Pasaportes para el terror

Los cuerpos de seguridad de al menos tres países (Canadá, Líbano y Bulgaria) han detectado viajes de miembros de grupos irregulares conectados con el extremismo islámico, en los que los sospechosos portaban pasaportes venezolanos legítimos. La proliferación de documentos expedidos en Caracas para fachada de agentes encubiertos se produce en el marco de la cooperación con La Habana en asuntos de identificación, que también dejó en manos cubanas el sistema de emisión de pasaportes diplomáticos
¿Qué
tienen en común el autor intelectual de un ataque con bomba en un autobús que en
2012 mató a cinco israelíes en Bulgaria, el responsable del secuestro de siete
turistas estonios en el este del Líbano en 2011, y unos iraníes que pidieron
asilo en Canadá entre 2009 y 2011 con documentos que las autoridades de ese país
consideraron “no apropiados”?
Que
todos viajaban con pasaporte venezolano.
En
los últimos cinco años, los servicios de seguridad de esos tres países –Líbano,
Canadá y Bulgaria- han detectado que individuos pertenecientes a grupos
irregulares, extremistas, o a las redes que los apoyan, casi todos provenientes
del Medio Oriente, han cruzado sus fronteras con documentos venezolanos. El
detalle: algunos de los reportes indican que se ha tratado de pasaportes
auténticos, no de falsificaciones.
Cuba
y Venezuela mantienen desde 2000 un convenio de cooperación que le ha llevado a
firmar contratos en las más diversas áreas, incluso las neurálgicas para la
seguridad y defensa del país, como el servicio de identificación de los
ciudadanos. En 2003, con asesoría cubana, el fallecido presidente Hugo Chávez
creó la Misión Identidad como mecanismo para otorgar cédulas de identidad
–requisito indispensable para votar- a más de tres millones de personas, en la
víspera del referéndum revocatorio que se celebró el año
siguiente.

Con asesoría cubana, Chávez creó en 2003 la Misión Identidad como mecanismo para otorgar cédulas a más de 3 millones de personas. Foto: Creative Commons/Google
Un
testigo privilegiado de los tratos entre Venezuela y Cuba para los cambios en la
identificación civil, el exasesor del Ministerio de Interior, Anthony Daquin,
explicó que, valiéndose de esa asesoría, los cubanos pretendían otorgar
documentos venezolanos a agentes de inteligencia y miembros de organizaciones
radicales, para no despertar sospechas. Recientemente, documentos
desclasificados del servicio de inmigración de Canadá confirman que ciudadanos
de nacionalidad iraní han cruzado esa frontera y burlado sus sistemas de
seguridad con pasaportes venezolanos que han considerado “no apropiados”, una
descripción que engloba a quienes viajan con documentos falsos, alterados,
robados o que son genuinos, pero han sido expedidos u obtenidos con identidades
ficticias.
El hub de La Habana
Algunas
de las primeras pistas de este patrón de viajes surgieron hace más de 10 años,
cuando el fallecido presidente Hugo Chávez comenzaba a estrechar lazos políticos
y económicos con los gobiernos del sirio Bashar al Assad y del iraní Mahmud
Ahmadineyad. En febrero de 2003 fue detenido Hasil Mohammed Rahaham-Alan, quien
viajaba con un pasaporte venezolano y llegó al aeropuerto Gatwick de Londres en
un vuelo de British Airways, que partió de Caracas e hizo escalas en Colombia y
Barbados. El hombre llevaba una granada en su equipaje y su arresto ameritó la evacuación del terminal y el movimiento
de militares. Habían pasado apenas dos años de los ataques terroristas a las
Torres Gemelas de Nueva York y el transporte del explosivo causó alarma y
retrasos en los vuelos.
Dos
años más tarde, en 2005, fue detenido Rodrigo Granda, el llamado “canciller” de
la guerrilla colombiana de las FARC. Aunque Washington se desligó de la
operación de captura ejecutada por Colombia en territorio venezolano, el reclamo
a Caracas por haber albergado al terrorista, expresado a través de una nota del
Departamento de Estado, contenía una revelación: “Urgimos al gobierno del
presidente Chávez a que explique por qué permitió a un alto terrorista de las
FARC movilizarse libremente dentro de su territorio y que inclusive obtenga
pasaporte venezolano”.

