Bancos globales desafían el control de EE.UU. para mover dinero sucio

JP Morgan, HSBC, Standard Chartered Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon han facilitado el movimiento de dinero sucio. Informes secretos de bancos muestran cómo billones de dólares levantaron alertas que desbordan a la FinCEN, pero el dinero siguió fluyendo libremente. Una filtración que BuzzFeed News compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y 108 medios, entre ellos Armando.info, revela que el blanqueo de capitales se apalanca en los bancos, que con una gran cantidad de puntos ciegos están en la primera línea de combate de este delito.
Una
filtración de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos revela que JP
Morgan Chase, HSBC y otros grandes bancos han desafiado las medidas contra el
blanqueo de dinero mediante el movimiento de ingentes cantidades de origen ilícito para redes criminales y personajes sombríos, que han extendido el caos y
socavado la democracia en todo el mundo.
Los
archivos muestran que cinco bancos globales —JP Morgan, HSBC, Standard Chartered
Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon—continuaron beneficiándose de
poderosos y peligrosos personajes, incluso después de que las autoridades de
Estados Unidos multaran a estas mismas instituciones financieras por fallos a la
hora de contener los flujos de dinero negro.
Las
agencias de Estados Unidos encargadas de hacer cumplir las leyes contra el
blanqueo de dinero en raras ocasiones han procesado judicialmente a los
megabancos que han incumplido la ley, y las acciones que han tomado las
autoridades apenas han repercutido en la avalancha de dinero saqueado y
posteriormente blanqueado a través del sistema financiero
internacional.
En
algunos casos, los bancos siguieron moviendo fondos ilícitos incluso después de
que funcionarios estadounidenses les avisaron de que se enfrentarían a
acusaciones criminales si no paraban de hacer negocios con mafias, estafadores y
regímenes corruptos.
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JP
Morgan, el mayor banco con sede en Estados Unidos, movió dinero para personas y
sociedades ligadas al saqueo masivo de fondos públicos en Malasia, Venezuela y
Ucrania, según revelan los documentos filtrados.
El
banco movió más de 1.000 millones de dólares [un billón en el sistema de EE UU]
para el financiero fugado que está detrás del escándalo 1MDB de Malasia, según
muestran los archivos. Entre el fajo de transacciones sospechosas están los 2,1
millones de dólares que movieron entre 2011 y 2012 unos jóvenes venezolanos magnates
de la energía, Alejandro Betancourt y otros directivos de Derwick Associates.
La suma es una pequeña parte de los 5.000 millones de dólares que recibieron en
contratos con el gobierno venezolano para
resolver la crisis eléctrica de Venezuela,
que todavía sigue en gran parte del país, que con frecuencia se paraliza por los apagones.
JP
Morgan también movió dinero de Alejandro Piojo Istúriz, un antiguo funcionario del gobierno venezolano que ha sido acusado por las autoridades de Estados Unidos como un
actor en el esquema internacional de lavado de dinero. Los fiscales alegaron que, entre 2011 y 2013, Istúriz y otros pidieron sobornos para manipular los contratos
de energía del Gobierno. El banco movió más de 63 millones de dólares para
empresas relacionadas con Istúriz y el esquema de blanqueo de dinero entre 2012
y 2016, según muestran los FinCEN
Files.
Según la filtración, JP Morgan también gestionó pagos por más de 50 millones
de dólares durante una década para Paul Manafort, el antiguo jefe de campaña del
presidente Donald Trump. El banco movió al menos 6,5 millones de dólares en
transacciones de Manafort en los catorce meses posteriores a su renuncia de la
campaña en el marco de un sinfín de acusaciones de blanqueo de dinero y
corrupción, a partir de su trabajo con un partido político prorruso en
Ucrania.
Transacciones
contaminadas continuaron apareciendo en cuentas bancarias de JP Morgan pese a
las promesas del banco para mejorar sus controles de blanqueo de dinero, como
parte de acuerdos que alcanzaron con las autoridades de Estados Unidos en 2011,
2013 y 2014.
JP
Morgan dijo que tiene prohibido legalmente contestar preguntas sobre
transacciones o clientes. Agregó que ha tomado un “rol de liderazgo” en la
realización de “investigaciones proactivas de inteligencia” y en el desarrollo
de “técnicas innovadoras para ayudar a combatir el crimen
financiero”.
