Las tropas virtuales de la revolución chavista tienen su Matrix

Hasta Diosdado Cabello tiene followers falsos. El Gobierno de Venezuela ha sabido medirse en el ciberespacio político. De ahí que haya creado una autentica maquinaria de robots al servicio del oficialismo en redes sociales que, particularmente, es controlada por funcionarios públicos y coordinada desde ministerios. Este es el resultado de varios estudios, testimonios y aplicaciones que miden la convulsión de “Tuiterzuela”.
Al
grito de “tropa”, Mario Silva, un legendario presentador del canal gubernamental
Venezolana de Televisión (VTV), solía decretar las tendencias en Twitter. El
llamado a posicionar etiquetas favorables al oficialismo en esta red social fue
seguido por otros rostros de la televisora pública. Así el chavismo se ha hecho
durante años un espacio privilegiado en el la lista de Trending
Topics de Venezuela. Pero no solo ha sido a fuerza de popularidad
o simple influencia de aficionados. O, al
menos, así lo demuestran desde documentos como el filtrado el año pasado desde
el Ministerio de Interior y Justicia, hasta programas virtuales que detectan
un ejército virtual al servicio de la autodenominada revolución
bolivariana.
El
Gobierno de Venezuela destaca entre 28 países evaluados por la Universidad de
Oxford, expuestos en el informe “Troops, Trolls and Troublemakers: A Global
Inventory of Organized Social Media Manipulation” (publicado en 2017), que
apelan a varias herramientas cibernéticas para intentar penetrar en audiencias
virtuales. Según el estudio de 37 folios, estas tropas son dirigidas desde el
Ministerio de Comunicación e Información con dinero del Estado venezolano y con
objetivos políticos. Otras naciones analizadas son Vietnam, Corea del Norte,
Ecuador, China, Filipinas, Irán, Siria, Arabia Saudita, Serbia, Israel, México,
Estados Unidos, Ucrania, Alemania o India. “Las tropas cibernéticas a menudo se
componen de una variedad de diferentes actores. En algunos casos, los gobiernos
tienen sus propios equipos internos que se emplean como servidores públicos. En
otros, el talento se subcontrata a contratistas o voluntarios privados”, explica
el estudio.