La Fuerza Aérea compró los Y8 chinos a un precio que nadie entendió
Beijing le vendió en 2011 al gobierno de Hugo Chávez ocho aviones de transporte militar en una movida rápida para dotar a la Aviación Militar, tras el boicot estadounidense a la venta de repuestos para los Hércules C130 y otros equipos. En el oscuro negocio, que sirvió de bautizo de fuego a quien ya se convertía en el gran comprador del chavismo, el general Giuseppe Yoffreda, la ambigüedad en la tasa de cambio del negocio y el amplio margen dejado para el pago de extras hizo del precio de cada aeronave una incógnita.
"Estos aviones
salieron de China, cruzaron África, pasaron por Brasil y aterrizaron en
Maracay". Así describía Hugo Chávez la ruta de dos cuatrimotores Y8 que habían
aterrizado la noche anterior en la Base Aérea Libertador, a unos 100 kilómetros
al oeste de Caracas.
Era noviembre de
2012. Chávez venía de ganar, un mes antes, el que sería su último certamen
electoral. Le quedaba poco futuro y tal vez lo sabía. Apenas un mes después iba
a ofrecer su alocución pública final para dejar designado como sucesor a Nicolás
Maduro y salir a La Habana a luchar por su vida.
Pero en esta
ocasión tenía algo que celebrar y compartir con su gente.
"Los gringos no
nos querían vender los repuestos para los Hércules. ¡No teníamos aviones casi!",
se oía la voz en off del comandante
en la cadena de radio y
televisión. Un
video sobre de la llegada de las aeronaves corría en las pantallas. Las imágenes
no eran nítidas; la grabación, de calidad casera, poco podía revelar en la oscuridad de la noche aragüeña.
Eso no le iba a quitar a Chávez la oportunidad de construir una historia, sin
embargo.
"¡Y allí vinieron
los chinos, volando!", dijo.
Lo que relató
entonces fue lo que el discurso oficial definía como una nueva victoria de la
revolución y el internacionalismo ante otra maniobra artera del enemigo
imperialista, en su intento por ahogar a la Venezuela
soberana.
Pero detrás de la
épica del relato presidencial latía la cruda realidad. La compra de los Y8, unos
aviones de transporte táctico destinados a reforzar o sustituir la añosa flota
de los Hércules C130 en servicio desde 1971, fue el resultado de unas
negociaciones enmarañadas por unos montos finalmente caprichosos para el pago de
los aparatos, soporte técnico y sistemas.

Los C-130 son parte de la flota de la aviación militar venezolana desde 1971. Foto: Aviación Militar Bolivariana
El devaneo opaco
de un diferencial cambiario, cartas de reclamos de ida y de vuelta entre
funcionarios venezolanos, quejas de las autoridades chinas y la observación
silenciosa del mayor general
Giuseppe Angelo Yoffreda Yorio -un oficial de la Aviación Militar que ya
entonces centralizaba las compras de armas y equipos, antes de que pasara a
manejar todas las compras internacionales del Estado venezolano-, fueron algunos
de los ingredientes de esa trama, hasta ahora desconocida.
Sin embargo,
documentos del gobierno venezolano obtenidos por Armando.info y analizados para la serie
El Joropo del Dragón en alianza con el Centro Latinoamericano de Investigaciones
Periodísticas (Clip), y el apoyo de Diálogo Chino, permiten por primera vez
exponerla a la luz pública.
El Joropo del
Dragón es un proyecto de reportería del que la presente es la segunda entrega. A
partir de una filtración de documentos del período 2009-12, cuando Hugo Chávez
suscribió múltiples acuerdos de cooperación económica y técnica con la República
Popular China, bosqueja cómo se gestó la relación singular de subyugación del
liderazgo de la autodenominada Revolución Bolivariana con sus aliados y
patrocinantes de la superpotencia mundial emergente.
Una buena tasa de ascenso
Giuseppe Yoffreda
es una de las figuras impertérritas en el vaivén constante de fidelidades
quebrantadas que ha sido el chavismo. Su táctica durante 18 años ha sido
mantener un bajo perfil público -a pesar de su intensa rotación en cargos del
Estado- y la filiación consecuente tanto con Chávez como con Nicolás
Maduro.
