La ruina de notarías y registros no se puede certificar

A seis años de su centralización bajo el Saren (Servicio Autónomo de Registros y Notarías), las gestiones para legalizar un documento se han vuelto más difíciles que nunca. Mientras el cumplimiento de las promesas de eficiencia de entonces se sigue posponiendo, el sistema estatal concentra sus energías en castigar a los empleados que hacen denuncias y en echar un manto de silencio y opacidad sobre su gestión.
Reclamar
las fallas estructurales del sistema de registros y notarías puede ser motivo de
despido y hasta de prisión para sus empleados. Pero Oscar Jaramillo, uno de los
usuarios que espera a ser atendido en las afueras del Registro Principal de
Caracas, parece no saberlo. Y sí lo sabe, no le importa: se queja de la
tardanza. Necesita legalizar todas sus credenciales para viajar a España donde
cursará una maestría en Comercio Exterior. Una señora que hace la misma cola
también reclama las debilidades del servicio. Si hubiese más personal, dice, no
tendría que poner su vida en riesgo por un trámite: está allí desde las tres de
la mañana, una hora en la que la delincuencia acecha en las calles de la capital
venezolana y, aún así, no es de las primeras en la fila. Desde la medianoche ya
había gente; algunas personas provenientes del interior del país y otros
esperando clientes –personas que llegan más tarde– para venderles el
puesto.
La
odisea es inevitable: los usuarios solo tienen un día a la semana para ser
atendidos de acuerdo a su número de cédula y a diario se reparten entre 100 y
120 números entre quienes aguardan para adelantar gestiones de legalización de
documentos. A las siete de la mañana, sin embargo, quienes quedaron por fuera
aún esperan. No quieren “perder el viaje”. Mientras tanto, una mujer joven
reparte volantes tentadores para el que no desea volver: “Abogada experta
mercantil con 10 años de experiencia. No busque más: actas de asamblea,
contratos, poderes, compra-ventas, constitución de empresas, firma personal,
RIF, Inces, Ivss, aumento de capital, legalización de títulos, sucesiones,
fundaciones, cooperativas”. Estos procesos administrativos, todos de interés
general, se hacen engorrosos por diseño o por circunstancias. Con respecto a
estas últimas, por ejemplo, está el caso de algunos registros que acumulan hasta
cuatro meses sin tóner para impresoras, o lo que es lo mismo, sin posibilidad de
emitir documentos. La impaciencia no tiene cabida con este tipo de
diligencias.

A medianoche ya hay gente a las puertas de los registros y notarías del país; algunos hasta revenden sus puestos. Foto: Creative Commons / Google
El sistema
se agrupa bajo el paraguas del Servicio Autónomo de Registros y Notarías
(Saren), adscrito al Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, y
creado seis años atrás con la promesa de hacerlo más
eficiente.
Más palo que zanahoria
En 2008 el
entonces titular de la cartera del Interior, Ramón Rodríguez Chacín –un ex
oficial naval de inteligencia que hoy se desempeña como gobernador del estado
Guárico a nombre del gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)–
centralizó el sistema de notarías y registros. Hasta entonces los registros
mercantiles y notarías tenían un régimen de autonomía. Ello les permitía
administrar por su cuenta la distribución de los recursos para financiar sus
operaciones y asignar los remanentes como bonos de estímulo a la productividad:
por lo general, se otorgaba la mitad para los jefes –registrador o notario y
jefes de servicio– y la otra para los empleados del organismo (exceptuando a los
obreros). Ello, explica el abogado Alonso Macías Luis, era un acicate eficaz
para el óptimo funcionamiento de esas dependencias. Los abogados soñaban, dada
la buena remuneración, con laborar en la función registral y notarial. Una
notaría era el equivalente al gordo de la lotería.
