Trueque soñado para China, deuda de pesadilla para Venezuela
A cambio de la promesa de una astronómica cantidad de mineral de hierro, China giró 1.000 millones de dólares al gobierno de Hugo Chávez. Pero las cuentas resultaron tan alegres como un joropo llanero: no se cumplieron las cuotas de exportación, y la deuda con el dragón asiático solo creció. Esta es una historia de imposibilidades de entendimiento, sueños de grandeza y una gran desilusión resultante, reconstruida a partir de documentos internos.
El compromiso fue
titánico. China le prestaría a Venezuela 1.000 millones de dólares apenas se
sellara el pacto y, a cambio, CVG Ferrominera Orinoco quedaba en la obligación
de entregarle 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro a la empresa
siderúrgica china Wuhan Iron and Steel Corporation (Wisco), a lo largo de los
siguiente ocho años. El acuerdo fue firmado en 2009, el mismo año en el que la
producción de la estatal venezolana, parte del conglomerado de la Corporación
Venezolana de Guayana (CVG), cayó en picada, cerca de 35 por ciento.
Pero al mismo tiempo
eran tiempos de bonanza petrolera y de hegemonía política: el presidente Hugo
Chávez se había declarado "socialista" en 2006 y su partido controlaba la
Asamblea Nacional casi por completo, tras la deserción opositora de las
elecciones parlamentarias de 2005. El oficialismo contaba entonces con el poder y las ambiciones políticas para reforzar la red de nuevos aliados internacionales,
entre ellos China. La relación con el gigante asiático florecía entre decenas de
nuevos proyectos articulados en largas reuniones, memorandos y millones de
dólares.
Fue en medio de esa
embriaguez que, sin estudios de evaluación ni proyecciones, el 22 de diciembre de
2009, el Banco de Desarrollo de China (CDB, por sus siglas en inglés) volcó en
las arcas del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) esos
1.000 millones de dólares destinados a financiar proyectos para mejorar la
capacidad de producción y despacho de mineral de hierro de la empresa básica CVG
Ferrominera desde el estado Bolívar, en el sur del país, y que serían pagados
por Venezuela con 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro. El acuerdo
preveía además que para las obras de mejoramiento se contrataría a empresas
chinas, según documentos a los que ha tenido acceso Armando.info y han sido procesados y
analizados junto con el equipo de datos del Centro Latinoamericano de
Investigación Periodística (CLIP), con la reportería adicional de Diálogo Chino.
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No se trataba de un
acuerdo de exportación regular. Si China hubiera pagado por adelantado las 42,96
millones de toneladas y en concordancia con el precio internacional del mineral
de hierro para 2009, habría tenido que girar al país caribeño una cifra de
alrededor de 4.176 millones de dólares y no los 1.000 millones que se pagaron.
Según los términos de este intercambio, vestido de cooperación para el
desarrollo de la capacidad exportadora de Venezuela de esta materia prima
esencial para producir el acero, China estaba en efecto comprando mineral
barato, muy barato. Pero, como se vería a la postre, el enorme descuento de 75%
estaba ligado a un riesgo muy alto de incumplimiento por la
contraparte.
Los tiempos del
acuerdo eran apretados. Según el contrato de venta que había sido firmado dos
meses antes, el 22 de octubre de 2009, la estatal CVG Ferrominera estaba en la
obligación de entregar al término de ese mismo mes de octubre una primera cuota
de 160.000 toneladas de material. Luego vendrían otros dos despachos: uno de
160.000 toneladas en noviembre y otro en diciembre de 140.000 toneladas
adicionales. La entrega del mineral se demoró, pero se cumplió la cuota de ese
año. Durante el primer semestre de 2010, Ferrominera entregó 460.000 toneladas
de mineral hierro que todavía correspondían a la cuota del 2009.
