Unos Rangel zulianos consiguieron un segundo aire para sus negocios en Panamá
Sin contar con experiencia previa en la venta de equipos médicos, una empresa dirigida por tres hermanos venezolanos que tenían trayectoria en el sector automotriz, logró colarse como proveedora de la Presidencia de Panamá y firmar un contrato para suministrar respiradores, los equipos más buscados en tiempos de Covid-19. Pero los equipos resultaron estar en mal estado. Esta historia se remonta hasta unos antecedentes en el estado Zulia, relacionados con una familia ya célebre por haber sido favorecida con jugosos contratos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.
Los más de seis meses de emergencia por la Covid-19 en
América Latina han permitido detectar un cúmulo de irregularidades en las
compras de equipos médicos e insumos que los países han hecho para enfrentar la
pandemia del nuevo coronavirus SARS CoV-2. Uno de esos negocios tiene que ver
con los ventiladores artificiales o respiradores, equipos que han resultado ser
medulares en la estrategia para salvar a los pacientes con complicaciones
respiratorias. Y una de esas historias de adquisiciones poco transparentes,
dudosas en su negociación y con fallas en el desempeño de los equipos, conecta a
Panamá con Venezuela.
Tres hermanos venezolanos lograron negociar con el estado
panameño para dotar a los hospitales de ese país con decenas de ventiladores por
la emergencia de la Covid-19. Carlos, Roberto y Rommel Bogarin Rangel, con su
empresa Primo Medical Group, se convirtieron en uno de los trece proveedores del
Ministerio de la Presidencia del país del istmo. En marzo de este año firmaron
un acuerdo por 2,3 millones de dólares para proveer 53 unidades para la
respiración asistida tanto de cuidados intensivos como no invasivos, de cuya
entrega definitiva sólo hay registros por 32
equipos.
De acuerdo con una investigación iniciada en mayo por el
diario La Prensa de Panamá, la carta de compromiso firmada con el Estado
para proveer los equipos y recibir el pago a posteriori, no hubiera
resultado llamativa de haber sido diferente el historial de Primo Medical Group.
Pero quedó en evidencia que se trataba de una compañía sin trayectoria en el
sector de equipos médicos en Panamá (solo se había dedicado a vender
productos descartables); desconocida por otras compañías del ramo, sin registros
de importación de equipos médicos en los últimos diez años, según los datos de
la autoridad de aduanas de Panamá, y sin ventas previas de insumos médicos al
Gobierno panameño. No había experiencia previa que permitiera concluir que esta
compañía sería un buen proveedor, pero eran los únicos que contaban con equipos
para entrega inmediata.
Lo que sí había en su website era la referencia de formar
parte de un “importante grupo empresarial familiar que desde 1980 se ha dedicado
a la comercialización y distribución de suministros médicos de la más alta
calidad”. Primo Medical Group es manejada actualmente por la tercera generación
de una familia cuyo árbol genealógico se enraiza en Maracaibo, ciudad del
occidente venezolano, capital del estado Zulia.
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El apellido Rangel de estos jóvenes proviene de la familia
Rangel Baron, otro grupo de hermanos (sus tíos) conocidos en Venezuela por
revelaciones hechas por medios de prensa desde 2015. Según las investigaciones,
la familia Rangel Baron conduce una red de empresas dedicadas al sector de
equipos e insumos médicos y centros de diálisis que, con la empresa Continental
Medica a la cabeza, resultó durante años regularmente favorecida con cientos de
contratos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), y con
asignaciones por millones
de dólares preferenciales de la antigua Comisión Nacional de Administración de
Divisas (Cadivi).
Los ventiladores entregados por Primo Medical Group al
gobierno panameño llevan la marca alemana Dräger. Pero traían consigo una serie
de sorpresas nada cónsonas con la imagen de calidad de la ingeniería alemana:
llegaron en mal estado, con piezas incompletas, con fechas de fabricación
anteriores a las indicadas por el proveedor. La propia empresa aseguraba que se
trataba de equipos de 2015 pero, en realidad, eran de 2013 y 2014. Los
softwares estaban desactualizados.
Los reportes realizados por cuatro de los hospitales de
Panamá que recibieron estos equipos, y resumidos en seis cartas enviadas al
Ministerio de Salud, que La Prensa obtuvo y compartió con
Armando.info para este reportaje conjunto, precisan las fallas que
presentan: varios ventiladores llegaron sin compresor o humidificador, con los
conectores de las mangueras de aire y oxígeno incompatibles con los usados en
algunos de los centros de salud receptores, circuitos de ventilación con fecha
de vencimiento entre 2015 y 2017, sin la válvula para entubar, con baterías
internas poco confiables por los años de manufactura que tenían, e incluso, uno
de ellos llegó con la pantalla rota y otro con la tarjeta dañada, entre otros
detalles ruinosos.