Rodrigo Granda, el llamado canciller de las FARC, tenía pasaporte venezolano. Foto: IPS/Flickr
Tras
los atentados terroristas en Estados Unidos y Europa se extremaron las medidas
de seguridad. La Organización de Aviación Civil Internacional (IATA por sus
siglas en inglés, con sede en Ginebra, Suiza) estableció que todos los países
debían emitir pasaportes electrónicos, con chips que contienen datos biométricos
(como las huellas dactilares), a más tardar en 2010.Venezuela comenzó a
emitirlos en 2007, de la mano de su principal aliado político, Cuba, que delineó
cómo debía ser la modernización de la Oficina Nacional de Identificación y
Extranjería, la antigua Onidex, para dar paso al Servicio Administrativo de
Identificación, Migración y Extranjería, el actual Saime. Bajo la tutela antillana, las compañías
proveedoras de los pasaportes biométricos fueron contratadas con la
participación de funcionarios de Copextel, la corporación pública cubana
encargada de importar y comercializar productos electrónicos y tecnológicos para
la isla, cuyo manejo ha estado históricamente ligado a los militares de ese
país.
La
isla, que no aparece en el radar de los rankings de países con más tecnología de
electrónica y biométrica y que, en correspondencia con ello, no cuenta con
capacidad técnica para fabricar estos materiales y diseñar los programas
informáticos, se convirtió en un intermediario de estos servicios. En 2005 creó
la empresa Albet Ingeniería y Sistemas, el brazo comercial de la Universidad de
Ciencias Informáticas de La Habana (UCI), a la que
Venezuela compra buena parte del software
de la administración pública, en especial, el que usan el Ministerio de Interior
y sus organismos adscritos, como el Saime, el Servicio Autónomo de Registros y
Notarías, el servicio de emergencia y el de las
policías.

Un contrato, redactado en 2007, otorgó a la empresa cubana Albet la concesión para emitir cédulas y pasaportes venezolanos
José
Lavandero García, el
cubano que diseñó el Saime
y los sistemas de expedición de documentos, es vicerrector de la UCI, casa de
estudios que depende del Ministerio de Informática y Comunicaciones de la isla,
encabezado por el general Ramiro Valdés, quien también fue ministro de Interior
y es considerado el artífice de los servicios de inteligencia
cubanos.
“A
Cuba le interesa colocar agentes en Estados Unidos, Venezuela, México y España,
donde se concentra la diáspora de la isla, para multiplicar la presencia de su
servicio de espionaje. También venden esa información a otros países, a grupos
extremistas o religiosos, que a través de la isla tienen medios para infiltrar”,
explica Anthony Daquin, ingeniero venezolano, desde Estados Unidos, donde pidió
asilo político luego de –asegura- recibir amenazas por criticar la injerencia
cubana en la identificación. Relata que comenzó a trabajar con sistemas de
identificación inteligentes en 1992. Entre 1999 y 2004 fue empleado de una
contratista de seguridad del Ministerio de la Defensa, del que aún conserva las
credenciales que le permitían ingresar a las instalaciones militares. Luego de
trabajar en dos empresas más del área que prestaban servicios al Ministerio de
Relaciones Interiores y Justicia, se convirtió en asesor del
organismo.

Anthony Daquin consiguió asilo político en EEUU tras denunciar amenazas, por criticar la injerencia cubana en el sistema de identificación venezolano. Foto: Adriana Rivera
Daquin
asegura que miembros de grupos terroristas como Hezbolá, Hamas y las FARC viajan
con doble identidad sin causar alarmas, pues poseen un pasaporte que les permite
entrar en Europa y gran parte de América sin necesitar visa de turista. Un
pasaporte vinotinto.
Hubo
una alerta temprana en la región. En 2008, cuando los pasaportes electrónicos
venezolanos tenían apenas un año de circulación, el entonces director de
Inmigración de Costa Rica, Mario Zamora, observó un flujo constante de árabes
que viajaban con pasaporte venezolano y se lo comunicó a los funcionarios de la
Embajada de Estados Unidos en San José. El hecho fue reseñado en uno de los
cables del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks en 2011. La representación diplomática sugirió
alertar a la embajada en Caracas y al servicio de inmigración sobre esta
práctica que podría enmascarar o facilitar los viajes de terroristas a Estados
Unidos.