Para 2010, la cuota
pactada era mucho mayor: cuatro millones de toneladas; es decir, 29% de lo que
sería finalmente la producción total de Ferrominera ese año, que fue de una
pizca más de 14 millones de toneladas, según el documento de Memoria y Cuenta del Ministerio de
Industrias Básicas de 2013. La meta era ambiciosa pero lucía alcanzable si
se acometían las mejoras establecidas en el préstamo chino. Ello no ocurrió.
Pronto quedaría claro que no había alquimia que pudiera transformar el optimismo
inicial de Beijing y Caracas en mineral de hierro.

Para el 30 de junio de
2010, CVG Ferrominera apenas había suministrado 337.250 toneladas del mineral de
hierro, menos de 10% del total prometido. Para cumplir el compromiso del año le
quedaban un saldo pendiente de 3.461.946 de toneladas y solo seis meses de
plazo.
En un informe conjunto
de la delegación venezolana del Convenio de Financiamiento CVG y el Banco de
Desarrollo de China (CDB), se advertía que la empresa venezolana navegaba por
aguas peligrosas y que, de no cumplir con el calendario, estaría en la
obligación de pagarle a China un monto equivalente al volumen no entregado al
precio pactado. Es decir, casi 70 millones de dólares (69.909.301,32 para ser
exactos), además de los pagos por transporte, carga y descarga, entre
otros.
No pasó mucho tiempo
para que quedara al descubierto la imprudencia de los monumentales proyectos
planeados con dinero proveniente del Fondo Chino, sin que existiera garantía de
un verdadero cumplimiento. “El ministro [Rodolfo] Sanz efectuó promesas que la
Corporación Venezolana de Guayana no estaba en capacidad de cumplir y
comprometió a Ferrominera a suministrar mineral de hierro en niveles que no
posee”, se quejó con rudeza Tian Yunhai, subdirector del departamento de
cooperación internacional del CDB, durante un encuentro urgente convocado en
diciembre del 2010 en Beijing para discutir los motivos del incumplimiento del
acuerdo.

En la sede del Banco de Desarrollo de China (CDB) en Beijing una reunión urgente para discutir el incumplimiento
El desengaño
Poco a poco y de un
modo que denotaba cierta ingenuidad, las autoridades venezolanas cayeron en
cuenta de que habían firmado un contrato poco favorable para ellas y muy difícil
de cumplir.
En
un informe presentado por la Delegación Venezolana de Financiamiento de la
CVG y el Banco de Desarrollo de China (CDB) en junio de 2010, se detalló que el
contrato de entrega de mineral de hierro suscrito con Wisco no generaba ingresos
para CVG Ferrominera. “A pesar que hasta el momento se ha contado con suficiente
mineral en inventario para cubrir los compromisos es necesario recuperar e
incrementar la capacidad productiva de CVG Ferrominera para garantizar el
volumen de mineral de hierro a China, sin menoscabo de sus otros compromisos (…)
es indispensable disponer de otras fuentes de ingresos para poder cumplir con
los compromisos contractuales y de funcionamiento y actualmente dicha fuente son
las exportaciones a Europa”, dice el documento.
El informe enumeraba
aspectos que dejaban en evidencia la incapacidad operativa y logística de la
empresa para enfrentar un compromiso de la magnitud pactada. “Para incrementar
la capacidad de acarreo se requiere contar con el buque Río Caroní, el cual actualmente se
encuentra en reparaciones mayores en el dique de Curazao. El costo de estas
reparaciones asciende a la cantidad de USD 9 MM, de los cuales no dispone CVG
Ferrominera. A la fecha dicho pago presenta un retraso de dos meses y el dique
de Curazao manifiesta que sacará el buque de fosa sin culminar la reparación en
el caso de persistir el retraso en el pago. Ello implicaría que el buque
quedaría fondeado y fuera de operaciones, con los consecuentes costos
asociados”, dice el documento.
