Así salió el director del canal Globovisión

LOS SECRETOS DE WIKILEAKS
Los cables de la embajada de EE.UU. en
Caracas dan cuenta de las presiones que recibió el canal, pero también de los
errores que sus directivas no reconocieron en público.
Alberto Federico Ravell estaba diciendo la
verdad. Cuando el 19 de febrero de 2010 convocó a una rueda de prensa para
anunciar su salida del canal de noticias Globovisión, que había dirigido durante
15 años, explicó que el gobierno había presionado a uno de los socios, el
banquero Nelson Mezerhane, para que comprara todas las acciones de la planta y
lo despidiera a él. Tanto Mezerhane como el otro socio mayoritario, Guillermo
Zuloaga, aparecen confirmándolo al embajador de Estados Unidos en Caracas,
Patrick Duddy, en un cable fechado un día antes de su recordada comparecencia
ante los medios de comunicación, sobre una pared forrada con el logo que
identifica a la red social Twitter.
Las presiones del gobierno sobre Nelson
Mezerhane, accionista minoritario del canal Globovisión y presidente del Banco
Federal, recrudecieron luego de que en noviembre de 2009 el gobierno venezolano
decidiera intervenir a los bancos con problemas de liquidez. El objetivo final
era suavizar la línea editorial de la planta, que tiene alcance restringido en
señal abierta, pero una enorme capacidad para influir en los televidentes.
Los más respetados analistas del sector
financiero estaban conscientes de la debilidad del Banco Federal, que tenía el
3% de los depósitos del sistema, y de sus dificultades para cumplir con las
regulaciones de la Superintendencia de Bancos (Sudeban). Mezerhane siempre
negaba esos análisis. Los atribuía a una campaña sistemática de desprestigio
fabricada en laboratorios de guerra sucia para provocar masivos retiros de
dinero, que encontraba eco en gente vinculada al gobierno en los medios de
comunicación.
Estados Unidos sabía desde enero de 2009 de
los problemas de liquidez de los bancos pequeños por el aumento del monto de las
transacciones en el mercado Overnight (en el cual los bancos se prestan dinero
entre sí). Pero como suele suceder en un país tan polarizado como Venezuela, la
lectura política siempre prevalece sobre los hechos. A Mezerhane se le veía como
un empresario acosado por mantener el espíritu combativo de Globovisión, antes
que como el dueño de un banco al filo de la quiebra. Todo cambió cuando el
gobierno decidió, en una sorpresiva maniobra, sanear el sistema financiero,
intervenir más de una docena de bancos pequeños y exigirle al Banco Federal el
cumplimiento de las normas de la Sudeban.
Catorce meses tensos
Las 2.184 páginas despachadas desde la
embajada de EE.UU en Caracas entre enero de 2009 y febrero de 2010 dan cuenta de
la tensa relación entre el gobierno y Globovisión. Alberto Federico Ravell era
frecuentemente mencionado en los documentos enviados al Departamento de Estado.
Su nombre aparecía en las reseñas que los consejeros políticos elaboraban a
partir de las declaraciones de los diputados chavistas, especialmente si estos
criticaban aspectos de la cobertura informativa; en los ataques que las bandas
parapoliciales cercanas al Gobierno contra la sede de la planta; en el inicio de
investigaciones por transmitir información no oficial referida a un sismo
ocurrido en Caracas el 4 mayo de 2009; o cuando la secretaria de Estado, Hillary
Clinton, concedió una entrevista exclusiva al canal, lo que provocó la ira del
gobierno venezolano.
Los cables dejan muy en claro el acoso
contra Globovisión entre enero de 2009 y febrero de 2010. Para septiembre de
2009 la embajada había contabilizado 60 acusaciones en tribunales contra el
canal por diversos motivos. Pero también resaltan todas las equivocaciones que
cometieron y que jamás reconocieron en público.
Ocurrió cuando, por un error de producción,
en una emisión del programa Buenas Noches, un talk show que combina
informaciones políticas y ligeras, se publicaron mensajes de texto que instaban
al derrocamiento de Chávez. Los mensajes, que violaban disposiciones de la Ley
de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, decían: “Activen las redes de
información. Posible golpe, alerta para el viernes en horas de la mañana”.