La
filtración conocida como FinCEN Files
incluye más de 2.100 reportes de actividades sospechosas completados por
bancos y otras firmas financieras para la Red de Control de Delitos Financieros,
del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. La agencia, más conocida por su
acrónimo en inglés FinCEN, es una unidad de inteligencia en el corazón del
sistema global para luchar contra el blanqueo de dinero.
BuzzFeed
News
obtuvo los archivos y los compartió con el Consorcio Internacional de
Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), y este organizó
un equipo de más de 400 periodistas de 110 medios en 88 países para investigar
el mundo de los bancos y el blanqueo de dinero.
En
total, los documentos muestran transacciones realizadas entre 2000 y 2017 por un
monto de al menos dos billones de dólares [trillones en el sistema de EE
UU], marcadas por las oficinas internas de cumplimiento de las instituciones
financieras como potenciales de blanqueo de dinero u otra actividad criminal.
La cifra incluye 514.000 millones [514 billones en el sistema estadounidense] de
JP Morgan y 1,3 billones [trillones en el sistema estadounidense] de Deutsche
Bank. Los informes de actividades sospechosas reflejan las preocupaciones de la
primera línea de vigilancia de los bancos y no son necesariamente evidencia de
conductas criminales o malas prácticas.
También evidencian que al menos 20 bancos ayudaron a la brasileña Odebrecht -acusada por el mayor caso internacional de sobornos en la historia- a mover 677 millones de dólares entre 2010 y 2016. De esta cantidad, Deutsche Bank movió más de 560 millones de dólares, según muestran los registros.
Aunque
representan una gran cantidad, los 2 billones identificados en transacciones sospechosas en el marco de este
grupo de documentos son solo una gota en un mayor océano de dinero sucio
brotando a través de los bancos en todo el mundo. Los FinCEN Files representan menos del 0,02%
de los más de 12 millones de informes de actividades sospechosas que las
instituciones financieras realizaron entre 2011 y 2017.
La
FinCEN ni el Departamento del Tesoro respondieron una serie de preguntas
enviadas el mes pasado por ICIJ y sus socios. La FinCEN le dijo a BuzzFeed News
que no haría comentarios sobre la “existencia o no existencia” de reportes de actividades
sospechosas específicas, a veces conocidas como SAR por su acrónimo en inglés. Luego publicó una declaración sin nombre sobre "medios de comunicación" que decía que "la divulgación no autorizada de SARs es un crimen que puede impactar la seguridad nacional de los Estados Unidos". Y días antes de la
publicación de esta investigación por parte de ICIJ y sus socios, FinCEN anunció
que estaba buscando comentarios públicos sobre formas de mejorar el sistema
contra el lavado de dinero de Estados Unidos.
El
conjunto de informes de actividades sospechosas, junto a cientos de hojas de
cálculo rellenadas con nombres, fechas y cifras, detallan flujos de
transacciones potencialmente ilícitas que involucran a clientes bancarios en 170
países. Para los FinCEN Files, el
ICIJ y sus medios asociados obtuvieron más de 17.000 archivos adicionales de
empleados y denunciantes, archivos judiciales, solicitudes de acceso a la
información y otras fuentes. El equipo entrevistó a centenares de personas,
incluyendo a expertos en crímenes financieros, funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley y a víctimas.
Según
BuzzFeed News, algunos de los
archivos filtrados fueron reunidos como parte de las investigaciones del
Congreso de Estados Unidos sobre la interferencia de Rusia en las elecciones
presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Otros fueron compilados tras
solicitudes de las agencias encargadas de hacer cumplir la ley a la
FinCEN.
Los FinCEN Files ofrecen una visión sin
precedentes del secreto mundo del sistema bancario internacional, clientes
anónimos y, en muchos casos, el crimen financiero. Los documentos muestran a los
bancos moviendo ciegamente dinero a través de sus cuentas en favor de personas
que no pueden identificar, fallando a la hora de informar de transacciones con
las características habituales del blanqueo de dinero hasta años más tarde del
hecho, e incluso haciendo negocios con clientes involucrados en fraudes
financieros y en escándalos públicos de
corrupción.

Autoridades
de Estados Unidos, país que juega un rol principal en la batalla global contra
el blanqueo de dinero, han ordenado a los grandes bancos a reformar sus
prácticas, los han multado con cientos e incluso miles de millones de dólares, y los han amenazado con cargos
judiciales como parte de los llamados acuerdos de procesamiento
diferidos.