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El reporte no ahorraba
ni detalles ni amarguras, en un poco frecuente rapto de realismo. Admitía que la
empresa no contaba con recursos para cubrir los costos de materiales y repuestos
que le permitirían alcanzar la capacidad operativa en las distintas etapas del
proceso -extracción, procesamiento y acarreo de mineral- y el mantenimiento de
la estación de transferencia Boca Grande
II, la mayor estación de transferencia de mineral de hierro flotante en el
mundo, situada en el estrecho de Serpiente o canal de Colón, frente a la
desembocadura del río Orinoco,
entre las costas sur de la isla de Trinidad y oriental de Venezuela.
Otro inconveniente que
enumeraba el informe: la infraestructura portuaria de la estación Boca Grande II no se correspondía con la
capacidad de carga de los buques contratados por la china Wisco. Por si esto
fuera poco, los buques de transporte no contaban con sistemas de navegación
asistidos por GPS que permitieran la navegación nocturna, ralentizando el
acarreo de mineral por las traicioneras aguas del
estrecho.
Al hecho de que el
hierro que se comprometía con los chinos presentaba un importante descuento en
su precio, se agregaba la perspectiva de una inminente reducción de los ingresos
de Ferrominera por ventas a sus clientes nacionales del sector de
transformación. Ya estaba en vigencia un plan de recorte de consumo eléctrico
-era el año de la emergencia eléctrica decretada por Chávez- que preveía
importantes limitaciones para la industria pesada, y había problemas técnicos en
las plantas de reducción directa de Guayana (Matesi, Orinoco Iron, Planta de
Briquetas de FMO y Comsigua), responsables del segundo proceso en el ciclo
productivo del hierro, que consiste en transformar las pellas (pequeñas bolitas
del mineral) de manera que sean aptas para la fabricación de acero, lo que
incluye la remoción del oxígeno contenido en el óxido de hierro.

Al momento de la firma del convenio la producción en Ferrominera iba en franco descenso. Foto: Ferrominera.com
El informe,
elaborado a petición del Ministerio de Industrias Básicas y Minería (Mibam) de
Venezuela, concluía que sería necesaria una inversión
extraordinaria de 50 millones de dólares para atender aspectos urgentes que
podrían sortear parte de los obstáculos y aumentar la línea de producción de
Ferrominera. “De no acometer acciones inmediatas se incurrirá en el
incumplimiento del contrato de préstamo a septiembre de 2010 y con el contrato
de suministro en diciembre de 2010, que generarán las consecuencias legales y
económicas ya descritas. Sin embargo, tales acciones tampoco garantizan el
debido cumplimiento de todas las obligaciones derivadas de los diversos
contratos para los años subsiguientes, debido a que su cumplimiento dependerá de
reformas estructurales en la empresa”, advierte el
informe.
A pesar de que el
crédito de 1.000 millones de dólares -el mismo que, según el compromiso, Venezuela debía pagar con 42.96 millones de
toneladas de mineral de hierro- iba destinado a mejorar la capacidad de
producción y despacho de la empresa, en el reporte la representación venezolana
aseguraba: “CVG Ferrominera no se ha beneficiado de los recursos del
financiamiento”.
Entre tanto, y a pesar de los retrasos, la parte china podía darse por servida. Más allá de asegurar
los materiales necesarios para alimentar su crecimiento económico, con el convenio se había asegurado el acceso a mediano plazo a la fuente de uno de los mejores minerales del mundo. Cuando la mena de óxidos o hidróxidos de hierro contiene más de 65% de concentración de hierro seco, se considera de alta calidad ,y entre el 62 y el 64% se considera de calidad
media. “Entre las reservas declaradas [en Venezuela] la media en 1.748 millones
de toneladas es de 63,51% y en otras 4.176 millones de toneladas es de 41,2%.
Esta proporción es rara en el mundo”, dijo en 2018 Zhan Hongkun,
ingeniero jefe de China Railway 10th Engineering Group (y filial de Cregc) en
Venezuela, al diario chino People’s Daily . Además, el mineral de hierro venezolano es muy adecuado para el uso
industrial, ya que según Zhan “la dificultad de extracción es pequeña, el
mineral de hierro se encuentra todo por encima de la superficie, y se puede
cargar y transportar directamente después de ser
excavado”.