Sin
embargo, esto de trabajar por la zanahoria de los ingresos extras pronto resaltó
como un anatema para el ideario expreso de la revolución bolivariana. Al
anunciar la centralización de los servicios en el ministerio del Interior,
Rodríguez Chacín denunció que, por culpa de la política de estímulos, algunos
funcionarios conseguían devengar hasta 500 millones de bolívares al mes, cerca
de 11 millones de dólares al cambio legal vigente en 2008. Mientras, otros
cobraban sueldos de trabajador público. Así que el Gobierno optó por regular las
ganancias de las Notarías y Registros. El incentivo del excedente desapareció y
los trabajadores pasaron a cobrar nóminas fijas. “Es un acto de justicia social,
es una decisión que había que tomar”, dijo el ministro, al tiempo que decía que
el esquema anterior solo beneficiaba a unos pocos.
El manejo
discrecional de los ingresos no estaba definido en la Ley de Registro Público y
del Notariado, aprobada por el ex presidente Hugo Chávez en 2001 con el fin de
unificar y modernizar la actividad registral y notarial. Ni para permitirlo ni
para prohibirlo. Simplemente no lo consideró. El vacío legal había sido
aprovechado por los encargados de las oficinas para repartirse las plusvalías.
Ahora, el Gobierno de Chávez lo usaba para dirigir los excedentes a un fondo
único que se creaba, según anunció Rodríguez Chacín, para costear el proyecto de
automatización del servicio.

Las oficinas y dependencias del Saren tuvieron recursos propios hasta hace seis años. Abogados de toda Venezuela se peleaban por trabajar en ellas. Foto: Creative Commons / Wikipedia
Pasó
entonces lo impensable: para defender lo que se había perfilado como un
privilegio de unos pocos, el personal de registros y notarías se movilizó.
Amenazaron con un paro indefinido, introdujeron un recurso de nulidad ante el
Tribunal Supremo de Justicia. Muchos renunciaron.
Aparte de
la disminución en los ingresos que, de hecho, representó la medida, en los
siguientes cinco años los trabajadores de registros y notarías –empleados del
segundo gran recaudador de dinero en Venezuela, solo después del Seniat, el ente
tributario– no recibieron ningún aumento salarial, que no fuera el incremento
general del salario mínimo decretado por la Presidencia de la
República.
Al mismo
tiempo, Venezuela enfrenó tres devaluaciones camuflageadas y se convirtió en el
campeón mundial de la tasa inflacionaria. Las consecuencias no se hicieron
esperar. Ya en 2009 la Asociación de Propietarios de Inmuebles Urbanos empezó a
denunciar retrasos en la ejecución de trámites civiles, mercantiles e
inmobiliarios. Una Operación Morrocoy virtual se implantó.
Pedir un
acta de matrimonio, registrar un título universitario o fotocopiar la tradición
legal de una empresa significa desde entonces una retahíla de pasos para los que
sobran quejas entre los usuarios que de domingo a jueves duermen frente a los
registros mercantiles.
Persecución interna
La lucha
organizada por las reivindicaciones laborales y las mejoras del servicio empezó
a mediados de 2013 con protestas de calle, denuncias en medios de comunicación y
reuniones con autoridades gubernamentales. Mesas de diálogo entre voceros de los
trabajadores y autoridades del Saren lograron un aumento de sueldo y la
aprobación de una prima por guardería para los empleados, pero las discusiones
se paralizaron a principios de este año y quienes actuaron como representantes
de los trabajadores ahora enfrentan procesos de destitución o averiguaciones
penales a solicitud de la presidenta del Saren, Violeta
Clavaud.
Una
circular presentada por el organismo el 16 de septiembre de 2013 reza que sus
trabajadores tienen prohibido ofrecer declaraciones ante los medios de
comunicación. Nueve días antes, el diario
Últimas Noticias había
publicado un artículo sobre las deficientes condiciones laborales en las
notarías y registros, reportadas por algunos trabajadores: bajos sueldos,
hacinamiento, falta de insumos de trabajo, problemas con la póliza de seguros.
Un documento del Saren da cuenta de un
procedimiento
disciplinario
de
destitución a propósito de los testimonios ofrecidos, pese a que la medida
prohibitiva de hablar con periodistas se emitió después de esa
publicación.
