Ni comprándolo Chávez pudo ganarle al Casino

El ‘comandante eterno’ de la Revolución Bolivariana quiso tener su cadena de supermercados socialistas y para eso mandó a expropiar en 2010 las tiendas Éxito, que creía colombianas. Para cuando se enteró de que pertenecían al francés Grupo Casino, ya era tarde: el Gobierno de París había intervenido y consiguió no solo un pago jugoso por el negocio, sino que ayudó a conservar una participación francesa en lo que pasó a ser Abastos Bicentenario. Siete años más tarde, cuando la red de abastos languidece, los franceses siguen vendiéndole hasta 3.000 toneladas al año de productos no alimenticios a través de una empresa en Panamá.
Basta
entrar a algún local de la red estatal Abastos Bicentenario para comprobar el
ocaso de la que fue una de las principales cadenas de supermercados de
Venezuela. Por ejemplo, en la sucursal de Terrazas del Ávila, al este de
Caracas, destacan la pobre iluminación, neveras dañadas, hileras interminables
de un mismo producto, empleados deambulando por los pasillos y estanterías
vacías coronadas con propaganda política. La estampa se repite en otros
establecimientos de la capital que aún permanecen
abiertos.
Es
un fracaso difícil de disimular, incluso, para el Gobierno. “Abastos
Bicentenario se pudrió, así lo digo y ordeno una reestructuración total y
absoluta”, admitió Nicolás Maduro en febrero de 2016. En un esfuerzo acaso
tardío por rescatarla, Maduro acaba de nombrar a Ramón Campos Cabello, capitán
del Ejército y primo del número dos del chavismo, Diodado
Cabello, como presidente de la red de supermercados.
El
reconocimiento del presidente de la República llegó semanas después de que
organismos de inteligencia realizaron una operación policial que terminó con el
arresto de directivos y empleados de la empresa.
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Habían
transcurrido seis años desde que Hugo Chávez ordenó expropiar la cadena de las
hipertiendas Éxito, compañía participada por el francés Grupo Casino. “De todas
modos ya lo dije: señores dueños de la cadena Éxito busquen al ministro
(Eduardo) Samán, el Vicepresidente Elías Jaua (hoy Ministro de Educación),
porque la cadena Éxito en base a las numerosas violaciones a las leyes
venezolanas pasa a ser de la República”, sentenció Chávez un domingo de enero de
2010 durante uno de sus maratónicos programas televisivos.
Ese
era el año bicentenario: se cumplían dos siglos de la rebelión patriótica del 19
de abril. Empujado por la bonanza petrolera y en pleno auge estatizador, Chávez
quería su propia red de supermercados “socialistas”, con la que bajaría “todos
los precios de la cadena Éxito”. “El nombre hay que cambiárselo, por supuesto”,
machacó para que no quedaran dudas de su
determinación.
La
ocurrencia de Chávez se cumplió a rajatabla. El comandante revolucionario creyó
en un principio que afectaba intereses colombianos, pues del país vecino viene
la marca Éxito. Pero entonces no advirtió que detrás del negocio estaban los
franceses del Grupo Casino, quienes al final salieron mejor librados que nadie
de lo que, en principio, proyectaba las sombras siniestras de una expropiación
compulsiva: Casino no solo cobró una jugosa indemnización por su operación
venezolana y mantuvo una participación minoritaria en Bicentenario; también, y
es lo que ahora se revela, ha seguido sirviendo tras bambalinas como proveedor
del Gobierno venezolano mediante una empresa creada en Panamá para tal
fin.
En
el listado de proveedores de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior
(Corpovex), el holding encargado de las importaciones estatales, se repite el
nombre de Anis Services, una sociedad panameña que nació de la mano de
directivos del Grupo Casino en Venezuela, quizás los únicos ganadores en medio
de la historia de corruptelas e ineficacia gerencial en la que se hundió la
fantasía de los Abastos Bicentenario.