La
investigación de 16 meses del ICIJ y sus medios asociados muestra que estas
tácticas no han funcionado. Los grandes bancos continúan desempeñando un papel
central en el movimiento de dinero ligado a la corrupción, el fraude, el crimen
organizado y el terrorismo.
“Al
fallar por completo en prevenir transacciones corruptas a gran escala, las
instituciones financieras han abandonado su papel como defensas en primera línea
contra el blanqueo de dinero”, afirmó al ICIJ Paul Pelletier, un ex alto
funcionario del Departamento de Justicia de Estados Unidos y fiscal de delitos
financieros. Los bancos, señaló, saben que “operan en un sistema sin
controles”.
Los reincidentes
Cinco
de los bancos que aparecen con más frecuencia en los FinCEN Files —Deutsche Bank, Bank of New
York Mellon, Standard Chartered, JP Morgan y HSBC— violaron en repetidas
ocasiones sus promesas oficiales de buen comportamiento, según muestran los
archivos secretos.
En
2012, la sede de Londres del HSBC, el banco más grande de Europa, firmó un
acuerdo de procesamiento diferido y admitió que había blanqueado al menos 881
millones de dólares de carteles de droga de América Latina. Los narcotraficantes
usaron cajas especiales que se ajustan a las ventanillas de los cajeros del HSBC
para dejar enormes cantidades de dinero de la droga que estaban empujando al
sistema financiero.
Mediante
el acuerdo con los fiscales, HSBC pagó 1.900 millones de dólares [1,9 billones
en el sistema estadounidense] y el gobierno acordó poner las acusaciones
criminales contra el banco en cuarentena y desistir de ellas a los cinco años si
HSBC mantenía su promesa de combatir agresivamente el flujo de dinero
sucio.
Como
muestran los FinCEN Files, durante
esos cinco años de período de prueba, HSBC continuó moviendo dinero de personajes
cuestionables, incluidos sospechosos de blanquear dinero de Rusia y de una
estafa piramidal Ponzi bajo investigación en varios
países.

Cada año la FinCEN, con aproximadamente 300 empleados, procesa más de dos millones de SAR (reportes de actividad sospechosa) procedentes de bancos y otras firmas financieras
Pese
a ello, el gobierno permitió a HSBC anunciar en diciembre de 2017 que había
“cumplido con todos sus compromisos” establecidos en el pacto de procesamiento
diferido, y que los fiscales habían desistido de los cargos criminales para
siempre.
En
un comunicado dirigido al ICIJ, HSBC rechazó contestar las preguntas sobre
clientes específicos o transacciones. HSBC dijo que la información del ICIJ es
“histórica y precede” su acuerdo de procesamiento diferido de cinco años. El Departamento de Justicia se negó a
contestar preguntas específicas. En un comunicado, un portavoz de la división
criminal del departamento afirmó: “El Departamento de Justicia respalda su
trabajo, y mantiene su compromiso de investigar y enjuiciar agresivamente los
delitos financieros —incluyendo el blanqueo de dinero—, donde sea que lo
encontremos”.
Recompensas y riesgos
El
análisis del ICIJ encontró que los bancos que aparecen en FinCEN Files a menudo procesan
transacciones a sociedades registradas en jurisdicciones opacas y lo hacen sin
saber el último beneficiario de carne y hueso de la cuenta. Los propietarios de
estas cuentas corporativas a menudo ofrecen direcciones en Reino Unido, Estados
Unidos, Chipre, Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos, Rusia y Suiza. Al menos 20% de los informes tienen un cliente con una dirección en Islas Vírgenes
Británicas, conocido paraíso fiscal.
En
el análisis que hizo ICIJ se encontró que la mitad de los bancos no disponían de
información sobre entidades que se encuentran detrás de transacciones. En
630 reportes las instituciones
financieras preguntaron por más información sobre estas sociedades y en más de
160 de los casos los otros bancos no respondieron. Algunos bancos o filiales en
países como Suiza citaron leyes nacionales de reserva de la información para
denegar esta información.
La
Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen calcula que 2,4 billones de
dólares en fondos ilícitos son
blanqueados cada año -cifra equivalente a casi el 2,7% de todos los bienes y
servicios que se producen cada año en el mundo-. Pero las autoridades, dice la
agencia, detectan menos de 1% del dinero negro mundial.
“Todos
lo están haciendo mal”, admitió en una entrevista con el ICIJ David Lewis,
secretario ejecutivo de Financial Action Task Force, con sede en París, una
asociación de gobiernos de todo el mundo para establecer estándares contra el
lavado de dinero.
