El nombre de Samark López Bello comenzó a ventilarse hace más de 10 años, cuando los negocios de altos jerarcas del chavismo empezaron a dejar huellas en escenarios como Miami, Panamá o jurisdicciones offshore y se descubrieron los hilos que lo convirtieron en uno de los compradores consentidos del “gobierno revolucionario”. En 2017 fue sancionado por el Departamento del Tesoro estadounidense, que afirmó lapidario que López llegó a “proveer asistencia material, apoyo financiero, bienes o servicios para las actividades internacionales de tráfico de estupefacientes de, y en representación, del vicepresidente de Venezuela Tareck El Aissami”. Pero pasaron muchos años antes de que López Bello sintiera el peso real de algún castigo, que terminó llegando desde una esquina inesperada, en marzo de 2024, cuando entre pugnas de poder dentro del régimen de Nicolás Maduro resultó defenestrado el grupo de El Aissami. Entonces, López fue acusado de legitimación de capitales, distracción del patrimonio público y traidor a la patria. Armando.info ha cubierto durante años esta figura que hoy encarna la parábola de auge y caída de uno de los operadores financieros que más poder llegó a tener dentro de la autodenominada “Revolución Bolivariana”, pero terminó engullido por esta.