Las autoridades luchan para enfrentar el carácter global del narcotráfico de manera aislada y local, pero los periodistas pueden trabajar juntos para construir una imagen más completa de cómo operan los grupos delictivos internacionales. 'NarcoFiles' es el mayor proyecto colaborativo de periodismo de investigación sobre el crimen organizado que ha surgido en América Latina y la prueba de la existencia de organizaciones criminales sin fronteras.
Que vivimos tiempos peligrosos es una obviedad. La destrucción del medio ambiente, los ataques globales a la democracia y los conflictos armados en Ucrania, en el Sahel, en Israel, en Gaza, acaparan los titulares todos los días.
Pero también vivimos las secuelas de otro gran combate que ya se ha perdido: la llamada Guerra contra las drogas. Esta batalla se ha librado durante más de medio siglo con un gran costo humano y con pocas victorias contra las bandas mundiales de narcotraficantes.
De hecho, el consumo de drogas ha aumentado en todo el mundo, según Naciones Unidas. Los grupos de delincuencia organizada han obtenido beneficios asombrosos y se han convertido en poderosas fuerzas políticas en muchas partes del mundo, todo ello a costa de los que sufren la violencia relacionada con el tráfico de drogas y la crisis sanitaria que ocasiona el consumo de estupefacientes.
Detrás del dolor y el sufrimiento hay grupos criminales cuyas actividades abarcan prácticamente todas las conductas ilegales conocidas por la humanidad. Aunque transnacionales por naturaleza, sus delitos suelen ser investigados y perseguidos de forma aislada por fuerzas y cuerpos de seguridad confinados dentro de sus fronteras nacionales.
El carácter global de la delincuencia organizada impide que este enfoque fragmentado dé resultados suficientes. Las fuerzas policiales y las agencias de inteligencia tienen una visibilidad limitada de los ecosistemas delictivos que se expanden más allá de sus jurisdicciones.
Su campo de visión se ve aún más reducido por la geopolítica, las disputas políticas y la falta de cooperación de países en los que los delincuentes se han infiltrado en el gobierno. Basta pensar en lo improbable que sería que la policía iraní trabajara codo con codo con sus homólogos de Estados Unidos y la Unión Europea para enfrentar una organización criminal.
La delincuencia internacional se ve muy distinta cuando los periodistas de investigación traspasan las fronteras para colaborar en un proyecto como NarcoFiles. A diferencia de las fuerzas de seguridad, los periodistas pueden establecer alianzas mundiales con rapidez, independientemente de su nacionalidad, y pueden ampliar el foco para obtener una visión más amplia del panorama delictivo mundial.
NarcoFiles es el mayor proyecto de investigación sobre el crimen organizado que ha surgido de América Latina, una región duramente golpeada por el narcotráfico, así como por la violencia y la corrupción que acarrean. La filtración de NarcoFiles nos brindó una oportunidad sin precedentes para esbozar una imagen mucho más clara de cómo los narcotraficantes construyen sus feudos transfronterizos y de cómo las fuerzas policiales se ven desbordadas por sus acciones.
Lo que hemos visto es una conspiración criminal transcontinental en la que grupos de narcotraficantes aparentemente aislados son, en realidad, miembros de organizaciones criminales sin fronteras. Algunas de estas alianzas clandestinas se basan en relaciones probadas y comprobadas, mientras que otras se forman ad hoc en torno a intereses comunes. Se trata de un sistema de acceso libre donde los delincuentes siguen creando nuevas oportunidades para cometer delitos tanto en el mundo físico como en el digital.
También hemos visto cómo los delincuentes pueden utilizar infraestructuras logísticas, financieras y digitales facilitadas por políticos, banqueros, contadores, abogados, agentes del orden, piratas informáticos, expertos en logística, e incluso periodistas corruptos.
Estas personas suelen vivir en países que los grupos de delincuencia organizada consideran refugios seguros. Allí se felicitan de los beneficios obtenidos y de mantenerse a salvo de la violencia que asola países como México o Ecuador, donde los criminales reinan con sangre. En muchos casos, no son conscientes de que el cáncer que ayudan a alimentar está haciendo metástasis y acabará también alcanzándolos.
En Occrp siempre decimos que hace falta una red para luchar contra una red. Pero en el caso del narcotráfico mundial se necesita mucho más que eso. Nos enfrentamos a un enemigo transnacional cuyo poder ha crecido sin control durante demasiado tiempo.
Hablamos de generaciones de criminales despiadados para los que hacer el mal es un estilo de vida. Se trata de padrinos inversores y criminales, pero también de villanos de la vieja escuela que financian a nuevos delincuentes dedicados a perpetrar ataques de ransomware contra hospitales y a suministrar armas a extremistas u organizaciones terroristas. También se trata de ladrones que utilizan los cientos de miles de millones de dólares generados por el narcotráfico para comprar la tierra bajo nuestros pies, nombrar a funcionarios del gobierno y cambiar las leyes en su beneficio.