Los
informes de evaluación por países de su organización —que profundizan en cuán
bien los bancos y las agencias gubernamentales ejecutan las leyes y reglamentos
contra el blanqueo de dinero— muestran mucha verificación de casillas pero poco
progreso práctico. Muchos países parecen estar más preocupados por cómo aparecen
sobre el papel que por acabar con el blanqueo de dinero,
afirmó.
Los
FinCEN Files también muestran, por ejemplo,
lo que pasaba detrás del Arab Bank, acusado en tribunales —por familiares de un
sobreviviente de un atentado en un autobús en Jerusalén en 2003— de ayudar a
mover los fondos con los que se financió un ataque terrorista. A la par del
litigio, el banco jordano se estaba beneficiando de una relación laboral con un
banco más grande e influyente: el Standard Chartered. El banco con sede en Reino
Unido ayudó a los clientes del Arab Bank a acceder al sistema financiero de
Estados Unidos después de que los reguladores encontraran deficiencias en los
controles del Arab Bank contra el blanqueo de dinero en 2005, obligándole a
reducir sus transferencias de dinero hacia Estados Unidos.
Standard
Chartered continuó su relación con el Arab Bank a medida que la demanda contra
el banco jordano proseguía su curso por los tribunales de Estados Unidos e
incluso después de que las autoridades estadounidenses avisaran a Standard
Chartered de que debía detener el procesamiento de transacciones en favor de
clientes sospechosos.
Los
reguladores de Nueva York concluyeron en 2012 que Standard Chartered había
“conspirado con el Gobierno de Irán” por cerca de una década para mover 250.000
millones de dólares en transacciones
secretas, obteniendo “cientos de millones de dólares en comisiones” y dejando
“el sistema financiero estadounidense vulnerable a terroristas, traficantes de
armas, narcotraficantes y regímenes corruptos”. Este patrón de conducta le costó
a Standard Chartered casi 670 millones de dólares en multas en la segunda mitad
de 2012, como parte de dos acuerdos de procesamiento diferido y otros acuerdos
con las autoridades de Nueva York y Estados Unidos.
Luego
de esto movió casi doce millones de dólares más en transacciones para clientes del
Arab Bank referidas a “beneficencia”, “donaciones”, “apoyo” o “regalos”. El
informe de seguimiento advirtió que los registros de pagos aumentaron la
preocupación de que “actividades ilícitas” estaban siendo financiadas "bajo la
apariencia de la beneficencia”.
¿Por
qué los bancos mueven dinero sospechoso? Porque es rentable. Los bancos pueden
llenar sus resultados finales con las comisiones que cobran a medida que el
dinero se mueve a través de redes de cuentas mantenidas por clientes corruptos.
JP Morgan, por ejemplo, sumó una estimación de 500 millones de dólares en beneficios por ser el banquero jefe de
Bernie Madoff y su multimillonaria estafa bajo el esquema Ponzi.
Pero
tratar con clientes turbios también tiene sus riesgos. JP Morgan pagó 88,3
millones de dólares en 2011 para solventar las reclamaciones de los reguladores
de que había violado las sanciones económicas contra Irán y otros países sujetos
a embargos de Estados Unidos. Funcionarios del Tesoro golpearon al banco con una
orden de “cese y desistimiento” en 2013 que detalló “deficiencias sistémicas” en
sus esfuerzos contra el blanqueo de dinero “a la hora de identificar volúmenes
significantes de actividades sospechosas”.
Pero
el banco continuó moviendo dinero para personas envueltas en supuestos delitos
financieros, según muestran los FinCEN
Files, entre ellos Jho Low, un banquero que salía de fiesta con Paris Hilton
y Leonardo Di Caprio y que fue acusado por las autoridades de varios países de
ser el autor intelectual de un fraude de 4.500 millones de dólares a partir de un fondo de desarrollo económico de
Malasia, llamado 1Malaysia Development Berhad, o 1MDB.
Una búsqueda en Google
La
FinCEN y otras agencias estadounidenses juegan un importante papel en los
esfuerzos contra el lavado de dinero en todo el mundo, en gran parte porque los
blanqueadores y otros delincuentes comparten el mismo objetivo que otros
clientes bancarios que operan entre fronteras: convertir su dinero a dólares de
Estados Unidos, la moneda global de facto, a través de bancos corresponsales.