Una costosa lección de geografía
Anis
Services fue registrada en Panamá el 12 de julio de 2010. Sólo habían pasado
seis meses desde que Chávez manifestó su intención de hacerse con Hipermercados
Éxito, que junto con los supermercados Cada -esta, una cadena tradicional que
había pasado antes por manos de la familia Rockefeller y de la Organización
Cisneros-, pertenecía a la Cadena de Tiendas Venezolanas (Cativen). La decisión
del caudillo venezolano se produjo por recomendación del entonces Ministro de
Comercio, Eduardo Samán, conocido por su animadversión a la iniciativa privada.
En principio, era una medida de presión hacia Colombia a raíz de las pulseadas
entre Chávez y el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Eso pensaron las
autoridades venezolanas, desorientadas por el sello Éxito, una empresa de origen
colombiano. Pero no fue así. El estruendo, en realidad, llegó hasta
Francia.
Desde
finales de la década de los 90 la mayoría accionaria de Cativen pertenecía a la
empresa colombiana Almacenes Éxito, y esta a su vez era propiedad del Grupo
Casino, razón por la cual Cativen figuraba entre los activos de la compañía
francesa. “Fue una medida de retaliación contra Colombia, pero las relaciones de
Chávez con Francia eran buenas y a raíz del anuncio de expropiación comenzó una
negociación porque Francia lo consideró como una agresión”, relata una fuente
que trabajó en Grupo Casino y pidió reservar su identidad.
A
Eduardo Samán el error le costó su salida del gabinete en febrero de 2010, sólo
un mes después del anuncio de la expropiación. La equivocación también llevó al
Gobierno venezolano a sentarse para negociar con el Grupo Casino, algo inusual
en las expropiaciones ordenadas por el comandante de la “revolución
bolivariana”. Hoy los documentos del acuerdo y la ruina de Abastos Bicentenario
confirman que la mejor parte fue para los franceses. “Fue un tratamiento muy
diferente porque Chávez no quería que su imagen con Francia se dañara”, relata
el ex ejecutivo de Casino.
Los
documentos avalan esa versión. Para el momento en que se constituyó la empresa
en Panamá –12 de julio de 2010–, el Grupo Casino ya había suscrito con las
autoridades venezolanas un “protocolo de intenciones” (5 de marzo de 2010), un
“acuerdo de entendimiento” (1 de mayo de 2010) y un “acuerdo de principios” (2
de junio de 2010). El tono del propio Chávez había cambiado en febrero cuando
planteó que “ellos (Casino) quieren vender a Venezuela el 80% de las acciones en
Cativen (...) Me ha gustado la propuesta y he autorizado al Vicepresidente
(Ejecutivo) para iniciar el proceso”. Asomó, incluso, que “haríamos una empresa
mixta, con mayoría venezolana”.
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Pero
los planes de la compañía francesa eran distintos y para ello necesitaban la
empresa en Panamá. “Se montó a propósito una empresa en Panamá para que fuera la
responsable de la asesoría que se acordó en las conversaciones con el Gobierno”,
reconoce otro ex directivo del Grupo Casino, que conoció esa
operación.
Inicialmente,
detrás de la firma panameña figuraron como directores Pascal Rivert y Laurent
Zecri, antiguos ejecutivos franceses de Cativen, en representación del Grupo
Casino. A partir del 20 de abril de 2015 ambos salieron del directorio y Anis
Services quedó en poder de Joseph Claude Kalifa y James Levy, quienes también
están relacionados con el conglomerado francés. Kalifa fue el artífice de la
exitosa negociación con el Gobierno venezolano y Levy es director suplente de
Zecri en la directiva de Abastos
Bicentenario.
El “kalifa” del casino
La
presencia de Kalifa en Venezuela y en el Grupo Casino es casi fantasmal. “Nunca
había escuchado de él antes. Pudo haber sido recomendado por el Gobierno de
Francia, por los servicios secretos o sencillamente ser alguien cercano a las
autoridades de la casa matriz del Grupo Casino”, cuenta uno de los ex directivos
de Casino en Venezuela. Precisamente, Kalifa pactó con las autoridades
venezolanas los términos de lo que empezó como una expropiación y terminó en un
jugoso contrato de compra-venta, suscrito en noviembre de 2010. “Kalifa llevó la
negociación por fuera del Grupo Casino y con el alto Gobierno”, sostiene el ex
directivo.
