El Grupo Tak argentino consiguió en Venezuela un negocio que pinta bien
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Una empresa de oportunidad ha captado importantes asignaciones para producir materiales de construcción en el marco de los convenios argentino-venezolanos. Constituida en Buenos Aires en 2010, tiene por socios a un arquitecto venezolano y a una artista plástica argentina, amiga de la exembajadora en Caracas, Alicia Castro. Ambos viven desde hace años en Nueva York, pero para registrar la empresa declararon residencia en la capital argentina.
Unos 45 cuadros pintados por la artista
Norma Bessouet fueron presentados, entre noviembre y febrero pasados, en el
Museo de Bellas Artes de Caracas. Eran parte de una muestra auspiciada por la
embajada de Argentina, entonces a cargo de la embajadora Alicia Castro,
destinada ahora a Londres. La exposición se llamó “La realidad y sus sombras”. Pero poco de
real y, sí, muchas sombras tuvo ese montaje: Bessouet era una amiga íntima de
Castro, una de las diplomáticas favorita del kirchnerismo y del presidente
venezolano Hugo Chávez. Y su nombre fue utilizado para conformar una empresa
fantasma a la que los gobiernos de Argentina y Venezuela favorecieron con
contratos para construir fábricas “socialistas” en el país
caribeño.
El Grupo Tak S.A, tal el nombre de esa
empresa, fue creado el 30 de marzo de 2010 en Buenos Aires, pero su acta
fundacional recién apareció publicada en el Boletín Oficial argentino del 22 de
abril del mismo año. Unas 48 horas antes de ese día, en una reunión entre los
presidentes Chávez y Cristina Kirchner realizada en Caracas, se anunció que la
firma había sido escogida por el Ministerio del Poder Popular de Ciencia,
Tecnología e Industrias Intermedias para levantar en Venezuela una fábrica de
materiales de construcción. Posteriormente, el 1 de diciembre de 2011, el Grupo
Tak apareció nuevamente mencionado en los acuerdos firmados por ambos gobiernos
en una ceremonia que incluyó el obsequio, por parte del presidente Chávez, de
una pintura hecha por el propio mandatario donde aparecen él y el difunto Néstor
Kirchner. En ese caso se anunció que la firma trabajaría en la “instalación de
líneas para la producción masiva de insumos para la construcción de material de
concreto”.
Un equipo de periodistas de ambos países
detectó llamativas inconsistencias en la breve historia de esta constructora
beneficiada por contratos en Venezuela. Por caso, que nació con un escaso
capital de menos de 3.000 dólares (12.000 pesos argentinos) y declaró un
domicilio legal en Buenos Aires, en la calle Lavalle al número 1.700, un
departamento donde en realidad funciona una agencia de viajes y turismo.
Más curiosos aún resultan ser sus dos
socios, que declararon ser “comerciantes”. La mencionada pintora Bessouet, una
mujer argentina nacida en 1939, figura como su presidente. Y César Ramón Bogadi,
un venezolano de 1956, aparece como vicepresidente de la compañía. Una y otro
viven la mayor parte del tiempo en Nueva York; el venezolano, desde hace 17 años
al menos. Sin embargo, la artista declaró como domicilio legal un departamento
de su propiedad ubicado en Buenos Aires. Mientras, el venezolano aseguró residir
en Arenales 855, dirección que corresponde a la cadena de hoteles LoiSuites.
Acuerdo de amistad
De acuerdo a una profusa cantidad de
correspondencia mantenida entre ambas y difundida en Internet por el sitio
“Leakymails.com”, Bessouet, y la embajadora Castro, se conocen desde hace muchos
años y son amigas íntimas, al punto que entre ellas se saludan llamándose sister (hermana en inglés). Un amigo
común confirmó ese viejo lazo, cultivado sobre todo a la distancia. En su
currículum público, la pintora -que no es muy reconocida en el medio artístico
argentino- reconoce haber vivido desde los años setenta fuera de la Argentina.
En aquella década emigró a Europa, donde obtuvo la nacionalidad española. Y
desde 1981 se radicó en Nueva York. Antes de 2011, Bessouet ya había expuesto al
menos una vez en Venezuela; en 1978, también en el Museo de Bellas Artes. En
1981 la entrevistó para El Diario de
Caracas el periodista Rubén Wisotzki, hoy mismo director del Museo o, vale
decir: su anfitrión en la reciente muestra en Caracas.
De su socio venezolano, Bogadi, se sabe que
trabajó hasta 1982 en la constructora caraqueña Atamani, pero luego también se
radicó en los Estados Unidos. Ya en Nueva York, Bogadi patentó en 1991 una marca
de cajas reusables para embalaje. Y con su empresa CB Construction Inc., entre
1995 y 1998 se encargó de la remodelación del Consulado de Venezuela en Nueva
York. Ese trabajo generó un conflicto con las autoridades venezolanas, a las que
les reclamó una deuda de 16.000 dólares. Bogadi fue el arquitecto de los
espacios destinados a la Galería de Arte Nuestra América en la sede del
Consulado sobre la calle 51 Este neoyorquino.
La relación de Castro, que en enero pasado
dejó su puesto en Caracas para mudarse a Gran Bretaña, y los negocios del Grupo
Tak, no se limita a su amistad con la artista plástica. En febrero de 2011,
varios meses después de la firma del primer acuerdo, Alicia Castro viajó junto a
Bogadi y el agregado comercial de la embajada, Alejandro Piñeiro, al estado
Aragua (a una hora al oeste de Caracas), donde se reunió con el gobernador
Rafael Isea, exministro de Finanzas y exoficial del ejército. Tras esa reunión,
la diplomática declaró a la prensa local que el empresario estaba “interesado en
fabricar en el país tejas y materiales de construcción”. Hasta el momento, sin
embargo, oficialmente no pudo confirmarse si ese proyecto -u otros semejantes-
registran algún tipo de avance en suelo venezolano.
“Yo no tengo nada que hablar con
ustedes”, fue la respuesta de Bessouet a los periodistas que intentaron
consultarla por teléfono, en Buenos Aires, sobre su participación en el Grupo
Tak. Bogadi, por su parte, confirmó la existencia de un proyecto para crear una
empresa mixta, aunque eludió brindar detalles. “No hay mucho que pueda informar
en este momento”, escribió al ser interrogado por correo electrónico. “Debido a
que el acuerdo es parte de los acuerdos bi-laterales entre Venezuela y
Argentina”, refirió, “te sugiero que le preguntes al Embajador Argentino en
Venezuela o a la Empresa Mixta” (del Ministerio del Poder Popular para la
Vivienda y Hábitat, N. de R.)
La actual embajadora
argentina en Gran Bretaña también evitó las declaraciones sobre este asunto.
Pero no hizo lo mismo al inaugurar en Caracas, unos meses atrás, la muestra de
su buena amiga, la pintora y presidenta del Grupo Tak SA. Frente a varios
funcionarios venezolanos, entre ellos el entonces ministro de Energía Eléctrica
(antes presidente de la petrolera Pdvsa y exembajador de Caracas ante el
gobierno cubano, actual Secretario General de Unasur), Alí Rodríguez Araque,
Castro definió los cuadros de Bessouet como un “viaje y relato que nos llevan al
corazón de la poesía”. Una poesía hecha de la realidad. Pero también de sus
sombras.