Dos empresas jugaron con ventaja para aprovechar la emergencia eléctrica

Una nueva filtración desde Estados Unidos muestra que la empresa Derwick Associates, de los llamados ‘bolichicos’, aprovechó la crisis eléctrica venezolana para ganar, solo por su intermediación, más que su socio técnico, y todo por vender como nuevas algunas turbinas usadas que rescataron de sumideros de todo el mundo. La mayoría de esos equipos están parados o en mantenimiento, rindiendo menos de lo requerido.
Ese 15 de febrero de
2010, día de Carnaval, el helicóptero de la Fuerza Armada Venezolana (FAV)
despegó del aeropuerto La Carlota, en medio del valle de Caracas, con dirección
al norte. Sobrevoló techos de zinc que destellaban a más de 300 metros de
altura, cruzó el Ávila –emblemático cerro y parque nacional de la Cordillera de
la Costa–entre ráfagas de vientos, hasta que, finalmente, se encontró con el
mar. En ese punto comenzó a descender en el helipuerto del Complejo
Termoeléctrico “Josefa Joaquina Sánchez Bastidas”, antes “Ricardo Zuloaga”, pero
siempre conocido como Tacoa (por el nombre de la población homónima en el
litoral del estado Vargas).
De la aeronave bajaron
tres de los cinco miembros del Estado Mayor Eléctrico designados por el
presidente Hugo Chávez Frías siete días antes, tras declarar la emergencia
eléctrica. El entonces vicepresidente, Elías Jaua –hoy ministro para las Comunas
y Protector del estado Miranda–, estaba acompañado del ministro de Energía
Eléctrica, Alí Rodríguez Araque; y del titular de Planificación, Jorge Giordani.
Los otros dos integrantes del comité emergente, el ministro de Petróleo y
presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez; y la máxima autoridad de la cartera de
Industrias Básicas y presidente de la CVG, Rodolfo Sanz, se encontraban en el
oriente del país ese día.
Directivos, técnicos de
Corpoelec, un periodista y un fotógrafo del diario Últimas Noticias de
Caracas también viajaban en el mismo helicóptero. Entre los pasajeros destacaba
el presidente de la estatizada Electricidad de Caracas, Javier
Alvarado, luego viceministro de
Desarrollo Eléctrico.
El propósito de ese día
era mostrar los trabajos de instalación de una turbina General Electric de 22
megavatios. La planta de Picure, ubicada en el Complejo “Josefa Sánchez
Bastidas”, sería de 134 megavatios, por un monto de 125 millones de dólares y
debía ser concluida en mayo de 2010, como parte del denominado blindaje
eléctrico de Caracas, que buscaba impedir apagones en la capital venezolana.
Cinco años después de
la exhibición, se conoce que el orgullo por la planta de Picure era infundado y
camuflaba un engaño. De acuerdo a los balances del Ministerio de Energía
Eléctrica, la planta –encargada al contratista Derwick Associates– terminó
costando 240 millones de dólares, un monto exorbitante sobre todo si se
considera, como revelan documentos filtrados por Daniel A. Rosenau –un
extrabajador de la empresa ProEnergy Services, con sede en Sedalia, Missouri
(Estados Unidos), compañía que proveyó a su par venezolana de los equipos
eléctricos y ejecutó las obras como subcontratista– que los equipos usados para
la instalación no eran nuevos sino usados.
El primer contrato
Derwick Associates fue
fundada en Panamá en 2003. La dirigen Leopoldo Alejandro Betancourt
López
y Pedro Trebbau López, junto a otros jóvenes que tienen en común el apellido
López o el hecho de haber crecido en La Lagunita y estudiado en el colegio
Cumbres, a cargo de la polémica orden de origen mexicano Legionarios de Cristo.
Cuando la empresa
recibió su primer contrato, solo uno de sus directivos superaba los 31 años de
edad. Otros apenas habían cruzado la mayoría de edad cuando la compañía fue
registrada en el istmo.
En octubre de 2009 la
empresa suscribió con la Electricidad de Caracas el contrato por 198 millones de
dólares por el equipamiento y construcción de la planta de Picure. Ganó esta
obra sin tener experiencia en el sector ni el requerido registro de empresa en
Venezuela, como tampoco estaba inscrita en el Registro Nacional de Contratistas
(RNC), una de las exigencias de la Ley de Contrataciones Públicas. La firma la
hizo como una empresa panameña, aunque ya para entonces tenía la protocolización
de Barbados.