Desinversión y corrupción fueron los ingredientes que llevaron a la empresa a una práctica paralización. Foto: Ferrominera.com
Según Rebecca Ray,
investigadora de la Iniciativa de Gobernanza Económica Global (GEGI) de la
Universidad de Boston, que ha estudiado ampliamente los préstamos chinos en
América Latina, el acuerdo parece seguir un modelo tradicional de préstamos
respaldados por materias primas.
“En lugar de un
reembolso directo en especie, conllevan envíos de materias primas a una empresa
china (en este caso, Wisco), que luego canaliza los ingresos de la venta a una
cuenta vinculada al préstamo. Normalmente, si el valor de los envíos supera la
cantidad necesaria para el reembolso, el excedente puede devolverse al país
prestatario como ingresos normales de exportación. Obviamente, en este caso, con
la empresa minera en apuros, no esperamos que haya excedentes de envíos”, dice
Ray, quien también dirige el proyecto de
mapeo de la
financiación del desarrollo en el extranjero de China.
Sin mejoras en su
capacidad productiva, en 2010, Ferrominera Orinoco apenas pudo cumplir con la
entrega de 514.250 toneladas de hierro, solo 13,45% del compromiso asumido para
el año.
“Lamentablemente,
hasta donde sé, los detalles del acuerdo nunca se han hecho públicos, por lo que
no podemos confirmar si sigue el patrón tradicional”,
añadió.
'Espantá' en Beijing
A pesar del tenor del hierro venezolano, los envíos llegaban a cuentagotas. A finales de ese año, la proverbial paciencia china se agotó ante el incumplimiento venezolano.
El 9 de diciembre de
2010, en la sede del Banco de Desarrollo de China (CDB) en Beijing, se celebró
una reunión a la que debía asistir la presidenta del Banco de Desarrollo
Económico y Social de Venezuela (Bandes), Edmée Betancourt. Sin embargo, en su
lugar se presentaron Richard Miranda, oficial de cumplimiento del Bandes, y
Guadalupe Franco, primera secretaria adscrita a la Embajada de Venezuela en
China.
Durante el encuentro,
Tian Yunhai, subdirector del departamento de cooperación internacional del CDB,
expresó su molestia: “Tanto el banco como Wisco esperaban de Venezuela una
respuesta orientada a la cooperación y el diálogo sincero, sin embargo, las
negociaciones lideradas por Ferrominera distaban de ese objetivo, presentando
solamente una postura netamente comercial y con unos rangos de suministro que no
respondían a las expectativas de Wisco”, dijo el funcionario, según los
documentos a los que Armando.info
tuvo acceso. Tian recordó que en 2009, cuando el entonces ministro de Industrias
Básicas y Minería, Rodolfo Sanz, solicitó con carácter de emergencia recursos al
banco, “se respondió acorde a la confianza que mantiene en la cooperación con
Venezuela”.
El objetivo de la
reunión era recibir una propuesta del CDB para la utilización de la línea de
crédito, pero la representación china se quejó por la ausencia del recién
nombrado ministro de Industrias Básicas y Minería, José Khan, y de la presidenta
de Bandes, Edmée Betancourt, quienes hasta entonces habían dado la cara en
representación de Venezuela durante las negociaciones del contrato con China.
“La situación está afectando la relación financiera con Venezuela y seguro que
esta situación no sería del agrado del señor presidente Hugo Chávez”, amenazó Tian, no muy veladamente.

Tian Yunhai, subdirector del departamento de cooperación internacional del CDB. Foto: Jorge Bernal / AFP
Un día después de la
reunión, la Comisión Diplomática de Venezuela en China recibió una comunicación
con carácter de urgencia del funcionario chino, en la que informaba de una
visita que haría a Venezuela en 30 días, acompañado por técnicos del banco y equipo
técnico de Wisco, para evaluar la capacidad productiva y condiciones logísticas
e iniciar la ejecución de proyectos para el año 2011. “El objetivo es
solucionar lo antes posible los problemas que CVG tiene en la producción y
logística”, refería.
