La deforestación de Perijá no termina en Frito Lay sino en Mercal

En la sierra de Perijá cunde una leyenda que achaca su tala a una empresa trasnacional. Un periodista recorrió la ruta del ocumo y tras un periplo por el occidente venezolano, encontró que, a contracorriente de las denuncias oficiales, el producto de la discordia se sirve en los mercados del gobierno bolivariano.

3 octubre 2015

Frito, el ocumo se parece a una papa Ruffles. Es idéntico. Su textura hace que al cocinarse con aceite, se tueste enseguida. En la boca, el sabor es similar. Aunque es totalmente blanco, se torna tan amarillento como las célebres papas que publicita nada más y nada menos que Lionel Messi.

Cualquiera podría decir que el ocumo es la materia prima de las papas de Frito Lay. No en vano las autoridades ambientales de Venezuela, junto con la organización Azul Ambientalista, concentraron el año pasado 2.000 personas en tres ciudades distintas, para protestar contra la producción de ocumo. Allí, los defensores del bosque culparon directamente a la empresa Frito Lay de promover –sin otro motivo que enriquecerse a través de la fabricación de snacks– la deforestación de la Sierra de Perijá, el ramal más septentrional de la Cordillera de Los Andes, que sirve como pulmón vegetal del estado Zulia, al norte de la frontera de Venezuela con Colombia.

Las cosas cambiaron tras esa protesta. En La Villa del Rosario, el pueblo más cercano a la sierra, dicen que 1.500 colombianos indocumentados se devolvieron al otro lado de la frontera. La diáspora se produjo entre julio y agosto de 2014, cuando el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral de Venezuela (Insai) prohibió la guía de distribución a los comercializadores del ocumo que se produce en las pendientes de la Sierra de Perijá. Esos 1.500 hombres y mujeres, acostumbrados a vivir en el campo y que habían huido del conflicto armado de su país, sembraban la planta de malanga en las hectáreas que habían conquistado. Pero se fueron cuando empezaron las protestas contra el cultivo.

Para los ambientalistas, se trataba de una lucha entre David y Goliat, así que llenaron la web de montajes en los que se veía hasta al propio Messi comiendo Ruffles a espaldas de un parque deforestado. También pidieron una resolución al Consejo Legislativo del Estado Zulia para prohibir el cultivo y replicaron la noticia de la protesta en todos los medios del Gobierno nacional, que a la vez no escatimaron en adjetivos para difundir que la filial de Pepsico –con sede administrativa en la torre Polar de Los Cortijos– era enemiga de la cuenca del Lago de Maracaibo.

La cruzada de los ambientalistas arrojó resultados: la producción bajó de 100 a 25 toneladas de ocumo en una semana. Dos nombres se mantuvieron al frente de esta batalla. Por un lado, la “Autoridad única de ambiente del estado Zulia”, Lenín Cardozo, y junto a él, Gustavo Carrasquel, el presidente de la organización Azul Ambientalista.

“Sí, recibimos apoyo de mucha gente y se logró salvar muchas hectáreas en la Sierra que ya estaban corroídas por el cultivo”, explica Gustavo, con una serpiente pitón que reposa a su lado dentro de una pecera cuadrada. “Todos estaban en contra de Frito Lay”.

En la Villa del Rosario y otras dos ciudades del Zulia marcharon el año pasado en contra de los cultivos de ocumo. A la vanguardia de la concentración iba la "Autoridad única de ambiente" de la entidad, Lenín Cardozo, con pantalón caqui y gorra y gorra gris. Foto: Alcaldía de Rosario de Perijá.

–¿Cómo confirmaron que Frito Lay promovía el cultivo?

–Eso nos lo dijeron los productores, que ellos recibían dinero de alguien que tenía el uniforme.

–¿Existe alguna forma de confirmar que Frito Lay compraba o promovía el cultivo?

–Nosotros nos basamos en al menos 90 testimonios. Todos dijeron que un hombre con el uniforme de Frito Lay les daba dinero para producir.