Derwick a su vez
subcontrató a ProEnergy, que ya había
ejecutado obras y vendidos equipos en Venezuela desde el año 2005, entonces
asociada con Pacific Rim Energy, cuyos propietarios son los empresarios del atún
y la tecnología, los hermanos Majed y Khaled Kalil.

Imagen del complejo termoeléctrico de Tacoa. Foto: Flickr/Juan K.
Los 18 gigabytes de
documentos digitales filtrados por Rosenau, quien por dos años fue vendedor de
esa firma en la Costa Oeste de Estados Unidos -de donde salieron buena parte de
los equipos vendidos al Estado-,y fue testigo de lo que considera una ambición
desmedida de “gente rica que robó sin importar el daño que hacían a los
habitantes de un país, solo por codicia”, revelan que tanto la compañía
estadounidense como la venezolana tuvieron información privilegiada cerca 23
meses antes de que se decretara la emergencia eléctrica el 8 de febrero de 2010,
decreto con el cual Chávez facilitaría la contratación de obras y servicios para
el sector sin necesidad de licitación. Así pudieron crear una arquitectura de
negocios donde destaca el sobreprecio en obras y la venta de equipos mayormente
usados pero ofertados a precios mayores que si fueran nuevos.
Gracias a ese esquema,
ProEnergy, con el estadounidense Jeff Canon como presidente, se aseguró con
Derwick ingresos por el orden de 1,3 millardos de dólares, mientras que Derwick
facturó al Estado venezolano, por los mismos contratos y solo por hacer la
intermediación, 2,25 millardos de dólares, unos 809 millones de dólares más que
lo cobrado por su aliado, con quien llegó a firmar acuerdos de confidencialidad.
Canon no respondió al correo enviado con preguntas acerca de las actividades
entre ambas empresas.
Así, con ProEnergy como
ejecutante en el campo y Derwick al frente de las negociaciones con las
instituciones venezolanas, la mancuerna logró la asignación para construir 12
plantas, adecuar equipos en Nueva Esparta, y para la venta de 42 turbinas, 81%
de segunda y tercera mano traídas de lugares tan disímiles como California,
Misisipi, China, Qatar y Tanzania. De esta última se adquirieron cinco de una
compañía en quiebra. Todas eran reparadas para cobrar como nuevas, con el
conocimiento de funcionarios de las instituciones venezolanas según demuestran
papeles
oficiales. Por las turbinas de
Tanzania ProEnergy ofreció $34 millones, mientras que desde la oficina de compra
de Bariven –filial de Pdvsa– en Holanda salió una orden de
compra
por cuatro máquinas por $76 millones, mucho más de 100% de ganancia.
Cinco años después, el
rendimiento de esas plantas resulta deficitario. De acuerdo con el último
reporte operativo oficial del Sistema Eléctrico Nacional, al que se tuvo acceso
el 2 de marzo de este año, solo tres de cada diez turbinas vendidas e
instaladas por Derwick, están disponibles. Las demás se encuentran paradas por
mantenimiento o desperfecto, o nunca entraron en operación, como es el caso de
la planta A de Sidor, con turbinas General Electric usadas y traídas de Estados
Unidos.
“Aunque la
indisponibilidad de las máquinas no es directamente atribuible a Derwick, porque
ahora esas plantas se encuentran bajo la gerencia de Corpoelec, el rendimiento
no podía ser otro si vemos que 81% de las turbinas son de segunda o tercera
mano”, afirma el experto internacional en el sector eléctrico, José Aguilar.
Aguilar analizó de
abril a agosto de 2014 la data filtrada por Rosenau, quien originalmente entregó
los documentos al periodista del Wall Street Journal, José De Córdova, y
al propio Aguilar en una reunión efectuada en Semana Santa de 2014 en Missouri
(Estados Unidos).
El experto eléctrico, a
partir de los cerca de 20.000 documentos analizados, asegura que desde 2011 se
ha señalado que el negocio de Derwick estuvo en la venta de turbinas y equipos,
pero los papeles revisados demuestran que la gran ganancia la lograron en la
Ingeniería, Procura y Construcción (EPC en inglés) de las plantas, al separar
hasta en tres partes los presupuestos, renglón en el cual la empresa venezolana
cobró casi el doble de lo subcontratado con ProEnergy: 564 millones de dólares
la estadounidense, versus1,1 millardos de dólares de la nativa.