Con socios así...
Mejorar la capacidad
de producción y despacho de mineral de hierro de Ferrominera justificó el
endeudamiento por 1.000 millones de dólares con el Banco de Desarrollo de China,
y obligó a la estatal a comprometer 42,96 millones de toneladas de su
producción. Pero la puesta en marcha de los proyectos de mejoramiento de la
minera se encontró con tantos traspiés como los intentos de cumplimiento del
calendario de pago establecido.
En una reunión
celebrada el 30 de mayo de 2011, Ferrominera y Wuhan Iron and Steel Corporation
(Wisco) firmaron un nuevo convenio que comprometía a la empresa china a diseñar
y poner en marcha dos proyectos junto a la estatal china China Railway
Engineering Corporation Group (Cregc), que incluían la “ampliación de la
capacidad del muelle de Palúa”, un pequeño puerto en el noroeste de San Félix,
ciudad del estado Bolívar, y el “dragado del río Orinoco”. El acuerdo contempló
también un tercer proyecto que iba a ser desarrollado por Wisco y que estaba
destinado a la “compra de maquinaria y repuestos para las minas” para aliviar la
crisis operativa y de infraestructura que enfrentaba la
empresa.

Los proyectos fueron prometidos para el término de 2012. Foto: Ferrominera.com
Tres meses después, el
10 de agosto de 2011, luego de continuas jornadas de trabajo entre Ferrominera y
Wisco, las partes concluyeron que los proyectos debían ser ejecutados por
empresas especializadas en estas áreas. Wisco admitió por fin que no tenía la
experiencia suficiente para llevar a término las obras de ingeniería para
ampliar la capacidad operativa del muelle de Palúa y llevar adelante el dragado
del Orinoco. Por ello, informó a Ferrominera la cesión total a terceros de ambos
proyectos. Otorgó el de dragado a China Railway Engineering Corporation Group
(Cregc) y China Communications Construction Company (CCCC), esta última a cargo
de más de 50
proyectos en América
Latina. La ampliación de la capacidad operativa del muelle de Palúa fue
encomendada a China Railway N° 10 Engineering Group Co., Ltd.
Wisco quedaría así con
solo uno de los tres proyectos contemplados en el acuerdo original, para la
compra de maquinarias y repuestos para las minas.
El 5 de septiembre de
2011, Ferrominera firmó con China Communications Construction Company (CCCC) el
contrato para la ejecución de dragado de mantenimiento y profundización del
canal del río Orinoco, comprendido entre las millas 0 y 42 de su canal exterior
y entre las millas 42 y 196 de su canal interior. Ese mismo día, la estatal
venezolana dio el visto bueno a China Railway N° 10 Engineering Group Co., Ltd
para que iniciara los trabajos de ampliación del muelle de Palúa, que abarcaban la construcción, instalación
y puesta en marcha de tolvas receptoras de mineral de hierro fino y grueso,
transportadores, casa de trasferencia, un apilador de 3.500 tn/h de capacidad
nominal cada uno, un recuperador, un cargabarcos, un patio de apilado, y la
construcción de 2,5 km de vía férrea en circuito cerrado para la entrada,
descarga y salida de trenes.
Ambas obras debían
iniciarse en octubre de 2011 y culminar catorce meses después, en diciembre de
2012.

Los documentos Memoria y Cuenta del Ministerio de Industrias Básicas registraban año a año la caída de la producción
Pero mientras los
proyectos de mejoramiento de infraestructura no se concretaban, Ferrominera
enfrentaba compromisos de entrega de material cada vez más altos y con
dificultades cada vez mayores para cumplir. En 2011 le correspondía una cuota de
seis millones de toneladas, o 35% de la producción total registrada ese año.
Para 2012, la cuota subió a 6,5 millones de toneladas, correspondientes a 43% de
la producción que, según la Memoria y
Cuenta del Ministerio de Industrias Básicas de ese año, alcanzaría a duras
penas las 15 millones de toneladas.