Aunque nunca
piloteó un avión -su especialidad es la de Comunicaciones- se trata de un
funcionario que consiguió dirigir corporaciones, ministerios y embajadas sin
impedimentos, sustentado por su proximidad a los jerarcas. Entre las cúspides de
su historia estuvo su gestión como presidente en la Venezolana de Exportaciones e Importaciones C.A.
(Veximca),
encargada primero del abastecimiento de armas y de equipos de guerra para
Venezuela, y luego de toda la procura del Estado venezolano, labor a la postre
recogida por Corpovex, también presidida en un primer momento por
Yoffreda.
“A él lo designan
por su relación directa con José David Cabello [en aquellos años, director del Instituto
Autónomo Aeropuerto Internacional de Maiquetía, ministro de Infraestructura y
director del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y
Tributaria, además de hermano del número dos del chavismo, Diosdado
Cabello]. Eran extremadamente amigos y estudiaron juntos en la Universidad
[Nacional Experimental] de las
Fuerzas Armadas (Unefa)”, recuerda el general Hebert García Plaza, exministro de
Transporte Acuático y Aéreo y de Alimentación y ahora una de las voces
emblemáticas del chavismo disidente en el exilio. “Él es el que crea el Inac
(Instituto Nacional de Aeronáutica Civil). La creación de Veximca tuvo el
propósito de centralizar, como compañía dependiente de la vicepresidencia de la
República, las compras militares, especialmente a Rusia y
Bielorrusia”.
En 2008, Hugo
Chávez firmó el decreto 6.169 de fundación de Veximca, anunciado el 17 de junio
de ese año en la Gaceta Oficial
número 38.954. En el documento quedó asentado que la empresa dependería de la
Vicepresidencia de la República, entonces al mando de Ramón Carrizales, otro
jerarca militar del
chavismo.

Yoffreda (en la foto, a la izquierda) ha sido funcionario de confianza durante los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. El más reciente es de embajador de Venezuela en Catar. Foto: Minci
“[Yoffreda] ha sido el único comandante
general de la Aviación Militar que, sin ser piloto, ha llegado a esa posición"
completa la abogada Rocío San Miguel, presidenta de la organización no
gubernamental Control Ciudadano, que se dedica al seguimiento de las fuerzas
armadas. "Su estelaridad comienza, sin duda, después de los sucesos de abril de
2002 [cuando Chávez fue depuesto
de la presidencia durante 48 horas por un golpe], al asumir el cargo de
director general del Servicio Coordinado de Transporte Aéreo del Ejecutivo
Nacional (Sata). Allí también es cuando comienza una relación sólida con
Diosdado Cabello, que se ha hecho más sólida en 18 años”, explica.
La necesidad tiene cara de avión
Veximca quedó a
cargo de la adquisición de equipos y toda la dotación militar que, entonces y de
acuerdo a la narrativa oficial, eran prioridad. No eran pocos: el de Chávez era
un gobierno esencialmente militar que, además, empezaba a sentir la amenaza
cierta de una posible confrontación armada contra enemigos externos. Para
atender la prioridad se destinaron recursos del Fondo Conjunto Chino-Venezolano,
creado en 2007.
Un informe de
2013 de Control Ciudadano acerca de la adquisición de armas y de equipos
militares durante el lapso 2005-2012 explica que la génesis de los acuerdos de
Venezuela con China y Rusia comenzaron “a mediados de la década pasada, [cuando] el presidente Chávez rompió
totalmente los nexos militares con Estados Unidos. Washington reaccionó dictando
una resolución prohibiendo la venta y transferencia de armamento y tecnología
militar norteamericana a Venezuela, la cual entró en vigencia el 1 de octubre de
2006”.
“En consecuencia,
el gobierno venezolano, aparte de sus motivaciones de índole política e
ideológica, a partir de entonces recurre a sus nuevos aliados estratégicos,
particularmente China y Rusia, para obtener nuevos suministros para su Fuerza
Armada Nacional”, añade el informe.
