El eterno retorno de la basura en La Habana

En la Cuba socialista los desechos se reciclan pero no como práctica ecológica sino como recurso de sobrevivencia. En uno de los mayores vertederos de la capital se ve a los llamados ‘buzos’ escarbar en los basurales para alimentar los circuitos del mercado negro, donde autoridades y traficantes tienen una tajada, hasta que los productos –mayonesa o carne, granos o gaseosas– llegan a las despensas domésticas. Con este trabajo, Armando.info empieza a publicar reportajes de profundidad hechos en la mayor de las Antillas.
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La
Habana.- Ya Cristino Rojas no recorre la calle Buena Suerte pregonando la
mayonesa Delicia o los refrescos Toki. Eran productos que conseguía de su
humilde y riesgoso empleo como recolector en un basural de La Habana. Una
enfermedad letal se lo llevó en menos de seis meses. Mientras que en el resto
del mundo los grandes mercados desechan toneladas de alimentos próximos a su
vencimiento, en la Cuba de Fidel Castro el Estado y el mercado negro solo
simulan hacerlo.
La
desconfianza por comprar comestibles o artículos de aseo personal aumenta en La
Habana. De tiendas y almacenes escapan productos al por mayor, muchas veces
vencidos o próximos a vencer, incluso copias clandestinas o adulteraciones de
aquellos de mayor consumo como el café, el ron y una inmedible gama de
utilidades. Cada vez son menos los renglones que cumplen el ciclo reglamentario
en estantes de tiendas o ferias capitalinas. Y apenas son vertidos en los
estercoleros, son reciclados por los llamados buzos o escarbadores de
basura.
Las rutas del ‘bote’
Todos
están renuentes a hablar del bote. Así le llaman a la descarga de cada camión
con productos desechados de empresas estatales que llega al aterradero, el
basural a cielo abierto de Calle 100 y Ocho Vías, creado en 1976 en el sur de La
Habana. Es un área de unos 200 metros cuadrados que colinda con los municipios
de la periferia capitalina Arroyo Naranjo, Cotorro y San Miguel del Padrón,
considerados entre los más pobres y contaminados de la
capital.
Un
visitante regular del basural, en condición de anonimato –nada de fotos ni de
grabación–, dice que esperan un cargamento de carne de la empresa
cubano-española Tauros. En combinación con los custodios del vertedero, primero
se procederá a hacer el ademán de quemar el producto y luego enterrarlo en fosas
previamente abiertas, un ritual bajo la presencia de la Policía Nacional
Revolucionaria (PNR). Pero el fuego será apagado inmediatamente se retiren las
autoridades, y si las fosas se cubren de tierra una excavadora ya estará lista
para desenterrar. Luego la carne se volverá a cargar en transportes privados. Se
llevará a la redistribución en los circuitos clandestinos ya establecidos del
mercado informal.
Allí se
expande la primera oferta de basura recirculada en la población, en repartos o
barrios más cercanos, como Ojo de Agua, Parcelación Moderna y San Francisco de
Paula. Y claro, dependiendo de lo que aparezca como oferta, entonces puede
“comercializarse” en cualquier parte de la capital. Los precios de barata son
más atractivos para una población con bajos recursos.
En la
última semana de diciembre de 2015, un lote de frijoles retornó a las calles de
La Habana, específicamente al poblado de La Lira, al sur de la capital. Nunca se
incineró la mercancía en el vertedero de Calle 100 y Ocho
Vías.
“Muchos
recolectores se hicieron de paquetes de frijoles colorados, negros y blancos,
así como de garbanzos, nada llegó a incinerarse ni a enterrarse”, argumentó
Alexis Monterrey, uno de los transportistas que vierte desechos en Calle 100 y
Ocho Vías.

Apenas vertidos en los estercoleros, muchos productos vencidos son reciclados por los llamados buzos o escarbadores de basura. Foto: Flickr/Luis Guillermo Pineda Rodas.
