El Estado venezolano compra oro a los mineros ilegales

Un reportero holandés del site brasileño Infoamazonia viajó durante tres meses por las disputadas áreas mineras del sur de Venezuela y, en el camino, encontró grupos armados ilegales, comunidades indígenas reprimidas por guerrillas y enclaves de mineros informales atormentados por la malaria. El futuro de Guayana pinta incierto. Aquí el corolario de su travesía.
El
oro que se extrae termina en el mercado mundial en forma de joyas, resguardado
en un banco o usado en equipos electrónicos, pero poca gente sabrá su origen.
“Ellos trabajan tipo comando”, continúa el minero sobre las balaceras nocturnas
en los cerros que circundan el pueblo donde tiros son disparados ante cualquier
luz de faro como si se tratase de un toque de queda impuesto por las bandas
armadas. La mayoría de los mineros no quieren ser nombrados ya que temen las
reacciones de los actores armados en la región. Los
militares venezolanos participan también en la violencia que frecuentemente
resulta de la explotación minera a través de bandas armadas y sus propias
operaciones. Las Fuerzas Armadas venezolanas recibieron mucho poder durante la
presidencia del fallecido Hugo Chávez. Clíver Alcalá Cordones, retirado en 2013
y leal a Chávez, fue un mayor general que comandó las regiones mineras. En una
reunión en el lobby de un hotel en Bogotá, Colombia, explicó que Maduro sigue
entregando funciones a los militares y a sectores del gobierno que ahora
participan en el “desastre y en el
botín”.
La
oscura simbiosis entre la minería legal y la ilegal es casi obvio. Del otro lado
del pueblo, somos llevados a una mina controlada por una banda armada llamada
“Nacupay”. Antes de entrar, se nos dice que no tomemos “fotos de los hombres
armados” ni de la maquinaria que usa el mercurio. Justo antes de la entrada, una
señal dice MunSol – “Empresa minera aliada a la patria bolivariana en el Arco
Minero del Orinoco”. Detrás de la señal, encontramos docenas de mineros
informales que trabajan en los embarrados hoyos al aire
abierto.
Solo
estamos autorizados a fotografiar a los mineros que laboran con las tablas de
lavar, características de la minería artesanal. No quieren que mostremos ni
documentemos las instalaciones más grandes. Podemos, sin embargo, retratar los
campamentos donde viven los mineros, cerca de los fosos llenos de agua estancada
y contaminada.
La
situación en El Callao no es una excepción. Cerca de 91 por ciento del oro
explotado en Venezuela es ilegal, de acuerdo con una investigación de la
Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Trasnacional. Pequeños lotes de
oro se vuelven en joyería y luego se contrabandean, por ejemplo, para las islas
del Caribe. Es la verdadera historia del mito de El Dorado.
(*)
Este es un trabajo del site Infoamazonia, patrocinado por el Pulitzer Center y
publicado en simultáneo por El Espectador en Colombia, Folha en Brasil y el
Correo del Caroní y Armando.info en
Venezuela.