El líder de la Iglesia Maranatha en Venezuela es también un empresario que ha avistado en la dinámica de la economía venezolana la posibilidad de hacer crecer su propio peculio. Sin que el propósito quedara claro, el pastor tanteó la posibilidad de presidir una sociedad en un paraíso fiscal, de acuerdo con la documentación del bufete Mossack Fonseca
El aire acondicionado se siente con fuerza apenas se entra al salón, las sillas de plástico blancas están alineadas, un grupo de jóvenes prueba el sonido y las cámaras y los fieles de la Iglesia Maranatha de Venezuela, la más grande en su estilo y con el mayor número de seguidores en el país, comienzan a ocupar los asientos. Unos están enfocados en alguna lectura, otros sólo conversan y se ponen al día. A simple vista el salón podría albergar a unas 300 personas, pero esta vez parece que no se llenará. La estrella principal, el pastor Javier Bertucci, no estará hoy encabezando la ceremonia.
Mientras los fieles se acomodan en las sillas vacías, la banda, compuesta por un joven en la batería eléctrica, otro en los teclados, un guitarrista, dos coristas y un cantante líder, ejecuta los primeros acordes de la canción que da la bienvenida al templo. En las tres pantallas dispuestas en el salón, al estilo de un bar asiático de karaoke, aparece la letra para que los asistentes la sigan y canten. Sigo creyendo que a mi lado Cristo está. La victoria él, la victoria él me dará. Todos cantan con euforia y pasión, aplaudiendo y llorando a la vez.
La música y las alabanzas a Jesús continúan por más de media hora. De repente todo se detiene. En las pantallas donde hasta hace un rato los fieles seguían los versos se inicia una transmisión en vivo en medio de las precariedades consustanciales al servicio de Internet en Venezuela, que ofrece la velocidad de conexión más lenta del continente. El público espera que su líder principal hable, pero otro pastor se adelanta. Es Freddy Armas, director de la confraternidad de pastores de todo el estado Guárico. Armas dice sentirse cansado por todo el trabajo que están haciendo en la región, recita partes del Evangelio y advierte a quienes lo escuchan que “ya basta de estar criticando y juzgando al pastor Javier Bertucci”. Todos aplauden y gritan “Amén”. Armas se despide no sin antes solicitar una ofrenda. Al otro lado de la pantalla, a los asistentes se les reparte un sobre con el logo de la Iglesia y allí, uno por uno, van depositando efectivo, cheques y hasta comprobantes de transferencias.
El pastor Javier Bertucci, al que se refería Armas, es el líder de la Iglesia Maranatha en Venezuela y director de El Evangelio Cambia, una Asociación Civil de carácter social, formada principalmente por jóvenes. También tiene un programa de televisión que se transmite de lunes a viernes, a primeras horas de la mañana, en dos canales de televisión nacional. Pero Bertucci no sólo se dedica a predicar el Evangelio. En Venezuela fue imputado por contrabando de Diesel, como está reseñado en el archivo del Tribunal Supremo de Justicia, y ahora es parte de la junta directiva de, al menos, tres empresas dedicadas al área de la construcción y venta de bienes y servicios.
En el estado norteamericano de Florida, Bertucci es director de una compañía de venta de equipos médicos. Además, a través del bufete Mossack Fonseca el pastor tanteó la posibilidad de ser el presidente de una empresa, valorada en 5 millones de dólares, en un paraíso fiscal, de acuerdo con una serie de correos electrónicos entregados al diario alemán Süddeutsche Zeitungin y que han sido consultados para esta investigación.
Volviendo a la Iglesia, y a la transmisión en vivo, llegó el turno de Bertucci. Las personas escuchan su arenga, una voz grave y una elocuencia que cualquier político del país envidiaría. Durante la predica, Bertucci detiene las citas a la Biblia para hablar del significado de las ofrendas y del dinero. Como tratando de justificarse ante los presentes, recita una lista de todas las actividades de Evangelio Cambia. Y cierra con una frase: “Estamos detrás de algo más que un puñado de dinero. Esta ofrenda se recogió con absoluta libertad.”