Ciertamente, el
propio Chávez declaró por ese entonces que “como a Venezuela la vamos a
convertir en una potencia económica, social, moral, económica, tecnológica,
requiere la capacidad de defensa y, gracias a Dios y la revolución, contamos con
países amigos como China, la China socialista y
revolucionaria”.

Los primeros Y8 llegaron pocas semanas después de las elecciones del 7 de octubre de 2012 Foto: Aviación Militar Bolivariana
Los resultados de
aquellas negociaciones, con Veximca como intermediario, cristalizaron por
primera vez en 2008 con la compra a China de los aviones a reacción de
entrenamiento y apoyo táctico K8 Karakorum.
Pero la lista de
compras no se había agotado. Tres años después se requirió de un sustituto para
el Hércules C130, fabricado por la estadounidense Lockheed y vetusto pilar del
grupo número 6 de la Aviación Militar; esas aeronaves habían sido renovadas
recientemente en Francia en lo que respecta a la aviónica, pero la flota ya
acumulaba un historial de servicios muy largo. De hecho todavía hoy algunos
vuelan, muy disminuidos y, según versiones de distintas fuentes, bajo
mantenimiento de personal iraní.
Así que en 2011,
el mismo año en que Chávez, desde Cuba, anunció que padecía un cáncer que
finalmente lo liquidó, se dio luz verde para la búsqueda del reemplazo. La
Fuerza Aérea opinaría; Chávez decidiría; y Veximca
compraría.
El wok cambiario
Entender la
sucesión de hechos entre enero y mayo de 2011 en torno a la compra de los
aviones chinos requiere, ante todo, perfilar quién era quién en aquel entonces y
en aquella trama.
Además de
Yoffreda como director de Veximca, estaban Jorge Giordani como ministro de
Planificación y Finanzas; Rocío Maneiro, embajadora de Venezuela en la República
Popular China; Edmée Betancourt de García, presidenta del Banco de Desarrollo
Económico y Social de Venezuela (Bandes); Carlos José Mata Figueroa, ministro de
Defensa; y Elías Jaua Milano, vicepresidente de la
República.
Todo comenzó con
un punto de cuenta (el documento oficial en el que se expuso el proyecto de
adquisición de los aviones, sus características y sus costos y que, luego, firmó
Chávez para su aprobación) del 21 de enero, al que tuvo acceso Armando.info para esta publicación.
En el documento,
Giordani planteaba a Chávez la creación de un fondo especial de desarrollo para
los proyectos del Ejecutivo Nacional, que se podía concertar con
China.
Giordani
recomendaba que “los recursos financieros que se destinen al Fondo provengan de
los aportes de los entes ejecutores fundamentalmente de proyectos apalancados
por el Financiamiento de Gran Volumen y Largo Plazo (FGVLP), Fondo Conjunto
Chino Venezolano (FCCV) y otros fondos que se identifiquen, previa aprobación
del Comandante Presidente”.
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Con la aprobación
de ese fondo comenzó el vaivén de propuestas y de proyectos. Entre estos, el
punto de cuenta firmado por el ministro de Defensa, Mata Figueroa, y por el
entonces vicepresidente, Jaua Milano, que planteaba la adquisición de ocho
aviones Antonov 74 y ocho Antonov 148, de fabricación ucraniana; para transporte
y logística militares los primeros, y para reforzar la flota comercial de la estatal
Conviasa los segundos. Para reforzar las capacidades de transporte militares,
también contemplaba los Y8 de fabricación china.
No se conocen los
detalles técnicos, comerciales y políticos por los que la escogencia se decantó
en definitiva por el Y8. Se trata de una aeronave fiable, probada en miles y
miles de horas de vuelo, pero de diseño anticuado y desempeño limitado. Se
caracteriza por su morro acristalado de
observación, un
detalle propio de los aviones de entre fines de la II Guerra Mundial y comienzos
de la Guerra Fría: de hecho, se deriva del Antonov 12, un aparato soviético de
los años 50. Los chinos copiaron el modelo de sus ex aliados rusos sin pudor,
hasta que presentaron su propia versión en 1974. Desde entonces siguen
fabricando infinidad de versiones mejoradas. A Venezuela se vendieron unidades
del Y8 F200W, un modelo de serie para la exportación cuyo fuselaje mide un par
de metros más que el regular.