De
acuerdo a ese documento, Kalifa representó a Grupo Casino gracias a un poder
legal “otorgado por Jean Charles Naouri en su carácter de representante legal y
funcionario ejecutivo jefe de Casino Guichard Perrachon S.A, suscrito en fecha 3
de noviembre de 2010”. La gestión de Kalifa luce redonda: el Gobierno de Chávez
terminó pagando al Grupo Casino 690 millones de dólares por el 80,1% de las
acciones que se cancelaron en cuatro plazos, según detalla el contrato firmado
por Richard Canán, sucesor de Samán en el Ministerio de Comercio, y el propio
Kalifa como apoderado de Casino. En marzo de 2010 la cabeza del conglomerado
francés a nivel global informó que las "conversaciones están en curso entre
Casino y el Gobierno para poder considerar un procedimiento ya no de
expropiación sino de cesión amistosa". Naouri olía el éxito de la
negociación.
El
paquete accionario comprado por Venezuela quedó en manos del Ministerio de
Alimentación, mientras que el 19,9% restante siguió en manos de los franceses.
“Kalifa logró el acuerdo él solo y me imagino que con todo el apoyo jurídico y
financiero de Casino en Francia”, apunta otro directivo que vivió aquel proceso.
La compra de la mayoría accionaria dio luz verde al Gobierno para administrar 39
supermercados, 6 hipermercados y uno más que estaba construyéndose en la zona
rental de Plaza Venezuela, en Caracas, y que finalmente fue inaugurado por
Chávez en 2012.
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Un proveedor en la sombra
El
acuerdo con el Ejecutivo venezolano fue sólo una parte de la misión de Kalifa.
Con Anis Services, Kalifa también se convirtió en un proveedor en la sombra de
Abastos Bicentenario y Corpovex. Aunque fue a partir del 20 de abril de 2015
cuando Kalifa y Levy –el ciudadano irlandés que quedó como director suplente de
la junta directiva de Abastos Bicentenario– asumieron como apoderados de la
empresa panameña, en enero de ese año suscribieron un primer acuerdo comercial,
según muestra el Registro Nacional de Contratistas (RNC).
El
contrato fue para suministrar “alimentos y productos de higiene personal” a
Abastos Bicentenario entre el 5 de enero de 2015 y el 31 de diciembre de ese
año, pero el convenio se cumplió en 70%. La relación comercial entre Anis
Services y el Gobierno venezolano recién comenzaba.
Entre
enero de 2016 y febrero de este año, Anis Services ha despachado a la estatal
Corpovex una veintena de embarques de productos como detergentes y papel
higiénico que la firma compra a fabricantes en distintas partes del mundo y
luego revende a Venezuela, de acuerdo a bases de datos de tráfico y carga
marítima. Esos despachos sumaron alrededor de 3.000 toneladas entre productos
para limpiar pisos, ropa y papel higiénico que terminaron en los anaqueles de
Abastos Bicentenario. El año pasado en varias de las sucursales de la red
estatal, tanto de Caracas, como en algunas del interior del país, se
comercializaron detergentes españoles, entre otros de los productos venidos por
Anis Services. Los precios estaban por encima de la regulación establecida por
el Ejecutivo nacional, que desde entonces quería evitar la aglomeración de
consumidores en las puertas de los locales a la caza de productos baratos que
luego serían revendidos en mercados
informales.
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Las
3.000 toneladas vendidas por Anis Services al Gobierno venezolano para Abastos
Bicentenario representan buena parte de la meta que la red estatal pensaba
distribuir en 2016 en la categoría de “productos no alimenticios”. De acuerdo a
la Memoria y Cuenta de 2015 del Ministerio de Alimentación –última disponible–,
para el ejercicio económico de 2016 el plan era comercializar 4.918 toneladas en
“productos no alimenticios”.