Gatos venezolanos por liebres iraníes
Un
informe de julio de 2012, desclasificado por la Agencia de
Servicios Fronterizos de Canadá, detalla las atípicas características de la
migración de iraníes hacia ese país entre 2009 y 2011. A las autoridades les
llamaba la atención cómo burlaban los controles y sus posibles nexos con el
crimen organizado. El reporte advierte que, si bien muchos son detectados, los
iraníes tienen un alto porcentaje de éxito al entrar con documentos “no
apropiados”: uno de cada tres de ellos lo logra y solicita asilo en el país. Los
oficiales mencionan la participación de funcionarios del aeropuerto de
Maiquetía, el principal de Venezuela, y de personal de las líneas aéreas para
facilitar los viajes de iraníes. “En los últimos tres años, las principales
ciudades de embarque de personas con documentos inadecuados que llegaron a
Canadá fueron: Ciudad de México, México; Londres, Inglaterra; Caracas,
Venezuela, y Frankfurt, Alemania”, señala el documento.
Con
este informe como base, el Centro para una Sociedad Libre Segura (SFS, por sus
siglas en inglés), un organismo para el estudio de temas de seguridad y defensa
con sede en Washington, inició una investigación cuyos resultados publicaron en junio pasado en
el informe Canadá en guardia: Evaluando la amenaza de Irán, Venezuela y Cuba
a la seguridad inmigratoria. Los autores, Victoria Henderson, Fernando
Menéndez y Joseph Humire, señalan que las autoridades venezolanas emitieron,
entre 2008 y 2012, al menos 173 pasaportes, visas y otros documentos a
islamistas radicales que buscaban entrar sin despertar sospechas a América del
Norte. También encontraron evidencia de que Irán colabora con Cuba y Venezuela
para explotar las debilidades del sistema de inmigración canadiense. Pero no
solo iraníes han tomado ventaja. El informe asegura que también sirios y
libaneses relacionados con Hezbolá se han hecho de identificaciones
venezolanas.
Los
investigadores aseguran que Tareck El Aissami, gobernador del estado Aragua, es
el puente para los extremistas de Medio Oriente. Según esa versión, El Aissami
habría facilitado documentos a los terroristas mientras estuvo al frente del
Ministerio de Interior, entre 2008 y 2012, y habría creado una red de lavado de
dinero para encubrir el financiamiento de esos grupos. “Tiene redes que
atraviesan Irán, Irak, Siria, Líbano y Jordania”, precisa Humire, director del
SFS, que condujo la investigación. “Desde finales de 2012 recolectamos
información e hicimos viajes a Venezuela y otros países. Vimos documentos de
identidad de diferentes tipos otorgados a irregulares: pasaportes legítimos,
certificados de nacimiento, cédulas, registros del Seguro
Social”.

El Centro para una Sociedad Libre Segura responzabiliza al gobernador de Aragua, Tareck El Aissami, por la entrega de pasaportes a extremistas del Medio Oriente. Foto: Creative Commons/Google
Humire
afirma que las autoridades estadounidenses están al tanto de la situación desde
hace varios años. Jaime Ruiz, vocero de Aduanas y Protección Fronteriza de los
Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), servicio adscrito al
Departamento de Seguridad Nacional, no confirma ni niega que haya ciudadanos
provenientes del Medio Oriente que viajen con documentos venezolanos a ese país.
Señaló que todos los puntos fronterizos están protegidos ante amenazas como
esta.