Rocío San Miguel,
de Control Ciudadano, explica: “Nunca se adquirieron los Antonov porque tienes
que hacer estudios para decidir cuál sistema es más idóneo… Aunque con Chávez la
cosa no funcionaba racionalmente. El Y8 es un avión robusto, económico en
comparación con otros aviones de transporte en el mercado. Son excelentes
unidades. El problema es cuando comienzas a negociar, pues no se trata sólo de
los aviones sino de la adquisición de logística, armamento, entrenamiento,
adecuación de instalaciones, etcétera”.
En un documento
titulado Punto de cuenta al comandante
presidente, con fecha 22 de febrero de 2011, Chávez firmó la aprobación de
la compra. Se lee en manuscrito: “Por ahora, sólo apruebo la adquisición de ocho
aviones Y8, para lo cual debe incluirse este proyecto en el Financiamiento de
Gran Volumen con China”, escribió Chávez en el renglón de comentarios, en el que también apostillaba: “Pago
en Renminbi”, aludiendo al nombre oficial de la moneda china, cuya unidad es el
yuan.
Pero también en
el documento se asentaba que el precio establecido por unidad era de 27 millones
de dólares. No se sabe de dónde Chávez sacó esa cifra. Pero de allí en adelante
sería motivo de numerosos malentendidos que amenazaron con echar por tierra el
negocio.
En febrero de
2011, la tasa internacional de cambio establecía que un dólar americano
fluctuaba entre 6,55 y 6,6 renminbis
chinos. El Bandes
financió, como quedó asentado en el convenio de asistencia para Veximca, “hasta
352.889.079,35 dólares americanos”. Además de los 216 millones de dólares por
los ocho aviones, fueron aprobados los fondos adicionales para “soporte
logístico necesario (que incluye entrenamiento)”, que completan esos 352
millones. El excedente en el apartado de soporte y entrenamiento de 136 millones de dólares, equivale a lo
que habrían costado, con el precio unitario detallado en el punto de cuenta,
otros cinco Y8 (según expertos, en este tipo de transacciones es en ese margen
de extras por soporte técnico donde se suelen colar los pagos irregulares,
cuando los hay). Según el documento, estos fondos debían ser administrados por
Veximca.

En mayo de 2011 el Bandes aprobó el primer desembolso que debía ser administrado por Veximca
El pago tenía
como beneficiario a China National Aero-Technology Import & Export
Corporation (Catic), una empresa estatal que comercializa los aviones producidos
por el conglomerado aeroespacial y de defensa Aviation Industry Corporation of
China (Avic), que también es estatal. “Es una empresa que ha operado por cuatro
décadas, que ofrece diversidad en el rubro aéreo. Está diseñada para la
exportación y viene proveyendo a los chinos y a muchos mercados importantes del
mundo”, explica Andrei Serbin Pont, analista internacional y director de
Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales
(Cries).
La empresa china
celebró el contrato con el gobierno venezolano. “Se trata de un nuevo enfoque
adoptado por Catic para la comercialización de aviones. En el futuro, no
escatimaremos esfuerzos para abrir el mercado internacional y hacer volar más
aviones Y8 al mundo”, dijo su presidente, Ma Zhiping, a la prensa
china.
Regateo chino
En marzo de 2011,
cuando ya era un hecho la aprobación del proyecto, el ministro Giordani comenzó
el intercambio epistolar con los encargados asiáticos de la negociación: Zhang
Ping, representante de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China
(CNDR), que es el máximo órgano de planeación en China, y Chen Yuan, entonces
presidente del Banco de Desarrollo de China (e hijo de Chen Yun, uno de los
llamados ‘ocho inmortales’ del
Partido Comunista chino, y junto con Mao Zedong, uno de los Cinco Grandes de la Guerra Civil de ese
país, transcurrida entre 1927 y 1950).
En una de esas
cartas, primero, Giordani anunció que Hugo Chávez había aprobado el proyecto.
Unas líneas después, iba al grano con el asunto monetario: “El monto asignado
por el Comandante Presidente con cargo al Financiamiento de Gran Volumen y Largo
Plazo (FGVLP) fue de: 352.889.079,35 US$, pagaderos en moneda Renminbi, que
equivalen a 2.317.316.717,37 RMB, según el tipo de cambio de 6,5667 RMB/USD del
día 22 de febrero de 2011”.