A fin de cuentas, la delincuencia organizada representa a una minoría que inflige un daño desproporcionado a los sistemas democráticos, respetuosos con la ley. Es un enemigo global al que hay que combatir y reducir para que prevalezca la democracia.
Los periodistas se han unido para desenmascarar a este enemigo con los NarcoFiles, pero necesitamos muchos más aliados para cambiar la situación. Necesitamos un enfoque nuevo y global si queremos acabar con las guerras propiciadas por la corrupción y el crimen organizado. Necesitamos instituciones mundiales capaces de abordar el problema y que la izquierda y la derecha acepten que se trata de una cuestión de interés común que trasciende las luchas partidistas.
También necesitamos que las empresas tecnológicas desempeñen un papel más activo en la lucha contra la delincuencia. No nos equivoquemos: los delincuentes son muy creativos y probablemente estén desarrollando sus propios modelos de lenguaje y herramientas de inteligencia artificial mientras usted lee estas líneas.
Siempre planifican con antelación. Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
Paul Radu es un periodista rumano, cofundador y Jefe de Innovación de Occrp.
Este contenido es parte de 'NarcoFiles: el nuevo orden criminal', una investigación periodística transnacional sobre el crimen organizado global, sus innovaciones, sus innumerables tentáculos y quienes los combaten. El proyecto, liderado por el Organized Crime and Corruption Reporting Project (Occrp), con el apoyo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), se inició con una filtración de correos electrónicos de la Fiscalía General de la Nación de Colombia que fue compartida con Armando.info y más de 40 medios de comunicación en todo el mundo. Los periodistas examinaron y corroboraron el material junto a cientos de documentos, bases de datos y entrevistas.
Ni las consignas patrióticas, ni la tensión diplomática entre ambas naciones han frenado la compra por parte de Venezuela del arroz de Guyana para los CLAP, el programa bandera del régimen de Nicolás Maduro. Aunque de manera extraoficial las compras a ese país están prohibidas desde mediados de año, los contratistas del gobierno han ideado la fórmula para simular un origen distinto del producto: los barcos salen de Georgetown, pero justo antes de llegar a Venezuela, atracan durante unas horas en otros puertos del Caribe.
Mientras los habitantes de El Cigarral y La Boyera se quejan de dos años de trastornos demenciales por la construcción del Centro Comercial Traki, las autoridades municipales de El Hatillo aseguran que la obra es legal “guste o no”. Detrás del edificio, que la administración del alcalde Elías Sayegh trató con benevolencia hacia la cadena de tiendas de los Chambra -hasta se reformó una ordenanza clave-, despuntan un terreno que era propiedad de dos constructores cercanos al chavismo y la necesidad de aumentar la recaudación a casi cualquier costa.
Con una tecnología tan ambiciosa como rudimentaria, desde principios del s.XXI y hasta fecha reciente el tráfico de drogas encontró en los semisumergibles uno de los vehículos más eficientes –e inusitados– para mover estupefacientes entre América y Europa. Estos artefactos «parten de Colombia, cruzando el Atlántico, hasta España», asegura la Fiscalía General de Colombia, mientras las autoridades buscan capturar a ‘Juan’, el misterioso capo gallego detrás de la operación.
Las negociaciones de tres fincas vinculadas al crimen organizado fueron parte de los esquemas de lavado de activos usados para el pago de sobornos de la multinacional de origen brasileño. También algunos intermediarios en la distribución de coimas por contratos de obras obtenidos por la constructora tienen un largo historial con el narcotráfico. A pesar de todas las evidencias al respecto, la Fiscalía no termina de hacer ni esas conexiones ni las acusaciones a las que haya lugar.
Colombia prohibió la pesca y comercialización de tiburones en 2021. Apenas un año más tarde, un cargamento con algo más de 3.400 aletas de tiburón, con destino a Hong Kong, fue interceptado en el aeropuerto de Bogotá. Los miembros de estos escualos iban camuflados con vejigas natatorias de pescado que provendrían del Lago de Maracaibo, todas exquisiteces apreciadas por los gourmets chinos. Esta investigación sigue el rastro de parte del cargamento desde la Guajira venezolana hasta la capital colombiana y revela quién es el propietario de tan inusitado contrabando.
Ya alcanzaron Estados Unidos los forajidos que, siguiendo la ola migratoria venezolana, cometen fechorías en una docena de países. A todo tren esta megabanda se ha convertido en la que el general de policía Óscar Naranjo llama la organización criminal “más disruptiva” de Latinoamérica, una que le ha ganado escaramuzas hasta a la guerrilla colombiana. Ahora la Patrulla Fronteriza norteamericana reporta intentos de infiltrar la franquicia al norte del río Bravo.