Se rompe el tabú: desde que se inauguró el Metro de Caracas en 1983 se han registrado más de quinientos suicidios. Pero casi la mitad de las personas que se lanzan a los rieles del subterráneo para suicidarse queda viva. La otra mitad, cumple su meta. El año pasado, la cifra de arrollamientos –como llaman oficialmente a los suicidios- se multiplicó por seis: de trece ocurridos en 2008 repuntó a ochenta y nueve. A pesar de este elevado repunte, la empresa no ha diseñado un plan de prevención, así que los operadores han tenido que ingeniárselas para minimizar estas muertes voluntarias.