Una revolución de santeros

Armando.info publica un extracto de la edición ampliada de Los brujos de Chávez, el celebrado libro de David Placer, periodista venezolano afincado en España, publicado en Venezuela por Editorial Dahbar. La crónica muestra el que quizá sea el punto culminante de la santería chavista: el acto de exhumación de los restos de Simón Bolívar, ordenada por el fallecido comandante presidente porque estaba empeñado en demostrar que El Libertador había sido envenenado en San Pedro Alejandrino. A partir de allí Placer cita episodios y conversa con los testigos que, en Miami y Caracas, aseguran que Chávez se convirtió en santero antes de asumir por primera vez la presidencia en 1999. Con su investigación Placer ha completado un aspecto deliberadamente ocultado de la volcánica vida del líder del proceso bolivariano

24 septiembre 2017
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El rostro de Bolívar estaba detrás de él, haciéndole sombra, como era frecuente. Llevaba una camisa roja y una chaqueta azul oscura, que parecía negra ante los focos intensos de las cámaras. Su voz no era la habitual, porque parecía más sosegada. Expiraba suavemente cada sílaba, como si intentara no despertar a alguien que duerme. A pesar de su comunicación íntima, se estaba dirigiendo a todo el país.

El padre Bolívar. Bolívar. Hemos visto a Bolívar. Sus restos. (La cámara hizo un acercamiento al rostro del Libertador, que el pintor quiso capturar despeinado por el viento). Yo he tenido algunas dudas, cómo no. No soy el primero a lo largo de estos años. Pero anoche viendo los restos de Bolívar, el corazón me dijo «sí, soy yo». Y recordé a Neruda, mirando el esqueleto, mirando el cráneo, mirando el espacio donde estuvieron los ojos. Y le pregunté en silencio, orando, aquella pregunta de Neruda, del gran Pablo Neruda. Le pregunté: «Padre, ¿eres tú, o no eres o quién eres?». Y me respondió el mismo Neruda, desde el corazón: «Sí, soy yo, pero despierto cada cien años cuando despierta el pueblo».

Libro- Los brujos de Chávez Autor: David placer Editorial: Dahbar

El salón Ayacucho, en el Palacio Presidencial de Miraflores, estalló en aplausos. En ese momento terminó su ceremonial, casi en tono de oración. Y volvió a su faceta de batallador, al ataque ante las cámaras.

Claro que, desde anoche cuando hice pública por @chavezcandanga la información, y más tarde dije a los ministros transmitan en vivo como a las dos de la mañana, tres de la mañana (…) empezaron por aquí por el Twitter y algunos medios de comunicación: «Chávez está dirigiendo un acto de brujería». Son unos enfermos. Es una enfermedad la que tienen. «Brujería, es una brujería». Aun cuando el 80%, el 90% de los mensajes, la mayoría de gente tocada espiritualmente y diciendo «¡Viva Bolívar!» y «retuiteando» el mensaje que se me ocurrió enviar, porque hombres como Bolívar no mueren. Esos restos que están ahí, eso no está muerto. Es algo así como aquella obra del gran escritor venezolano Isaac J. Pardo que se llama ‘Fuego bajo el agua’, son fuego bajo el agua, o aquella obra de Miguel Otero Silva: ‘La piedra que era Cristo’. Esa piedra es Bolívar vivo, y vivo en nosotros, y vivo en los que estamos luchando hoy porque hombres como Bolívar trascendieron el tiempo.
Él mismo lo dijo: mis angustias vivirán en el futuro.

Esa noche Hugo Chávez había conocido a los huesos de Simón Bolívar en una visita con una comitiva que duró más de tres horas, según atestigua un forense que participó en el equipo. Los profesionales podían ver en todo momento lo que ocurría en el salón principal a través de unas pantallas, pero la visita de Chávez fue privada. Las pantallas fueron teñidas de negro. El presidente deseaba un momento íntimo con los restos de Bolívar.

Toda la osamenta estaba unida por hilos de plata y plomo y protegida con barniz, un cuidadoso trabajo elaborado por el doctor José María Vargas en 1843. A simple vista se podía observar que el padre de la Patria tuvo los dientes separados (diastemas, según los informes de los forenses) y las piernas arqueadas.

De los informes se supo que Bolívar apretaba los dientes y que la pieza central derecha sufría un desgaste, probablemente porque el Libertador tuvo la costumbre de colocar una paja entre la dentadura. Para las investigaciones, se retiraron dos frontales, un canino y un premolar. También se extrajo una pieza de una falange de la mano izquierda, una costilla y una muestra del coxal izquierdo.