De los proyectos
financiados por el Fondo Chino a Ferrominera, el único que llegó a término fue
la ampliación del muelle de Palúa de Ferrominera Orinoco, con cinco años de
retraso respecto a la fecha prometida, y ya cuando Hugo Chávez había muerto. En
el programa de televisión Contacto con
Maduro, el viceministro de Planificación Industrial e Inversiones
Estratégicas para la fecha, Marcial Arenas, el presidente de la estatal minera, Isaías Suárez Chourio, y representantes de la empresa China Railway Engineering
Corporation Group (Cregc), inauguraron la obra el 31 de enero del
2017.
El año 2013 marcó el
quiebre definitivo de la industria, con deudas millonarias por cobrar.
Nacionalizada en 1975, un año antes que la industria del petróleo, la
explotación de los yacimientos férreos del estado Bolívar fue el primer pilar de
un plan estatal de los gobiernos democráticos para convertir la ribera sur del
río Orinoco en un enclave siderúrgico y de industria pesada de escala global.
Ferrominera, levantada a partir de las operaciones que tenían antes empresas
norteamericanas, era fundamental para ese horizonte.

En el documento oficial Memoria y Cuenta del 2013 la explicación dada por el descenso de la producción se separaba de la realidad
Ese 2013, el
presidente de Ferrominera, Radwan Sabbagh, admitió en una entrevista pública que
la empresa enfrentaba dificultades hasta para pagar los recibos de electricidad,
gas, Seguro Social y los compromisos contractuales asumidos a través del Banco
Nacional de Vivienda y Hábitat (Banavih). A su vez, parte importante de la
producción se encontraba hipotecada por el contrato con China, que no dejaba
ganancias directas a la industria. El precio internacional del mineral de hierro
ese año promedió 135 dólares la tonelada, mientras Venezuela había aceptado un
trato por el que, en la práctica, estaba entregando la tonelada a 23 dólares.
Caracas había desaprovechado una década de alza en los precios de las materias
primas impulsada, irónicamente, por la voracidad de China. Lo peor es que el
asfixiante compromiso seguía: para 2013 la promesa de entrega de mineral
ascendía a 6,5 millones de toneladas; ese año, la producción de Ferrominera fue
de diez millones de toneladas. En otras palabras, de cada kilogramo de hierro
producido en 2013, 650 gramos salieron de la tierra ya empeñados al cliente
chino, sin posibilidad de venderlos por dinero en efectivo. Estaban "pagados"
desde hacía mucho tiempo antes.
El documento oficial
Memoria y Cuenta del Ministerio de
Industrias Básicas del 2013 da como explicación para el descenso acusado en
la producción de las plantas del sector del hierro y el acero nacional la de
“los efectos acumulados del viejo esquema de gestión capitalista que
predominaba, así como la desinversión histórica del viejo modelo de gestión de
estas fábricas, en equipamiento y mantenimiento programado para garantizar la
disponibilidad de los equipos necesarios para la sustentabilidad de la
producción y las ventas”.
Pero la parrafada no
era creíble. Algo más debía estar sucediendo y, para averiguarlo, desde Caracas
enviaron a Ciudad Guayana -el conurbano de San Félix y
Puerto Ordaz alrededor de la desembocadura del río Caroní en el Orinoco, sede de
la CVG y capital de la industria pesada venezolana- a un súper agente de
inteligencia, Juan Carlos Álvarez Dionisi, alias El tiburón, coronel de la Guardia
Nacional Bolivariana. Fue el comienzo de un escándalo de corrupción que terminó engullendo al propio Álvarez
Dionisi.