Globovisión jamás reconoció en público que
el error, según fuentes del canal consultadas por la embajada, obedecía a un
error de producción. El productor del programa dejó en manos de un practicante
la labor de revisar los mensajes de texto. Nadie con criterio filtró los
mensajes antes de colocarlos al aire. “Por primera vez no sabemos cómo
defendernos”, confesó esa persona en aquellos días.
Uno de los conductores de Buenas Noches, el
periodista Francisco “Kiko” Bautista, afirmó en una entrevista publicada en el
diario El Nacional de Caracas que él jamás apoyaría un golpe de Estado, y
sugirió que los mensajes transmitidos pudieron haber sido colocados allí por el
propio gobierno o fabricados en un laboratorio. Bautista aprovechó para
inscribir lo que en apariencia pareció ser un error de producción dentro del
contexto de los atropellos a la libertad de expresión, una muletilla que siempre
sale a relucir en la polarizada Venezuela.
Al analizar el caso, el embajador destacado
en Caracas, Patrick Duddy, dijo que Globovisión jugaba con fuego al transmitir
esos mensajes, “que socavan su credibilidad y le dan a Chávez una excusa
poderosa y convincente para que los cierre”.
Muchas veces se ha dicho que Globovisión
cruza la frontera de lo informativo para actuar como un partido político. El
alcalde del Municipio Sucre de Caracas, Carlos Ocariz, por ejemplo, le dijo al
consejero político que esa planta lo había criticado varias veces por destinar
su gestión a la atención de las áreas pobres en desmedro de las urbanizaciones
más ricas. El exembajador de Venezuela ante la ONU, Diego Arria, hizo un
análisis similar: “si ellos no te apoyan, no te muestran”.
Salida de Ravell
Con la presión de Sudeban encima, a
Mezerhane le quedaba una opción: convencer a sus socios, Guillermo Zuloaga y
Alberto Federico Ravell, que le vendieran las acciones para suavizar el espíritu
crítico de la programación y refrescar el elenco de presentadores de noticias.
A Ravell le pidieron la renuncia y la
aceptó, pero amenazó con hacer pública toda la maniobra orquestada por el
gobierno. En una concurrida rueda de prensa celebrada en un salón de fiestas de
la urbanización Las Mercedes, en el sureste de Caracas, el periodista confirmó
su salida y contó los detalles. Dijo que el gobierno, a través del ministro de
Energía Eléctrica Alí Rodríguez Araque, había presionado al banquero Mezerhane.
La información recogida por los funcionarios
estadounidenses acreditados en Caracas confirmó la tesis de Ravell. El
Secretario General de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, dijo entonces que
Mezerhane negociaba “como si él representara al gobierno” con el objetivo de
“limpiar los expedientes administrativos y criminales contra el canal y su socio
Zuloaga”. El ministro de Energía Eléctrica, Alí Rodríguez Araque, le había dicho
al empresario que si no cumplían con las exigencias del gobierno “irían por su
banco”.
Otro empresario le dijo al encargado de
negocios John Caufield que el gobierno había retirado del Banco Federal los
fondos del Estado y le había pedido a Mezerhane que inyectara US$ 200 millones
en la institución. Los hijos de Mezerhane se habían negado a recapitalizar el
banco por miedo a que Chávez decidiera estatizarlo.
El 18 de febrero de 2010, un día antes de la
rueda de prensa de Ravell, el presidente del Banco Federal dijo que la
institución había sido muy presionada para provocar un cambio de rumbo en la
orientación tanto en la gerencia de Globovisión como en su línea editorial.
“Mezerhane adquiriría las acciones por casi 32 millones de dólares”, agregó
Zuloaga.
Con este “acuerdo” todos comprarían tiempo.
Mezerhane podría salvar al banco y el gobierno podría decir que toleraba las
voces críticas a su gestión. Pero Ravell denunció el plan y frustró ese acuerdo.
El 14 de junio de 2010 la Superintendencia de Bancos intervino al Banco Federal.