Las muestras irían al Ministerio Público y a los laboratorios del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC, para las pruebas de ADN, según había informado el gobierno.

Pero las dudas sobre la correcta custodia de las piezas comenzaron a surgir en el propio equipo de profesionales. ¿Sería alguien capaz de quedarse con algún trozo de hueso para celebrar con él algún ritual palero?

El rumor de que Hugo Chávez practicaba actos de santería y brujería en el Palacio de Miraflores lo persiguió durante los últimos años de su vida. A pesar de las críticas dirigidas a quienes le atribuían estos actos, el escenario, las palabras utilizadas y las imágenes de la exhumación que se habían transmitido el día anterior por cadena nacional a las tres de la madrugada, expandieron la creencia de que el presidente buscaba algo más que explicaciones científicas.

–Fue un momento de confesión pública, un rito palero (rama de la santería que practica rituales con huesos humanos) en toda regla, el clímax del culto a los ancestros, a los nativos. La noche pertenece a los muertos. Eso lo saben todos los santeros y también lo sabía Chávez. Por eso lo hace de madrugada. Forma parte del común de los venezolanos: hablar con los muertos. Y él siguió el arquetipo –explica Santos López, un reconocido santero venezolano, que recibió apoyo económico de gobiernos locales y regionales chavistas para la celebración de FITA, un evento internacional de tradiciones afroamericanas organizado entre el 2003 y el 2008.

La celebración tenía como principal atractivo la visita de unas 500 personalidades de este ámbito de todo el mundo, sacerdotes santeros (babalawos), vudús y sanadores que hacían consultas espirituales. Y recibió apoyos de la alcaldía de Maracay y de la gobernación del estado Aragua, ambas bajo el control chavista. La inyección de dinero público para la organización de este tipo de actividades evidenciaba, al menos, una simpatía por parte del gobierno.

Pero los ritos y las consultas también pueden ser una excelente herramienta de estrategia política. Militares y personal de seguridad próximo al círculo presidencial asistían a la citas de los santeros internacionales, acudían como público a sus bailes pero también se hacían consultas secretas. Desde un hotel en la ciudad de Maracay, en el centro del país, los sacerdotes de la santería lanzaban mensajes políticos, interpretaban la nueva realidad nacional y se atrevían a vaticinar el futuro del presidente.Una de las predicciones daba por hecho que Chávez «tendría mucha inseguridad».

Las consecuencias no tardaron en llegar. El círculo cercano del presidente llamó a López para pedirle explicaciones acerca de esa predicción y exigieron una aclaración sobre el significado del término «inseguridad»: «¿Se trataba de un golpe, de una conspiración en marcha o de problemas de seguridad en el entorno del presidente?». López, un conocido santero incluso fuera de las fronteras de Venezuela, tuvo que explicar que simplemente era una revelación del Ifá, el oráculo ancestral de las tribus nigerianas con el que se predice el futuro.

Hugo Chávez siempre supo casar su vida personal con la de los ancestros. Después de ganar sus primeras elecciones, el 6 de diciembre de 1998, decidió que antes de la investidura, el 2 de febrero de 1999, debía iniciarse en la masonería. Las grandes transformaciones que había preparado para el país no solo requerían todo su esfuerzo y trabajo sino ayuda espiritual que, tal como había escuchado, también había sido utilizada por Simón Bolívar.

Los santeros que ya empezaban a tener contacto con Chávez le habían contado una versión histórica extendida en el mundo de la santería. Según esta interpretación, cuando Simón Bolívar estuvo en Haití, el prócer Alexandre Pétion, aliado de Bolívar y defensor de los derechos fundamentales de los esclavos en América, lo inició en el vudú. No hay ningún documento ni prueba, tan solo la tradición oral de que Bolívar fue bañado por sangre de toro, un acto que le habría aportado la fuerza para vencer en sus batallas. Es una historia a la que muchos santeros confieren credibilidad.

"Hugo Chávez quiere iniciarse en la masonería y ha elegido esta logia para llevarlo a cabo"

Unas semanas antes de la toma de posesión de Hugo Chávez, un grupo de militares se acercó a una logia de masones en la urbanización Altamira, en Caracas. Se trataba de un grupo reducido encabezado por Hernán Grüber Odremán, emisario del presidente electo y máximo líder del segundo golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, el 27 de noviembre de 1992. Grüber Odremán había pactado una cita con el «venerable maestro» Fermín Vale, el líder espiritual de la logia, para trasmitirle una solicitud verbal: "Hugo Chávez quiere iniciarse en la masonería y ha elegido esta logia para llevarlo a cabo".