Más de 370 venezolanos han usado o tanteado la posibilidad de convertirse en clientes de Mossack Fonseca. Según los correos electrónicos filtrados, Bertucci pretendía ser el presidente de Stockwin Enterprises Inc, una compañía creada en Panamá el 3 de enero de 2012, con un capital de 5 millones de dólares, dedicada a la compra-venta de toda clase de insumos, pero en especial a la importación de materias primas del sector de alimentos.
Sin embargo, Desiré Obadia, cliente intermediario de la empresa y la persona encargada de negociar con Mossack Fosseca, niega que la transacción alguna vez se haya completado. “El pastor Bertucci quería estar en mi compañía para que ésta importara la carne y se la vendiera a su empresa nacional. Pero para importar necesitas conseguir licencia de importación y dólares de Cadivi (Comisión Nacional de Administración de Divisas, el ente creado por el estado venezolano en 2003 para administrar las divisas). Nunca se dieron las dos cosas. Si se trae alimentos a dólar libre, no hay Dios que la compre”, explicó Obadia.
Armando.info intentó contactar, en diversas ocasiones, a Javier Bertucci, pero hasta la publicación del reportaje no se recibió respuesta. Cinco días después de que saliera a la luz la historia, Bertucci reaccionó a través de un comunicado explicando que “se consideró la participación en Stockwin Enterprises Inc para importar productos cárnicos a fin de poder velar por una gestión transparente y su correcta distribución en comunidades de escasos recursos de todo el país, a través de las Jornadas de Acción Social, desarrolladas por El Evangelio Cambia. Es importante señalar que la iniciativa no se concretó y que no tengo los recursos como para poseer cuentas en paraísos fiscales.”
Javier Bertucci es oriundo de Guanare en el estado Portuguesa, al occidente de Venezuela. Fue criado por sus abuelos y sus orígenes son humildes. Desde muy pequeño, por haber crecido en los llanos venezolanos y por la impronta familiar, estuvo involucrado en las tierras de cultivo. Sus primeros pasos como pastor comenzaron en Tinaquillo, luego se mudó a Valencia donde fundó la Iglesia Maranatha Venezuela y posteriormente la asociación del Evangelio Cambia. Está casado con Rebeca Barrios, también pastora, con quien tiene tres hijos. Tanto su familia, como la de su esposa, está involucrada de una u otra manera con la Iglesia. Rebeca y Javier son llamados “mami” y “papi” por sus seguidores. Y en sus redes sociales muestran ser una familia unida, cariñosa y sobre todo devota a Jesús. Sin embargo, de los otros negocios familiares no se habla.
Bertucci es, a la par de sus prédicas, un empresario, una faceta que ha desarrollado después de que se convirtió en pastor en 1999. Está involucrado en el negocio de la construcción en el país. La Constructora Bertucci C.A es de su propiedad, comparte la dirección de la empresa con su cuñado y también pastor Francisco Barrios, y está localizada en San Diego, estado Carabobo, al centro de Venezuela. Según el Registro Nacional de Contratistas, entre sus clientes aparece la Corporación Nacional del Vidrio. C.A y la propia Fundación Maranatha. Así que, si existe algún problema de albañilería en las sedes de la Iglesia, la constructora se hace cargo.
También aparece como director de la empresa Biometrix-Med Equipment Corp, creada en junio de 2013 con sede en Florida y con el objeto de la compra-venta de bienes y servicios. El mando de esta compañía lo comparte con Nicolás E. Aular, empresario venezolano, presidente de las sociedades mercantiles Gallery Aviation INC y Luxury Auto Sales USA INC, y quien en 1998 estuvo detenido e involucrado, según publicara el diario Notitarde en su momento, en un caso de comercialización en territorio venezolano de vehículos importados “de procedencia dudosa”.
