En la génesis de los negocios de Alex Saab y Álvaro Pulido con el gobierno de Nicolás Maduro, el venezolano Jean Paul Rivas, que se mueve entre Suiza y Dubái, trabajó desde la trastienda como conector del tándem colombiano con una farmacéutica de India para vender medicamentos con marcados sobreprecios al régimen de Caracas. Con una variedad de intereses y emprendimientos, como en botica -también actúa en finanzas y bienes raíces-, Rivas seguiría en el sector de las medicinas con su propia compañía.
Mukesh Ambani es el hombre más rico de India y propietario de Reliance Industries, un importante cliente de Pdvsa. El magnate además recibe una ñapa desde Venezuela: miles de animales que, a través de emprendimientos privados, van a dar al zoológico de opulencia asiática que su hijo montó en la ciudad de Jamnagar. Los fletes se amparan en un acuerdo binacional de conservación y cuentan con permisos suscritos por el mismo Ministerio de Ecosocialismo que en Caracas avala a los dos zoocriaderos exportadores, relacionados entre sí.
Este excontratista del Estado, socio de Tarek El Aissami en entramados de tráfico de influencias y 'enchufes', se convirtió en el patrocinante de cuanto se hiciera en Tucupita, la ciudad capital de Delta Amacuro, donde transcurrió su infancia. A la manera del magnate que era, adquirió casi toda la vecina isla de Guara para levantar una utopía agropecuaria, el vedado donde se refugió desde que las sanciones internacionales lo cercaron en 2017 hasta que, en 2024, vivió allí su mayor derrota: el arresto por el caso ‘Pdvsa-Cripto’.
Controla con mano de hierro el municipio insular Almirante Padilla, una región remota pero estratégica sobre la barra del Lago de Maracaibo. Fue constituyente del chavismo. Con todo eso, la carrera política de Alberto Sobalvarro, apadrinada entre otros por un exgobernador de Zulia, luce apenas como una distracción frente a su vida de empresario, al mando de un conglomerado que se extiende por el Caribe e importa marcas de cigarrillos que incluyen algunas de la dudosa tabacalera paraguaya del expresidente Horacio Cartes.
El desgarrador testimonio ante la justicia peruana de ‘Isabel’, una mujer venezolana, describe paso a paso el mecanismo del que el Tren de Aragua se sirve para exportar suministros humanos a la industria del trabajo sexual en todo el hemisferio. Bajo engaño encadena a sus víctimas a una deuda impagable que las condena a seguir en el negocio. El pacto se mantiene por la coacción y hasta la muerte, destino del que ‘Isabel’ escapó ‘in extremis’. Y a menudo la policía y la ley resultan inoperantes.
Un asesino serial anda suelto en la capital de Perú. Es la megabanda de origen venezolano, pero ya multinacional, que con la migración ha exportado sus métodos. Empezando por sus propias compatriotas, el TDA inició un esquema minucioso de cobro de ‘cupos’ en la prostitución, cuyas cuotas no son fáciles de pagar. Quien quede en mora corre el riesgo de quedarse sin trabajo o de morir, y así servir de advertencia para toda la comunidad del trabajo sexual. Se cumplen dos años desde que un par de asesinatos llevaron el asunto a la atención pública.
El llamado ‘ecosocialismo’ sopesó el potencial exportador del alga roja y levantó la veda sobre su cultivo y comercio, a los que ahora alienta. Se trata de una especie asiática, introducida a mano y asilvestrada en aguas del oriente del país, que dió pie a un negocio que ya florecía en el vacío legal. En la isla de Margarita la actividad se concentra en un puñado de empresas -alguna conectada con la jerarquía chavista-, casi sin supervisión y ningún estudio de su impacto ecológico. Y los productores artesanales siguen en la miseria.
Ni en el retiro ni en prisión: con tres décadas en el oficio, el estafador venezolano José Trinidad Márquez acaba de volver a las andadas en España. Pero el ‘modus operandi’ que usa ha quedado expuesto. Su más reciente y fallido intento de conseguir comisiones, haciéndose pasar por un intermediario de petroleras latinoamericanas -fingió trabajar para Pdvsa y ahora para la mexicana Pemex-, topó con un hombre que pilló muy pronto sus artimañas y lo denunció ante las empresas víctimas -corporaciones internacionales-, la prensa y la justicia.
Un compuesto de suero de leche con almidones espesantes se vende desde hace tiempo en el mercado nacional bajo la marca Tigolac. Si la naturaleza del sucedáneo lácteo podría generar escepticismo entre los consumidores conscientes, el asunto se acaba de volver más serio: en Brasil allanaron la fábrica donde se produce y le encontraron adulteraciones con sustancias abrasivas y antisépticas no aptas para la ingesta. Entre tanto, el importador en Venezuela y el Ministerio de Salud, que otorgó el permiso sanitario, guardaron silencio.