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Las revisiones concluyeron que los equipos habían permanecido
“mucho tiempo en bodega”, lo que explicaría sus condiciones poco óptimas y, por
lo tanto, riesgosas para cualquier paciente de cuidados intensivos. Ningún
respirador estaba actualizado, ni Primo Medical Group era representante
autorizado de la marca Dräger en Panamá, como aclaró
la propia casa matriz alemana en su momento. Así, el origen de esos
ventiladores Dräger que lograron cotizarle al Estado continúa siendo un
misterio.
En un primer contacto a petición del equipo periodístico de
La Prensa, el director ejecutivo de la compañía, Carlos Bogarin Rangel,
evadió aclarar la procedencia de los equipos y dar el nombre de la empresa que
los importó. En una
segunda solicitud de información, esta vez enviada por Armando.info y
La Prensa, donde se pedían explicaciones sobre los desperfectos de los
ventiladores y detallaba el contenido de las cartas, no hubo respuesta. El
mutismo del vocero corporativo siguió tras tres
intentos.
Rompecabezas zuliano
Si bien queda claro que Primo Medical Group no era una
empresa autorizada para distribuir equipos Dräger en Panamá, está al mismo
tiempo la llamativa coincidencia de que los Rangel Baron sí tenían esos
derechos, pero solo para Venezuela. La empresa Continental Medica, propiedad de
Daniel Rangel Baron, tío de los hermanos Bogarin Rangel, es la representante
autorizada de la marca alemana para el mercado venezolano.
Esta es una de las coincidencias que conectan a los hermanos
venezolanos Bogarin Rangel con los hermanos colombo-venezolanos Rangel Baron,
sus tíos directos por vía materna.
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Además se tiene que Roberto y Rommel Bogarín Rangel figuran
como socios de su tía, Isabel Rangel Baron, en una fundación privada en Panamá
llamada Alastor; ellos aparecen como directores consejeros y ella como
presidenta. En Venezuela, Isabel llegó a ser vicepresidenta de Continental
Medica mientras su hermano Daniel Rangel Baron era presidente, al menos hasta
2015, cuando se conocieron las denuncias sobre la compañía. También era la
persona de contacto para sus clientes, como puede verse en el Registro Nacional
de Contratistas (RNC). Actualmente, solo Daniel permanece en la directiva.
La familia Rangel Baron, propietaria de una red de 19
empresas en Venezuela y otras 28 en el exterior –diez de ellas en Panamá–
recibió más de 440 millones de dólares preferenciales para la compra de insumos
médicos para el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Ocho de las 19
empresas de la familia Rangel Baron fueron contratistas del Estado venezolano,
contraviniendo la Ley de Contrataciones Públicas, de acuerdo con una
investigación publicada por el sitio Runrunes
en noviembre de 2015.
Solo una de esas empresas, Continental Medica, recibió más de
330 millones de dólares preferenciales y cientos de contratos con el IVSS, para
la dotación de camas clínicas, máquinas de anestesia, monitores cardíacos y de
signos vitales, entre una amplia variedad de equipos médicos e insumos
quirúrgicos, como puede verificarse en el RNC.
Pese a esa exposición pública asociada a presuntas irregularidades, Continental Medica actualmente se mantiene habilitada para contratar con el Estado venezolano. Según se pudo conocer, durante estos meses de pandemia ofreció respiradores Dräger a varias clínicas de Caracas, incluyendo al IVSS, pero fueron rechazados por tratarse de modelos viejos, de 2012. Esta información no fue negada ni confirmada por la empresa tras ser consultada.
En cambio, la gerencia de Continental Medica aclaró en una
carta dirigida a la redacción de Armando.info que no tiene pendiente
"averiguación ni proceso alguno con órganos administrativos o de la
administración de justicia", y que realiza todas sus actividades de conformidad
con las leyes venezolanas.
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La última importación de ventiladores realizada por esta
compañía fue en 2012, según informaron sus voceros en ocasión de este reportaje.
En su comunicación, la directiva de Continental Medica además negó ser
proveedora de Primo Medical Group y haber negociado alguna venta de los equipos
Dräger, que distribuyen en Venezuela, destinada al mercado panameño. También
negó tener relación de negocios con los hermanos Carlos, Roberto y Rommel
Bogarin Rangel.