“El bote
ocurre cada semana, más de una vez, y con cualquier tipo de mercancía, desde
partes y piezas de equipos electrónicos hasta productos de higiene. Aquí todo el
mundo entra en el juego. Cada cual recibe su dinero: el camionero, nosotros los
cargadores y los custodios del basural”, asegura el testigo anónimo.
El
aterradero está dispuesto para que se viertan e incineren restos de todo tipo,
sin clasificación. Los desechos provienen de empresas, hospitales y del sector
residencial. Atraídos por esta forma de buscarse la vida, un sinnúmero de buzos
o recolectores de desechos pululan y a veces hasta habitan dentro del predio en
chabolas improvisadas. Alguna vez han sido desalojados por la policía, pero
retornan.
De la indolencia a la complicidad
La
pobreza y la ambición crean nuevos pactos de corrupción. Entremezclan los lindes
de la mayoritaria propiedad estatal y del mercado negro, confundiéndolos.
Incluyen basura y desechos industriales, que conforman verdaderos
atascos.
La basura
ya es parte del entorno de la ciudad. Los crecientes amontonamientos en las
esquinas son abordados con alarma tanto por la prensa oficial como por la
independiente. La acumulación ocurre hasta por regulación local. Los habitantes
de La Prosperidad, en el municipio capitalino San Miguel del Padrón, tienen que
acumular por más de 20 días los desechos de su consumo.
El diario
oficial Granma, el 1 de enero de 2016, se permitió publicar en la sección Cartas
a la Dirección la denuncia de un ciudadano sobre un nuevo vertedero espontáneo.
Desde hace un año se acumula basura en la Avenida 255, ente 44 y 46, Punta
Brava, municipio La Lisa, en la capital.
Sin
embargo, un ciudadano sexagenario del barrio residencial San José, en el
municipio Mayabeque, Armando Fernández, pone en práctica lo mismo, pero por
conveniencia. Como comercia en el reciclaje, repleta todas las habitaciones de
su residencia con desechos recolectados.
Pero la
realidad del circuito del desecho es todavía mucho más compleja. A veces los
productos caducos ni siquiera arriban a los basurales.
Sobre las
cinco de la tarde del pasado 23 de diciembre, tres empleados de Comunales
(empresa estatal encargada de la recogida de basura) en el hospital capitalino
Pando Ferrer, abrieron las cajas y bolsas de nailon que desecha esta institución
para reciclar pomos e instrumentales médicos. Esto lo corrobora un video tomado
por la periodista cubana Laura Paz, colaboradora del Instituto de Reporteros en
la Guerra y la Paz (IWPR).
Otro de
los casos reportados fue la venta de pomos de mayonesa y refrescos sintéticos
con etiquetas de fecha caduca, en el reparto La Prosperidad, en el municipio San
Miguel del Padrón, en marzo 2012.
Con
posterioridad, se hicieron otras dos revelaciones de esta inacabable ruta del
detritus: “Cacharreros”,
del periodista y escritor Frank Correa, en el portal digital
Cubaprensalibre.com, en abril de 2014; o la nota de la periodista Miriam Herrera
Calvo, “Granizado
en vasos contaminados sacados de la basura”,
en Cubanet.org, en enero de 2015.
Los
dimes y diretes de este turbio comercio rozan lo institucional, pero ahí se
quedan. Lo revela la carta abierta del Gerente General de la Sucursal
Habana Oeste de tiendas CIMEX (el holding comercial, al detal y al mayor, del
Estado cubano), como respuesta al artículo “¿Tienda
Coyula o Tienda con coyunda?”,
un artículo de denuncia publicado en el portal digital gubernamental Cubadebate.
En este caso se reconoce que en el establecimiento comercial se estuvo vendiendo
pintura vencida, sin siquiera ser rebajada de precio. Y todo ello pese a ya
estar establecida como norma regulatoria oficial el retiro de los anaqueles de
todo producto caduco.
La muerte ronda por el basural
El
reciclaje subrepticio emerge en el magro consumo diario, del mismo modo que
aumentan las causas de muerte, epidemias y
contaminaciones.