Los cujíes lloran de dolor en el hábitat semiárido del Parque Nacional Cerro Saroche, entre Barquisimeto y Carora. También las veras y los curaríes. A todas estas especies arbóreas las está extinguiendo la voracidad comercial por sus maderas. Con el ojo puesto en un negocio de exportación, desde 2021 el oficialismo no solo impulsa, sino que también participa en su tala indiscriminada y procesamiento que busca suplir la demanda global de combustibles para cocinar al aire libre. Una empresa mixta, Carbonera El Obelisco, es punta de lanza en este boom ecocida.
A Edgar Marval, uno de los 10 estadounidenses canjeados por Alex Saab, le apagaron cigarros en la espalda y le sometieron a descargas eléctricas. Más allá de las torturas, su historia abre una oportunidad inédita para trazar la ruta del oro, que conecta el contrabando de Guayana con redes internacionales que han lavado más de 3.000 millones de dólares en cargamentos que llegaron incluso hasta la suiza Argor, la refinería más grande del mundo
Nicolás Maduro se ha comprometido con China a atender la demanda de ese mercado por las también llamadas ‘holoturias’, criaturas de aspecto repelente que en la cocina de Asia Oriental pasan por un manjar. Esa oferta no tiene en cuenta los fracasos anteriores de iniciativas para criar la especie en Margarita, lo que abre paso a su pesca indiscriminada. A costa del hábitat natural, la nueva fiebre ofrece una fuente de ingresos a los pescadores, así como un negocio en el que ya entraron amigos del régimen.
El régimen de Caracas trató de instaurar una versión según la cual la tardanza en dar a conocer los resultados de las elecciones del 28J, y su posterior anuncio sin actas públicas, se debieron a un ataque cibernético desde esa nación del sureste de Europa. La narrativa, que resultó un infundio, sin embargo tenía un inesperado correlato con la realidad: la quiebra de un banco en Skopje reveló la existencia de un anillo de empresas y sus dueños venezolanos, algunos muy cercanos a Pdvsa, por cuyas cuentas habrían pasado hasta 110 millones de euros
El programa social del gobierno bolivariano que ofreció “carros baratos para el pueblo” es, en realidad, un negocio privado apuntalado por el Estado venezolano, que vende vehículos traídos de Irán hasta por 16.000 dólares. Aiko Motors, una novel empresa tan desconocida como su dueña, es la intermediaria de un acuerdo entre los gobiernos de Caracas y Teherán y que, según estimaciones, ha movido más de 42 millones de dólares en dos años
Desde una residencia hoy abandonada en Guacara a las páginas que la prensa de España dedica a la cobertura del mayor escándalo de corrupción que afecta al gobierno de Pedro Sánchez: tal ha sido el periplo de Bancasa S.A. y de su propietario, David Pita Bracho. Ambos aparecen mencionados como partícipes de una operación irregular de compra de lingotes por más de 68 millones dólares al Estado venezolano acordada, tras bastidores, entre la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el empresario español Víctor de Aldama, ahora preso. Desde Suiza, Pita ofrece su versión sobre el caso, del que se desvincula.
Es conocida ya la entronización de la empresa Railteco en las labores de mantenimiento de teleféricos y trenes en Venezuela, así como su espasmódica eficiencia. Pero poco o nada se sabe que detrás de su fulgurante ascenso está una maquinaria conformada por tres funcionarios del Ejército: Víctor Cruz, presidente de Ventel, Graciliano Ruiz, presidente del Metro de Caracas, y Pablo Peña Chaparro, gerente general de la novel compañía que firma y cobra más de lo que ejecuta
Hoy exhiben tímidos perfiles empresariales, pero en la investigación de la Fiscalía de Portugal sobre la caída del Banco Espírito Santo se detallan los movimientos de un antiguo lugarteniente de Hugo Chávez, el exministro Alcides Rondón Rivero y su abogado y asesor, Carlos Caripe Ruiz, quienes formaron parte de la red de funcionarios que apoyó el flujo de dinero venezolano al banco en apuros y, según el documento judicial, recibieron poco más de 800.000 dólares por los favores recibidos.
Desde hace una década, Julio César Sequera Rojas ha sido favorecido con negocios millonarios que le otorgaron altos oficiales de la Fuerza Armada, incluyendo recomendaciones del ministro Vladimir Padrino y del mayor general Alejandro José Guevara Hernández. A empresas relacionadas con este último han ido a parar algunos pagos tras contrataciones con errores formales y omisiones inexplicables, como la desaparición de dos helicópteros.