En
la oficina de la empresa, ubicada en la torre Parque Cristal, en Caracas,
prefirieron no contestar la solicitud de entrevista para este reportaje. “Lo que
sucede es que actualmente no estamos realizando ningún tipo de gestión
comercial”, respondió al teléfono una mujer. “Es que no estamos realizando
ningún tipo de operación comercial actualmente, no estamos en funcionamiento, es
una sola persona que está en la oficina que es la secretaria, que soy yo, no hay
nada acá”, insistió al preguntarle sobre las ventas de Anis Services al Gobierno
venezolano y la relación con el conglomerado francés Grupo
Casino.
Además
de iniciarse como proveedor del Gobierno venezolano, en 2015 Kalifa también
abrió una filial de Anis Services en Cuba, según consta en el expediente de la
empresa en el Registro Público de Panamá. Fue el 12 de octubre de ese año y para
ello se designó como “representante legal” de esa sucursal a Edgar Antonio
González Martínez, quien fungía como encargado de negocios de Venezuela en La
Habana. El 28 de abril de 2017 fue “revocado” el nombramiento de González
Martínez como el representante legal de Anis Services en Cuba.
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Fracaso marcial
El
futuro de Abastos Bicentenario es una incógnita. De la reestructuración
anunciada por Maduro en febrero del año pasado no hay noticias. La única certeza
es que la administración de la empresa sigue en manos de militares. Desde el
pasado 1 de junio el presidente es el capitán del ejército, Ramón Rafael Campos
Cabello, de acuerdo al decreto presidencial 2.889, contenido en
la Gaceta Oficial 41.163. Campos Cabello ha desempeñado otros
cargos públicos y es también primo del diputado y número
dos del chavismo, Diosdado Cabello.
Campos
Cabello sucede a José De Freitas Jardim, otro militar que llegó a Abastos
Bicentenario a comienzos del año pasado, precisamente, para reordenar la
compañía, tal y como pidió Maduro. En la práctica ha ocurrido, más bien, una
especie de liquidación en cámara lenta con al menos 10 tiendas cerradas y miles
de despidos. Es algo en lo que Jardim tenía experiencia, ya que venía de
liquidar el Banco Industrial de Venezuela (BIV), una de las instituciones
financieras más antiguas del país, rescatada y quebrada varias veces durante el
chavismo. “Ese señor (Jardim) llegó a hacer lo que hizo en el Banco Industrial,
él llegó para cerrar la empresa”, afirma un líder sindical que está entre los no
menos de 3.000 trabajadores despedidos desde 2016, casi la mitad de los 6.274
empleados que tenía Abastos Bicentenario al cierre de 2015, según la Memoria y
Cuenta del Ministerio de Alimentación correspondiente a ese
año.
Con
el nombramiento de Campos Cabello no hay expectativas de cambio. “Abastos
Bicentenario está quebrado, en rojo. Los franceses, incluso, podrían recuperar
la empresa a precio de gallina flaca si quisieran”, insiste el dirigente
sindical, que mantiene un litigio con la empresa y espera su
reenganche.
Las
botas militares han caminado por los pasillos de Abastos Bicentenario
prácticamente desde el día que Chávez soltó su intención de expropiar
Hipermercados Éxito. “Los militares llegaron con un estilo muy autoritario y
prepotente, pero en esos días no podían tomar decisiones operativas porque no
sabían nada del negocio”, recuerda el ex directivo del Grupo Casino, a propósito
de la tensión vivida a medida que las fuerzas militares fueron ocupando las
sucursales de Éxito en todo el país para cumplir la orden de Chávez.
Oficialmente la saga de militares en la empresa comenzó desde febrero de 2011,
cuando el Gobierno de Venezuela completó el último pago al Grupo Casino,
acordado en el contrato de compra-venta. Rafael Coronado Patiño, un general de
brigada que años después fue viceministro de alimentación, fue el primer
presidente de Abastos Bicentenario. En esa primera directiva también estuvo
Félix Osorio, otro militar que a la postre fue Ministro de Alimentación. Con
ellos comenzó, precisamente, la putrefacción un negocio en el que,
paradójicamente, los franceses del Grupo Casino se quedaron con la mejor
parte.