Un pequeño grupo de bancos con importantes operaciones en Nueva York, en su
mayoría estadounidenses y europeos, se embolsillan comisiones realizando este
truco, aprovechando su privilegiado acceso a la Reserva Federal de Estados
Unidos (el equivalente en ese país al banco central).
La
ley estadounidense confía a los bancos la responsabilidad en primera línea de
prevenir el blanqueo de dinero, a pesar de que sus incentivos financieros se
dirigen completamente a que el dinero —sucio o limpio— continúe moviéndose. Si
bien los bancos están autorizados para detener una transacción si parece
sospechosa, no están necesariamente obligados a ello. Simplemente tienen que
presentar un informe de actividad sospechosa a la FinCEN.
La
FinCEN, con aproximadamente 270 empleados, recopila y analiza más de dos millones
de nuevos informes de actividad sospechosa cada año procedentes de bancos y
otras firmas financieras. Comparte información con las agencias estadounidenses
de cumplimiento de la ley y con unidades de inteligencia financiera de otros
países.
Dentro
de los grandes bancos, los sistemas para detectar flujos ilícitos de dinero
dependen de personal con exceso de trabajo y falta de recursos, que normalmente
trabajan en oficinas internas lejos de la sede central y con poca influencia
dentro de sus organizaciones. Documentos en los FinCEN Files muestran que los empleados
de cumplimiento en los grandes bancos a menudo dependen de búsquedas básicas en
Google para intentar saber quién está detrás de transferencias de cientos de
millones de dólares.
Según
los documentos secretos, los bancos a menudo completan los informes de actividad
sospechosa sólo después de que una transacción o un cliente se convierten en
protagonistas de un artículo periodístico negativo o de una investigación del
gobierno, generalmente después de que el dinero ya ha corrido
lejos.

Luego de mover dinero del narcotráfico, el HSBC logró congelar por cinco años las acusaciones en su contra bajo la promesa de combatir agresivamente el lavado. Durante ese período siguió moviendo dinero de sospechosos de blanquear dinero de Rusia y de una estafa piramidal Ponzi. Foto: Tolga Akmen / AFP
En
entrevistas con el ICIJ y BuzzFeed News, más de una docena de antiguos empleados
de cumplimiento en HSBC cuestionaron la eficacia de los programas del banco
contra el blanqueo de dinero. Algunos dijeron que el banco no les dio lo
suficiente para ir más allá de una mirada superficial sobre los grandes flujos
de dinero, y que las oficinas de HSBC fuera de Estados Unidos a menudo los
ignoraban cuando solicitaban información sobre quién se escondía detrás de las
grandes transacciones.
“Ellos
decían: ‘Claro, te volveremos a contactar’. Pero nunca se ponían en contacto de
nuevo”, recuerda Alexis Grullon, quien supervisó la actividad sospechosa
internacional para HSBC en Nueva York entre 2012 y 2014.
Según
una demanda judicial presentada en diciembre de 2019 en un tribunal federal de
Nueva York, empleados del Standard Chartered Bank que se opusieron a que
transacciones ilegales fueran ignoradas resultaron amenazados, acosados y
despedidos.
Julian
Knight y Anshuman Chandra, los demandantes, afirman que se vieron obligados a
abandonar sus trabajos de gestión en el banco después de que el banco se enteró
de que habían cooperado con una investigación del FBI sobre transferencias de
dinero que Standard Chartered había realizado a través de empresas de Irán,
Libia, Sudán y Myanmar (Birmania) sancionadas por Estados Unidos. Según la demanda,
Standard Chartered participó en un “esquema de blanqueo de dinero altamente
sofisticado”, alterando los nombres de las partes sujetas a sanciones en Estados
Unidos en los documentos de las transacciones y creando una solución tecnológica
que permitió que estas transacciones ilegales pasaran inadvertidas para el Banco
de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Chandra,
que trabajó en la filial del banco en Dubai entre 2011 y 2016, concluyó que la
eliminación de las sanciones ayudó a financiar ataques terroristas “que mataron
e hirieron a soldados que servían en la coalición liderada por Estados Unidos,
así como a muchos civiles inocentes”. La demanda afirma que el esquema permitió
al banco beneficiarse de la “alta prima” que Irán y sus agentes estaban
dispuestos a pagar para convertir los riales iraníes —la depreciada y sancionada
moneda del país persa— en dólares.