En comunicado oficial, luego de la publicación del reportaje, Bertucci negó cualquier vinculación con la empresa en Florida. “Nunca se concretó la participación, cuya intención preliminar era adquirir a través de ella una serie de equipos para diálisis, de segunda mano, que iban a ser importados de Estados Unidos a Venezuela para ser repotenciados, y una vez reparados, serían donados a las comunidades para el uso de pacientes que padecen enfermedades renales en general”, asegura el Pastor.
De acuerdo con los registros de Import Genius, una de las bases de datos de tráfico portuario más grandes del mundo, Bertucci ha importado productos desde Estados Unidos hacia Venezuela. La última importación registrada a su nombre se realizó en enero de 2015 donde recibió manufactura de cerámicas, en Puerto Cabello, a través de la embarcación Port Everglades. Anteriormente habría importado hornos microondas, licuadoras, mobiliario, canillas o grifos de uso doméstico, muebles frigoríficos, entre otros.
Bertucci también tiene relaciones con la industria petrolera en Venezuela. Bertucci es el representante de la empresa Minería Hg 2.8 que se encarga de vender diluyente para la mezcla de hidrocarburos a compañías como Recicpetrol C.A. Esta última ofrece toda clase de trabajos relacionados con la industria petroquímica y metalúrgica. Y fue presidente de la empresa Tecnopetrol C.A, encargada de vender y exportar residual sulfónico y productos químicos solventes. Actualmente este negocio se encuentra en proceso de descapitalización e inhabilitado para contratar para el Estado venezolano. En 2010 el pastor fue imputado y llevado a juicio como representante de Tecnopetrol C.A por contrabando agravado y asociación para delinquir.
El 2 de julio de 2010 las autoridades venezolanas impidieron una exportación de Tecnopetrol C.A. Eran cinco mil toneladas métricas del producto químico denominado Tecsol, un solvente base para la elaboración de desengrasante y removedores de pintura. Las autoridades alegaban que habían determinado mediante análisis químico que el supuesto solvente se trataba en realidad de Diesel nacional cuya exportación privada es ilegal. La mercancía llegaría desde Puerto Cabello en Venezuela al Puerto de Baraona en República Dominicana; según quedó expresado en el expediente GP01-R-2010-000234.
Ese mismo día, Javier Bertucci fue detenido y luego imputado por contrabando agravado y asociación para delinquir considerándose lo sucedido como un hecho “en perjuicio del Estado Venezolano”. El 4 de julio de 2010 se le impuso una medida de arresto domiciliario y el 30 de septiembre de ese mismo año se le aprobó un permiso para ausentarse de su residencia sólo para dar sus prédicas en la Iglesia Maranatha.
Finalmente, el 20 de diciembre de 2010 el tribunal decidió que debía presentarse periódicamente y le prohibió la salida del país sin autorización la medida de arresto domiciliario. A la fecha, el Tribunal Supremo de Justicia no tiene registro de una sentencia firme sobre este caso.
Apenas le fue removido el arresto domiciliario, Bertucci dio la noticia a los fieles de su congregación en una transmisión. “A pesar de la persecución de los enemigos del reino, Dios se impuso”, dijo entonces. Dio las gracias por el apoyo a sus seguidores y concluyó: “Este no sólo es el principio de mi libertad, que ya la tenemos, sino que es el principio de lo que Dios va a hacer por este país”.
El Ministerio Mundial de Avivamiento Maranatha fue fundado por Nahum Rosario en 1974, en la ciudad de Chicago en los Estados Unidos. La Iglesia se fue extendiendo a México, Costa Rica, Puerto Rico, Chile, Nicaragua, Panamá, Honduras, Noruega y Venezuela. Actualmente en el país está presidida por Bertucci y cuenta con más de 16 mil seguidores. La sede principal está en Valencia, estado Carabobo, pero también tiene una en Caracas y distintas filiales alrededor del territorio nacional se congregan conectándose a las reuniones a través de Internet.