“Los malangueros”

Cuando uno llega a La Villa del Rosario y pregunta por los “malangueros”, todos dirigen sus dedos a la casa de Edicso Acosta, que queda en el sector San José. Ahí, en una calle sin salida, su madre –una anciana de más de 70 años– se sienta a moler café a mano justo al lado de un camión Codia que tiene estacionado en lo que queda de patio, debajo de un árbol de mango. Alrededor de ese tronco hay 14 sacos de ocumo, 700 kilos aproximadamente, que llevan más de una semana al sol y que aún están frescos para comer.

Edicso tiene toda la apariencia de un productor del campo: ropa rasgada, botas plásticas, un sombrero. Su función es básica: le compra todo lo que puede a los productores y luego lo revende en los mercados mayoristas del centro del país. Los productores lo buscan porque, cuando no tienen dinero, él les financia la producción con la única condición de que se la vendan a él. Siempre gana.

La prosperidad es obvia: tiene varios camiones y varios empleados. Le basta con él mismo para vivir y producir, y aunque en 2014 hubo una baja considerable, nunca dejó de vender la mercancía. “Cuando se fueron los colombianos, quedamos sin productores”, doce. “Solo unos pocos comenzaron a producir, yo me negué a dejar esto porque es lo único que sé hacer”.

Para llegar a los cultivos hay que recorrer kilómetros de carretera de arena casi verticales, con apenas tres metros de ancho entre la pared del cerro y el precipicio. Edicso llega hasta esos conucos a bordo de un pequeño camión Toyota como los que usan los terroristas del Estado Islámico al otro lado del mundo. De esos, tiene seis. Y todos son de él.

Alrededor de las paredes de la serranía se ven los cultivos de ocumo. Son unas plantas pequeñas que tienen grandes hojas en forma de corazón. Según la experiencia de Edicso, esa especie fue traída de Colombia, donde la llaman malanga, y poco puede competir con el ocumo chino, que se produce en el oriente del país, o el ocumo criollo, cuyos sembradíos se extienden por todo el estado Portuguesa. Cultivos como ese están en todo el camino de tierra del sector Las Lajas, que tiene un serpenteante río alrededor de la vía. Las Lajas es uno de los afluentes que alimenta Los Tres Ríos, el embalse de agua más grande del estado Zulia y que surte a su capital, Maracaibo, con una población que supera los 2 millones de habitantes.

En su prédica contra la empresa Frito Lay, organizaciones ambientalistas colgaron en sus páginas montajes que mostraban al propio Messi comiendo Ruffles a expensas de la Sierra de Perijá. Foto: Azulambientalistas.org.

Cuando ya la cosecha está lista, los productores dejan los sacos a la orilla del camino de tierra a la espera de los camiones de Edicso. Sus hombres los recogen y los conducen hasta La Villa del Rosario, de donde salen en otro camión con destino a los estados Lara, Aragua y Trujillo. Se trata de una actividad ilegal para las autoridades, por lo que Edicso gasta cerca de 50.000 bolívares en cada viaje, para pasar las alcabalas que encuentra en el camino.

Los críticos

La lucha de Azul Ambientalista es clara. Basados en un estudio de la Secretaría de Ambiente del estado Zulia, advierten que queda menos de la mitad de los 200 afluentes que en el año 2000 habían registrado en la serranía. La investigación arrojó que al menos 6.000 hectáreas estaban afectadas, lo que vaticina desde ya una crisis hidrológica en la región debido a la sequía de la cuenca del Lago de Maracaibo.

Aunque el biólogo Miguel Pietrangeli no sabe si es o no Frito Lay el promotor de la producción, sí está en contra de ese cultivo porque se trata de un tubérculo que erosiona la tierra. Además, produce derrumbes cuando llueve por tratarse de una planta sembrada en las pendientes.

Un funcionario del Instituto Nacional de Parques –que apoyó las protestas y las denuncias de deforestación– también señala al ya célebre cultivo de ocumo como el culpable de la deforestación de más de 8.500 del millón de hectáreas del parque nacional. Amparado en el anonimato declaró –al otro lado del hilo telefónico– que la mayoría de los productores eran extranjeros y que no hay mayores censos. Pero eso sí, insistió en que su nombre no apareciera en estas líneas. Que no, que ni siquiera se mencionara que es funcionario público, porque esas cifras –las que él repite y guarda en su computadora– no son de Inparques, sino de Lenín Cardozo...