Estados
Unidos ha establecido sanciones a algunos venezolanos de ascendencia siria y
libanesa por sus presuntos nexos con Hezbolá. En 2008, el Departamento del
Tesoro sancionó a Ghazi Nasr al Din y Fawzi Kanaan, a quienes acusó de solicitar
donaciones y facilitar viajes a la organización terrorista, razón por la que
congelaron sus bienes y prohibieron a empresas o ciudadanos de Estados Unidos
hacer negocios con ellos. Nasr al Din fue funcionario diplomático de Caracas en
la Embajada en Damasco y luego ocupó un cargo directivo en la representación en
Líbano. Cuatro años después, el gobierno estadounidense desarticuló una red de
lavado de dinero del narcotráfico para Hezbolá encabezada por Ayman Joumaa, que
tenía vínculos con los venezolanos-libaneses Abbas Hussein Harb, Ali Houssein
Harb y Kassem Mohamad Saleh, dueños de empresas en Venezuela y Colombia a través
de las cuales operaban.
Modus Operandi del Alba
En
abril se revelaron más detalles del atentado con bomba que mató a cinco turistas
israelíes en el aeropuerto de Burgas, la segunda ciudad más grande de Bulgaria,
el 18 de julio de 2012. La
periodista Ana María Luca, del site Now, que cubre historias del Medio Oriente, afirmó que
el cuarto miembro del grupo que perpetró el ataque, considerado el autor
intelectual, usó un pasaporte venezolano para a entrar a Bulgaria desde Turquía.
Aunque las autoridades no precisaron la nacionalidad del hombre, el FBI lo
relaciona con Hezbolá y sus agentes en Líbano. “Cuatro hombres, de cuatro
nacionalidades, viajan a Bulgaria desde cuatro continentes diferentes (por
cuatro fronteras) sin aparente conexión entre ellos. Hacen seguimiento a los
vuelos, ven cuáles autobuses usan los turistas israelíes, monitorean los hoteles
y diseñan un plan. Toman ventaja de la falta de seguridad en el pequeño país
balcánico y el hecho de que sus fuerzas de seguridad no tienen experiencia en
lidiar con bombardeos suicidas. Fácilmente volaron el autobús”, escribió Luca.
Otro
hombre con un pasaporte venezolano estuvo entre los terroristas que secuestraron
a siete ciclistas de Estonia en la ciudad de Zahlé, al este de Líbano, el 23 de
marzo de 2011. “Wael Abbas, clave detrás del secuestro de los siete estonios,
había viajado a Qatar desde el aeropuerto de Damasco, con un pasaporte
venezolano auténtico”, señaló entonces el diario libanés The Daily Star, que
citó a fuentes de seguridad de alto rango. La investigación reveló que Abbas esperaba un pago de 120.000
dólares, pero solo recibió 40.000 por la autoría intelectual del secuestro, en
coordinación con agentes de inteligencia sirios.
En
una intervención en la audiencia del 9 de julio de 2013 ante el Comité de
Seguridad Nacional del Congreso de Estados Unidos, Humire y otros expertos en
seguridad de think thanks estadounidenses expresaron que no solo
Venezuela emite pasaportes a personas ligadas a grupos irregulares, sino que es
una operación orquestada con los países de la Alternativa Bolivariana de las
Américas (Alba), especialmente Bolivia y Ecuador.
Como
si se tratara de una franquicia, Cuba extendió los servicios de identificación
electrónica a otros países de la región, especialmente a los de la Alternativa
Bolivariana para las Américas (Alba). Las cláusulas de los contratos en
Venezuela le permitían comercializar los programas en otros países, así que el
régimen cubano aprovechó el trampolín para extenderse en el vecindario.
Argentina y Bolivia, a través de decretos presidenciales, pusieron también en
manos de Cuba el manejo y diseño de sus sistemas de identificación electrónica,
que en esos países opera con la empresa Datys.
En
Argentina, los antillanos contribuyen desde 2011 a la creación del Sistema
Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad, que pretende recabar los
datos de los 40 millones de argentinos para la prevención del crimen. En
Bolivia, su presencia es rastreable desde 2009, cuando un decreto del presidente
Evo Morales autorizó la contratación directa de Datys para la elaboración de los
pasaportes de lectura mecánica, tanto los regulares como los diplomáticos. Con
este alcance regional, la isla es capaz de manejar los datos de
identidad de cerca de 80 millones de personas en la
región.