El
primer fallecimiento conocido entre los habitantes-mercaderes del basural de la
Calle 100 y Ocho Vías fue en 2001. Entonces Cristino Rojas, un hombre de solo 36
años, enfermó y murió de manera fulminante, recuerdan sus familiares. Según
consta en su certificado de defunción, fue por leucosis centropénica aguda
(leucemia).
La
siguiente muerte repentina ocurrió en el propio basural de calle 100, en 2014.
Fredy González, de 40 años, residía en el botadero. Temiendo el esparcimiento de
una infección muy agresiva, las autoridades de Salud Pública lo amortajaron allí
mismo, según comentaron a este equipo de reporteros trabajadores del
vertedero.
Bajo
anonimato, dos galenos del Instituto de Oncología declararon que la leucosis
centropénica aguda es una enfermedad cancerígena adquirida y que no existe en la
isla un tratamiento efectivo para combatirla.
“La
constante exposición al plomo, el estaño y productos radiactivos es un potencial
activo para esta patología”, aseguró uno de ellos.
Un
acuerdo firmado en 2007 entre el Ministerio de la Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente en la Dirección de Servicios Comunales de la Ciudad de La Habana con la
Agencia Japonesa de Cooperación Internacional y la Consultora Internacional del
Pacífico Nippon Kohei Co. preveía un plan a desarrollar para el manejo racional
de la basura. Era un proyecto para nueve años y contaba con un presupuesto de
96,7 millones de dólares y 138, 4 millones de
pesos.

Las denuncias de reventa de productos vencidos y dañados no escapan ni a las tiendas CIMEX, el holding comercial del Estado cubano. Foto: Cubadebate.
El
principal objetivo de este plan era el de la clasificación de la basura desde su
propia base de vertimiento en los barrios suburbanos, con posibilidad de
extensión al resto de la ciudad. Otro propósito era el de sanear los actuales
botaderos, donde por más de 40 años se mezcla la basura orgánica e inorgánica en
un nocivo coctel. La meta era transformarlos en depósitos controlados. Las
emisiones nocivas y contaminación terrena serían reducidas a un mínimo
sostenible. Se transformarían en sitios de reciclamiento sano, productores de
compost y biogás.
Concluida
la fecha tope en 2015, los propósitos a lograr quedaron muy lejos de su meta.
Por el contrario, los basurales dentro de la ciudad y el comercio clandestino
con sus contenidos aumentaron significativamente, y con ellos el peligro para la
población.
Sobre
el mismo tema abundó en una entrevista facilitada Luís Martínez, un especialista
en medio ambiente de vasta experiencia y ex profesor de la Universidad de La
Habana. Éste aseguró que la basura es indispensable clasificarla. Hay suelos
contaminados con mercurio debido a los desechos de ese metal en los
desperdicios. Pueden llegar a contaminar aguas de corrientes subterráneas con
elementos cancerígenos.
“La
mezcla continua y desorganizada de los vertederos provocaba que metales pesados
y otros productos nocivos a la salud queden asentados en el terreno”,
señaló.
Otro
médico oncólogo consultado que pidió el anonimato comentó: “Hay factores de
riesgo que se vinculan con enfermedades neoplásicas. Están en un medio con
factores de riesgo los que trabajan con plomo, asbesto, berilio y otras
sustancias tóxicas. Las posibilidades en los individuos que se relacionan
permanentemente en un entorno tan contaminado como la basura mezclada son muy
favorables para incubar neoplasias como la leucemia viral e infecciones
fatales”.
También
aseguró que el cáncer es la primera causa de muerte en el país. Las estadísticas
nacionales lo aseveran. Son extremas comparadas con otras naciones del área: uno
de cada cinco fallecidos es víctima del cáncer.
El
experto señaló la posibilidad de que los números nacionales, que han sufrido un
aumento de muerte por cáncer del 3% desde 2000 al 2014, según consta en el
Anuario Estadístico de Salud Pública, sean aún mayores.