Pero de alguna manera el nexo sanguíneo también termina por
ser nexo empresarial: el padre de los jóvenes que hacen negocios en Panamá,
Rommel Bogarin Grau, llegó a desempeñarse como “comisario” de Equipos Médicos
Alfamed, Casa de Representaciones Omega Salud, Corporación Hospitalaria del
Zulia, empresas del conglomerado de 19 que los Rangel Baron
manejan.
En este crisol de porcelana también hay otras piezas que se
unen. Además de Primo Medical Group Corp, creada en 2017 para dedicarse al
negocio de insumos médicos y descartables hospitalarios, existe Primo Medical
Group HK Panamá Corp, compañía que tuvo por nombre Boga Group Corp desde su
creación en 2015 hasta mayo de 2019, según el Registro Público de Panamá. Ese
año no solo cambió de nombre, también dejó de dedicarse a la compra, venta y
distribución de autopartes de vehículos.
Sus dueños y representantes, Carlos y Roberto Bogarin Rangel,
trabajaron en empresas del ramo automotriz y de repuestos en el estado Zulia
hace varios años –antes de cambiar su residencia a Panamá– como consta en los
registros de la seguridad social venezolana y como dan fe en su círculo de
amigos al hacer memoria.
El hermano mayor de Carlos y Roberto, llamado Rommel Bogarin
Rangel, también forma parte de la directiva en ambas empresas
Primo.
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En
Venezuela, Rommel Bogarin hijo aún figura como trabajador activo de Droguería
Química de Venezuela, Droquiven. Esta compañía se encarga de distribuir,
representar y vender productos en general para la dotación de centros de salud y
laboratorios, así como la importación y exportación de equipos médicos,
prestación de servicios y mantenimiento. Según los registros, es su director ejecutivo
y accionista mayoritario. Además, tiempo atrás, entre 2006 y 2007, hizo las
veces de director ejecutivo de otra empresa del sector salud, llamada
Corporación Hospitalaria del Zulia. Ambas fueron contratistas del IVSS y del
Ministerio de Salud, con el suministro de insumos médico-quirúrgicos y
medicamentos.
Sus
hermanos menores, en cambio, no muestran rastro alguno de haber pasado por el
negocio de la salud en Venezuela. Carlos Bogarin Rangel también fue
contratista del Estado venezolano pero con una empresa del sector petroquímico,
carbonífero e industrial que le prestó servicios a la petrolera Pdvsa. Carlos
formó parte de la directiva de Petrolera Social (P&S) como director gerente,
mientras su tío, Daniel Esgardo Rangel Baron, ocupaba la presidencia, al menos
en 2007, fecha de la que se tiene registro en el Sistema Nacional de
Contrataciones. Junto a su hermano, Roberto Bogarin Rangel, compartió sociedad
en una compañía de computación.
Casi lo logran
Luego de ser reportadas las fallas que presentaron los
equipos entregados por Primo Medical Group, la empresa de los venezolanos
Bogarin Rangel se vio obligada a firmar un convenio con Dräger de Panamá para
reparar los equipos, actualizarlos y entregar las piezas que faltaban. También
se comprometieron a cumplir con una serie de exigencias que van desde una
garantía de tres años, hasta consignar la certificación del fabricante de
tener disponibilidad de repuestos por siete años como mínimo.
La Prensa y Armando.info pudieron
conocer que hasta que los respiradores no queden totalmente operativos, el
Ministerio de la Presidencia de Panamá no cancelará los pagos. Si bien el
compromiso era entregar 53 respiradores, primero 32 y luego los restantes, el
destino de los otros 21 equipos no está claro en este momento. Parece posible
que el resto del negocio no se complete.
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Al prorratear el costo de los 53 ventiladores que los
comerciantes venezolanos cotizaron al estado panameño en 2,3 millones de
dólares, resulta que cada equipo sería vendido a un promedio de 43.000 dólares,
un monto elevado según los precios que se consiguen en el mercado panameño. La
propia empresa Dräger en Panamá ofrece ventiladores entre 6.000 y 17.000
dólares, mientras que los mismos modelos que Primo Medical Group incluyó en su
oferta se consiguen en Internet a precios, también, menores: entre 17.000 y
32.000 dólares.
Aún más: si se tiene en cuenta que la fabricación de estos respiradores data de 2013 y 2014, deberían tener un descuento de alrededor de 30%, comentaron dos comerciantes de equipos médicos en Panamá consultados para este trabajo.
Todo indica que los venezolanos Bogarin Rangel quisieron
oxigenar sus finanzas sirviendo de proveedores del gobierno panameño, algo que
sus parientes de la familia Rangel Baron han sabido hacer en suelo venezolano.
(*) Isayen Herrera colaboró con este reportaje. Esta
historia es resultado de una cobertura conjunta entre el diario La Prensa de
Panamá y Armando.info en Caracas.