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Rocío Maneiro, la
entonces embajadora de Venezuela en Beijing -ahora destacada en Londres-,
entregó personalmente esa carta al representante de la Comisión Nacional de
Desarrollo y Reforma de China, Zhang Ping, el 8 de abril de 2011, según consta
en otra carta de esta a Edmée Betancourt, presidenta para la fecha del Banco de Desarrollo de
Venezuela (Bandes). Ambas misivas han sido revisadas por Armando.Info.
Al leer los
documentos firmados por Giordani, Zhang Ping protestó por el tema cambiario. Ese
fue el motivo real para otra carta, esta vez de Maneiro a Betancourt, fechada 26
de abril de 2011. En ella informaba sobre una inconformidad tanto por parte de
Chen Yuan como de Yang Ying, vicepresidente de Catic, la empresa de suministro
de aviones y equipos militares.
“El caso es que
el monto del proyecto", escribió Maneiro, "por contrato suscrito entre CATIC y
VEXIMCA debe ser calculado en Renminbi a una tasa especificada en la Cláusula
Tercera del mismo: RMB 6,66 por dólar estadounidense, para un total en el monto
del contrato de RMB 2.350.241.268,47”. La cifra representaba un incremento de
apenas 1,5% con respecto al monto anunciado por Giordani a las autoridades
chinas. Así lo explicaba la propia Maneiro: “Sin embargo, en la comunicación
oficial 1423 del ciudadano ministro Giordani a su homólogo Zhang Ping, la cual
entregué en propia mano el 8 de abril 2011, se presenta para este proyecto un
tipo de cambio de RMB 6,5667 por dólar estadounidense, totalizando RMB
2.317.316.717,37, lo que se traduce en una disminución en el monto del contrato
de RMB 32.924.551,10”.
La pequeña
discrepancia fue, sin embargo, fuente de inconformidades en la parte
china.
Maneiro también
alertó entonces de la “preocupación por las demoras que pueda acarrear esta
diferencia en la ejecución del proyecto, que tiene unos tiempos acordados,
comprometidos con el Gobierno venezolano”.
Respondiendo a la
embajadora venezolana en China, Betancourt se atrevía a admitir que Chávez había
incurrido en una omisión: "El Comandante aprobó la adquisición de los aviones
por un monto de USD 352.889.079,35 sin indicar su monto equivalente en Renminbis
ni una referencia de tipo de cambio para calcular dicha equivalencia”.
Detallaba además
que, cuando se escribió el punto de cuenta que firmó Chávez, “no se disponía de una referencia
oficial de la tasa de cambio renminbis-dólares americanos”.
En efecto, en el
punto de cuenta que aprobó Chávez con su firma -ese documento del 22 de febrero
de 2011- se habla sólo del monto total en dólares. No se fija una tasa
específica para los renminbis. Esa ligereza fue el comienzo de aquella suerte de
saltimbanqui cambiario en que se convirtió la compra de los ocho
aviones.
Recordando el
papel de Veximca en el convenio, de manera taxativa Betancourt especificó que en
el convenio de asistencia técnico-financiera entre Bandes y Veximca quedó claro
por parte de Yoffreda que la totalidad del pago en RMB era de “2.350.241.268,47
y la tasa de cambio utilizada es 6,66 RMB/US$”. De acuerdo a esta comunicación,
se deduce que Venezuela terminó aceptando la tasa de cambio propuesta por los
chinos. O quizás impuesta.
El primer aviso
de desembolso para el Bank of China fue el 30 de mayo de 2011. Especificaba que
el monto transferido por parte de Veximca a Catic era de 1.173.945.513,60,
expresados en CNY, la notación para el renminbi.

A finales de mayo se concretó el primer pago a la empresa china.