Pero Lenín Cardozo no está; se fue del país. Ahora vive con su esposa en Canadá y dejó de ser la “Autoridad única de ambiente”. Desde marzo de 2015 es solo secretario de Ambiente del estado Zulia con un permiso por motivos de salud.

El biólogo ambientalista y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Zulia, Miguel Pietrangeli, cree que el funcionario público debe dar la explicación y por eso da la pista para resolver este crucigrama: “Pero habla con Gustavo Carrasquel (el presidente de la ONG Azul Ambientalista), él es su hermano”. Aunque con apellidos diferentes, el escándalo de Frito Lay parece que salió de la misma casa.

Los revendedores

Edicso asegura que en la Sierra usan el ocumo para hacer papilla. También la hacen frita, cocida y al horno. Es una fuente rica en proteínas según el Instituto Nacional de Nutrición, que lo califica como importante después de los primeros seis meses de vida del bebé. También está dentro del menú de las casas de abrigo dependientes del Ministerio de la Mujer y del Programa de Alimentación Escolar del Ministerio de Educación.

Edicso Acosta, a la derecha de esta gráfica, junto a la camioneta en la que transporta ocumo del Zulia a los estados Aragua, Lara y Trujillo. Foto: Alejandro Paredes.

Según la Memoria y Cuenta de 2014 del Ministerio de Agricultura y Tierra, el año pasado se produjeron 94.904 toneladas de ocumo, mientras que en 2013 la producción fue de 84.081 toneladas. De esas toneladas, Edicso lleva cerca de 40 en su camión. Salió en la noche del sábado desde La Villa el Rosario, en el estado Zulia sin la guía de movilización otorgada por el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral de Venezuela, así que en cualquier momento pueden decomisarle la mercancía.

Para llenar ese camión se necesitó una de las 400 hectáreas que afectan el resto de la Sierra de Perijá. Según sus cálculos, en una hectárea se siembran 10.000 plantas de las que salen 70 toneladas de ocumo. Por algo se quejan los ambientalistas.

Muchos de esos sacos los comercializa en el Mercado Mayorista de Barquisimeto (Mercabar), estado Lara, al occidente de Venezuela. Allí, descarga el producto en el puesto de Macario Reañe que, compra y vende verduras desde hace más de nueve años.

Reañe advierte que sus clientes son pequeños verduleros que compran algunos sacos. Ya quisiera, dice, que se acerque Frito Lay a comprar todo de un solo golpe para tener ganancias pronto y comprar un nuevo camión al día siguiente. Pero no es así. “Ellos también venden en Trujillo y en Maracay, allá quizás compren, no sé”, dice. “La verdad aquí no viene Frito Lay”.

Los acusados

Lenín Cardozo Parra, el secretario de Ambiente, Tierras y Ordenación Territorial del estado Zulia, tiene una larga trayectoria como defensor ambiental en la región. A principios de los años 80 fundó el grupo Azul ambientalista, que hoy es referencia en la región. Graduado en la Universidad del Zulia, ha sido secretario de Obras Públicas, Infraestructura y Ambiente durante las dos gestiones de Francisco Arias Cárdenas. También fue presidente del Colegio de Ingenieros del estado Zulia y en los últimos tres años ha sido promotor de un gobierno regional basado en el ecoturismo.

Así, creó algunas rutas turísticas en el occidente del país y varias de ellas incluyen la visita a una cueva recién descubierta a pocos kilómetros de la Sierra de Perijá. Pero tiene sus detractores. Por ejemplo, Lusbi Portillo –de la ONG Homo Et Natura– que no ha dejado de reclamarle un doble discurso por pagar páginas a color en los periódicos locales criticando el cultivo de ocumo en el piedemonte de la misma Sierra de Perijá, pero ignorando la explotación de carbón en otras zonas del norte del estado Zulia.