Un empleado de
ProEnergy que laboró en la construcción de la planta A de Sidor, recuerda que
muy pocas veces veían al personal de Derwick en las áreas de trabajo. Los “bolichicos” estaban en las oficinas del
penthouse del edificio Kyra, ubicado en el enclave financiero del municipio
Chacao (este de Caracas), a donde se intentó entregar en dos oportunidades una
correspondencia solicitando una entrevista, sin que nadie la recibiera, bajo la
excusa que no se encontraba la asistente de la asistente de la presidencia de la
empresa. Al momento de la última visita, durante la primera semana de febrero,
Betancourt López se hallaba fuera del país. Tampoco Trebbau López respondió a un
correo enviado a su correo corporativo.
Los bolichicos
En mayo de 2011, el
periodista Juan Carlos Zapata describió en su columna publicada en el diario
El Mundo Economía y Negocios a un grupo de jóvenes, vinculados a factores
de poder en Pdvsa y Corpoelec, entre ellos Javier Alvarado, quienes se hicieron
de contratos para obras eléctricas. Entonces los llamó “los bolichicos”.
Alvarado, ex presidente
de La Electricidad de Caracas, ex viceministro de Energía Eléctrica y hoy
nombrado por el diario El Mundo de Madrid como uno de los jerarcas
del chavismo que estarían siendo investigados por las autoridades españolas por
presunto lavado de dinero en la Banca Privat D’Andorra y su sucursal hispana, el
Banco Madrid, resultaría clave en esta historia pues indagaciones efectuadas en
2011 llevaron a descubrir la existencia de estrechos vínculos de amistad entre
los propietarios de Derwick, encabezados por Betancourt López y Trebbau López, y
Javier Alvarado Pardi, hijo del exfuncionario.
Un personaje que no
aparece en la filtración pero sí está investigado en el territorio ibérico es
Nervis Villalobos, asesor de “bolichicos”, quien usó con frecuencia el
avión de Derwick en 2012 según reportes de autoridades civiles en el aeropuerto
de Maiquetía.
Los documentos
filtrados evidencian que desde marzo de 2008, 23 meses antes de que se anunciara
la emergencia eléctrica, Derwick y ProEnergy comenzaron a fraguar la alianza y
buscar las turbinas que luego venderían a veces sin tenerla en sus inventarios.
En marzo de 2009, la
compañía estadounidense expuso en una correspondencia que Derwick era su
“representante exclusivo”. Incluso los papeles registran reuniones en abril de
2009 con el personal técnico de la Electricidad de Caracas para presentar
propuestas para el proyecto Picure, que estaba previsto a iniciarse en junio,
pero se retrasó hasta octubre del mismo año.
También se tuvo acceso
a una carta de Alvarado padre,
dirigida a Betancourt López el 19 de junio de 2009, en la cual le informa a
Derwick que fue seleccionada para presentar una oferta para el proyecto de La
Raisa, el segundo que entraría en ejecución luego de Picure.

Fue Javier Alvarado, uno de los funcionarios venezolanos que ahora sale a relucir en el escándalo de Andorra, el que invitó a Derwick a ofrecer sus servicios.
Pese a efectuar la
búsqueda entre 2008 y 2009 de la invitación nacional o internacional a una
licitación para obras eléctricas, no se halló ninguna convocatoria para 12 obras
eléctricas, adecuación de equipos y dotación de turbinas. En ese caso
corresponde efectuar la invitación a presentar oferta en medio de una
declaración especial de emergencia institucional. Al menos que se decrete una
emergencia nacional, como efectivamente ocurrió a partir del 8 de febrero de
2010, lo que permitiría contratar y comprar sin licitación.
El abogado de
Transparencia Venezuela, Gregorio Riera, con experiencia en contrataciones
públicas, aclaró que ante cualquier circunstancia, bien sea por licitación o
invitación, la empresa debe reunir experiencia y capacidad financiera, así como
obligatoriamente estar inscrita en el Registro Nacional de Contratista, sea una
compañía nacional o internacional. El ente contratante debe velar porque eso se
cumpla.