Las credenciales diplomáticas también
Un
pasaporte diplomático salvó al cónsul venezolano Hugo Carvajal Barrios de una
larga condena en las cárceles de Estados Unidos, país que le acusa de colaborar
con el tráfico de drogas. A finales de julio, luego de cinco días de arresto en
Aruba, donde representaba al gobierno del presidente Nicolás Maduro, fue
liberado porque Holanda reconoció su inmunidad diplomática. Así de importante
resulta este documento.

Los pasaportes diplomáticos, un privilegio que salvó al general Hugo Carvajal de ser extraditado a EEUU. Foto: Adriana Rivera
Aunque
en Bolivia los cubanos elaboraron los pasaportes diplomáticos desde el principio
de su contrato, fue hace dos años que comenzaron a hacer los pasaportes de este
tipo para la Cancillería venezolana. Seis empleados de la cancillería
consultados aseguran que desde entonces sustituyeron el viejo librillo de tapa
dura, escrito a mano por un par de caligrafistas en la planta baja de la Casa
Amarilla, con sellos lacrados y una cinta tricolor que unía las
hojas.
Las
fechas coinciden. La edición de la revista científica de la Universidad de
Ciencias Informáticas de Cuba de noviembre de 2013, despliega el artículo
Capa de procesos del sistema de emisión de pasaportes diplomáticos, de
servicio y acreditaciones de Venezuela, en el que Idia Herrera Rivero y
Annie Cubas González, del Centro de Identificación y Seguridad Digital, disertan
sobre las modificaciones que se hicieron en el sistema de emisión de pasaportes
diplomáticos, de servicio y acreditaciones del Ministerio de Relaciones
Exteriores en Caracas.
“Era
necesario cambiarlos porque el anterior pasaporte no tenía muchas medidas de
seguridad. En Asia lo revisaban y mandaban a llamar a otra persona para chequear
que fuera auténtico”, dice un funcionario. Recuerda que el cambio comenzó en
2011, cuando el Saime abrió una oficina en el edificio de la Cancillería para la
expedición de cédulas y documentos de viaje, que luego se instaló
definitivamente en la Casa Amarilla.
Herrero
y Cubas analizaron las debilidades del antiguo sistema de emisión de pasaportes
diplomáticos, que son otorgados por ley a las cabezas de los poderes públicos,
responsables de misiones diplomáticas y a sus familiares. Luego de entrevistar a
los funcionarios del Área de Pasaportes Oficiales, determinaron fallas como poca
confiabilidad de registro de la información manuscrita en los libros; retardos
en la transcripción y recuperación de datos en el sistema y falta de control
sobre la expedición de pasaportes en años anteriores. Justifican el cambio,
hecho a través del convenio Cuba-Venezuela, con la descripción del siguiente
escollo: “Los mecanismos de seguridad que se tienen en cuenta para realizar la
solicitud y el enrolamiento de los pasaportes diplomático y de servicio, son
insuficientes, pues no se realiza validación de los datos capturados ni de la
identidad del titular, lo que constituye un riesgo”.
La
solución informática que crearon consiste en un módulo de citas para la
solicitud del documento, que aparece en la intranet de la Cancillería, en la que
los funcionarios deben inscribirse para luego ir a la Casa Amarilla, al
departamento de Protocolo encargado de los pasaportes, a que les tomen los datos
y la fotografía. “He visto a cubanos de seguridad, que sabemos que son los
guardaespaldas del ministro, viceministros y directores, en la misma oficina
haciendo la cola para sacarse el pasaporte diplomático”, afirma una empleada del
organismo. Otra recuerda que desde 2005, con Alí Rodríguez Araque como ministro
y luego con Nicolás Maduro al frente, comenzaron a verse más cubanos en los
pasillos del despacho. “Decían que venían como asesores de la reestructuración”,
recuerda.
Un
tercer funcionario refiere que la primera vez que obtuvo el documento
diplomático electrónico no lo atendió el personal de costumbre y ya no vio a los
caligrafistas. “Una mujer con acento cubano hizo el papeleo interno, llenó los
datos en la planilla y la firmó”. El conocimiento del régimen cubano sobre los
datos de identidad y los documentos de los venezolanos se extiende también al de
las posiciones de los funcionarios en el servicio exterior. Un manejo que ya ha
encendido muchas alarmas.