"Internet es la Revolución en Cuba después de la del 59"
Una pequeña rebelión, encabezada por un grupo de artistas y gestores culturales, cobró fuerza hasta amenazar durante los últimos meses de 2020 con convertirse en la chispa que incendie la pradera castrista, después de 62 años de régimen comunista. Aunque tiene cuatro años en la fragua, es solo ahora que el Movimiento San Isidro se deja conocer en la prensa internacional. Con él ha dejado de ser invisible toda una colectividad de ciudadanos investidos por la web y las redes sociales de un nuevo poder, que intentan seguir adelante contra la represión para transformar los reclamos iniciales por la libertad creativa en una ola de cambio político. Así lo relata desde La Habana uno de sus líderes, Luis Manuel Otero.
Una calle comercial y
bulliciosa en Centro Habana; un joven que recorre una de sus cuadras a paso
lento, en un sentido y en el contrario, con las manos arriba mientras alza un
cartón con un mensaje, y se detiene por segundos para que su voz, proyectada a
través de un tapabocas, y su texto, puedan escucharse y leerse; decenas de
personas alrededor que miran mientras otras diez, al menos, apuntan sus
celulares a la escena, inusual en ese boulevard San Rafael como en las calles de
la capital cubana.
Esos videos circularán
por las redes sociales, precisamente desde ese mismo 4 de diciembre de 2020,
acompañados con hashtags que más
sonarían a consignas, y que recordarán las tres frases que el joven llevaba
rotuladas a mano en el cartón: “Libertad”, “No + represión”,
“#Free_Denis”.
Fueron dos minutos con
20 segundos de puro atrevimiento para los estándares de tolerancia de las
autoridades cubanas. Así como las grabaciones recogieron la protesta unipersonal
y la algarabía que detonó entre los viandantes del paseo peatonal, también
captaron el momento en que los funcionarios policiales le pusieron fin con el
arresto del joven, de nombre Luis Robles. Para evitar ese desenlace de nada
valió la solidaridad espontánea de los espectadores, expresada mediante
manotazos a los agentes de la represión y gritos para que no se lo llevaran
detenido.
El gesto callejero de Robles , aún preso y por quien ahora también piden libertad como lo hizo él ese día con su pancarta, fue la puntilla de una serie de eventos que han sacudido a la isla desde 2016 y que se enmarcan bajo una circunstancia ya más evidente desde el final de 2020 con el denominado Movimiento San Isidro. La aparente apatía del pueblo cubano, ya con 62 años de dictadura encima, ha dado lugar a una novedosa manifestación de rebeldía que, proyectada desde el mundo de la cultura y el arte, ha logrado trascender al resto de la sociedad tras varios años de germinación. Esta vez, para pesar del régimen castrista que intenta ahogarlo a toda costa, la era sí que parece estar pariendo otro corazón.
Cubano protesta en la calle San Rafael en La Habana, Cuba. Las personas a su alrededor lo apoyan. pic.twitter.com/MrQtkFcrOM
— Norges Rodríguez (@norges14) December 4, 2020
Luis Manuel Otero
Alcántara, artista de 33 años, lo cuenta desde su casa, que ahora no solo es la
sede del Movimiento San Isidro, sino su prisión (domiciliaria) por disposición
de la Seguridad del Estado. Él, uno de los líderes del movimiento, habla con Armando.info por mensajes de voz vía
WhatsApp que logra enviar a ciertas horas, a ratos, en distintos días, cuando
aprovecha los datos móviles que tiene porque las agencias del régimen aún no han
detectado desde dónde los usa (o fingen no saberlo), y que dosifica para rendir
las recargas que logran enviarle sus amigos, regados dentro y fuera de
Cuba.
“Eso que pasó con este
chico pasó en un contexto en el que todo el mundo sabe que en Cuba, en este
momento, hay gente protestando en cada esquina y se está saliendo en cada
esquina”, asegura Otero. “Ahora en cualquier lugar una persona puede tener un
celular, graba, no lo sube porque no tiene datos pero llega a su casa y lo sube
a redes sociales con wifi”, remata. El acceso a internet, tan cotidiano en pleno
siglo XXI, es una rareza en la mayor de las Antillas que trae consigo una
revolución en la medida en que el Gobierno, a regañadientes, permite su
expansión. Al menos así lo han entendido los miembros del Movimiento San
Isidro.
El siguiente relato en
primera persona es una redacción de Armando.info a partir de ese
intercambio de mensajes con Otero. Si bien ensamblada e intervenida por
necesarios arreglos de edición que responden a exigencias de extensión y
sentido, la versión busca preservar la voz y cadencia de un protagonista, Luis
Manuel Otero, cuyo testimonio ayuda a comprender cómo el reclamo de libertad
creativa por parte de un grupo de artistas consigue eco en el resto del país y
se constituye en germen de posibles cambios políticos -eso está por verse-
frente a un régimen esclerótico. Por lo pronto,
el Movimiento San Isidro, al que el poder no consigue todavía endilgar con
eficacia los epítetos de "violento" o "mercenario", ha logrado devolver la atención
internacional hacia la represión cotidiana que en Cuba se volvió costumbre,
tanto, que dejó de ser noticia. Hasta noviembre de 2020.

Luis Manuel Otero Alcántara nació en La Habana en 1987, es un artista visual autodidacta que se ha convertido en uno de los líderes del MSI. Foto: movimientosaninsidro.com
De cómo la prohibición de colgar un cuadro se volvió el examen de próstata que la gerontocracia cubana no se quería hacer
"El Movimiento San Isidro tiene unos
antecedentes primarios en una obra de arte que hicimos Yanelys Núñez y yo, que
se llamó 'Museo de la Disidencia'. Allí nosotros salimos a la búsqueda de
antecedentes de artistas que tuvieran una postura política o tuvieran proyectos
que fueran conflictivos para el régimen y tuvieran como una posición política
disidente básicamente. Allí es cuando encontramos a un personaje importantísimo
en la historia contemporánea de la cultura y de la política disidente, que se
llama Amaury Pacheco. Amaury fue el líder de un grupo que se
llamó
Omni Zona Franca [conformado a finales de los 90], que relativamente tiene como la misma
dinámica del Movimiento San Isidro. Yanelys y yo teníamos ya conexiones con un
sector del arte independiente que eran Sandra Ceballos y Tania Bruguera. Esos
eran como nuestros antecedentes dentro del mundo del arte independiente o arte
político pero mucho más como élite. Es en casa de Sandra Ceballos que llegamos a
Amaury Pacheco.
[Omni Zona Franca
llegó a ser un colectivo de artistas diversos, de músicos, poetas, grafiteros,
raperos, artistas visuales, urbanos y más, que incomodó a la dictadura de Fidel
Castro durante años con sus acciones artísticas
irreverentes].
Amaury nos conectó directo con un submundo que
estaba relativamente dormido. Con el mundo de la literatura y poesía,
subterráneo y disidente, con esa farándula medio apagada, sobreviviendo con
algún que otro evento, pero sin nada que la mantuviera viva. Y con Amaury y
el 'Museo de la Disidencia'
todo eso comienza como a resurgir y como a tomar un nuevo aire. Esto fue en
2016. [Además de ser una
plataforma cultural que organizaba presentaciones artísticas para la gente,
buscaba rescatar una palabra casi proscrita en la isla: disidencia].
Ahí empezamos a hacer eventos, invitamos a
todos estos artistas, músicos, artistas visuales, y en el camino se nos ocurre
hacer un evento que se llamó la 'Bienal 00'. Esa fue mi primera vez en prisión.
Ya la Seguridad del Estado me venía acosando desde antes con el 'Museo de la
Disidencia', pero conmigo y con el museo como que negociaban, me permitían hacer
alguna que otra cosa, aunque me intimidaban y metían un poco de miedo, pero me
dejaban hacer mis obras, incluso salía de Cuba, apliqué a becas aquí dentro de
Cuba también, y me fue como súper bien. Estaban las amenazas y demás pero no el
acoso que surgió después.

El Museo de la Disidencia fue una obra de arte creada en 2016 pero se convirtió en una plataforma para el debate cultural de la disidencia.
En La Habana se hace un evento oficial desde el
año 1984 llamado la Bienal de La Habana. En principio surgió como un proyecto
para el Tercer Mundo, un proyecto elitista, ya marcado por la política y que
perdió un poco las perspectivas. En 2018 tocaba la Bienal de La Habana, que,
aunque es un evento oficial, alrededor de él pasan otros fenómenos privados,
particulares, vienen coleccionistas y galeristas de distintos países a ver arte.
Es una dinámica espectacular durante un mes, porque no tienes que ser artista
oficial sino que tú puedes abrir tu casa y allí puede caer un coleccionista o
alguien a ver tu arte y lo que tú haces.
Ellos [el gobierno cubano] decidieron en 2017 posponer por un tiempo
la Bienal de La Habana de 2018. Aquí en Cuba estamos acostumbrados a que cuando
te quitan las cosas más nunca te las vuelven a poner. La justificación era que
si el ciclón [el huracán Irma], que
si la economía, pero ese año todos los demás eventos, el Festival de Ballet, la
Feria del Libro, sí funcionaron. Todos menos la Bienal de La Habana. Eso
despertó una gran molestia entre la gente que ya tenía su planificación y allí
decidimos Yanelys y yo hacer una bienal de arte independiente y la llamamos
la 'Bienal 00'.
Hasta ese momento de la Bienal 00 habíamos
tenido cierta persecución de la Seguridad del Estado, a Yanelys la habían botado
del trabajo por el 'Museo de la Disidencia', pero nunca habíamos estado en
prisión. Mi primera vez en prisión fue cuando lanzamos la convocatoria de la
'Bienal 00', que sería aquí en mi casa. Íbamos a hacer una conferencia de
prensa, llegó la policía para meterme preso, con la explicación de que yo tenía
dos sacos de cemento ilegales. Pero cuando salgo de prisión me doy cuenta de que
la solidaridad fue 'in crescendo', fue grandísima.
Con la 'Bienal 00' nos conectamos con otro
importantísimo pilar que se llama Michel Matos. Durante los diez días de la
bienal presentamos diferentes proyectos y ahí logramos aglutinar, desde las
artes visuales y también desde la música, un poco de ese arte independiente,
alternativo, arte disidente que existía en Cuba, en La Habana sobre todo. Y
conectar a todos esos artistas que tuvieran algo que decir desde lo
independiente o desde lo disidente.
Durante la 'Bienal 00' el régimen sí se ensañó
con nosotros, fui preso como dos o tres veces, nos cogían en la calle, nos
quitaban las pegatinas, nosotros mandábamos a hacer promoción para el evento y
nos quitaban eso. Intimidaron a un montón de gente, salimos en la prensa y en la
televisión por primera vez, diciéndonos que éramos pagados por la CIA y demás y
demás. Eso nos puso indiscutiblemente sobreaviso y fue la primera vez que
enfrentamos verdaderamente la represión. El régimen amenazó a todos los
artistas, le quitó los papeles a muchos artistas [los permisos para ser artista en Cuba], metió presos a otros y así durante diez
días, pero fue espectacular. Eso fue otro caldo de cultivo donde conectamos con
un montón de artistas y un montón de gestores culturales en lo que pudiera haber
sido algo previo al Movimiento San Isidro.
Salimos de la 'Bienal 00' un poco destrozados,
las instituciones culturales a las que pertenecíamos nos habían difamado, así
que empezamos a exigir a esas instituciones una disculpa pública. Nosotros
logramos que en la 'Bienal 00' participaran, durante diez días, como 150
artistas en espacios independientes que ellos mismos cedían. Cuando terminamos,
decidimos denunciar y cuestionar al régimen sobre por qué tanto abuso y tanta,
tanta violencia hacia nosotros, y al régimen se le ocurre como al mes, al ver
toda esa independencia, al ver que 150 artistas no respetaron toda su represión,
sacar un decreto que es el Decreto 349, en abril de 2018. Y eso para nosotros
fue como 'mira, ahora mismo tenemos que tener una posición política que nos
resguarde a nosotros mismos, tenemos que convertirnos en un movimiento para que
nos resguardemos nosotros mismos y le sirvamos a las demás personas como
referencia'.
El Decreto 349
básicamente lo que hacía era regular todo lo que fuera arte en Cuba,
independiente o no independiente. Si tú en tu casa decidías poner un cuadro en
la pared e invitar a un amigo tenías que pedirle permiso al Ministerio de
Cultura y, si no, estabas cometiendo un delito. Ahí sí nos unimos muchos, muchos
artistas y decidimos cerrar filas y decir 'no vamos a permitir que nos implanten
este decreto'. Ahí fue cuando hicimos la protesta en el Capitolio de aquí de La
Habana, que Yanelys se llenó de excremento y eso fue como viral, mucha gente se
enteró, y fue el principio de la campaña contra el 349.
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Ahí el régimen sacó todo su armamento, nos
cogió en la calle, nos metía presos, no nos permitía cantar, no nos permitía
nada, los conciertos que hacíamos eran censurados constantemente, era una
cacería de brujas la que tenía el régimen contra nosotros durante esos seis
meses. A mediados de esos meses nos dimos cuenta de que teníamos una fortaleza,
que estábamos conectando gente, conectando sobre todo con un barrio donde yo
vivo que se llama San Isidro. Indiscutiblemente el 349 fue determinante. Antes
del decreto había cierta unión desde lo cultural y desde lo artístico, desde el
'Museo de la Disidencia' que mutó a la 'Bienal 00'.
Con la campaña contra el 349 nos fuimos dando
cuenta de que teníamos una fuerza, una aceptación, que nuestras posturas y
nuestras herramientas como gestores culturales conectaban a la gente, conectaban
a los artistas, y ahí es cuando sale el régimen y reconoce que el decreto fue un
error, que tenía problemas, y ahí ya nos volvimos como una especie de símbolo de
que sí se podían hacer las cosas, como símbolo de que sí se podía mover al
régimen.
Cuando hicimos la 'Bienal 00' nadie creía en
Cuba que se podía hacer un evento independiente de esa magnitud, nadie creía en
Cuba que podía quitarse un decreto, la gente decía 'no, el régimen no va a ceder
nunca', 'todo el mundo tiene miedo', 'nadie va a decir nada', pero nosotros
fuimos los que confiamos en ese momento de que sí se podía hacer un evento
independiente de esa magnitud y lo hicimos, y después con el 349 la gente decía
que 'eso seguro no lo van a quitar', y también lo hicimos.
Por decisión de Amaury Pacheco y de Michel
Matos decidimos hacer el Movimiento San Isidro, que era no más que agarrar todo
aquello que veníamos trabajando desde hacía dos años, desde 2016, y convertir
esa hiperconexión y la protección que teníamos unos con otros en una
institución, convertirla en un nombre que sonara en el oído de la gente, que ya
no fueran entes independientes así sino Movimiento San Isidro. Que eso retumbara
en la cabeza de la gente y que significara algo, significara una filosofía, una
lucha, significara una postura ante la vida, pacifista, luchar por los derechos
culturales, luchar por la libre expresión, por ganar espacios dentro del arte
independiente y que este estuviera vigilante. Nosotros vigilábamos todo el arte
independiente para que el régimen no lo machucara y procurábamos que todo el que
quisiera llegar a la casa del Movimiento San Isidro pudiera llegar y sentirse
protegido. Eso es lo que somos.
Sabíamos que cuando nos fuéramos conectando
mucho más unos con otros vendría hacia nosotros toda la campaña de difamación de
que éramos mercenarios, terroristas, demás y demás. Por eso necesitábamos dejar
sentado en piedra cuál era nuestra postura, y ahí decidimos hacer también el
Manifiesto de San Isidro, unirnos y demostrar que unos a otros nos estábamos
protegiendo. Fue un ejercicio de subsistencia, un ejercicio para poder salvarnos
unos a otros porque sabíamos, primero que todo, que en la Cuba comunista ya no
teníamos cabida dentro de la sociedad, y que la única manera era generar una
plataforma de nosotros para nosotros, donde nos protegiéramos y nos ayudáramos,
pero sobre todo donde pudiéramos soñar también con que podíamos influir en la
libertad de Cuba desde el arte. Siempre tuvimos la fe de que el arte podía ser
una herramienta, que es una herramienta para los cambios radicales en un régimen
totalitario o el que sea. Eso lo tuvimos presente desde el principio, hasta el
sol de hoy que estamos viendo los frutos.

El Movimiento San Isidro está conformado por artistas, gestores culturales, activistas, periodistas, e intelectuales en general. La protesta de noviembre fue protagonizada por 14 de ellos. Foto: movimientosanisidro.com
Yo creo que las condiciones ahora mismo en Cuba
están prestas, hay una torpeza por parte del régimen, una falta de respuestas
ante necesidades básicas del pueblo como la alimentación, el régimen cada día
tiene menos poder sobre la gente, menos convencimiento sobre la gente, menos
compromiso de la gente.
Todo eso se ha venido al traste con un grupo de
artistas que nos hemos conectado y con mucha creatividad y mucho arte le hemos
dado respuestas y herramientas cívicas a la gente, desde un dibujo hasta ponerte
un casco de constructor para caminar por La Habana, y como esta realidad es tan
rígida y no pasa nada, cuando tú vas a lo mínimo y sales a la calle con un
letrero que dice libertad, un simple letrero, eso hace que se revuelva todo. Tú
pones en un cartel en una esquina que diga libertad o abajo quien tú sabes y eso
hace que ellos muevan todo un aparato.
Entonces tenemos eso a favor. Tenemos, uno, el
despertar del pueblo por una necesidad básica de alimentación, de futuro, de ver
un futuro inmediato dentro de la isla o fuera de la isla porque cada día se
recorta más todo; y tenemos una torpeza a nivel del régimen. Nosotros somos como
una especie de engranaje, una especie de aceite, estamos echándole un poco de
aceite a ese fuego que es la realidad cubana. Por allí también están los
ambientalistas, las feministas, la comunidad LGBTI, hay varios grupos de la
sociedad civil que se están articulando.
Nosotros los artistas lo que tenemos a lo mejor
es un poco más de herramientas para llegar al otro, y una herramienta importante
es Internet, los datos móviles. Eso hace que mucha gente logre ver los
materiales que sacamos y como nosotros trabajamos con la visualidad, con el
imaginario, el impacto social es mucho más grande. Nosotros sabemos cómo hacer
una foto, dónde subirla, a qué hora poner un video, conocemos eso, vamos
conociendo eso y eso indiscutiblemente tiene mucho más alcance que lo rígido de
un régimen que quiere incidir en un barrio popular cantando canciones burguesas.
Como conocemos todo eso y también como muchos del Movimiento San Isidro venimos
del pueblo, venimos de la tierra, la comunicación es directa, es como si
habláramos con nuestros primos a nivel nacional.
Internet es la revolución luego del año 59.
Después del triunfo de la dictadura, la gran revolución en Cuba, lo que está
cambiando a Cuba literalmente ahora mismo son las redes sociales. En algún
momento se especuló que iba a ser mucho más rápido, pero está teniendo un tiempo
y un paso súper importante y súper elaborado.
El acceso a Internet fue una de las supuestas
prebendas que el régimen regaló al pueblo cubano cuando las negociaciones con
los americanos, todo eso fue subterráneo, de la noche a la mañana ya fueron
amigos. El proceso fue gradual. Primero fueron los parques wifi [autorizados a
partir de julio de 2015], la gente llegaba con su teléfono, compraba tarjetas y
se conectaba, y ahí comenzó la cultura del Internet, de las redes sociales.
Empiezas a hablar de varios términos, llegas por intuición a las redes y es muy
sencillo adueñarse. Hubo una especie de progresión.
Después de los parques wifi, que eran caros, la
gente empezó a inventar los rúter para replicar internet: me dabas un dólar y
podías estar anclado a mi teléfono, se volvió una especie de negocio. Por un
dólar podías estar más de una hora, dos, tres horas, siempre malo, siempre
lento. Luego en 2018 llegaron los datos móviles, eso sí fue lapidario.
Yo sí creo que el Internet es la gran
herramienta y en Cuba particularmente creo que se está imbricando el internet
como una herramienta, a lo mejor no tan delirante, producto de que el acceso a
internet es muy, muy, muy pero muy caro. Pero el cubano común ha generado sus
mecanismos para poder conectarse por lo menos una o dos horas al día a través de
wifi o algo así, para poder ahorrar los datos lo más que pueda. Además, alguno
que otro tiene amigos o familiares afuera que logran recargarle el teléfono.
Ahí hay una dinámica donde la gente ya empieza a buscar lo que le interesa y le
llega la información que le interesa. El régimen sí tiene censurados algunos
sitios digitales pero la gente ya está empezando a buscar las cosas que le
interesan más allá de la banalidad.
Entonces nos pasa algo que nos diferencia del
régimen. El régimen es muy moralista, tiene una moral comunista muy retrasada y
son muy lentos, están dirigidos por unas personas que tienen 80 años. Cuando un
periódico cubano saca una información antes tuvo que haber pasado como por 20
filtros porque hay mucho síndrome de la sospecha, de la paranoia; imagínate que
la muerte de Fidel Castro ya estaba en varios medios del mundo y aquí no la
habían anunciado por paranoia, por inseguridades que tienen aquí. Entonces, a la
hora de llegarle a los medios, nosotros conocemos mucho mejor los medios.
Incluso antes de que pudiéramos tener Internet en los teléfonos o Internet en un
parque, ya yo conocía relativamente Internet porque tuve una novia
norteamericana, después tuve mi Facebook y ella me ayudaba, tenía como una idea
más o menos de cómo podría funcionar eso, y ahí te construyes todo un cuerpo
cultural y visual de cómo utilizar eso mucho más adelantado de lo que pueden
hacer ellos [el régimen] desde sus instituciones culturales.
En los últimos tiempos el régimen nos corta
Internet a los opositores, a los activistas, a los artistas que nos encerramos,
nos quita las líneas telefónicas. Cuando eso pasa, nosotros tenemos que dar esa
línea y buscar otra. Tenemos amigos que nos mandan un poco de plata, además de
la economía del bolsillo propio. Es un gran sacrificio, imagínate que
durante la huelga aquí nos gastamos casi 400 dólares en tarjetas, entre que nos
quitaban una y comprábamos otra, hablábamos con un socio que nos pasaba otra
tarjeta y a esa otra le quitaban Internet, teníamos que buscar otra y así, para
estar transmitiendo constantemente y estar enfocándonos en la gente.
Eso que pudimos hacer de comprar diez o 20
líneas fue gracias a la ayuda de muchos amigos, de lo contrario hubiera sido
imposible. Cuando tenías que botar el chip botabas el dinero. Los chips son
caros. Una línea está en 20 dólares y eso fácilmente es un salario
promedio [el 1 de enero de
2021 el salario mínimo en Cuba pasó de 17 dólares a 87 dólares].
Gracias a que tenemos una economía donde los
amigos nos ayudan con algo, cubanos en Estados Unidos y en otros países que nos
recargan el teléfono, o ayudan comprando una línea, o si hacemos recogida de
dinero entre muchos, es que tenemos un estatus medio alto sobre la gente.
Ahora mismo hay procesos naturales que no sé
cómo están pasando y es que, con lo caro que es Internet, ¿cómo es que la gente
está escuchando las transmisiones directas de
Maykel Osorbo [rapero del
Movimiento San Isidro] o las mías?. Sería
interesante averiguar cómo es que la gente está teniendo acceso a los medios
independientes que están bloqueados o cómo tienen acceso a las transmisiones en
directo en Facebook. Yo creo que el cubano de a pie ya está buscando sus propios
mecanismos de cultura política a partir de la postura política de los medios.
También hay muchos medios digitales que buscan
alternativas para llegarle a la gente como por ejemplo un post en Facebook. Uno
llega mucho más rápido a un post en Facebook que a un texto en una página que se
bloquea, que es lenta y cuesta más dinero [por los datos que se consumen en ese
intento por ingresar a la página bloqueada]. Entonces nosotros lo que sí
conocemos es el lenguaje perfecto, la visualidad perfecta, las redes sociales
son estructuras muy visuales, muy cortas, muy artísticas. El régimen es como muy
atrasado, mientras que nosotros somos muy contemporáneos, al nosotros ser tan
contemporáneos nuestros seguidores aumentan, conocemos el lenguaje de las redes
sociales.
Ellos, en cambio, están retrasados, si tú eres
un estudiante de la UCI, que es la Universidad de Ciencias Informáticas, no
tienes la libertad que tenemos nosotros de manejar nuestras redes; si tú vas a
estar en esas redes tienes que pedir permiso, decir qué vas a hacer, y cuando te
responden ya eso es viejo y tienes que volver a preguntar. Entonces ellos en su
estructura son muy viejos y nosotros somos muy contemporáneos. Por ese nivel de
encriptamiento y rigidez no logran seguidores.
Aquí hay una sola compañía telefónica que se
llama Etecsa y tiene un departamento adentro que es el Departamento de la
Seguridad del Estado, y se encarga de escuchar todas las conversaciones
telefónicas. Claro, las que le interesan, no me imagino que esté escuchando a
las once millones de personas, pero ellos tienen interceptadas todas, todas,
todas las llamadas telefónicas que les interesan.
A mi por ejemplo me han llamado y ellos han
descolgado el teléfono y han dicho 'para qué tu quieres hablar con Luis Manuel,
no hables con Luis Manuel', y han colgado. Y las personas me han llamado después
y me han dicho 'mira, llamé y me salió esto'.
Los chips aquí están a nombres personales, está
a mi nombre, a nombre de un primo, de un sobrino. Son fáciles los que están a mi
nombre porque cortan el Internet a esa tarjeta, ellos tienen el control de esa
tarjeta porque es una sola compañía, es una sola línea, y ellos pueden tumbarte
Internet o pueden tumbarte Facebook como los chinos, porque es una sola compañía
con un solo sistema de todo.
Uno lo que hace es pedirle una tarjeta a un
primo, a un sobrino, a alguien, y ahí sigues. Por ejemplo, había algo particular
en mi casa en ese tiempo [de la huelga del Movimiento San Isidro] y era que
todas las tarjetas que entraban, así fueran de un desconocido, las bloqueaban.
No sé si es que había un inhibidor de señal o algo, una antena de la que salía
información a otra antena, pero todas las tarjetas que entraban eran bloqueadas,
y bloqueadas y bloqueadas. A lo mejor era alguien, como decimos en Cuba, un
'chivatón' que delataba, pero sí era muy raro cómo lograban hacer eso. Creíamos
que era un mecanismo especial que pusieron en la puerta, que lograba ver eso,
pero no sabemos. Yo tengo ahora mismo una cámara frente a mi casa y está la
policía en las esquinas.

La sede del MSI es la casa de Luis Manuel Otero, ubicada en San Isidro, en La Habana Vieja. Desde allí se conectan con la gente con sus actividades culturales. Foto: movimientosanisidro.com
Este espacio lo compré hace como cuatro o cinco
años. Es una ruina, lo hemos transformado un poco y ahora está mucho mejor. Aquí
íbamos a hacer un concierto durante los eventos por el Decreto 349, sin permiso,
pero me meten preso, a mí y a Yanelys. Ya nosotros habíamos coordinado que si a
mí me metían preso, Amaury Pacheco iba a entrar a la casa con una copia de la
llave que le di. Ese día haríamos arte performático, cada uno nos pintamos,
súper dinámicos.
Estando yo preso, la Seguridad del Estado trae
a mi madre para que lidiara, para que todos salieran de mi casa, y todo el mundo
se quedó atónito, hasta yo me quedé sorprendido cuando me lo contaron. Todo el
mundo sale, se quedan como frustrados y empiezan a jugar en la calle, a hacer
rayuela, y ahí llega la Seguridad del Estado con patrullas a querer llevarse a
esta gente. El resultado fue que la gente de aquí de San Isidro, de la calle,
impidió que se los llevaran presos, a Amaury y a todos los artistas, no pudieron
llevárselos, los sacaron de adentro de las patrullas. Ese acto heroico del
pueblo nos dejó deslumbrados a todos y de ahí es que sale el término de
Movimiento San Isidro, en homenaje al barrio San Isidro.
San Isidro es un barrio interesante porque está
en La Habana Vieja, que es como el casco histórico donde está toda la zona
turística. Vivir en La Habana Vieja es como vivir en una buena zona; es una
especie de pulmón económico, por aquí entra todo el turismo, entra todo. Pero San
Isidro está como en la periferia aún dentro de la misma Habana Vieja, como a 500
o 600 metros de la zona central, y es muy pobre, muy pobre, las edificaciones no
tienen tanto valor arquitectónico, está marcado por la violencia pero también
por una feria de artesanía, pero sigue siendo pobre.
[La casa de Luis Manuel Otero es la sede del
Movimiento San Isidro (MSI), una iniciativa conformada por “artistas,
activistas, periodistas, intelectuales y todo aquel que se sienta parte del
feno´meno de lo independiente, unidos para promover, proteger y defender la
plena libertad de expresión, asociación, creación y difusión del arte y la
cultura en Cuba”, como ellos mismos describen en su portal web. Allí varios integrantes iniciaron una huelga
de hambre y sed el 18 de noviembre por la detención, desaparición y condena a
ocho meses de prisión de Denis Solís, rapero disidente y miembro del MSI, por el
acoso que la Seguridad del Estado emprendió contra las catorce personas que
permanecían en la sede del movimiento desde el 16 de noviembre y a las que
impedían salir, y por el decomiso de víveres que recibían de vecinos; fueron
varias las motivaciones para iniciar la huelga que se mantuvo hasta el 26 de
noviembre en la noche, cuando -luego de cortar internet y
bloquear el acceso a
Facebook e Instagram- la Seguridad del Estado ingresó violentamente, vistiendo
trajes de médicos, y se llevó a todos, argumentando la existencia de un riesgo
de transmisión de la Covid-19 tras la visita del periodista Carlos Manuel
Álvarez, que viajó de Estados Unidos a Cuba para apoyar al MSI]
Me sacaron de aquí a la fuerza. He estado en
más de 40 detenciones así que para mí estar en un calabozo ya no es un hecho
extraordinario. Me quisieron llevar a casa de una amiga para dispersar un poco
la energía que había en este lugar, a cada uno de los que estaban aquí los
llevaron para su casa menos a mí. Yo no quise quedarme en casa de esa amiga,
entonces me metieron preso en un hospital.
Estuve como cuatro días ahí, empecé a comer
porque me di cuenta que si dejaba de comer y seguía en la huelga de hambre ellos
iban a seguir teniéndome ahí por tiempo indefinido. Al cuarto día ya el régimen
no tenía justificación de tenerme en el hospital, así que me llevaron a casa de
mi mamá. Al segundo día logré llegar a mi casa y aquí estoy en prisión
domiciliaria. [El 15 de
diciembre, Luis Manuel Otero decidió salir de su casa, desconociendo el arresto
domiciliario -no existe una orden por escrito, de un tribunal, que lo imponga- y
sin importar la vigilancia permanente que tiene en los alrededores de su
vivienda. Al salir a la calle fue detenido por la Seguridad del Estado y
sometido a un interrogatorio durante varias horas hasta que lo soltaron y
permitieron regresar. Le dieron una “tregua” para salir durante los días que
restaban de diciembre, sin dejar de ser vigilado. Los detalles los contó en una
transmisión de Facebook live]
Estoy en mi casa y sí, claro que tengo
miedo. Miedo en el sentido de que pueda pasar algo ahora de momento y pueda
desaparecer. Pero no me inmoviliza. Yo no le tengo miedo a la muerte, lo único
que deseo es que si me pasa algo la gente sepa canalizar eso y que sea el
puntillazo para la libertad de Cuba.
Nuestra expectativa como movimiento es la
libertad de Cuba con el arte, conectando a diferentes factores como la sociedad
civil, la oposición, la política, todo. Es lograr la libertad de Cuba, que
significa un cambio radical para el hemisferio. ¿Que si lo vamos a lograr? Claro
que lo vamos a lograr, de hecho, la respuesta la estamos recibiendo en las cosas
que proponemos, la gente está respondiendo. El régimen tiene una campaña
mediática en contra de nosotros lapidaria, pero cuando camino por las calles la
gente me saluda, me admira, me apoya. Nos han hecho una campaña de descrédito
que ha sido a la inversa, la gente está más conectada con nosotros, nos conoce;
la gente está dispuesta ahora mismo a salir a la calle si se da una
orden.
Yo le doy mi testimonio a ustedes y a cualquier
prensa, de izquierda o de derecha. Si el régimen me pregunta le voy a
decir lo mismo, yo vivo en un estado de libertad total. Ellos amenazan siempre
con prisión, con la muerte incluso, pero uno vive en un estado de libertad tal
que la muerte será un estado de libertad superior. Yo hablo contigo como si yo
viviera en un país democrático, para mí no es ningún delito decir lo que pienso
y estoy bien con eso. Y lo sigo diciendo, yo vivo en un estado de libertad, si
el régimen me mata, bueno, voy a pasar a un estado mayor de libertad. Conozco la
vida después de la muerte y creo en eso.
Durante dos años hemos seguido haciendo lo
mismo, nosotros no hemos variado. Seguimos haciendo arte independiente,
proyectos inclusivos, proyectos donde preguntamos temas de género, temas
raciales, temas de libertad toda, y al impedirnos hacer esas obras hemos logrado
mucha más visibilidad, mucha más solidaridad, y más conexión con la gente.
Lo que pasa es que este país está dirigido por
un régimen muy rígido, como el macho alfa patriarcal machista que se muere de
cáncer con tal de que no le hagan una prueba en la próstata. Es tan rígido que
ve peligro en un dibujo, y cuando un régimen pone un dibujo como un peligro, los
niños que están alrededor dicen 'bueno, entonces yo sigo haciendo mi dibujo como
yo quiero, no como quiere el régimen'. El régimen te deja dibujar, pero el
dibujo que quieren ellos que tú dibujes. Cuando tienes un dibujo sencillo en tu
casa, tranquilo, y el régimen viene y te quiere machucar el dibujo, ese dibujo
se vuelve un símbolo. Algo sencillo como un trazo encima de un papel se vuelve
un símbolo y entonces mucha gente quiere sacar su dibujo. Ahí es donde estamos
hoy por hoy".
Ojo Estamos en peligro. Mi opinion sobre el cambio de moneda en cuba y toda la violencia convocada por el regimen hacia los activistas y opositores pacificos
Publicado por Luis manuel otero alcantara en Viernes, 11 de diciembre de 2020