“Puedes
ejecutar un programa como este probablemente durante unos pocos meses sin ser
pillado si se trata de un grupo pequeño el que lo coordina dentro del banco”,
manifestó Chandra en una entrevista con BuzzFeed News, socio del ICIJ. “Pero
algo como esto sucedió durante un período de años y generó miles de millones de
dólares. Alguien en la cima debió
haberse preguntado: ¿Cómo estamos ganando este dinero?”.
Chandra y Knight afirman que el banco admitió sólo una parte de sus incumplimientos y mintió sobre cuándo se detuvieron las transacciones ilegales. Esto ocurrió cuando el banco compareció para asumir las sanciones como parte del acuerdo de procesamiento diferido, con las autoridades de Estados Unidos, en 2012. La agencia prorrogó el período de
prueba del banco una y otra vez durante varios años. Finalmente, en 2019, el
banco pagó 1.100 millones de dólares más por incumplimientos reiterados de sanciones contra Irán y otros
países, y acordó ampliar su pacto de procesamiento diferidos por dos años
más.
En diferido
Los
fiscales americanos y otros funcionarios han elogiado los acuerdos de
procesamiento diferido y otros tipos de acuerdos por blanqueo de dinero como
herramientas efectivas para asegurarse de que los grandes bancos cumplieran la
ley y dejaran de trabajar para delincuentes. Cuando las autoridades anunciaron
el acuerdo de procesamiento diferido de Standard Chartered en 2012, un empleado
del FBI manifestó: “Nueva York es una capital financiera mundial y un centro
bancario internacional, y tienes que cumplir con las leyes para realizar
negocios aquí”.
La
investigación del ICIJ muestra que cinco de los bancos que aparecen más
frecuentemente en los FinCEN Files
—HSBC, JPMorgan, Deutsche Bank, Standard Chartered y Bank of New York Mellon—
continuaron moviendo dinero para personas y empresas sospechosas a raíz de
acuerdos de procesamiento diferido y otras acciones de cumplimiento de la ley
contra el blanqueo de grandes cantidades de dinero.
Cuatro
de estos bancos firmaron acuerdos de no procesamiento o de procesamiento
diferido relacionados con blanqueo de dinero en los últimos quince años. El único
banco de los cinco que no ha sido objeto de un acuerdo de no procesamiento o
de procesamiento diferido es el Deutsche Bank. No obstante, el banco alcanzó un
acuerdo civil por 258 millones de dólares en 2015 como consecuencia de una
investigación por los reguladores bancarios de Estados Unidos y Nueva York que
encontraron que el banco había movido casi 11.000 millones de dólares a nombre de instituciones financieras de Irán,
Líbia, Siria, Birmania y Sudán y otras entidades sancionadas por Estados
Unidos.
¿Por
qué aparentemente las grandes sanciones financieras no han servido para cambiar
el comportamiento de los bancos?
John
Cassara, un experto en delitos financieros que trabajó como agente especial
asignado a la FinCEN entre 1996 y 2002, dijo que el tamaño de las multas pagadas
por HSBC y otros bancos pueden sonar grandes pero son una pequeña fracción de
los beneficios de los bancos. Y el dinero no es pagado por los banqueros que
deben rendir cuentas, dijo, sino que es pagado por los accionistas.
BNP
Paribas, el mayor banco de Francia, recibió la mayor multa de todas en 2014,
cuando tuvo que pagar 8.900 millones de dólares [8,9 billones en el sistema
americano] frente a la abrumadora evidencia de que ayudó a transferir miles de
millones de dólares al sistema financiero de
Estados Unidos a nombre de entidades de Sudán, Irán y Cuba que eran objeto de
sanciones de Estados Unidos.
Al
contrario que los acuerdos con HSBC y otros, este no fue un procesamiento
diferido. El banco acordó aceptar una condena penal y despedir a trece empleados.
La prioridad en las negociaciones del acuerdo fue asegurar que su licencia para
procesar transacciones en dólares en Estados Unidos no fuera revocada
permanentemente. Tras el anuncio del acuerdo, el precio de la acción del banco
subió 4%.
James
S. Henry, un economista de Nueva York, abogado y escritor que ha investigado el
mundo del dinero sucio desde los setenta, dice que se necesita “voluntad fiscal”
para cambiar realmente la relación entre los bancos y los flujos de dinero
ilícito. Esto se traduce en responsabilizar a los banqueros, no solo a los bancos
y sus accionistas. “Tenemos que poner en riesgo a algunos altos ejecutivos que
están a cargo de estas cosas”, afirmó Henry. “Y
eso significa multas y/o cárcel”.