Ante las innovaciones del papa Francisco, la Iglesia en Venezuela no es monolítica. El único Cardenal criollo, Jorge Urosa Sabino, ha quedado en evidencia como un disidente de las reformas que llegan desde Roma. Sus posturas dividen al clero y dejan mal parado al bando conservador para su sucesión en el cargo de Arzobispo de Caracas. A su vez, por paradoja, refuerzan al sector progresista de una iglesia que hasta ahora se ha comportado como muro de contención frente al chavismo.