Siempre en las nubes
Aunque para la
fecha el gobierno venezolano todavía entregaba regularmente las Memoria y Cuenta de las gestiones de la
Vicepresidencia de la República o el Ministerio de Economía y Finanzas, en estos
documentos oficiales de 2012 no se mencionan ni la negociación de los aviones ni
los montos desembolsados para comprarlos. El ex ministro, hoy exiliado, general
Hebert García Plaza, subraya una razón para aquella omisión respecto del caso de
los Y8: “Eso es secreto militar, es confidencial. Lo que es gasto secreto o
partida secreta da para todo”.
La organización
no gubernamental Transparencia
Venezuela detalla
en un informe que, tal y como lo señala una de las fuentes consultadas para este
trabajo, los convenios con China estuvieron caracterizados por la opacidad y por
los números que no concuerdan.
“Desde el 2008 al
2011, Pdvsa ha transferido al Fondo Chino 10.458 millones de dólares y de estos
se han asignado a distintos proyectos 6.054 millones de dólares; por tanto, no
está claro el destino de los 4.404 millones de dólares restantes”, dice la
organización sobre un patrón que se puede verificar en la compra de los Y8. La
manipulación discrecional de las tasas de cambio establecidas en los contratos
puede ser la causante de esa tendencia.
A pesar de que el
proyecto de adquisición de los ocho aviones estaba previsto para culminarse en
2011, no fue sino hasta después de la muerte de Chávez cuando su sucesor,
Nicolás Maduro, anunció en octubre de 2013 la entrega completa de las aeronaves
a la Aviación Militar Bolivariana.

Los Y8 conforman la mayoría de la flota de transporte de la aviación militar venezolana. Foto: Juan Barreto/AFP
“Con estos se
completa la totalidad de aeronaves de transportes adquiridos por Venezuela a la
República Popular China, con la finalidad de colocar a la aviación en el más
alto nivel, en lo moral, lo ético, en lo estratégico, para continuar defendiendo
la soberanía”, dijo Maduro semanas después en el acto de entrega en Maracay, estado Aragua, al lado de
Yoffreda, que para esa fecha, además de presidente de Veximca, ya había sido
designado como comandante general de la Aviación Militar.
En 2014, Caracas
adquirió un simulador de vuelo para el adiestramiento de las tripulaciones
venezolanas de los Y8, puesto en funcionamiento en 2015.
No hubo
explicaciones sobre los retrasos ni sobre las diferencias de montos en los
documentos intercambiados y Yoffreda siguió escalando posiciones. En 2014, fue
ministro de Transporte Acuático y Aéreo y presidente de la Corporación
Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex), otra de las instituciones creadas
por el chavismo para la centralización de las
importaciones.
“Todo el proceso
de importaciones lo manejó Yoffreda hasta su retiro en 2016. Veximca terminó
convirtiéndose en Corpovex, pero hay que recordar que Veximca, como un órgano de
la Vicepresidencia, empieza a ser utilizada como compañía del Estado para evadir
procesos licitatorios de los otros ministerios. Recibía directamente dólares
preferenciales para las compras de esos equipos. En mi opinión, Veximca se creó
con la excusa de centralizar los contratos militares para darle poder de control
e ingresos en divisas a ciertos personeros del Gobierno, en este caso los
Cabello y Carrizales”, dice el exministro en el exilio, García Plaza.
La gestión
de Yoffreda en Veximca no es la
única sobre la que hay señalamientos.
Durante su paso por Corpovex se firmaron contratos millonarios para los Comités
Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) que favorecieron a empresas del contratista
predilecto de Nicolás Maduro, Alex Saab. También despuntó el apoyo a su amigo y compañero de armas, el coronel de Aviación Pedro Cestari Navarro, cuya línea aérea,
Turpial, creció a
partir de 2014 en la misma medida en que se hundía el negocio aeronáutico
venezolano.
Desde 2018,
Yoffreda es jefe de misión en la Embajada de Venezuela ante el Estado de Qatar.
“Está en un lugar clave: en uno de los puntales para guardar el dinero de la
revolución. Tú tienes China, un mercado financiero para operar sin las
restricciones estadounidenses, pero también Emiratos Árabes, donde puedes hacer muchas cosas, especialmente ahora, con el tema de la extracción del
oro”, refiere, a modo de colofón, una fuente conocedora del mundo militar en
Venezuela que pidió no revelar su
identidad para este reportaje.
