Postales del sur profanado

Los estados venezolanos Bolívar y Amazonas eran casi, oficialmente, místicos. Su inmensidad parecía proteger no solo el macizo de tepuyes que constituyen las formaciones más antiguas del planeta sino las tremendas riquezas que yacen a su alrededor y sobre las cuales, de vez en cuando, llegaban noticias de explotaciones ilegales, contrabando y abusos. Pero este año que termina Armando.info documentó -entre el uso de las nuevas tecnologías y la reportería clásica- que lo que era la excepción ahora es la regla y el sur venezolano hoy es tierra plagada de pistas clandestinas que sirven al contrabando y al narcotráfico y en las que se ha instalado sin mayor reparo -excepto la defensa de sus habitantes originarios- decenas de células de las disidencias de las antiguas guerrillas colombianas de las FARC y el ELN. El Estado venezolano, con una presencia lánguida y complaciente, mira apenas con desdén a esta zona a la que han regresado sus depredadores más antiguos, los “garimpeiros” o empobrecidos mineros brasileros que explotan el lado venezolano y también otros más nuevos, los promotores de un turismo “cinco estrellas” que se ceba en los lugares más prístinos de la geografía nacional y permite a una clase muy peculiar y reducida de venezolanos brindar en la cima de un tepuy.

La minería ilegal montó sus bases aéreas en la selva

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A partir de imágenes satelitales y con la ayuda de Inteligencia Artificial, fue posible identificar 3.718 puntos de actividad minera, en su mayoría ilegal, en los estados Bolívar y Amazonas, entidades que juntas suman casi la mitad del territorio venezolano. Aledañas a esas áreas deforestadas, que en total equivalen a 40.000 campos de fútbol, a menudo se encuentran pistas clandestinas -hasta 42 se detectaron- que sirven al crimen organizado transfronterizo para despachar valiosos cargamentos de oro y drogas, como se muestra en esta primera entrega de la serie ‘Corredor Furtivo’.
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El quién es quién de los cárteles criminales al sur del Orinoco

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Los 3.718 sitios de minería y las 42 pistas clandestinas que los satélites identifican desde el espacio en la Guayana venezolana sirven a las actividades ilícitas de bandas delictivas que, extranjeras o nativas, a veces de manera confederada y otras en conflicto entre sí, imponen su ley, casi sin oposición del Estado. No todas son iguales y conocer las diferencias de sus orígenes, historias e intereses, ayuda a comprender la dinámica compleja de la soberanía que, en la práctica, ejercen en ese confín selvático del territorio venezolano. Aquí se describen.
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Estado Amazonas, de retaguardia a colonia de la guerrilla colombiana

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A veces solo como testigos, pero casi siempre como víctimas o contrincantes, diversas etnias indígenas han presenciado en sus territorios el avance sostenido de grupos armados como el ELN y las facciones de las FARC. Sus denuncias tempranas, que debieron servir como advertencias, consiguieron de forma esporádica la atención nacional. Apenas ahora, cuando esas fuerzas irregulares controlan los negocios ilegales que prosperan en cuatro de los siete municipios del estado, se hace evidente que los guerrilleros se proponían completar una verdadera ocupación.
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El discreto encanto de la guerrilla

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Se cumple un año del ataque de militares venezolanos contra un campamento de las disidencias de las FARC en territorio del estado Amazonas. La aparición de una mujer ‘jiwi’ entre los caídos reveló al público algo que todavía era un secreto a voces: los irregulares colombianos reclutan a indígenas venezolanos. Un recorrido por distintas comunidades aborígenes permite comprobar los anzuelos, con frecuencia pueriles, que los guerrilleros usan para seducir a los jóvenes y atraerlos a sus filas. 
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La resistencia indígena se organiza en guardias territoriales

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Aunque solo cuenten con la razón y el arsenal arcaico de lanzas, arcos y flechas, decenas de comunidades pemón, piaroa, ye´kwana y sanemá en los estados Amazonas y Bolívar han optado por la autodefensa ante el avance en sus territorios de invasores vinculados a la subversión y el crimen organizado. Si esa informalización de la seguridad pública conlleva riesgos, les ofrece una oportunidad mejor que la resignación y la retirada a las que de otra manera las condenaría la ausencia del Estado.
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La veda a la minería se levanta en ‘La Nueva Amazonas’

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Las leyes de Caracas y el patrimonio ancestral aborigen prohíben desde hace décadas la explotación abierta de minerales en las selvas del estado Amazonas, hasta el punto de convertirla casi en tabú. Pero las actividades furtivas de los ‘garimpeiros’ en las mismísimas nacientes del Orinoco, la miseria reinante y el reciente discurso oficial van creando una atmósfera cada vez más proclive a la aceptación de la industria extractiva a cualquier escala y en manos del Estado o de privados. 
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El ascenso irresistible de Rafael Oliveros

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Sin querer, queriendo, se dio a conocer recientemente desde la cumbre del tepuy Kusari, en el parque nacional Canaima. Era la fecha de su cumpleaños y la inusual locación del festejo hizo las delicias del ‘jet set’ bolivariano tanto como alimentó la indignación y el resentimiento en las redes. Solo entonces se supo que el operador turístico modélico de la Revolución llevaba años escalando posiciones, desde su natal isla de Margarita, en una parábola expansiva de carisma e influencia donde los límites entre lo público y lo privado a menudo se esfuman.
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Entre complicidades y represalias se disputan las fuentes del Orinoco

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Armando.info logra conversar con líderes de los mineros informales brasileños tras el asesinato de cuatro de ellos y un venezolano en el sur del estado Amazonas, justo en el nacimiento del principal río del país. Los relatos de la zona permiten corroborar lo que voceros indígenas y organizaciones ambientales vienen denunciando: los garimpeiros están de vuelta en Venezuela y esta nueva oleada entra y sale a su antojo. La soberanía se ha vuelto una quimera en la frontera más septentrional.  
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