Si llegase a comprobar
que ninguna otra empresa tuvo acceso a la información sobre los proyectos
eléctricos que recibió Derwick desde al menos marzo de 2009, y que esos datos
fueron claves para presentar la oferta de servicio, entonces se estaría frente a
un concierto de contratista, delito tipificado en el artículo 70 de la Ley
Contra la Corrupción, con 2 a 5 años de prisión.
El reportero de
Armando.Info intentó contactar a Alvarado, quien se encuentra viviendo en
España desde 2014, lo que resultó imposible, incluso en febrero, en compañía del
periodista de El Mundo de Madrid, Antonio Rubio, se tocó a la puerta del
apartamento registrado a nombre de una empresa de Alvarado en la capital
madrileña, pero la persona que atendió no dio razón de su paradero.
Trato con Pdvsa y CVG
Pero en agosto de 2011
Alvarado padre, ya para entonces fuera de la gerencia del sector eléctrico,
accedió a responder unas preguntas a través de quien hacía las veces de su
relacionista público, su excompañera de clases en el liceo, Isabel Morán. Al ser
interrogado sobre la participación de ProEnergy en todos los proyectos, dijo que
“por orden de Pdvsa en los proyectos a ejecutar por ProEnergy debía participar
una empresa venezolana. Por eso se asociaron con Derwick”.
Alvarado hizo
referencia a Pdvsa porque hasta 2010, el Ministerio de Energía Eléctrica, creado
en octubre de 2009, y Corpoelec, corporación fundada en 2008, dependían
financieramente de la petrolera estatal, empresa que a su vez, bajo la
presidencia de Rafael Ramírez, desarrolló un plan de autonomía eléctrica, para
instalar mil 354 megavatios de generación termoeléctrica en sus áreas
productivas.
Como parte de ese
proceso, Pdvsa compró equipos a Derwick, sin que reuniera las condiciones para
ser un proveedor internacional, como trayectoria de fabricante y financiera –al
igual que lo hizo con KCT Cumaná y Ovarb–. Más de 280 millones de dólares
en equipos eléctricos, con turbinas usadas entre ellas las destinadas a los
proyectos Guanapa y Barinas I, ambos en el estado Barinas, a donde llegaron
máquinas fabricadas en 1973 y 1976, respectivamente, las cuales hoy se hallan
fuera de servicio según reporte del 2 de marzo.

En dupla con Pro Energy, la empresa Derwick logró la asignación para construir 12 plantas y hasta importar equipos de segunda y tercera mano desde China hasta Tanzania. Foto: Ministerio para la Energía Eléctrica.
Los nuevos papeles
filtrados hacen referencia a uno de los contratos de Pdvsa con Derwick.
Se trata de la construcción de la planta de El Furrial, en el estado Monagas. La
carta firmada por Fernando Padrón, gerente general de Refinación Oriente, el 20
de mayo de 2010, anuncia a Leopoldo Betancourt López, como presidente de la
contratista, que le fue asignada la obra por 131 millones de bolívares más 67
millones de dólares.
Según los datos
reflejados por la misma correspondencia, el proceso fluyó de forma expresa,
claro, en el marco de la emergencia eléctrica. El 17 de ese mes se le envió a
Derwick la invitación a participar en la contratación y ese mismo día la empresa
mandó su oferta. Tres días después se oficializaba el contrato y un adelanto de
30% para iniciar la obra. Vale hacer notar que cada una de las turbinas de 58
megavatios del proyecto las vendió ProEnergy a Derwick y ésta a Pdvsa según
orden de compra de Bariven del 20 de febrero del mismo año.
La filtración de
Rosenau también permite confirmar la amplitud del negocio que hubo tras el
proyecto de instalación de 880 megavatios en Sidor en el estado Bolívar.
El entonces ministro de
Industrias Básicas y Minería, presidente de la CVG y actual alcalde de Guarenas,
era un viejo conocido para la máxima autoridad de Derwick. Betancourt López fue
el asesor financiero del Gazprom Bank, cuando Sanz depositó 500 millones de
dólares en una cuenta de esa entidad en septiembre de 2009. Ese dinero no
apareció más nunca.