Vale, primo del exvicepresidente y hombre de confianza de Chávez, José Vicente Rangel, era «maestro de la masonería primigenia» y había conservado las normas y rituales de los próceres de la independencia. Ellos fueron los primeros líderes americanos que se habían adentrado en los caminos espirituales para pedir ayuda en sus guerras terrenales. Hugo quería iniciarse en la masonería del modo más parecido al que –según esa tradicional oral– lo habían hecho los libertadores.

–Normalmente los miembros de la logia debaten la conveniencia o no de aceptar a un nuevo miembro. Pero por la investidura del personaje, en ese caso había poco que discutir. De inmediato se aceptó el ingreso –comenta uno de los antiguos miembros de la logia que prefiere mantener su nombre en el anonimato.

Pero el grupo tenía unas estrictas normas que imponía para aceptar al aspirante. Y, entre las condiciones que comunicaron a Grüber Odremán, se encontraba aislar durante unas horas al presidente electo de la escolta de Casa Militar que lo custodiaba día y noche. El contralmirante comunicó la condición de la logia pero fue rechazada por quienes velaban por la seguridad del futuro mandatario. El anillo de vigilancia no estaba dispuesto a dejar a Hugo Chávez a solas en manos de cuatro desconocidos. La logia se negaba a que el ritual fuese presenciado por militares, así que Chávez buscó otra opción para la iniciación. Los masones veteranos están convencidos que la logia elegida fue la de Sol de América, en el centro de Caracas, a la que pertenece el exalcalde de Caracas y dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, Freddy Bernal.

Bernal, expolicía y durante muchos años hombre fuerte del chavismo, ha salido de la primera línea de la política. De aspecto introvertido, suele ir con vestimenta informal: franela y jean. Su cuerpo parece trabajado con la práctica de algún deporte o con las máquinas de pesas de los gimnasios. Lleva dos teléfonos celulares sujetados al cinturón y suele comprobar si tiene mensajes o llamadas nuevas de forma repetida. La dicción de Bernal es peculiar. Pronuncia las eses de forma similar a como en España se pronuncian las ces y las zetas, lo que le puede conferir una imagen inocente, que poco corresponde con la realidad.

Bernal es un hombre duro y sobre sus hombros cayó la responsabilidad de organizar los círculos bolivarianos durante los años de mayor tensión política en Venezuela, a principios de la década pasada. A esos grupos se les atribuyó el manejo callejero de las armas, la intimidación a la oposición.

Me acerco a Bernal en un acto del Partido Socialista Unido de Venezuela, creado como plataforma de apoyo a Hugo Chávez. Acepta las preguntas. No pone barreras, aunque escucha y observa con gesto de precaución, casi de desconfianza. No niega su pertenencia al grupo masón pero tampoco confirma que Hugo Chávez haya solicitado un ritual de iniciación. Apartado de las decisiones importantes del partido, evita dar más información de la necesaria.

–No lo puedo asegurar ni desmentir. No sé si acudió allí o no. Yo soy miembro de esa logia y lo que sí te puedo confirmar es que no tratamos temas políticos ni religiosos, solo filosóficos –explica Bernal.

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, en 1999, las relaciones entre Venezuela y Cuba comienzan a intensificarse. Los militares viajan con frecuencia a La Habana para adiestrarse y formarse y crece el intercambio comercial y de pasajeros. La extinta línea aérea venezolana Aeropostal había inaugurado aquellos días dos vuelos semanales a La Habana: los martes y los jueves. Y desde entonces la gerencia de la línea aérea comenzó a recibir peticiones de altos militares.

–Querían viajar gratis a La Habana. Todos recibían algún tipo de curso de formación: inteligencia militar y seguridad interna, entre muchos otros. Me pedían pasajes gratis a cada rato. Y nosotros, para no tener problemas con el gobierno, se los teníamos que dar –explica Ramón Barrios, quien fue vicepresidente de Aeropostal y que acompañó a Hugo Chávez durante sus primeros viajes a La Habana.

Servicial, respetuoso y hasta temeroso del alcance de la santería, Barrios conocía muy bien el funcionamiento de la terminal aérea y del propio gobierno. También había sido uno de los observadores del primer partido de Hugo Chávez, Movimiento Quinta República, MVR, en las elecciones presidenciales de 1998.

Hugo Chávez se había hecho el santo, es decir, se había iniciado en la santería en Cuba.

Con los primeros años de Chávez en el poder, el auge del tráfico de pasajeros hizo que la línea aérea abriera una oficina en Cuba que contaba con seis trabajadores, tres de ellos practicantes de la santería. Al entablar una relación de confianza con el equipo, Barrios comenzó a descubrir que los supuestos cursos de formación de los altos mandos militares venezolanos, en realidad, tenían un propósito oculto.

