Fue acusado por autoridades del régimen de Nicolás Maduro de traficar oro y solicitado en extradición por la justicia y la fiscalía chavistas. Después de dos años de persecución, estas suspendieron las imputaciones por robo y contrabando. Aunque nunca paró su actividad, la reciente inauguración de una segunda posada de lujo en Canaima, Waka Wená, marca el regreso a la vida pública de este empresario de ascendencia portuguesa al que las organizaciones ecologistas no dan tregua.
Los zoocriaderos gozan en Venezuela del mismo estatus que los zoológicos y los acuarios y son cruciales para el rescate y la conservación de fauna silvestre. Pero estos establecimientos podrían estar sirviendo para el tráfico ilícito de animales, algunos de ellos vulnerables a la extinción. Un caso prominente es el de Inversiones Alazán GAC C.A, aliada al Ministerio de Ecosocialismo, que, pregonando el conservacionismo, comercializa fuera del país un abultado número de especies, incluyendo guacamayas, rey zamuros y osos hormigueros.
Un entramado casi interminable de empresas, socios, direcciones y países, construido con precisión de relojero, dificulta seguir los pasos de un comerciante del oro venezolano devenido ganadero en Colombia. Se libró de la redada emprendida por el gobierno de Nicolás Maduro contra las mafias mineras, pero otros escándalos que han salpicado sus negocios, incluyendo el reciente asesinato a manos de sicarios de dos de sus empleados, van dejando algunas pistas de sus opacos mecanismos lucrativos.
Al menos entre 2011 y 2012, venezolanos anónimos, empresas pequeñas o medianas -una panadería por aquí, una editorial de libros técnicos por allá-, recibieron pagos por miles de dólares en cuentas del extranjero. Las transferencias eran abonadas por una comercializadora global de oro, con sede en Dubái, de la que ni habían oído hablar. Pero no se trataba de una promoción o de una lotería, como tarde habrían de enterarse. Eran parte, sin saberlo, de un sofisticado esquema de circulación de dinero que vio una oportunidad de propagación en la Venezuela del control de cambio y sus distorsiones, que empujaron a muchos a cubrir sus necesidades en el mercado negro de divisas. Tampoco sabían que al mismo tiempo sus nombres y transacciones eran monitoreadas desde Washington.
Una filtración de documentos bancarios a la que tuvo acceso Armando.info, El Pitazo y Runrun.es, de Venezuela, así como El Confidencial, de España, muestra cómo el sigiloso y discreto capitán, quien fuera la sombra y protección del hoy fallecido mandatario, puso sus manos en negocios tan diversos como el mantenimiento del Metro de Caracas, la importación de medicinas y hasta arrendamiento de aviones logrando amasar una fortuna superior a los 100 millones de dólares. Él es solo uno de los clientes del francés Charles-Henry de Beaumount, gestor financiero quien captó a más de un "boliburgués" para engrosar la lista de clientes de la banca privada suiza Compagnie Bancaire Helvétique.
El llamado “zar de los seguros” abrió cuatro empresas offshore en una isla del Caribe a través del bufete panameño Mossack Fonseca. La Corporación OFL, que agrupa a una veintena de compañías a su nombre, lo convierten en uno de los empresarios del sector de seguros que más ha crecido durante el gobierno chavista