A Bertucci no le bastó sólo con la Iglesia Maranatha. En el 2007 le dio vida a la asociación El Evangelio Cambia que ya cuenta con más de 100 mil voluntarios en Venezuela, jóvenes en su gran mayoría, que son considerados unos “revolucionarios” de Jesús. Se visten con pantalones de comando camuflados, camisa blanca con el logo de la asociación y salen a la calle a predicar el Evangelio. Realizan artes escénicas, jornadas de salud y de acción social. En marzo, durante el escándalo de los mineros desaparecidos en Tumeremo, al sur de Venezuela, El Evangelio Cambia era el único grupo cristiano repartiendo comida a los familiares y demás habitantes del pueblo.
Cuando se les pregunta a algunos de sus seguidores sobre la faceta empresarial de Bertucci, la respuesta es siempre la misma: “Es una persona humilde. Todo lo que él hace es siempre para poder darle a los demás”. A pesar del escándalo con el contrabando de Diesel, de las empresas a su nombre y de las críticas en las redes sociales sobre el uso adecuado de los diezmos, cada domingo sus seguidores de todos los rincones del país se reúnen, con la misma pasión y euforia, a escucharlo y rendir alabanzas a Cristo al ritmo de la música.
Pocos se acuerdan de este pueblo, un lugar ahora casi desierto aunque inmortalizado por un documental, cuyos habitantes fueron condenados a migrar o morir de mengua por una catástrofe ambiental. Es un olvido cruel y que condena a repetir la tragedia, pues las mismas circunstancias que produjeron ese abandono se repiten en otros asentamientos palafíticos del sur del Lago de Maracaibo: desidia, contaminación, pobreza y falta de protección del Estado.
Los zoocriaderos gozan en Venezuela del mismo estatus que los zoológicos y los acuarios y son cruciales para el rescate y la conservación de fauna silvestre. Pero estos establecimientos podrían estar sirviendo para el tráfico ilícito de animales, algunos de ellos vulnerables a la extinción. Un caso prominente es el de Inversiones Alazán GAC C.A, aliada al Ministerio de Ecosocialismo, que, pregonando el conservacionismo, comercializa fuera del país un abultado número de especies, incluyendo guacamayas, rey zamuros y osos hormigueros.
La acusación del Ministerio Público por corrupción en Pdvsa involucra a dos exfuncionarios del gobierno municipal en la recepción de al menos 15 pagos que totalizaron medio millón de dólares. Estos desembolsos serían “sobornos” para la obtención de permisos de construcción. La movida ha servido también para que los poderosos hermanos Jorge y Delcy Rodríguez activen sus fichas dentro de una de las principales alcaldías de la oposición en medio del silencio del alcalde Darwin González.
Que esta novena histórica del béisbol profesional no haya conseguido títulos desde hace más de 30 años no disuade al empresario naviero Wilmer Ruperti en su empeño por convertirse en su nuevo dueño. Pero sus esfuerzos han tropezado con un obstáculo difícil de sortear: la demanda que otro empresario naviero y contratista del Estado interpuso contra Francisco Arocha, uno de los dos propietarios del equipo.
Un suizo y un venezolano fueron los únicos autorizados por Claudia Díaz Guillén para custodiar 250 lingotes de oro de los cuales, al menos una buena parte, no se sabe dónde están. La inusual encomienda elevó el perfil de estos dos hombres –jóvenes entonces– que rozaron el círculo amistoso formado por Díaz, la actual alcaldesa de Caracas, Carmen Meléndez, y Norka Luque, y elevaron sus perfiles con propiedades y sociedades millonarias, aunque solo se dejan ver como mecenas de arte moderno en Londres.
En el estado de Roraima, al norte de Brasil, la organización delictiva ‘Primer Comando da Capital’ funciona como un grupo empresarial multinivel a cargo de negocios que van del tráfico de drogas a la minería y de la prostitición a las criptomonedas. Hoy, cuatro de cada diez integrantes del PCC en ese estado son venezolanos, inmigrantes a los que abre sus brazos para integrarlos a una gran hermandad criminal de la que solo se escapa a precio de la propia vida.