–Me dijeron que las delegaciones venezolanas iban a Pinar del Río para hacerse limpiezas e iniciarse en la santería. Luego regresaban a Caracas con sus collares y no los ocultaban. Todo lo contrario. Se comenzó a generalizar la creencia de que si tenías la pulsera de Babalú Ayé (deidad de la religión yoruba), eras más de la revolución y estabas mejor considerado por tus superiores –explica.

Cuando Hugo Chávez afrontaba los primeros meses de gobierno, Aeropostal organizó un encuentro de empresarios en Cuba al que asistió el presidente. El evento se celebró en el hotel El Nacional, al lado del hotel Habana Libre. Barrios, abogado, criminólogo y doctor en Derecho, asegura que ese viaje fue el que tendió los puentes entre los santeros cubanos y Hugo Chávez y que transformaría la forma de hacer política en el país.

–Fueron seis militares a hacerse el santo (iniciarse en la santería). Podría decir que también fueron Luis Miquilena y José Vicente Rangel porque el jefe de la Casa Militar de aquel momento me había dicho que iban a una reunión secreta –añade.

En poco tiempo, un rumor circulaba de forma permanente e insistente tanto en las élites como en las clases populares: Hugo Chávez se había hecho el santo, es decir, se había iniciado en la santería en Cuba.

El santero cubano Carlos Valdés, que huyó en 1994 en una balsa hacia Miami, asegura haber presenciado la ceremonia que consagró a Chávez dentro de la santería en Cojimar, una población a siete kilómetros de La Habana. Dice que asistió como ayudante en el ritual en el que Chávez dio de comer a los santos, es decir, realizó sacrificios animales para los orishas.

El primer acercamiento de Hugo Chávez con los santeros cubanos se habría producido en una visita del entonces candidato al hotel Habana Libre donde, según Valdés, Hugo fue invitado a una comida.

https://youtube.com/watch?v=WEGKrWhEVnQ

–Le encantó el pollo que le sirvieron y pidió hablar con el cocinero, de nombre Apito, que era homosexual y gago, extremadamente gago. Tuvieron conexión y pasaron de hablar de la comida a temas espirituales. Apito, hijo de Eleguá, era babalawo –explica Valdés en entrevista telefónica desde Miami.

El santero, conocido en el sur de la Florida entre la comunidad cubana, explica que la iniciación de Chávez en esa religión no es ningún secreto entre los sacerdotes de la santería de la Habana del Este. «Es un secreto a voces», asegura.

Pero otro babalawo cubano residente en Miami y que tuvo relación con el chavismo, asegura que el comandante fue iniciado en la rama de la palería (que hacen rituales con huesos humanos) en la Academia Militar de Caracas. «Se sacrificó un chivo para Eleguá, una chiva para Obatalá, un chivo para Ochún y también un carnero, una gallina y un pato», explica José Medina, babalawo cubano que muestra el primer cartel de campaña electoral de 1998 firmado por Hugo Chávez en el que lo nombraba como «compatriota y amigo».

Medina coincide en que el babalawo Apito fue quien inició a Chávez en la santería y asegura que, tras él, siguieron el camino otros altos dirigentes de la política venezolana como el general Manuel Rosendo, el exministro de la Defensa Lucas Rincón, y el exvicepresidente Luis Miquilena.

En aquellos días Aeropostal contaba con 400 trabajadores en el aeropuerto Simón Bolívar, y en menos de un año, la mitad comenzó a vestir ropa completamente blanca y a mostrar sin pudor los collares santeros. Era la vestimenta de iniciación en esta religión, heredada de los esclavos africanos, pero transformada en Cuba tras cinco siglos de colonización y mestizaje. Los empleados comenzaban a negarse a llevar el uniforme de la compañía y reclamaron poder vestir de acuerdo con sus nuevas creencias. Se trataba de una subversión religiosa. O tal vez de una revolución

Entonces Barrios, que también había practicado la santería años atrás, volvió a mostrar sus collares.

–Si ven que eres santero, te respetan mucho más como jefe.

Poco importaba el cuándo y el dónde. Para los seguidores de la nueva religión que se extendía con fuerza en Venezuela, no había lugar a dudas. Ningún desmentido ni versión oficial era capaz de negar la contundencia de los metamensajes, la evidencia de la vestimenta y el discurso. Era irrelevante si fue en Caracas o en La Habana, si fue en 1994 o en 1999. Todos estaban convencidos de que Hugo Chávez ya se había convertido en santero.

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