Funcionarios
que prefirieron mantener su identidad en reserva por temor a represalias
aseguran que las fallas se mantienen. Denuncian retrasos en el pago de la prima
por guardería y el bono de útiles escolares, así como también, el incumplimiento
de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo
(Lopcymat) en los distintos registros y notarías. “No tenemos condiciones dignas
de trabajo”, afirma uno que recientemente sufrió un accidente laboral. Sus
denuncias elevadas ante el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad
Laborales (Inpsasel) aún no ven frutos.
Los
problemas de infraestructura no son un secreto para los usuarios. Uno de ellos
tiene más de un mes tratando de revisar el expediente de una empresa inscrita en
el Registro Mercantil V de Caracas, que actualmente está en un proceso de
mudanza. “Ahorita no es posible conseguirlo”, responden los empleados. Una pared
de la antigua sede se habría derrumbado sobre una pila de archivos y hay que
esperar –no se define cuánto- a que los escombros sean removidos para buscar el
material solicitado.

Hay expedientes extraviados en el Registro Mercantil V de Caracas. Los empleados han llegado a decir que una pared de la sede anterior se derrumbó sobre una pila de archivos. Foto: Flickr
El reclamo
de estas debilidades a través de las redes sociales por parte de los
funcionarios también es motivo de persecución. Varios empleados reportaron en
agosto de este año, también ante el diario
Últimas Noticias, la apertura de investigaciones en su contra por
presuntos delitos informáticos. Uno de ellos, que pidió reservar su nombre,
manifestó su indignación por las palabras del efectivo del Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que lo interrogó
sobre el caso. “Tú sabes cómo es esto, deja de tuitear eso”, le habría dicho el
policía sin aludir a pruebas sobre cómo sus publicaciones digitales justificaban
una averiguación penal. Su casa y la de sus colegas, sin embargo, fue allanada
–comprobó en ese entonces Últimas
Noticias– y la investigación sigue en proceso.
Vladimir
Suárez ya no teme decir su nombre. Fue destituido este mes de su cargo de
escribiente III en la Notaría Cuarta del municipio Libertador por presuntas
faltas en el Registro Público de los municipios Santiago Mariño, Libertador y
Francisco Linares Alcántara del estado Aragua, donde trabajó entre 2012 y 2013.
Antes, en 2011, trabajó en la Notaría Tercera del estado Miranda. Se destacó
como vocero defensor de los derechos laborales del sector. Su salida del Saren
se concretó este 10 de septiembre pese a que en 2012 fue presentado ante la
oficina de Recursos Humanos un documento con justificativos de las ausencias
aludidas por la registradora de Aragua. Las voces cantantes en la exigencia de
mejoras están bajo lupa de las autoridades del Saren.
“El
servicio debe funcionar de manera eficiente para cubrir con las necesidades de
los usuarios que diariamente acuden a estos órganos para efectuar cualquier acto
o negocio jurídico que la ley estipula, buscando así la certeza jurídica de esos
actos y la fe pública que solo puede ser otorgada por el sistema”, explica el
abogado Macías en su artículo “Registros y Notarías ¿Eficiencia o Ineficiencia
Administrativa?”.
Una
solicitud de entrevista sobre el tema con algún portavoz del organismo no obtuvo
respuesta. El ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel
Rodríguez Torres, anunció en junio de este año la destitución del 52 por ciento
de los registradores y notarios del país por corrupción. Los casos, aseguró,
están en Fiscalía. Los reportes diarios del portal digital del Ministerio
Público, sin embargo, todavía no precisan nombres ni avances vinculados a estas
investigaciones.
Víctor
Borges, un obrero del Registro Mercantil II del Distrito Capital y estado
Miranda, en cambio, sí está plenamente identificado por la prensa del Cicpc. Fue
detenido este mes por solicitar dinero a un usuario para agilizar la entrega de
una copia certificada. Mientras el Gobierno nacional promete la pronta
optimización del servicio mediante la modernización tecnológica, los caminos
verdes –corrupción, soborno, gestores- aún son la salida que algunos encuentran,
reconocieron usuarios consultados, para cumplir con compromisos
administrativos.