Después de unas semanas, Cardozo contestó –desde Canadá– a los llamados que pedían respuesta para este reportaje. Dijo que se mantiene al frente de la Secretaría de Ambiente del Zulia y que el subsecretario, Normando González, ahora tiene sus funciones más no su cargo.

Reiteró que es Frito Lay la empresa que fomenta la deforestación de la zona y añadió que fue gracias a una resolución que pidió ante el Ministerio del Ambiente y a las alcabalas militares dispuestas en el camino entre los estados Zulia y Carabobo, que el producto de la discordia ya no termina en Valencia, en la fábrica de snacks de la trasnacional Frito Lay.

En esa empresa, sin embargo, el cuento es otro. Aunque herméticos, la filial de Pepsi Cola en Venezuela advierte que ni siquiera tienen plantas procesadoras en el estado Carabobo. Las suyas, señalan, están en Santa Cruz de Aragua y La Grita, estado Táchira. Allí procesan papas: las pelan, las fríen y las aderezan con sodio, grasas saturadas, gluten, aceite vegetal y otras esencias como queso y cebolla.

Todos esos productos están registrados por el Ministerio de Salud. No en vano, las dos plantas fueron inspeccionadas el año pasado a solicitud de la misma firma Frito Lay. Y lo hicieron para curarse en salud, dicen, pero también planificando una demanda contra Cardozo y la ONG Azul ambientalista. Fue así como la empresa publicó un comunicado firmado por José Enrique Zambrano, el director legal de Relaciones Interinstitucionales, que negaba las acusaciones, pedía pruebas y se reservaba cualquier acción legal.

El eslabón perdido

Otra de las rutas de Edicso y todo su equipo termina en el estado Aragua en el Mercado Mayorista de Maracay, a unos 50 kilómetros de Caracas. Es un espacio ubicado en una pequeña zona industrial que está fuertemente custodiado y que expende productos solo para los afiliados. Allí no entra cualquier ciudadano a comprar, solo quienes tienen comercios y Edicso cuenta con esa oportunidad porque descarga buena parte de sus sacos de ocumo al menos dos veces por semana en el depósito de Wilfredo Aponte, un comerciante que tiene más de 18 años en ese lugar y que asegura que compra al menos 15 toneladas de ocumo a la semana, que es aproximadamente la mitad de la producción semanal en la sierra.

De esas 15 toneladas, al menos 10 son adquiridas por Pedro Benetti, un viejo comprador que vende, principalmente, a la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA), una dependencia del Ministerio de Alimentación con sede en el mismo Mercado Mayorista de Maracay.

Benetti no quiso hablar. Su asistente, Raúl, preguntó para qué lo buscaban y prometió gestionar una respuesta, pero luego nunca contestó a los llamados telefónicos.

De acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas, Pedro Omar Benneti Novo es el gerente general de una empresa distribuidora de alimentos y otras tres cooperativas dedicadas al mismo rubro. Dos de ellas incluso están ubicadas en el sector La Morita de Turmero, donde se encuentra el mercado que sirve a la ciudad de Maracay.

Ambas cooperativas inscribieron a Mercal –la red de alimentos más grande del gobierno venezolano– como su cliente VIP. No en vano, una nota de prensa publicada por el mismo organismo, en abril de 2015, explica que las cooperativas de Benetti se encargan del traslado de alimentos en todo el estado Aragua y que esos rubros provienen de varios estados del país.

El señor Wilfredo explica que Benetti es uno de sus mejores clientes, porque él distribuye a la red Mercal, a las casas de abrigo y al Programa de Alimentación Escolar. Semana a semana se lleva, en promedio 10 toneladas, lo que se traduce en más de 540 toneladas de ocumo, que representan al menos siete hectáreas y media de las 400 que tanto daño han hecho en la Sierra Perijá. Parece que la deforestación de Perijá no termina en Frito Lay sino en la red de alimentos del gobierno.

 

(*) Este reportaje fue desarrollado a lo largo del Diplomado de Periodismo de Investigación, que dicta el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) en alianza con la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

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