Cuando llegó la
emergencia eléctrica, decretada el 8 de febrero de 2010 en medio de una gran
sequía, surgió la propuesta de construir dos plantas en esa zona del país donde
se encuentra la principal central hidroeléctrica de Venezuela, la de Guri. Sin
embargo, los equipos destinados para ese proyecto estaban comprados desde el 29
de diciembre de 2009. Ese día, Energy Parts, una
filial de ProEnergy, vendió a Derwick cinco turbinas, todas usadas, por 138
millones de dólares. Como un acto reflejo, la empresa venezolana facturó a la
CVG 165,5 millones, un margen de 27,5 millones de dólares en una sola movida.
Pero allí no quedó
todo. Sanz dijo públicamente el 11 de febrero de 2010, que la inversión era de
190 millones de dólares. Además, aseguró, acompañado de Betancourt López, con chemise anaranjada y lentes oscuros en
la foto que abre este trabajo, que entre las ventajas que “Sidor reúne” para
instalar los 880 megavatios se encuentra el “suministro de gas”.
La obra, destinada a
culminar en mayo de 2010, la terminó el personal de ProEnergy a finales de 2011,
luego de pararse por falta de pagos. En cuatro años no ha funcionado porque le
falta gas. Sanz tampoco estuvo disponible para dar una entrevista pese a
comunicarnos con su equipo de prensa en la alcaldía.
Una decisión
Hasta ahora, Derwick,
ProEnergy, Alvarado padre, Sanz y otros se han librado de una decisión de la
Contraloría o de algún tribunal en su contra.
La denuncia realizada
por el director de Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, el 19 de
septiembre de 2011, está encerrada en la caja de las conveniencias oficiales y
solo saldrá de allí por una decisión de las altas esferas del Gobierno, confesó
un asesor de la Contraloría General de la República. “Tengo casos privados que
están así”.
Sin embargo, la única
sanción recibida por Derwick es la suspensión de los pagos pendientes por parte
del Ministerio de Energía Eléctrica, de acuerdo con la versión de dirigentes
sindicales. Aunque poco clara, en la Memoria y Cuenta de esa entidad de
gobierno, aparece un párrafo que evidencia que sí hubo una investigación de los
montos pagados: “Se culminó el trabajo de campo de la revisión de los pagos y
contrataciones efectuadas entre la Sociedad Mercantil Corporación Eléctrica
Nacional S.A (Corpoelec) y la empresa Derwick Associates Corporation, durante
los años 2009 al 2012, solicitada por el Ciudadano y conforme a la autorización
de la Contraloría General”. No informa qué decisión se tomó.
Finalmente, en los
tribunales de justicia solo una denuncia ante el Ministerio Público tuvo un
desenlace. En septiembre de 2013 la Fiscalía Nacional 56, a cargo de Miriva
Carballo, inició un proceso en contra de Derwick por supuestas irregularidades
en los contratos suscritos con Pdvsa y Corpoelec. Al fiscal auxiliar, Frank
Bolívar, el autor de la nota entregó documentos sobre los registros de la
empresa fuera y dentro del país, así como la base de datos del SAP de Pdvsa y
los cálculos que permitieron estimar el sobreprecio.
El 6 de diciembre de
2014, la Fiscalía 56 cerró el caso solicitando el sobreseimiento por no existir
causales que demostraran que Derwick había sido responsable de alguna
irregularidad. El 7 de enero de 2015, el Tribunal Itinerante en Funciones de
Control del Área Metropolitana, a cargo de la jueza Romy Rojas, aprobó la medida
solicitada por el Ministerio Público.
Perolos documentos
filtrados para este reportaje y las denuncias en España y Andorra que señalan a
Alvarado y Villalobos, suman más elementos a una historia de un blindaje
eléctrico en el que solo se fraguaron las fortunas.
Ahora, en las vísperas
de una nueva reaparición del fenómeno climatológico de El Niño y con el descenso
del nivel del embalse del Guri, se vuelven a encender las alarmas sobre posibles
apagones o racionamientos, lo que echa por tierra otro legado que Chávez intentó
dejar según las palabras que dijo cinco días después de aquella actividad en
Picure: “Hemos decidido blindar a Venezuela eléctricamente, va a ser un país
blindado, no habrá sequías, ni inundaciones ni cambio climático que afecten el
nuevo sistema eléctrico que está naciendo en Venezuela”.
* El autor es editor de
Poderopedia
Venezuela y El Pitazo
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