“Es
la distorsión que sufren las estadísticas debido a que la causa de muerte que
muchas veces se refleja en los certificados de defunción oculta el principal
motivo del deceso”, aseguró.

Las fallas en la recolección de basura en Cuba está en la agenda de los medios cubanos. Foto: Cihpress.com
Es típico
que en sitios donde se acumula basura mezclada por años se produzcan emanaciones
como metano, tricloroetileno y benceno. Todas provocan enfermedades de
diversos tipos, algunas mortales. El experto consultado advirtió que este tipo
de contaminación no sólo se estaba produciendo en la basura de los
vertederos.
“Hay
plantas industriales en Cuba que son capaces de concentrar los metales en su
proporción hasta 15 veces”, concluyó.
“Además
los oxidantes que están utilizando los campesinos para acelerar la maduración de
los frutos de la tierra y hacer más rápida su venta, como el carburo de calcio y
otros alcoholes artesanales, contienen metales pesados productores absolutos de
cáncer, que son directamente consumidos por la población en todo el país, sin
control sanitario alguno”, comentó el especialista
Martínez.
La
desenfadada contaminación de terrenos señalada por el ex profesor Luís Martínez
es confirmada por un estudio publicado en la Revista Cubana de Salud y Trabajo
(2012/ 13(1)/3-9), del Instituto de Ciencias, Tecnologías y Medio Ambiente:
“Evaluación de la
incorporación de metales pesados al agro-ecosistema. Rol de las prácticas
productivas ejecutadas por los trabajadores agrícolas”.
En este
extenso estudio se asevera que “…durante varios años en la zona objeto de
estudio ha estado expuesta a los efectos de la emisión de aerosoles asociados a
incendios espontáneos producto de la combustión de los gases originados de la
fermentación de la materia orgánica de residuos sólidos urbanos, malos olores,
presencia de roedores e insectos y la probada contaminación de las aguas del río
Almendares que circulan en el área, dando como resultado alteraciones en los
parámetros físico-químicos y microbiológicos de las aguas del
río”.
Nadie responde
El
comercio y la corrupción generalizada llevan el creciente atasco y disposición
final de la basura a un reciclaje de nuevas rutas. Son pactos comerciales de
organización espontánea y funcionan clandestinamente dentro del mismo aparato
del Estado, incluyendo el robo directo a sus arcas. Con el monopolio estatal
casi absoluto de la importación y distribución oficial nacional, resulta
demasiado tentador con la pobreza reinante. Se vuelve imposible que sujetos de
la administración estatal que lo integran estén ajenos a ese comercio ilícito y
no incurran en delitos que, a la par que la desidia burocrática, no afecten la
salud pública.
Un
extenso reportaje del periódico oficial Granma del 11 de
diciembre de 2014, “El
rastro de la basura”, de
Arlin Alberty Loforte, que incluye entrevistas a tres funcionarios relacionados
con la higiene pública, no menciona el estado del plan de restructuración de los
vertederos habaneros. Fueron inútiles los intentos de comunicar telefónicamente
con ellos y pedirles su opinión sobre este tema. Los teléfonos suministrados por
Información de la Empresa Estatal telefónica (ETECSA) no correspondían con los
de los funcionarios José Luis Toledo Álvarez, vicepresidente del Consejo de la
Administración Pro¬vincial, Adalberto Freyre Giraudy, director de Co¬mu¬nales en
el municipio de Centro Habana y Abel Camejo Peñalbert, vicepresidente primero
del Consejo de Administración de La Habana.
Después
de trece años de la muerte de Cristino y a sólo dos de la de Fredy,
otros buzos se sumergen en un negocio de pocos pero que
involucra a muchos. La basura y los oscuros atajos del reciclaje, aportan a la
despensa de los cubanos.

La muerte ronda los vertederos de Cuba. Un trabajador fue amortajado en 2014 en el más grande de su capital, para evitar epidemias.