Las familias más notables de las etnias del Delta del Orinoco incluían, dentro de su estructura, a una segunda esposa. Pero no cualquier esposa: individuos transgéneros que han terminado por desaparecer, más por los coletazos de una epidemia de sida que por décadas de misiones católicas.
Una expedición médica zarpó en julio a la Venezuela más recóndita para examinar las poblaciones indígenas que atraviesan la peor epidemia de sida que se haya visto en el país. Una periodista los acompañó y desde allí reportó, en clave de crónica, un periplo por los campamentos warao y las vicisitudes que pasan a la hora de enfrentar el VIH sin tan siquiera un ambulatorio surtido de medicinas.
Los indicadores del Delta del Orinoco superan la media mundial. Los médicos estiman que los indígenas están enfrentando una cepa mucho más agresiva que pone en riesgo la supervivencia de todo un pueblo. Las autoridades, entretanto, han optado por mantener el caso en silencio. Aquí la primera entrega de este reportaje de investigación.
Carlos Erik Malpica Flores es uno de los civiles más poderosos de Venezuela por la cantidad de recursos y funciones que ocupa. Es el actual tesorero de la República y administrador de las finanzas de Pdvsa. Ha tenido una astronómica carrera como funcionario público desde que, de la mano de sus tíos, Cilia Flores y Nicolás Maduro, ingresara al gobierno. Durante 10 años ha sabido ocultar su rostro y cuidar con celo los detalles de su gestión. Su nombre comenzó a resonar hace poco, luego de que dos jóvenes parientes de la Primera Dama fueran detenidos por presunto narcotráfico en Nueva York. Hoy su identidad queda al descubierto, al mismo tiempo que una serie de negocios en Panamá asociados a sus familiares.
El multimillonario esquema Ponzi de Francisco Illaramendi, objeto de un proceso judicial en Estados Unidos desde 2011 y donde se esfumaron cientos de millones de dólares de Pdvsa, fue fraguado según las autoridades de EE.UU. por egresados de la generación de 1986 del Colegio Los Arcos de Caracas, un instituto del Opus Dei. Pero justamente como por milagro, uno de sus exalumnos, amigo y socio de Illaramendi, salió bien librado de la investigación y terminó como empresario de la energía en Argentina. Su nombre: Piero Montelli.
Hace rato que Venezuela se levanta las alarmas de los organismos antinarcóticos. Ahora que la droga vuelve a rosar las esferas del Gobierno bolivariano, es bueno recordar que el principal aeropuerto de Caracas sirvió como puente aéreo del cartel más grande del hemisferio, el del Chapo Guzmán. Y lo hizo nada más y nada menos que al lado del hangar presidencial.
Más de 50 millones de bolívares se evaporaron en las “casas de cultivos protegidos”. Un buen día aparecieron estructuras importadas para sembrar a un costado de la Regional del Centro y otras de las autopistas venezolanas, pero resulta que no eran para el clima ni para el campo de esta parte del mundo.
Fue en el Zulia donde el gobierno venezolano estrenó el sistema biométrico de regulación de compra de alimentos. Se trataba entonces de una opción voluntaria, pero el experimento ha mostrado una suerte de evolución de la libreta de racionamiento. Hoy está prácticamente en todos los mercados, se pide la huella dactilar para comprar hasta un chocolate y se ejerce a discreción de una cadena de cajeros, comerciantes y funcionarios.
Acusado de financiar las protestas que sacudieron Venezuela en 2014, con un pasado de estudiante inconforme, el opositor venezolano es una innegable influencia para el movimiento que en 2007 irrumpió como actor en la escena política. Su figura también despierta críticas entre los adversarios del gobierno, que lo señalan de arrogarse la creación del movimiento juvenil, manejar financiamientos y fomentar la antipolítica.
Ocho años han pasado desde el anuncio de la creación de una fábrica de satélites en el pequeño pueblo de Borburata, en el estado Carabobo (centro de Venezuela). Su apertura se ha retrasado tres veces. En la búsqueda de la “soberanía e independencia tecnológica” para la construcción de este centro de desarrollo espacial, se han invertido más de 125 millones de dólares y la comunidad vecina sigue sin ver los beneficios.
La resistencia aborigen que se celebra el 12 de octubre tiene desde hace cuatro años una nueva expresión en Musukpa, a orillas del río Paragua, estado Bolívar. Nativos de diversas etnias, con los pemones a la cabeza, se organizaron para desarmar a las fuerzas militares y hacer frente a bandas criminales que pretenden controlar los yacimientos de oro de la zona, que hoy es prácticamente territorio liberado. Pero no una utopía.
En la sierra de Perijá cunde una leyenda que achaca su tala a una empresa trasnacional. Un periodista recorrió la ruta del ocumo y tras un periplo por el occidente venezolano, encontró que, a contracorriente de las denuncias oficiales, el producto de la discordia se sirve en los mercados del gobierno bolivariano.
En siete años de Gobierno en Puerto Cabello, su extravagante afición por el fútbol suena más que su gestión como alcalde por el PSUV: su hijo quedó reclutado en La Masía, viaja cada tres meses a Barcelona y construyó un centro de entrenamiento de dimensiones colosales. Visto por muchos como un burgués de closet, las cosas parecen ponerse en orden con su pretensión de dirigir la Federación de Fútbol, un deporte con el que pretende reunificar a Venezuela.
Un experimento impulsado por el Ministerio de la Salud supuso confiar desde 2012 el servicio de Neonatología de la Maternidad Concepción Palacios de Caracas a un grupo de médicos-milicianos, graduados en Cuba, sin experiencia en Pediatría. Se les facilitó una vía expresa para graduarse de especialistas, pero, con todo, fracasaron. Su fracaso puede haber contribuido al salto de la tasa de mortalidad en uno de los principales centros materno-infantil de Venezuela.
El ex grandeligas dominicano vendió a clientes venezolanos la quimera de una inyectadora sin aguja. La tecnología se mostró poco confiable y si llegó a los puertos del país, nunca sirvió a los pacientes del municipio San Francisco del estado Zulia. Pero dos embarques de la mercancía dieron acceso a un grupito al paraíso de los dólares preferenciales que obtuvieron, nada más y nada menos, que a través de una suerte de empresa de maletín del gobierno del alcalde Omar Prieto.
A dos años del apagón que paralizó al país, la compañía estatal Corpoelec no ha podido sobrevolar el tendido eléctrico que nace en la central hidroeléctrica de Guri, en el suroriente del país, y que transporta 70 por ciento de la electricidad de la nación sudamericana, por falta de helicópteros. Este es otro de los ejemplos de la gestión pública de las empresas que manejan las áreas estratégicas de la autodenominada Revolución Bolivariana.
La caída del presidente de Guatemala comenzó con este reportaje, publicado hace ya dos años en un suplemento especial que casi le costó la quiebra al diario El Periódico de ese país. Entonces advertían sobre el lujo y la riqueza súbita de una pareja que desafiaba los esquemas tradicionales entre un Jefe de Estado y su segunda a bordo. "El Palacio Presidencial parece más un hogar disfuncional que un centro de decisiones políticas", prevenían entonces sin saber el corolario de esta historia.
Antes de sus siete huelgas de hambre, se destacó por sus cultivos. Era "El rey de la patilla", cuentan en el pueblo donde todo comenzó. Hoy hace ya cinco años que terminó de reducirse a 33 kilos y, entretanto, aquí no ha pasado nada.