El precio internacional del mineral de hierro en 2013 promedió 135 dólares la tonelada. Foto: Ferrominera.com
El 12 de junio del
2013, el presidente Nicolás Maduro, recién electo en abril anterior tras el
fallecimiento de Chávez, anunció la detención de Sabbagh, el presidente de
Ferrominera que se quejaba de la imposibilidad de pagar la factura de los
servicios. Sabbagh fue después condenado a seis años de prisión, tras admitir su
responsabilidad en el desvío de una partida presupuestaria de más de 1,8
millones de dólares, durante su gestión entre 2006 y 2013. Con él, también
fueron a prisión las gerentes de Finanzas, María Acosta, y de Administración,
María Rodríguez; el consultor jurídico, Noel Ramírez, el exgerente técnico de
Operaciones de Ferrominera, Ángel Ramón Campero Franco; y un empresario, Yamal
Mustafá, de amplios vínculos con el varias veces gobernador del estado Bolívar
por el chavismo, general Francisco Rangel Gómez.
El anuncio puso al
descubierto varios ilícitos que vinculaban a la alta gerencia de Ferrominera con
un esquema de corrupción de venta de mineral de hierro con descuentos a empresas intermediarias, que colocaban el producto en el mercado
internacional. Además, dio a conocer que los implicados habían dado sobornos al
coronel Álvarez Dionisi, enviado a investigar las irregularidades, a cambio de
que no las reportara. El tiburón fue
acusado entonces por las fiscales 54º nacional y 2º nacional auxiliar, Nelly
Sánchez Pantaleón y Maryori Da’Cunhade, respectivamente, por los delitos de
extorsión, legitimación de capitales y asociación para
delinquir.
En la ya citada Memoria y Cuenta de 2013, el Mibam alude
a la investigación abierta en tribunales por la desviación de recursos y señala
que “a raíz de esto y otras denuncias se destituyó parte del tren directivo de
la planta así como efectuaron diversas detenciones por parte de los órganos
competentes en la materia”.
Frustrados, y frente a
la incapacidad de su socio comercial -lastrado ahora por un escándalo de
corrupción- de cumplir con los acuerdos, los ejecutivos chinos se vieron
obligados a evaluar y renegociar los proyectos, en procura de una recuperación
real de la producción. Los últimos registros públicos sobre el estatus de los
proyectos se encuentran en el documento Memoria y Cuenta del Poder Popular para
Industrias de 2015.

La Ampliación de la capacidad del muelle de Palúa fue el único proyecto que llegó a término
“El proyecto
'Ampliación de la capacidad del muelle de Palúa', no contempló avance de la meta
física, por haberse alcanzado esta a finales de 2014 con la culminación de las
instalaciones”, reza el documento. Añade que se recibieron los planos del
proyecto “en condición de construido”, se realizaron pruebas sin carga y con
carga que permitieron la corrección en diferentes puntos de los sistemas
instalados y la firma de las actas de aceptación provisional, a pesar de que
quedó pendiente finalizar la asistencia técnica al proyecto.
Entre tanto, en 2016,
Wisco, con sede en Wuhan, la ciudad elevada luego a una triste celebridad por el
coronavirus, se fusionó con Baoshan Iron and Steel Group (Baosteel),
con sede en Shanghai, como parte de la amplia reforma de las empresas estatales
iniciada por el gobierno chino. El resultado de esa operación fue que la
empresa, ahora llamada Baowu Steel Group, se constituyó en la segunda mayor
siderúrgica del mundo. No está claro si las obligaciones contractuales de
Ferrominera pasaron a ese grupo. Según Panjiva, compañía que registra datos del
comercio internacional, entre 2017 y 2018, Ferrominera todavía exportaba cerca
de tres millones de toneladas de mineral de hierro por año a
China.
El último anuncio
público realizado por Nicolás Maduro aseguraba que, en octubre de 2019,
Ferrominera volvería a producir tres millones de toneladas de material al año.
Un año después de aquel pronóstico, los hornos ubicados dentro del complejo
industrial Punta Cuchillo, en el área industrial de Matanzas, al oeste de Ciudad
Guayana, permanecían apagados, mientras las cifras de producción de la empresa
continúan en franco descenso, sin siquiera haber alcanzado los dos millones de
toneladas en 2020, la séptima parte de lo que estaba produciendo Ferrominera una
década antes, cuando recibió el crédito de China para su expansión.
