunas.