Las toneladas de sospechas sobre el oro de Kaloti llevaron a nada

Al menos un cuarto de las denuncias de transacciones sospechosas incluídas en los FinCEN Files tienen que ver con empresas que comercian con oro. Una de ellas es el Grupo Kaloti Jewellery de Dubái, que tiene una planta en Surinam que pudiera estar procesando oro venezolano. La compañía estuvo bajo investigación de la DEA y del Departamento del Tesoro, cuyos agentes llegaron a sugerir que la empresa fuera marcada por sus actividades vinculadas al lavado de dinero, pero el gobierno estadounidense decidió cerrar el caso por consideraciones diplomáticas. Aunque la compañía se salió con la suya, perdió una importante certificación y algunos bancos globales optaron por cerrar sus cuentas.
Tres años de
pesquisas de investigadores de Estados Unidos se acumularon en una montaña de
evidencias con la que luego se consideró cerrado el caso contra el
Grupo Kaloti Jewellery, uno de los más importantes en el comercio global del
oro, que también funciona como una refinería.
La compañía,
con base en Dubái, se convirtió en parte de un engranaje clave en el comercio
ilícito de oro, al comprar el metal precioso de vendedores sospechosos de hacer
lavado de dinero para narcotraficantes y otros grupos criminales, según
determinó una fuerza de tarea conjunta liderada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Kaloti pagaba con
frecuencia en efectivo, a veces con tantos billetes que tenían que ser
transportados en carretillas. También transfirieron dinero de clientes
sospechosos a otras firmas, según los investigadores.
En 2014, la
fuerza de tarea conjunta recomendó que el Departamento del Tesoro designara a
Kaloti como una amenaza de lavado de dinero utilizando la Ley
Patriota de Estados Unidos; una medida poco utilizada y considerada como una
“pena de muerte” financiera porque puede expulsar a una
empresa del sistema bancario internacional.
Pero el
Departamento del Tesoro nunca accionó en contra de Kaloti. Exfuncionarios de
esta dependencia dijeron que la decisión de continuar se aplazó porque temían el
enojo de Emiratos Árabes Unidos (EAU), un aliado clave de Estados Unidos en Medio Oriente. Cuando fracasaron los intentos de convencer a los Emiratos Árabes
Unidos de que actuaran por su cuenta contra Kaloti, la investigación fue dejada
de lado.
Los
investigadores dijeron al Consorcio Internacional de Periodistas de
Investigación (ICIJ, por sus siglas
en inglés) que estaban
desconcertados y decepcionados. Los casos de lavado de dinero son
extraordinariamente difíciles de resolver. Estados Unidos ha luchado para
vigilar el turbio comercio del oro y pensaron que, con Kaloti, tenían una
posibilidad única de enviar un claro mensaje a toda la industria del
oro.
“Estaba
increíblemente frustrado”, dijo un exfuncionario. “Lo realmente triste es que
muchos investigadores realmente buenos, algunas personas realmente talentosas,
dedicaron mucho más tiempo del dinero que recibieron por sus trabajos para
tratar de descubrir una enorme irregularidad".
La
investigación hecha por Estados Unidos a Kaloti no se había divulgado hasta
ahora. El resultado apunta a desafíos comunes a los casos de lavado de dinero:
los investigadores deben seguir el dinero a través de fronteras y empresas con
sede en paraísos donde prima el secreto, como Dubái, que han mostrado poco
interés en tomar medidas efectivas para controlar este delito. Llevar adelante
casos contra actores poderosos también requiere voluntad política y acuerdos
entre diferentes agencias estadounidenses con distintas competencias.
La
investigación salió a la luz en un lote de archivos bancarios secretos que
describen el flujo de más de 2 billones de dólares (2 trillones en el sistema
estadounidense) en transacciones sospechosas a través del sistema bancario
mundial. JP Morgan Chase, Deutsche Bank y otras instituciones financieras
inundaron la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN, por su acrónimo en
inglés) del Departamento del Tesoro con advertencias sobre Kaloti, señalando
como sospechosas miles de transacciones por el valor de 9.300 millones de
dólares que ocurrieron entre 2007 y 2015, según los informes.
En algunos
reportes, los bancos describieron que las transacciones bancarias tenían las
características de lavado de dinero. Algunos bancos lanzaron sus propias
investigaciones y cortaron conexiones con la compañía, o al menos
dijeron que lo harían.
Los
documentos, llamados informes de actividades sospechosas, o SAR (por sus siglas
en inglés), fueron obtenidos por BuzzFeed
News y compartidos con ICIJ y 108 socios de medios de comunicación como
parte de los FinCEN Files.
Los SAR
reflejan las preocupaciones de los oficiales de cumplimiento bancario y no son
necesariamente indicativos de ninguna conducta criminal u otro delito. Algunos
de los documentos se recopilaron como parte de las investigaciones del comité
del Congreso de Estados Unidos sobre la interferencia rusa en las elecciones
presidenciales de ese país en 2016, mientras que otros se obtuvieron a raíz de
las solicitudes hechas por diferentes agencias oficiales a la FinCEN.
El ICIJ
confirmó, con nueve exfuncionarios y exagentes del orden público con
conocimiento de la pesquisa, detalles adicionales sobre la investigación del
gobierno estadounidense sobre Kaloti. Todos acordaron hablar sobre con la
condición de que no se publiquen sus nombres porque no están autorizados a
declarar públicamente sobre el caso y porque temen las repercusiones por
discutirlo.
En un
comunicado, un portavoz de Kaloti dijo que la compañía “niega con vehemencia
cualquier acusación de mala conducta” y asegura que la compañía nunca “se ha
involucrado a sabiendas con ningún grupo criminal o criminal”.
Kaloti realiza
regularmente “todas las comprobaciones apropiadas y requeridas” de debida
diligencia y contra el lavado de dinero, incluida la búsqueda en bases de datos
criminales y regulatorias, según el comunicado. Estas verificaciones, agregaron,
“nunca han identificado tal criminalidad, o su probabilidad, entre los clientes
activos de Kaloti”. La compañía aurífera nunca ha sido acusada ni cuestionada
por ningún regulador o autoridad legal “sobre ningún delito material del tipo
alegado o de cualquier otro tipo”, se lee en el
comunicado.

En los FinCEN Files las transacciones sospechosas relacionadas con oro representan un cuarto del total del dinero analizado en la filtración. Las de Kaloti fueron por un valor de 9.300 millones de dólares y ocurrieron entre 2007 y 2015
Un portavoz de
la DEA dijo que el caso Kaloti ya está cerrado y se negó a responder preguntas
sobre la investigación.
Los
investigadores estadounidenses dijeron que nunca interrogaron a Kaloti
directamente. Como el caso no resultó en cargos ni en una designación del
Tesoro, Kaloti nunca tuvo la oportunidad de ver o replicar ninguna de las
pruebas que habían reunido.
Las policías
han visto durante mucho tiempo el comercio del oro como una vulnerabilidad clave
en la lucha mundial contra el lavado de dinero. Las bandas de narcotraficantes y
los grupos armados utilizan oro para lavar dinero y financiar el conflicto. En
el proceso han apoyado operaciones mineras ilegales que destruyen la selva
virgen y son centros para el tráfico sexual y el trabajo infantil. En Perú, el
mayor productor de oro de América Latina y el segundo mayor proveedor de cocaína
del mundo, el comercio ilegal de oro es ahora dos veces mayor que el tráfico de
drogas. En Venezuela, las Naciones Unidas ha denunciado graves violaciones de
derechos humanos que tras la fiebre del oro en el Arco Minero del
Orinoco, al sur del
país, se ha convertido en el pulmón financiero del asfixiado régimen de Nicolás
Maduro.
“No hay mejor
mecanismo en el mundo para lavar dinero que el oro”, dijo David Soud, jefe de
investigación y análisis de I.R. Consilium, una firma consultora que se
especializa en analizar delitos relacionados con los recursos. “Es riqueza
concentrada y portátil, tiene esencialmente el mismo valor en cualquier parte
del mundo y se puede mover fuera del sistema financiero
global”.
Por estas
razones, no es inusual que una transacción de metales preciosos atraiga el
escrutinio bancario. Las compañías de oro están involucradas en aproximadamente
una cuarta parte de todas las transacciones sospechosas analizadas en los FinCEN
Files.
Las
investigaciones sobre Kaloti fueron más allá del monitoreo de rutina, según
muestran los documentos. A medida que la pesquisa de Estados Unidos ganaba
impulso, las preocupaciones sobre las prácticas comerciales de la empresa
también ocupaban titulares en el Reino Unido.
En 2014, un
antiguo socio de la oficina de EY (ex Ernst & Young) en Dubái informó que Kaloti había aceptado el oro exportado de
Marruecos disfrazado de plata con documentación falsificada. Los auditores de la
firma de contabilidad global también descubrieron que Kaloti había comprado oro
de Sudán, donde el metal precioso ha financiado a un grupo de milicias bajo
investigación por genocidio, sin investigar adecuadamente a sus proveedores,
según el ex socio de EY. Al año siguiente, la refinería de Kaloti perdió una importante acreditación de
la industria.
Un portavoz de
Kaloti dijo que los reguladores, organismos internacionales o auditores no han
encontrado que la empresa tenga minerales conflictivos, "o incluso la
probabilidad de que los haya", en sus cadenas de suministro. Kaloti ha logrado
mantener lazos comerciales con grandes corporaciones, incluida la refinería
suiza Valcambi, según Global Witness, un grupo de defensa de la lucha contra la
corrupción. Kaloti abrió recientemente una nueva refinería en
Dubái.
General
Electric, Amazon, General Motors y decenas de otras empresas estadounidenses
informaron que Kaloti pudo haber procesado o proporcionado oro como parte de sus
cadenas de suministro en 2019, según documentos presentados ante la Comisión de
Bolsa y Valores de Estados Unidos. General Electric y General Motors dijeron que
no obtienen oro directamente de Kaloti. La primera detalló que le había pedido
al proveedor que les informó haber usado a Kaloti que retirara a la empresa de
su cadena de suministro. Las tres compañías aseguraron que están comprometidas a
tener una cadena de suministro ética.
Fiebre de oro en Dubái
El oro corre a
través de la economía global. Los inversores negocian contratos vinculados a
futuras entregas en las principales bolsas de materias primas de Londres,
Chicago y Shanghái. Los bancos lo compran a las empresas mineras y otros
proveedores para revenderlo a los fabricantes, que lo convierten en anillos de
boda y circuitos eléctricos para iPhone. Los intermediarios lo venden en
infomerciales nocturnos.
El precio del
oro puede fluctuar mucho. Subió a 1.895 dólares la onza troy en 2011, cayó a
1.062 dólares en 2015 y actualmente
ronda los 1.900 dólares. Aun así, los inversores —asustados por los mercados
volátiles— a menudo lo ven como un refugio. Eso es en parte porque el metal
tiene poder de permanencia. El oro ha apuntalado potencias mundiales tan
distintas como la España del s. XVI, que construyó un imperio global con oro
saqueado de América Latina, o Estados Unidos en el s. XXI, que posee más de
261 millones de onzas troy (8.000 toneladas métricas) por el valor de más de
11.000 millones de dólares en las arcas del gobierno.
Para Munir Al
Kaloti, el fundador del Kaloti Jewellery Group, el oro fue la base de su propio
imperio de negocios. Al Kaloti huyó de Jerusalén a lo que hoy son los Emiratos
Árabes Unidos en la década de 1960, cuando todavía era un remanso polvoriento
con pocas carreteras pavimentadas. Comenzó a colectar metales a baja
escala y luego importó cabras para el entonces gobernante de Dubái, dijo en una
entrevista en 2013 con un sitio de noticias local.
En 1988, Al
Kaloti abrió una joyería con su yerno, que se había formado como joyero en
Italia. No pasó mucho tiempo antes de que compraran oro. “Las personas que
transportaban restos de oro y oro de las minas en África y Asia llegaban cada
vez más y se preguntan quién puede manejar esto, quién puede comprar esto”,
recordó Al Kaloti en la entrevista. "Entonces dijimos: '¿Por qué
no?'".
Durante el
siguiente cuarto de siglo, Dubái se convirtió en un importante centro financiero
y de negocios. También se convirtió en un importante mercado de oro, ayudado por
las bajas tasas impositivas, la proximidad a África y Asia y una reputación de
confidencialidad.

En la década de 1960 Munir Al Kaloti huyó de Jerusalén a lo que hoy son los Emiratos Árabes Unidos. Comenzó recolectando metales de baja escala y a finales de los años 80 abrió una joyería con su yerno y empezaron a comprar oro. Foto: The National.
En 2000,
Kaloti Jewellery Group comenzó a comercializar lingotes de oro. Para 2008,
estaba haciendo sus propias barras en una refinería en la ciudad vecina de
Sharjah. Pronto se convirtió en uno de los conglomerados de comercialización y
refinación de oro más grandes de Medio Oriente, con sucursales en Asia. Aun así,
siguió siendo un negocio familiar: el yerno de Munir Al Kaloti se desempeñó como
gerente general. Uno de sus hijos operaba una oficina de compra de oro en un
populoso mercado árabe de Dubái.
Tras
bastidores, los tratos de Kaloti habían comenzado a atraer la atención de las
autoridades de Estados Unidos.
Operación 'Honey Badger'
A finales de
2010, un grupo de trabajo dirigido por la DEA en el centro de Florida comenzó a
recibir llamadas de agentes de la propia DEA que investigaban un plan de lavado
de dinero que se extendía por los cinco continentes como parte de un operativo
llamado Proyecto Cassandra.
Una red
criminal internacional estaba canalizando efectivo ilícito de las ventas de
cocaína colombiana en Europa hacia África, donde se combinó con las ganancias de
la venta de autos usados en Benín, según alegaron los fiscales. Quienes
transportaban el efectivo fueron vinculados con Hezbolá, un grupo militante
chiita y partido político libanés respaldado por Irán. Supuestamente llevaron el
efectivo a Beirut, la capital libanesa, a cambio de una parte del dinero.
El Banco
Canadiense Libanés, con sede en Beirut, y otras casas de cambio supuestamente
enviaron cientos de millones de dólares a Estados Unidos para que la red
criminal comprara aún más autos usados, completando el ciclo de lavado de
dinero. La red también envió fondos a través del banco a empresas de bienes de
consumo en Asia para comprar productos que se enviaban a Sudamérica y se vendían
para pagar a los proveedores de cocaína.
A principios
de 2011, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos designó al Banco Canadiense
Libanés como
“principal preocupación de lavado de dinero”, la misma “pena de muerte”
financiera que consideraría más tarde para Kaloti.
Un grupo de
trabajo liderado por la DEA que revisaba registros bancarios en su oficina en
Florida rápidamente notó que el dinero enviado a algunas de las compañías de
autos usados implicadas en el caso del Banco Canadiense Libanés ahora parecía
estar pasando a través de Kaloti, una compañía vendedora de oro de la que en ese
momento se sabía poco.
“De la noche a
la mañana, las transferencias bancarias que veíamos con el Banco Canadiense
Libanés y estas otras empresas se cambiaron a Kaloti, como con un interruptor de
luz”, recordó un exfuncionario. “Nos preguntamos ‘¿Quién es Kaloti?’”.
Kaloti pronto
se convirtió en uno de los objetivos de una nueva investigación, cuyo nombre en
código fue Honey Badger (tejón melero), en referencia al feroz mamífero conocido
por cazar pitones y cobras.
Los
investigadores estaban especialmente interesados en dos clientes de Kaloti de
los que sospechaban estaban involucrados en el lavado de dinero de la droga a
través de oro: Salor DMCC, con sede en Dubái, y una empresa en Benin llamada
Trading Track Company.
Al revisar los
registros financieros, los investigadores notaron grandes transferencias
bancarias, a veces más de una vez al día, de Kaloti a Salor. En los detalles de
pago, Kaloti hizo referencia al comercio de oro y a Trading
Track.
A menudo,
Salor enviaba dinero a las concesionarias de autos usados el mismo día, según
los registros de las fuerzas de seguridad vistos por el ICIJ. “Kaloti se utilizó
para enmascarar la fuente de muchos de esos fondos", dijo un ex investigador.
Y hubo otra
señal de alerta para los investigadores: Kaloti hizo pagos en efectivo por valor
de millones de dólares a los proveedores. El efectivo es difícil de rastrear, lo
que lo convierte en el método de pago preferido por los grupos criminales. Los
documentos vistos por el ICIJ muestran que Kaloti pagó a Salor 414 millones de
dólares en efectivo por oro en 2012 y a Trading Track 28 millones de dólares en
efectivo por el metal precioso ese mismo año.
Kaloti dijo
que no podía comentar sobre su relación con Trading Track y Salor debido a
compromisos de confidencialidad. La compañía dijo que solo acepta clientes
después de realizar una “debida diligencia sólida” y que cualquier transacción
en efectivo “no fue de ninguna manera incorrecta”. Agregó que, si bien el
efectivo es “un método de pago común” en los Emiratos Árabes Unidos, tomó la
decisión comercial de dejar de realizar transacciones en efectivo en agosto de
2013.
Salor y
Trading Track tienen el mismo propietario, dijo un abogado de las empresas,
quien no quiso revelar quién es. Ninguna de las empresas ha participado en el
lavado de dinero u otra conducta ilegal o poco ética, aseguró. Las empresas no
fueron informadas de la investigación de Estados Unidos y no han sido acusadas
de irregularidades en ese país ni en ningún otro, agregó. Salor dijo que todas
sus actividades en Dubái estaban sujetas a supervisión y aprobación
regulatorias.
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En una
entrevista en julio, el gerente de Trading Track, Nemer Talj, le dijo a Banouto, medio socio de ICIJ en Benin,
que Trading Track transporta oro para Salor, que luego se lo entrega a Kaloti
para su refinación.
Lo que los bancos vieron
Estados Unidos
es el principal responsable mundial de las leyes contra el lavado de dinero. La
razón tiene mucho que ver con la primacía del dólar estadounidense en las
transacciones financieras globales y con el papel de liderazgo que desempeñan
los principales bancos de Wall Street en el procesamiento de pagos que se
realizan en todo el mundo.
El resultado:
para hacer negocios en Estados Unidos, una institución financiera debe cumplir
sus reglas, lo que significa alertar al FinCEN cuando “sabe, sospecha o tiene
motivos para sospechar” que una transacción que se mueve a través de sus cuentas
podría ser parte de un plan para lavar dinero, violar sanciones, financiar un
grupo terrorista o no tiene un propósito comercial
aparente.
El grupo de
trabajo liderado por la DEA comenzó a notificar estos registros bancarios,
aparentemente poniendo a las instituciones en alerta máxima. Los FinCEN Files
muestran una gran actividad en 2012 y 2013, cuando los bancos se apresuraron a
decirle a las autoridades lo que habían visto.
En 2012,
Kaloti comenzó a transferir grandes sumas de sus cuentas de Deutsche Bank al
banco Emirates NBD en Dubái. Los agentes de la compañía comenzaron a retirar
tanto efectivo de Emirates NBD que el dinero tuvo que ser movido en carretillas,
afirmó más tarde un exempleado de Deutsche Bank.
Deutsche Bank
informó sobre las extracciones a las autoridades estadounidenses al año
siguiente, según los FinCEN Files. El banco escribió que algunos operadores de
la bolsa de materias primas de Londres “parecían estar alejándose” de Kaloti y
que Deutsche Bank planeaba hacer lo mismo. También informó de sus preocupaciones
a las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, incluido el hecho de que el
banco se enteró de que las autoridades estadounidenses estaban investigando a
Kaloti.
Una de las
autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, la Autoridad de Servicios Financieros
de Dubái, le dijo al ICIJ que no tenía jurisdicción para investigar las
acusaciones contra Kaloti. El otro, el Banco Central de los EAU, no respondió a
las solicitudes de comentarios.
Casi al mismo
tiempo, JPMorgan Chase dijo que había suspendido el comercio de materias primas
con Kaloti porque la empresa había “atraído el interés” de las autoridades y
parecía estar participando en transacciones de “alto
riesgo”.
Emirates NBD
mantuvo abierta la cuenta de Kaloti hasta al menos agosto de 2014, según los
documentos.
Deutsche Bank,
JPMorgan Chase y Emirates NBD se negaron a comentar sobre los hallazgos del ICIJ
citando leyes de confidencialidad. Un portavoz de Kaloti dijo que la compañía no
comentaría sobre sus relaciones bancarias y que, en general, algunos bancos
importantes han decidido salir o reducir su exposición al mercado del oro o
ciertas ubicaciones comerciales como parte de un esfuerzo general para minimizar
los riesgos.
Kaloti agregó
que había realizado aproximadamente 75.000 transacciones entre 2012 y 2016 y
dijo que la cantidad de SAR que nombraban a la empresa en los FinCEN Files era
"estadísticamente insignificante".
El denunciante
En una visita
a una oficina de Kaloti en el mercado del oro de Dubái en 2013, los inspectores
de la firma de auditoría EY notaron una pila de lo que parecían ser
barras de plata. El
hijo de Munir Al Kaloti raspó la capa brillante y reveló que realmente era oro.
Un proveedor marroquí había disfrazado los barrotes para evadir las
restricciones a la exportación, según un informe interno de EY que luego una
persona compartió con los medios de comunicación.
Los
inspectores de EY estaban impactados. Comprar oro de proveedores que Kaloti
sabía que habían falsificado los papeles podría costarle a la empresa una
certificación de la industria conocida como Dubai Good Delivery, lo que podía
ahuyentar a los principales clientes internacionales.
Los auditores
determinaron que Kaloti había aceptado hasta cuatro toneladas métricas de oro
exportadas desde Marruecos sabiendo que tenían documentación falsificada. Los
envíos incluían oro de un grupo criminal que lavó 146 millones de dólares del
narcotráfico a través de Kaloti, según descubrió una investigación posterior del programa de BBC, Panorama, y la productora de documentales Premières Lignes.
Kaloti dijo en
un comunicado en respuesta a los hallazgos de los auditores que había examinado
adecuadamente a sus proveedores antes de comprarles oro y “rectificó
rápidamente” cualquier “deficiencia”. La compañía le dijo a BBC-Panorama que
había realizado controles contra el lavado de dinero, que no había comprado oro
recubierto de plata y que “nunca a sabiendas” haría negocios con una entidad
involucrada en actividades delictivas.
Los auditores
compartieron sus preocupaciones con el Dubai Multi Commodities Centre (Centro de
Múltiples Materias Primas de Dubái, DMCC, por sus siglas en inglés), que
administra el programa de certificación; un ente que se estableció en 2002 como
parte de un gran plan para hacer del emirato un centro líder mundial para el
comercio de oro.
Los estándares
internacionales exigen que los compradores de oro hagan un escrutinio de los
proveedores para asegurarse de que no estén alentando conflictos o contribuyendo
a violaciones de los derechos humanos, pero en muchos países, incluidos los
Emiratos Árabes Unidos, los estándares no están reglamentados en una ley,
dejando la aplicación en gran parte a los programas voluntarios de certificación
de la industria como el que maneja el DMCC.
Sin embargo,
en lugar de quitarle la certificación a Kaloti, el DMCC cambió sus reglas en
2013 para permitir que la compañía mantuviera en secreto los detalles de lo que
los auditores habían descubierto, alegó más tarde Amjad Rihan, socio de la
oficina de EY en Dubái. El DMCC refuta estas acusaciones.
El DMCC
eventualmente eliminaría la refinería de Kaloti en Sharjah de su lista de
certificación en abril de 2015. No dio una razón específica, indicando solo que
la refinería no había cumplido con los estándares. La medida fue en gran parte
simbólica ya que Kaloti continuó encontrando compradores para su oro.
Un portavoz de
Kaloti dijo que no había “motivos válidos” para justificar la eliminación de su
refinería de la lista y que la decisión “no tenía nada que ver con la política
de abastecimiento de Kaloti”. Kaloti dijo que se han producido “cambios
regulatorios importantes” en la industria del oro en los últimos años. “El
negocio de Kaloti ha evolucionado para cumplir con esos cambios y siempre ha
cumplido o superado todos los requisitos reglamentarios aplicables, de
conformidad con las mejores prácticas de la industria”.
En entrevistas
con The Guardian y Global Witness, Rihan acusó a EY de participar en un
encubrimiento de las irregularidades de Kaloti y de expulsarlo de la empresa. A
principios de este año, un juez del Tribunal Superior de Londres se puso del
lado de Rihan y ordenó a EY que pagara al denunciante 11 millones de dólares. La
firma ha negado cualquier irregularidad y apeló la decisión.
Efectivo a granel
En agosto de
2014, el grupo de trabajo liderado por la DEA presentó un informe al
Departamento del Tesoro, detallando por qué creían que Kaloti y otros, incluidos
Salor y Trading Track, eran amenazas para el control del lavado de dinero. El
informe colocó a Kaloti Jewellery International DMCC, la compañía responsable de
administrar el negocio de oro físico de Kaloti en los Emiratos Árabes Unidos,
como el objetivo principal dentro de Kaloti Jewellery
Group.
Kaloti y las
otras compañías — escribieron los investigadores — estaban “brindando servicios
financieros a una variedad de organizaciones criminales con base en todo el
mundo” y facilitando la conversión de dinero sucio en oro. “Junto han
establecido una capacidad significativa para transportar o transferir enormes
cantidades de valor ilícito mediante el uso de oro como materia prima, así como
transferencias de efectivo a granel y pagos por cable a terceros”, dice el
informe, según un extracto visto por el ICIJ. El informe alegaba que Salor y
Trading Track se encontraban entre varias “entidades centrales” involucradas en
el lavado de dinero de la droga.
Los hallazgos,
según los investigadores, se basaron en un examen exhaustivo de las operaciones
de las empresas: el equipo de la operación Honey Badger había revisado más de
230.000 transferencias electrónicas y obtenido órdenes para buscar cuentas de
correo electrónico que contenían más de 450.000 conversaciones. Habían viajado a
Europa para entrevistar a las fuentes. El Comando de Operaciones Especiales del
Ejército de Estados Unidos e investigadores de otras agencias también se
sumaron.
Un abogado de
Salor y Trading Track dijo que las empresas niegan las acusaciones de
irregularidades y que las “investigaciones que resultan en el no hallazgo de
irregularidades suceden con frecuencia, y que la mera investigación no es
prueba de algo”.

Exfuncionarios del Departamento del Tesoro dijeron que no saben por qué no se aplicó a Kaloti la designación de “preocupación por lavado de dinero”. Había dudas diplomáticas por el rol de aliado que tienen los Emiratos Árabes Unidos con EE.UU. Foto: Olivier Douliery / AFP.
Un portavoz de
Kaloti dijo que la compañía “niega categóricamente que alguna vez pudiera haber
sido considerada adecuada o razonablemente como una ‘amenaza’ o ‘preocupación’
de lavado de dinero” y que “desconoce por completo las presuntas conexiones
criminales” de Salor y Trading Track. Añadió que si se le hubiera proporcionado
evidencia de que alguno de sus clientes estaba facilitando actividades
delictivas a sabiendas, se habría “desvinculado inmediatamente de esas
relaciones”.
El
Departamento del Tesoro realizó su propia investigación sobre Kaloti. Antes de
tomar acción una que podría expulsar Kaloti del sistema financiero de Estados
Unidos, las autoridades estadounidenses sintieron que era importante, por
razones diplomáticas, hablar con los funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos
para ver si manejaban el problema internamente, según entrevistas con
ex funcionarios del Tesoro con conocimiento de la
investigación.
Kaloti es un
actor importante en la economía de Dubái, y Emiratos Árabes Unidos es un aliado
importante de Estados Unidos en varios asuntos, incluido el terrorismo. En 2015
y 2016, los funcionarios del Tesoro se reunieron con las autoridades locales de
los EAU para discutir sobre Kaloti, pero el grupo de trabajo dirigido por la
DEA, que no confiaba en las
autoridades emiratíes, no permitió que el Tesoro compartiera la evidencia que
había obtenido, según ex investigadores.
Ex funcionarios
estadounidenses dicen que no está del todo claro por qué no se implementó la
designación de “preocupación por lavado de dinero”. Junto con las dudas
diplomáticas, el Departamento del Tesoro rara vez ha utilizado esta
calificación, que se creó después de los ataques terroristas del 11 de
septiembre de 2001 para evitar que el dinero sucio fluya a través del sistema
financiero global. En dos décadas, se han elegido como objetivo a solo 26
jurisdicciones e instituciones financieras extranjeras. Nunca se ha aplicado a
un comerciante de metales preciosos.
“¿Deberíamos
haber actuado? Sí, deberíamos haberlo hecho”, dijo un exfuncionario del Tesoro,
pero debido a la novedad de aplicar la acción a una empresa de metales preciosos
y otros factores que complicaron la designación de Kaloti, el caso “nunca fue
perfecto”.
No está claro
si el Departamento del Tesoro también investigó a Salor y Trading
Track.
Un portavoz de
Kaloti dijo que “si el Departamento del Tesoro de Estados Unidos realmente
hubiera albergado preocupaciones de que Kaloti estuviera involucrado de alguna
manera en el lavado de dinero, luego de una investigación adecuada, ya sea por
enlace con las autoridades de los EAU, Kaloti o ambos, estamos seguros de que
sus preocupaciones podrían haber sido fácilmente aliviadas”.
Aunque el
Departamento del Tesoro no tomó ninguna medida, a finales de 2013 tres grandes
bancos les habían dicho a las autoridades que habían cerrado o planeado cerrar
cuentas asociadas con Kaloti, según muestran los archivos de FinCEN y otros
registros.
Un cuarto
banco, HSBC Hong Kong, esperó hasta principios de 2016 para cerrar la cuenta de
Kaloti, según muestran los documentos presentados, dos años después de que Rihan
hiciera público sus hallazgos. HSBC declinó hacer
comentarios.
El
Departamento del Tesoro, el Departamento de Justicia y los Emiratos Árabes
Unidos no respondieron a las preguntas sobre la investigación de Kaloti. Un
portavoz del Comando de Operaciones Especiales dijo que no podía hacer
declaraciones sobre investigaciones específicas. La DEA solo dijo que el caso ya
está cerrado.
En una
declaración pública del 1 de septiembre que aludía a las preguntas del ICIJ, el
Departamento del Tesoro dijo que la “divulgación no autorizada” de informes de
actividades sospechosas era un delito y que había “remitido este asunto” a su
Oficina del Inspector General y al Departamento de
Justicia.
Una refinería de papel
Kaloti fue
blanco de una investigación de varios años en Estados Unidos sobre presunto
lavado de dinero. EY se vio envuelto en una crisis de relaciones públicas,
acusado de ayudar a Kaloti a encubrir sus supuestas malas prácticas. Bancos
importantes cerraron las cuentas de la empresa, y un influyente grupo de la
industria de Dubái revocó su sello de aprobación.
Sin embargo,
la compañía siguió adelante con un plan para abrir una refinería en una nueva
base de operaciones: Surinam, el pequeño país sobre la costa noreste de Suramérica y ex colonia holandesa
que, según el Departamento de Estado de Estados Unidos, es un centro de tránsito
para la cocaína del continente.
La refinería
era una empresa conjunta con el gobierno de Dési Bouterse, quien fue condenado
por tráfico de drogas por un tribunal holandés en 1999 y recientemente en 2020 fue derrotado
en elecciones después de estar diez años en el poder. Después de que un consultor
de seguridad nacional de Estados Unidos visitó Surinam en 2016, dijo que “no encontró evidencia de
que la refinería exista”.

Luego de que le revocaron la certificación de una refinería en Dubái, Kaloti mudó su base de operaciones a Surinam e instaló una empresa conjunta con el gobierno de Dési Bouterse. Foto: Kaloti
“En estas
circunstancias, el gobierno puede certificar las exportaciones de cualquier
cantidad de oro, real y ficticia, de una refinería que existe solo en papel”,
escribió el consultor Douglas Farah en un informe para el Center for a Secure Free Society, un
grupo de expertos en seguridad nacional. Kaloti y el gobierno de Surinam han
cuestionado los hallazgos del consultor. Kaloti publicó una carta de un auditor en su sitio web certificando que
la Casa de Moneda Kaloti Surinam estuvo operativa entre 2015 y
2017.
Kaloti parece
estar prosperando. A pesar de haber sacado en 2015 de la lista de Good
Delivery a la refinería original de Kaloti en los Emiratos Árabes Unidos —que
desde entonces cerró—, el DMCC permitió a la compañía abrir una nueva, MTM &
O Gold Refinery DMCC, en 2017, según el reciente informe de Global Witness. El
DMCC le dijo al ICIJ que todas las solicitudes de registro de empresas están
sujetas a un “proceso de cumplimiento sólido”.
Global
Witness, citando fuentes confidenciales, dijo que en 2018 y 2019 Kaloti compró
oro sudanés que pudo haber financiado grupos armados. En esos mismos años, la
compañía vendió aproximadamente 20 toneladas métricas de oro a Valcambi, la
compañía suiza de refinación, que está en las listas de Good Delivery del
Mercado de Lingotes tanto de Londres como de Dubái, dijo Global
Witness.
Valcambi dijo
al ICIJ que no confirma ni niega la compra de oro a Kaloti. La compañía dijo que
solo compra oro a sus proveedores, “donde la compañía puede garantizar
completamente la identificación del origen del oro” y no acepta oro de países en
listas de sanciones, como Sudán.
Kaloti le dijo
al ICIJ que los hallazgos de Global Witness “no eran precisos”, pero reiteró que
no respondería a las preguntas “sobre los clientes que pudiera tener” por
razones de confidencialidad. La compañía dijo que obtuvo oro en Sudán
directamente de minas artesanales y de pequeña escala que producían “oro no
conflictivo”. Un portavoz del Mercado de Lingotes de Londres (LBMA, por sus
siglas en inglés) dijo que Valcambi se había sometido a dos auditorías, incluida
una “auditoría especial” que se requería porque la compañía había obtenido oro
reciclado de los EAU, una jurisdicción de alto riesgo, en
2018.
En enero de
2015, Kaloti era miembro de la bolsa del intercambio de materias primas COMEX,
con sede en Estados Unidos. Un portavoz de la bolsa no contestó si Kaloti seguía
siendo miembro en 2020, citando “razones de confidencialidad”. Kaloti también es
miembro del Consejo Internacional de la Bolsa de Oro de Shanghái, y su sucursal
en Turquía figura como miembro de la bolsa de valores turca Borsa Istanbul.
Ninguna de las bolsas respondió a las solicitudes de
réplica.

Kaloti reconoció que ha comprado oro de Sudán, uno de los países sancionados por EE.UU. Pero dijo que lo obtuvo directamente de minas artesanales que producían “oro no conflictivo”. Foto: AFP.
Mientras
tanto, los expertos dicen que EAU parece tener poco interés en combatir el
comercio ilícito de oro. Miles de millones de dólares en oro se sacan de
contrabando de África a través de los Emiratos Árabes Unidos cada año, según una
investigación reciente de
Reuters, lo que priva
a los países pobres de los ingresos fiscales que tanto necesitan y permite que
el oro de las regiones en conflicto ingrese al sistema económico
mundial.
El Grupo de
Acción Financiera Internacional (GAFI), un organismo de control internacional
contra el lavado de dinero, criticó recientemente a los
EAU por no hacer lo
suficiente para prevenir el lavado de dinero.
“La familia
gobernante (en EAU) solo habla de boca para afuera en cuanto a seguir las
reglas, pero es básicamente laissez-faire, todo vale”, dijo John
Cassara, un exagente especial del Tesoro de Estados Unidos que ha escrito libros
sobre lavado de dinero basado en el comercio. "El dinero entra y sale y nadie
hace cumplir nada".
En un
comunicado, la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos en Washington dijo que el
país “está mejorando continuamente su propia seguridad, y la de sus aliados, al
limitar y prevenir los transbordos ilegales y los flujos de dinero” y
recientemente actualizó sus leyes contra el lavado.
Funcionarios
actuales y anteriores familiarizados con la investigación de Estados Unidos
sobre Kaloti dijeron que la falta de acción contra la empresa sentó un mal
precedente.
“En mi
opinión, ¿cuál es el factor de riesgo? ¿Que se sepa?" dijo un funcionario. “Si
esto no está siendo procesado o aplacado, entonces ¿qué los
detendría?”.
(*) Este reportaje contó con la colaboración
de: Simon Bowers, Agustin Armendariz, Emilia Díaz-Struck, Will Fitzgibbon, Yao
Hervé Kingbêwé, Emmanuel K. Dogbevi, Alloycious David, Sylvain Besson, Lisseth
Boon, Delphine Reuter, Andrew Lehren, Emily Siegel, Miguel Gutiérrez.